sábado, 11 de agosto de 2012

Dama de treboles cap 14



Nick se alegró de llegar a casa, el día había resultado agotador.
Al entrar en la cocina, observó a Miley mientras encendía un farol.

No había pensado hasta ese momento en su nueva situación: estaba casado y ésa era su noche de bodas.
Lo que menos le apetecía era lidiar con una joven inocente, pero al imaginar el cuerpo de ella bajo el suyo empezó a excitarse.
Hacía demasiado tiempo que no disfrutaba de ese tipo de placer y ya iba siendo hora.
Aquella mujer era esbelta pero apuntaba unas bonitas curvas.
Se preguntó cómo sería su cuerpo.
Se acercó a ella y torció el gesto al ver que daba un respingo.

   —Mírame — ordenó.

   Miley se giró hacia él, aunque mantuvo la mirada baja.

   —¿Has besado a un hombre alguna vez?

Ella levantó la vista y negó con la cabeza.
Nick se recreó en la contemplación de aquellos labios que aún no conocían el calor de otra boca y sintió un extraño deleite al saber que sería el primero y el único en probarla.
Jamás había tenido ante sí a una mujer tan inexperta.

Se acercó sin tocarla y, al comprobar que no se apartaba, decidió continuar.
Rozó sus labios y la besó con suavidad.
Volvió a besarla con delicadeza una y otra vez.
La sintió suspirar entre sus labios y la acercó hacia él tomándola por la cintura.

   —¿Te gusta?

 Miley asintió con la cabeza y volvió a ofrecerse a él.
No esperaba que fuese tan cuidadoso.
Había temido la llegaba de la noche pero aquel contacto sutil invitaba a seguir.
Durante un buen rato, Nick continuó acariciándola con leves roces.
Al ver que le complacía, entreabrió la boca y comenzó a mordisquearle los labios con una lentitud exquisita.

Se retiró un momento para contemplarla: con el rostro alzado hacia él y los ojos cerrados, era pura tentación.

   —Quiero verte. — Ella abrió los ojos confundida — Deshazte las trenzas.

 Miley obedeció, aunque las manos le temblaban.
Nick entrelazó los dedos en su pelo admirando todos los matices de su larga melena ondulada.
Se preguntó por qué ocultaba tanta belleza bajo un peinado como aquel y de nuevo la atrajo para volver a besarla con idéntica suavidad.

   —Tienes que hacerme a mí lo mismo que yo te hago — murmuró en sus labios.

 Miley se armó de valor y le devolvió la caricia, besando sus labios con torpe timidez.

   —Ahora vamos a ir un poco más allá — susurró.

   Nick le tomó los brazos y los colocó alrededor de su cuello.
Con cuidado, le entreabrió los labios y profundizó el beso.

Miley pareció sorprenderse en un principio con aquella invasión, pero las sensaciones que su boca le provocaban eran tan asombrosas como inesperadas y lo estrechó rogando en silencio que no parara.
Nick se excitó al verla entregada en su primera vez y comenzó a acariciarle la cintura, las caderas, la espalda.
Pero al acercarse a sus senos, ella se tensó y se retiró de golpe.
 
Estaba yendo demasiado deprisa y se obligo a mantener la calma.
Con lentitud la soltó y se quedó contemplando sus labios húmedos.

   —Ve al dormitorio, te sentirás más cómoda si yo no estoy.

 Miley entendió lo que le pedía.
Era una de sus obligaciones como mujer casada y agradeció que no la obligase a desnudarse en su presencia.

 Nick se sentó a esperar.
Pasados unos minutos, entró en el dormitorio y le costó reconocer a la mujer que tenía delante. Estaba un tanto rígida.
Descalza, con el camisón blanco y el pelo suelto, le pareció de una belleza extraordinaria.

Mientras se quitaba la camisa y el cinturón, no dejó de observarla.
El fino tejido del camisón dejaba entrever la leve sombra de sus pezones que coronaban una maravillosa redondez agitada por la respiración contra la tela.
Ella no dejaba de mirarlo mientras él se desnudaba.
Parecía asustada, pero no apartaba la vista de su pecho.
Nick no pretendía intimidarla.
Por ello, se quitó las botas, pero se dejó los pantalones puestos.

Miley tenía la garganta seca y el corazón le latía cada vez más fuerte.
El miedo empezó a apoderarse de ella pero trató de no pensar.

Nick recorrió su contorno con ambas manos, pese a que la sintió temblar.
Acarició unas caderas redondeadas que acababan en una cintura breve.
Subió por el largo talle hasta alcanzar sus magníficos y erguidos pechos, a la medida de sus enormes manos.
La miró por un instante y la deseó de tal modo que la atrajo por la nuca y volvió a besarla con pasión.

Miley se tensó al notar que la delicadeza se convertía en urgencia.
Nick la rodeó con los brazos y se dejó caer en la cama con ella en brazos.
Aferrándola cada vez con más fuerza, comenzó a acariciarla.
Había dado rienda suelta a su deseo y sus esfuerzos se centraron en no perder el control antes de tiempo, olvidándose de sutilezas.
Estaba demasiado cansado y llevaba mucho tiempo esperando.
La besaba con tal ardor que le impedía respirar.
En un giro rápido, se colocó sobre ella y le alzó el camisón sin miramiento.

Miley tiritaba de miedo bajo el peso de su cuerpo, se sintió atrapada e indefensa y todo el pánico que creyó controlado se adueño de ella.
El terrible recuerdo de aquel indeseable sobre ella, su repulsiva boca sobre la suya y su lucha feroz por apartarlo, hizo que comenzara a respirar como si le faltara el aire y a empujar a Nick, pero él no parecía darse cuenta.

   —¡Déjeme… ¡Me da asco! ¡Lo odio! ¡Nunca me tendrá! ¡Nunca! — gritó con auténtico terror.

   Aquellos gritos devolvieron a Nick a la realidad.
Se revolvía descontrolada, presa de un ataque de pánico.
Él se hizo a un lado, su excitación se esfumó de modo instantáneo al verla en tal estado.
No entendía nada, hacía un momento se había entregado a sus besos y ahora se abrazaba las rodillas con la mirada perdida.
Tenía veintitrés años, no era ninguna chiquilla.
¿A qué venía entonces tanto pavor?

   —¡Cálmate! — le gritó —. No te estoy pidiendo nada que no me corresponda por derecho.

    Miley no contestó, se limitó a mirarlo como si no lo viese.
Nick notó cómo se le subía la sangre a la cabeza.
Se sintió estafado.
Ni siquiera podía echarla de su vida porque estaban casados.
Se levantó de un salto y apretó los puños.

   —¡Fuera! — Miley lo miró aterrorizada—. He dicho que te vayas. Si no eres capaz de cumplir con tu parte del trato, no te quiero en mi cama.

   La levantó cogiéndola de un brazo y la empujó hacia la puerta.
Miley no tuvo conciencia de lo que estaba pasando hasta que se encontró descalza en medio de la cocina.

Necesitaba aire.  
Salió de la casa con paso vacilante y, en cuanto estuvo bajo las estrellas, comenzó a respirar hondo. El pecho le dolía, hubiese deseado llorar, pero no pudo.
A trompicones, se encaminó al granero.
Por suerte había luna llena y no necesitó más luz para orientarse.
Se dejó caer sobre un montón de heno y rezó para que la noche pasase rápido.
   
Nick no necesitó ni dos minutos para comprender lo que acababa de hacer.
Se maldijo por haber perdido el control, jamás lo hacía, pero de nada servía arrepentirse.
Buscó a  Miley por la casa y no la encontró.
 Al ver la puerta principal abierta de par en par, la rabia se apoderó de él.
No la quería en su cama, pero en la casa había otros dormitorios.

¡Qué bajo concepto tenía de él si pensó que la obligaba a dormir a la intemperie!
 
Tomó el farol de la cocina, que aún permanecía encendido, y buscó a  Miley en el granero.
La aborrecía por su rechazo, pero no merecía un trato tan duro.

La tomó en brazos, ella ni siquiera abrió los ojos.
En dos zancadas llegó a casa y la depositó sobre la cama sin ningún miramiento.
Ella se acurrucó todavía temblorosa.

Nick apartó la vista, acabó de desnudarse y se tumbó de espaldas a ella.
Toda su vida apartándose las mujeres de encima y, por segunda vez, se veía rechazado por la que él había elegido.
Sólo quería dormir y olvidar aquella pesadilla.


1 comentario:

si te gusto el capitulo o tienes alguna sugerencia no dudes en decirmela seran todas bienvenidas gracias C:
besitos vuelve pronto y mil gracias por visitarme ♥