lunes, 13 de mayo de 2013

Un Matrimonio Feliz? cap7




Pero al ver que su boca comenzaba a temblar, se precipitó hacia ella abrazándola con tanta fuerza y calidez, que la hizo vibrar de emoción.

—Cariño, cariño — rogó — No te enfades, por favor. No debí haberlo hecho. Tienes razón. Soy un bruto. Un bruto irreflexivo, egoísta y arrogante. Pero te amo.

—No tú no eres así, y yo también te amo. Sólo que no comprendo por qué tú, por qué tú….

Se sentó junto a ella y suavemente la atrajo hacia sí.

—No me entiendo a mí mismo — le dijo con suavidad—. Tú sacas a la luz algo escondido en mi interior, y a veces no estoy seguro de sentirme orgulloso de eso — suspiró mientras ella lo miraba confundida—. Toda la maldita semana te he echado terriblemente de menos. No quería estar lejos de ti. Había imaginado cada detalle de mi vuelta a casa, cómo sería nuestro encuentro.

—Pero llegaste pronto — protestó —. Y no me lo dijiste con anticipación.

—Quería darte una sorpresa.

—Pero yo llamé a tu compañía aérea y me confirmaron tu reserva para el último vuelo.

—No utilicé mi pasaje.

—Y entonces, ¿cómo…?

—Compré un avión — dijo alzándose de hombros, como si se diera cuenta de lo increíble que sonaban sus palabras.

Miley lo miró incrédula.

—¿Has hecho eso?

—Es un pequeño jet Lear —agregó, aunque bien podría haberlo dicho en chino, por lo poco que entendió ella— Tan capaz de cruzar el Atlántico como de llevarme a Manchester.

Los ojos de Miley seguían abiertos de par en par.

—Nick , ¿por qué?

—¿Y por qué no?

—Porque la gente no anda por ahí comprando aviones.

—Algunos lo hacen. Yo lo hago. Nosotros lo hacemos — se corrigió —. Podemos permitírnoslo. Mira, sucede que no te veo mucho. Mi fábrica está en Manchester. Tu trabajo está en Londres. Tú no deseas mudarte…

—¿Por qué debería mudarme? —objetó frunciendo ligeramente el ceño—. Sabes que este trabajo es muy importante para mí.

—Sí, Miley , lo sé. Lo has dejado suficientemente claro.

—Pero desde luego que tú, como hombre, esperas que yo como mujer simplemente lo deje todo y me traslade a Manchester.

—No queda exactamente en el fin del mundo, como sabes. Y en el norte también tenemos agencias publicitarias.

Ella negó con la cabeza.

—Pero ninguna con la variedad de trabajo y responsabilidad que tengo en la Holloway. Andrew insinuó que cabía la posibilidad de que el próximo año me hiciera cargo de la dirección adjunta de la empresa. He trabajado mucho para ascender en mi puesto, Nick — volvió los ojos hacia él como apelando a su comprensión—. Por favor, no me pidas que tire todo por la borda —terminó con calma, sin saber lo que diría si él continuaba insistiendo.

—Y no lo hago.

—Porque ésta es la mujer de la cual te enamoraste — declaró con énfasis apoyando el índice sobre el esternón. Sus ojos oscuros lo miraban con intensidad, como desafiándolo a negarse — ¡Yo! Una mujer profesional. No una mujer que se rinde sólo por amor.

—¿Sólo por amor? —la miró interrogante.

—Quiero ese ascenso — declaró tercamente.

Pero su tenacidad nacía del miedo.
Miedo a que si cambiaba demasiado, a que si le permitía introducirse en su vida con tanta facilidad, dejaría de amarla.

—Y conseguirás tu ascenso si Andrew lo desea, porque yo no intentaré detenerte. La sola condición que pongo es que deje de llamarte «encanto» — dijo dirigiéndole esa vaga sonrisa que la cautivaba—. Amor mío, no nos enfademos. Ésa es la razón principal que me llevó a comprar el avión. Para facilitarnos la vida. Así no tendré que soportar esperas y vuelos programados. Podré ir y venir a mi gusto.

—¿Siempre con la esperanza de encontrarme esperándote en casa, como una buena mujercita? —interrogó, sabiendo que lo estaba estropeando todo, pero sin poder evitarlo.

—Eso no es lo que he dicho —replicó con ecuanimidad.

—Pero en el fondo es verdad. Si no es así, ¿qué fue lo que te incitó a montar la horrible escena de esta noche? ¿El hecho de que, según tu opinión, llegaba tarde, aunque lo hiciera incluso antes de lo convenido?

—Como ya te dije, había planeado mi vuelta a casa hasta el último detalle.

—¿Incluso el vino?

—Incluso el vino. Luces atenuadas. Tenía que haber una música suave…

—Pero efectiva —interrumpió secamente—. Con toda la escenografía preparada para…

—Seducirte —terminó, con un destello impío en los ojos.

—Pero no hubo seducción, ¿no es así Nick ? —preguntó con tranquilidad. Con los sentidos ya calmados, le molestaba pensar en su propio comportamiento—. Más bien un tipo de acto sexual bastante primitivo…

Los ojos del hombre se entornaron.

—Por favor no me digas que no disfrutaste —puntualizó con una brutal suavidad—. Cuando te vi temblando y sentí que alcanzabas el orgasmo bajo mi cuerpo…

—Sí, disfruté. Y también alcancé el orgasmo. Siempre lo hago. Supongo que ése es tu único modo de medir una relación gratificante.

Tras mirarlo fijamente, intentó apartarse, pero él se lo impidió poniendo una mano suavemente en su hombro.

—No, no lo es. Y créeme —suspiró—, ciertamente no era mi intención comportarme como lo hice.

—¿Y entonces por qué lo hiciste? —preguntó con un hilo de voz.

—Porque…



Un Matrimonio Feliz? cap6


Él la depositó en la cama inclinándose hacia ella.

—Llamémoslo seducción, entonces — dijo con una mirada súbitamente tierna —. Lo siento, corazón.

Le costó no ablandarse de inmediato bajo aquella suave mirada.
Apartándose hacia el otro extremo de la cama, arrojó los zapatos lejos de sí, sin importarle donde caían.
Muy a su pesar se volvió hacia él con mirada hosca.

—No me basta que digas que lo sientes después de lo que ha ocurrido. Te has comportado de un modo indignante.

Él intentaba parecer arrepentido, con una expresión casi infantil reflejada en el rostro.
Miley apenas pudo reprimir el deseo de rodearle el cuello con los brazos.
Pero algo la impulsó a continuar, indignada.

—¿Y eso es todo lo que puedes decir?

Él comenzó a desabotonarse la camisa de seda.

—¿Qué más quieres que te diga? Ya he dicho que lo siento — dijo alzando los hombros.

—Y todo se arregla con eso. Una palabra tuya y se supone que debo olvidar lo ocurrido, ¿no es así?

—Eso depende de ti —respondió con calma—. Si quieres convertirlo en un conflicto, es cosa tuya.

La camisa se abrió revelando su pecho ligeramente bronceado. Por primera vez desde que se conocían,  Miley se mostró impasible ante la vista del torso desnudo.

—¿Yo? ¿Que yo lo estoy convirtiendo en un conflicto? —balbuceó indignada.

Se quitó los pantalones. Ella intentó sin éxito bajar la cremallera del vestido.

—Déjame a mí —dijo con suavidad.

Y lo hizo con un movimiento que denotaba tanta práctica que ella se sintió explotar de rabia, aunque no era la primera vez que la ayudaba.

—Debería suponer que eres el hombre más hábil del mundo en bajar cremalleras y abrir sujetadores al mismo tiempo.

—Cariño.

—¡No me llames «cariño»!

La cara del hombre repentinamente se puso seria.

—La única práctica que he tenido en los últimos tres años ha sido desvestirte a ti, amor mío.

Miley enarcó las cejas con suspicacia.

—Pero sí sólo hace ocho meses que me conoces.

—Sí. Y llevo seis meses casado contigo.

—Pero — tartamudeó.

Ese era un tema que nunca habían abordado abiertamente.
Había dado por sentado que antes de conocerla se había acostado con muchas otras mujeres.

—¿Sí?

—Pero eso significa que tú… que tú no… —titubeó buscando una forma delicada de decirlo, pero no encontraba las palabras —. ¿Durante dos años? — terminó casi chillando.

—Me imagino lo que intentas decir — comenzó con voz risueña.

—No te atrevas a utilizar ese tono condescendiente conmigo.

Él negó con la cabeza.

—Ni en sueños me arriesgaría a hacerlo. Sólo intentaba poner en palabras lo que no te atrevías a expresar. En suma, que fui célibe durante dos años antes de conocerte.

Ella le lanzó una mirada feroz al tiempo que arrojaba el vestido contra la pared y rápidamente se ponía un albornoz.

—¡No te creo!

El se encogió de hombros, esbozando una especie de sonrisa carente de humor mientras se quitaba los calzoncillos de seda y los calcetines.

Luego orgullosa y desvergonzadamente desnudo se volvió hacia ella.

—Desde luego que ese privilegio te corresponde, Miley .

Lo dijo con el propósito de cerrar un capítulo que no hubiera deseado abordar, pero Alessandra no se rendía tan fácilmente.

—Debes admitir que es un poco inverosímil.

—Aunque tú pasaste los primeros veinticuatro años de tu vida sin relaciones íntimas, crees que un hombre no puede hacerlo, ¿no es eso?

Miley comenzó a cepillarse el pelo enérgicamente.

—Bueno, algunos hombres tal vez —dijo deliberadamente.

—¿Y yo no? —inquirió él.

Ella asintió con la cabeza, sin deseos de abandonar el tema, todavía enfadada por la facilidad con la que se había entregado a él tras haberla acusado virtualmente de infidelidad.


Pero también notó que Nick , a pesar de ser tan reservado, estaba hablando mucho más abiertamente de lo que era habitual en él, y quería que continuase.

—No, tú no —accedió con un ligero tono de reto.

—¿No te importaría ampliar tu respuesta? —sugirió con suavidad.

—Creo que tú eres un hombre de ciertos… apetitos —comenzó a decir con delicadeza.

Él echó la cabeza hacia atrás con una carcajada.

—Algunos apetitos —repitió—. ¡Cielo santo, Miley , qué palabra tan gloriosamente arcaica! Podrías haber dicho «deseos carnales» que es mucho más expresivo.

—Bien, ¿quieres que te lo diga con más crudeza? —replicó cortante.

—Sí, por supuesto que sí.

—Te gusta el sexo, ¿no es así, Nick ? —dijo con brusca franqueza—. ¡Mucho sexo!


—No sólo me gusta, sino que me encanta —contestó suavemente—. Y también a ti, corazón. Es posible que hayas empezado tarde, Miley , pero te has empeñado en aprovechar el tiempo perdido. Nunca he conocido a una mujer que se excite con más rapidez que tú.

—Y yo nunca había conocido a un hombre que le rompiera la ropa a su mujer, la arrojara al suelo y… y la hiciera…

—¿Temblar extasiada en sus brazos? —terminó por ella en tono sarcástico.


lunes, 6 de mayo de 2013

Un rencuentro volatil cap 30



Cuando entró en la habitación se quedó sorprendido al ver a su hija sobre una toalla en las rodillas de Demi , que estaba dándole un masaje.

–No está llorando – dijo Joe .

Ella levantó la mirada.

–Le gusta esto – respondió, poniendo aceite en su mano y pasándolo suavemente sobre la tripita de la niña – Normalmente se queda dormida. Después de un masaje está mucho más calmada.

–Tú también pareces más calmada moli mou – se atrevió a decir Joe .

–Lili no merece que esté enfadada, la pobre no tiene la culpa de nada – musitó Demi mientras le ponía el pijamita – He pedido cita con el dermatólogo, por cierto.

–Sí, has hecho bien.

–He leído algo sobre los eccemas en Internet y he pensado que tal vez habría que hacerle pruebas de alergia… en caso de que sea algo con lo que está en contacto.

Joe respiró profundamente.

–No sabes cuánto agradezco que te intereses por la niña.

–Me hace sentir mejor, así que también es egoísta por mi parte – dijo Demi , que no estaba nada orgullosa de lo que le había costado que su generosa naturaleza superase a su egoísmo

Esa noche cenaron en la cocina, con menos formalidad de la acostumbrada.

Demi había hablado con el ama de llaves para decirle que preferían no cenar en el comedor y la señora Jones le había confiado que necesitaría más personal para atenderlos como solían atender alos padres de Joe .

–¿Has ido a ver a tus padres? – le preguntó Demi .

–Debería, pero no lo he hecho – le confesó Joe – No estaba de humor para soportar una tragedia en cuatro actos sobre Lili.

Se había puesto unos vaqueros y una sencilla camisa de algodón, la sombra de barba acentuando la sensualidad de sus labios.

Cada vez que lo miraba, sentía esa emoción que Joe siempre evocaba en ella, recordándole deseos y necesidades que había contenidodesde que Lili llegó a sus vidas.

Pero no iba a dar el primer paso.

Era la noche libre de la niñera y, después de cenar, Demi estaba dándole el biberón a Lili cuando Joe apareció en la puerta de la habitación.

–Yo debería hacer eso – le dijo, sin gran entusiasmo.

–Bueno, al menos deberías aprendera hacerlo – asintió ella, levantándose.

Joe tragó saliva de una forma tan cómica que la hizo reír mientras le ponía a la niña en los brazos y le enseñaba cómo sujetar el biberón.

–Es tan pequeña… – dijo Joe .

–No es física cuántica, no te preocupes.

Sus ojos se encontraron entonces y Demi sintió una ola de fuego recorriendo sus venas.
Nerviosa, apartó la mirada.

–Es muy mona cuando no está llorando – comentó Joe .

–Ahora come mejor y cuando engorde un poco estará más guapa. La pobre siempre se muestra muy ansiosa… yo creo que ha habido demasiada gente cuidando de ella – comentó Demi , mientras pasaba una mano por el pelito de la niña.

Lili la miró entonces y sus ojos siguieron clavados en ella mientras tomaba el biberón.
Media hora después, Demi metió a la niña en la cuna y se fue a la cama, preguntándose si Joe iría a buscarla.

Se quedó largo rato mirando la puerta, pensando en él, deseándolo anhelándolo.
Hasta que tuvo que aceptar la realidad: su marido no tenía planes de compartir cama con ella.

Poco después, escuchó el llanto de Lili por el monitor y se levantó para atenderla.
Eran más de las dos cuando, por fin, se quedó dormida.

Cuando despertó, el sol se colaba por las cortinas de la habitación y Joe estaba tocando su brazo.

–¿Qué hora es?

–Las diez. Y mis padres están aquí.

Un ataque con misiles no podría haber hecho que Demi se levantase de la cama a más velocidad.
La idea de enfrentarse con su elegantísima suegra sin estar arreglada le horrorizaba.

–Dios mío… ¿qué quieren?

Joe apretó los labios.

–Aparentemente, quieren a Lili.



Corazon Indomable cap 10



Aquello era ridículo.
No podía seguir comportándose como un idiota porque la hija de Fred lo tratara como a un viejo.
Intentó andar recto, pero se chocó contra su hermano Cag.

—Eh, cuidado. Estás borracho — sonrió su hermano.

—Ese whisky debe de tener doscientos grados.

—No, lo que pasa es que no estás acostumbrado a beber. Cuando te vayas a ir, avisas. Dejas aquí tu coche y Tess y yo os llevamos a Marilee y a ti a casa. No estás como para conducir.

—Supongo que no —suspiró Nick —. Qué estupidez.

—¿Qué? ¿Beber tanto o ayudar a Marilee a apuñalar a su amiga por la espalda?

—¿Tess te lo cuenta todo?

Cag se encogió de hombros.

—Estamos casados.

—Marilee está guapísima, ¿eh?

—A mí me parece que lo está pasando fatal —contestó Cag mirando a la aludida, que estaba apoyada en la pared intentando pasar inadvertida— No me extraña... Después de contarle a todo el mundo que Miley iba a por ahí diciendo que estaba contigo...

—Miley lo dijo, no ha sido Marilee. No tenía motivos para actuar como si estuviéramos prometidos. Solo fue un beso.

—¿La has besado? —dijo Cag con las cejas enarcadas.

—Bueno, si a eso se le puede llamar besar. ¡No tiene ni idea!

—No creo que siga así mucho tiempo si sigue viendo a Harley. No es ningún playboy, pero a las mujeres les gusta.

Nick lo miró enfadado.
No le gustaba nada la idea de que Harley besara a Miley .
Iba a tener que hacer algo al respecto.

—No te caigas dentro del ponche —le advirtió Cag —. Y, por favor, no bailes. Podrías hacer tanto el ridículo que entonces sí que ibas a ser la comidilla de todo el mundo.

—Si quisiera, podría bailar perfectamente.

Su hermano se alejó para sacar a bailar a su mujer y Nick fue junto a Marilee.

—De repente, tengo la peste. Joe Howland, el de la ferretería, le está contando a todo el mundo lo que dijiste de Miley en su local y me están culpando por haberte calentado la cabeza.

—¿Ha sido así?

Marilee se miró la punta de los zapatos.
Se sentía culpable, herida y avergonzada.

—Le dije a Miley que te gustaría más si supiera montar a caballo, hacer bizcochos y no ir siempre tan arreglada.

—¿Le dijiste eso?

—Sí — contestó mirando a Miley que estaba bailando con Harley y pasándoselo en grande — Hay más — añadió —  No era cierto que le hubiera dicho a la gente que la habías invitado al baile.

—¡Marilee, por Dios! ¿Por qué me has mentido?

—Es solo una chiquilla, Nick — murmuró incómoda — No sabe nada de los hombres ni de la vida. Ha crecido muy protegida. Tiene dinero, es guapa... pero yo soy mayor que ella y más madura y me gustas mucho. Pensé que, si me la quitaba de encima, tal vez, te fijaras en mí.

De repente, Nick entendió la cara de Miley en la ferretería.
Tess tenía razón sobre Marilee. Había traicionado a su mejor amiga y él la había ayudado.
Se sintió morir.


—No me digas que soy una rata — dijo Marilee sin mirarlo — No sé cómo se me ocurrió que Miley no se iba a enterar nunca de que iba diciendo mentiras por ahí sobre ella — añadió consiguiendo mirarlo a los ojos — Nunca ha dicho nada de ti, Nick. Se moría por que la invitaras a este baile, llevaba semanas hablando de ello, pero jamás le dijo a nadie que se lo hubieras pedido. Creía que yo la estaba ayudando, convenciéndote para que se lo pidieras — se rió con amargura — Era mi mejor amiga y la he traicionado. No me va a volver a hablar y me lo merezco. Si te sirve de algo, lo siento.

Nick intentó asimilar la verdad.
Aunque le dijera a Miley que no sabía nada, estaba claro que no lo iba a creer.
No creía que fuera a seguir siendo bien recibido en su casa, sobre todo si Fred se enteraba de lo que había dicho de su hija.
Aquello ponía en peligro su amistad y había acabado con lo que Miley sentía por él.
Lo sabía por cómo lo miraba, dolida y enfadada.

—¿Cómo le has podido hacer algo así?

—No lo sé — suspiró Marilee — He debido de perder la cabeza. ¿Me podrías llevar a casa? No me apetece quedarme más tiempo.

—No te puedo llevar a casa.

—¿Y eso?

—Por decirlo de manera suave, porque he bebido mucho.

—Ah... lo siento.

—Tú lo sientes y yo lo siento, pero eso no cambia las cosas — dijo mirando a Miley con dolor.


Ahora entendía toda aquella campaña suya de cambios.

Había dejado que los caballos la tiraran y se había prestado a ir cubierta de barro todo el día en un intento por ser como se suponía que él quería.

Nick hizo una mueca.

—Se podría haber matado —dijo muy serio—. No está acostumbrada a estar con el ganado ni a montar a caballo. ¿No te das cuenta?

—No lo había pensado. Menos mal que no le ha pasado nada.

—Eso es lo que tú te crees.

Marilee se encogió de hombros y se fue corriendo al baño de señoras para ocultar las lágrimas.




Corazon Indomable cap 9



Nick se mordió los labios.

—No me va a volver a hablar —comentó Marilee apesadumbrada.

—No soy de su propiedad —la tranquilizó Nick —. No es culpa tuya que haya ido diciendo por ahí mentiras sobre mí.

Marilee hizo una mueca.
Nick volvió a mirar a Miley que iba hacia la pista de baile con el maldito Harley.

—No me gusta. ¿Qué me importa que le guste Harley? — murmuró.

En ese momento, la orquesta comenzó a tocar un vals de Strauss y Miley y Harley salieron a bailar.
Lo hacían tan bien que pronto se quedaron solos y todo el mundo los miraba.

Nick no pudo evitar acercarse a verlos.
Se movían perfectamente acompasados.
Aquello parecía un ballet.

—¡Qué bien bailan! —Apuntó Marilee—. ¿Tú no bailas?

—No — mintió Nick.

No le apetecía nada salir a hacer el ridículo con ella, que tenía dos pies izquierdos y el mismo sentido del ritmo de una zarigüeya.

—Bueno, no pasa nada — se resignó Marilee.

Miley y Harley se miraban a los ojos y se sonreían.
Nick sintió envidia de su juventud.

Al terminar, tuvo que controlarse para no saltar a la pista de baile y darle un puñetazo a Harley.
De repente, se dio cuenta de lo que estaba pensando.

Miley no era suya.
No tenía derecho a actuar así.

Además, aquella chica se había dedicado a gritar a los cuatro vientos que estaban juntos.
Todo el mundo los aplaudió y Cash Grier y Christabel Gaines, que también hacían una buena pareja, salieron a bailar.

—Quién iba a decir que Harley bailaría tan bien... —comentó Marilee.

Nick la miró, se giró y la dejó allí sola.

Se fue hacia la barra mientras Harley y Miley seguían bailando.
Él la agarraba demasiado y ella se dejaba.

Recordó sus palabras en la ferretería y se sintió morir, así que se sirvió otra copa.
Whisky solo.

¿Por qué se sentía tan mal?
Al fin y al cabo, Miley había estado cotilleando...


—Hola, Nick —lo saludó su cuñada Tess sonriente—. ¿Has venido con Marilee?

—Sí —contestó él—. Le seguía doliendo la muñeca y la he traído. Llevo haciendo de chófer desde que se hizo el esguince.

Tess pensó que los hombres eran de lo más idiotas.
¿No se daba cuenta de que, si hubiera querido, Marilee podía conducir con una mano?
Miró hacia la chica, que estaba observando a Harley y Miley bailar.

—Creí que era su mejor amiga —comentó—. Para que te fíes de la gente.

—¿De qué me hablas?

Tess se encogió de hombros.

—La oí contarle a alguien que Miley iba diciendo por ahí que tú y ella estabais juntos —le explicó negando con la cabeza — y no es cierto. Miley es muy tímida. Le cuesta hablar con la gente. Nunca la he oído hablar mal de nadie, ni siquiera de gente que no le cae bien. No sé por qué Marilee ha ido contando mentiras sobre ella.

—Miley  le ha dicho a todo el mundo que iba a venir al baile conmigo — insistió Nick.

—Marilee le ha dicho a todo el mundo que Miley había dicho eso — Le corrigió Tess — No te has dado cuenta, ¿verdad?  Marilee está loca por ti. Tenía que deshacerse de Miley para que no te fijaras en ella y creo que lo ha conseguido.

Nick fue a decir algo, pero se calló.
No podía ser.
Tess vio que no se lo creía y sonrió.

—No me crees, ¿verdad? No importa. Aunque no quieras, tarde o temprano, verás que es verdad. Voy a buscar a Cag. ¡Hasta luego!


Era imposible.
Nick no podía creer... no quería creer que Marilee lo hubiera engañado como a un bobo.

Dejó la copa y sintió que se le iba un poco la cabeza.
Eso le pasaba por beber demasiado.




Corazon Indomable cap 8


EL baile de ganaderos era el evento más importante de la zona y nadie faltaba.
Había tanta gente que los organizadores habían tenido que alquilar el centro comunitario y poner comida y bebida para un regimiento.

Nick estaba bebiendo en exceso y sus hermanos estaban muy sorprendidos porque no era propio de él.
A su lado, Marilee estaba pálida y mirando todo el rato hacia la puerta.

—¿Esperas a alguien?

—Sí, a Miley .Me dijo que no iba a venir, pero tu cuñada Tess me ha dicho que Harley Fowler le había comentado que iba a venir con ella.

—¿Con Harley Fowler?

Aquel joven había demostrado su valía como capataz, pero no era de las mejores familias de Jacobsville, como Miley .

Nick dudaba mucho que a su padre y a su tía les hiciera mucha gracia que saliera con él.
Bueno, tampoco era que se fuera a casar con él...

—Harley es simpático —apuntó Marilee recordando la cantidad de veces que le había dicho que no quería salir con él porque era un inmaduro.

Ahora que todos comentaban que pronto tendría un rancho propio, lo miraba con otros ojos, pero Harley no la soportaba.

—Miley  no me va a perdonar nunca que haya venido contigo.

—A ver si os enteráis las dos de que no soy de nadie — contestó Nick malhumorado — ¿A quién le importa que venga?

—A mí  — suspiró Marilee.

En ese momento, entraron Miley y Harley.
Acababan de dejar los abrigos y estaban saludando a la gente.

Ella estaba preciosa, con su vestido blanco, y Nick no podía dejar de mirarla.
Recordó lo que había sentido al besarla y, de repente, sintió celos de Harley.

Marilee no podía ni hablar.
Nick se terminó la copa y la agarró del brazo para ir a saludarlos.

—Es ridículo esconderse, ¿no?

—Supongo que sí — contestó Marilee nerviosa.

Al verlos, Miley los miró con sorpresa y dolor.
Lo que Nick había dicho de ella en la ferretería le había dolido, pero la traición de su mejor amiga era todavía peor.

De repente, todas las piezas encajaron.
Estaba claro lo que Marilee le había estado contando a Nick sobre ella.

—Hola... Miley — saludó su supuesta amiga tímidamente — Me dijiste que no ibas a venir.

—Y no iba a hacerlo, pero, en el último minuto, me lo ha pedido Harley y aquí estamos — contestó Miley mirando a su acompañante con agradecimiento — Hace años que no bailo.

—Pues esta noche vas a bailar todo lo que quieras, cariño — dijo Harley estrechándole la mano.

—No he visto a tu jefe — apuntó Nick.

—No van a venir. El niño está enfermo y no querían dejarlo con nadie — contestó Harley— La verdad es que están felices. Viéndolos a ellos, uno piensa que el matrimonio tiene que ser algo maravilloso —añadió mirando a Miley deliberadamente.

—Para algunos — comentó Nick con frialdad.

—Vamos a bailar — propuso Harley — Me muero por bailar el vals contigo.

—Perdonad... — dijo Miley mirando a su amiga con rencor.

—Miley  déjame que te lo explique...

Pero Miley ya se estaba alejando.


—Me alegro de verte, Marilee. A usted, también, señor Jonas — añadió con fría cortesía.

—¿Por qué lo llamas señor Jonas? — le preguntó Harley.

—Porque es mucho mayor que nosotros. Casi de otra generación — contestó ella lo suficientemente alto como para que Nick la oyera.

—Sí, tienes razón.



Corazon Indomable cap 7



Las lágrimas no le dejaban ver bien.
Sabía que iba demasiado rápido.
Debería frenar un poco.

En ese momento, oyó una sirena y vio un coche de policía por el retrovisor.
Se paró y bajó la ventanilla, limpiándose las lágrimas mientras esperaba a que llegara el agente.

—¿Señorita Brewster?

—Sí...

—Soy Cash Grier — se presentó el hombre, que llevaba el pelo recogido en una coleta—. Soy el nuevo ayudante de policía.

—Encantada de conocerlo — sonrió Miley con tristeza—. Siento que sea en estas circunstancias —añadió tendiendo las manos —. ¿Quiere esposarme?

El agente la miró muy serio.
Aquel hombre no tenía sentido del humor.

—Pero, bueno, ¿a qué tipo de juegos está usted acostumbrada con los hombres?

Miley dudó un segundo antes de reírse a carcajadas.
Sí, sí que tenía sentido del humor.
Bajó las manos.

—Iba muy rápido.

—Sí, pero no la voy a llevar al calabozo. Simplemente, recuerde que en las carreteras comarcales no se puede ir a más de cincuenta millas.

—¿Estamos en una carretera comarcal?

—Sí. Tal y como está pensando, no tengo jurisdicción aquí. Por eso, se lleva una advertencia y una sonrisa. En la ciudad se habría llevado una multa y una buena bronca. Recuérdelo.

—Lo haré. De verdad —prometió limpiándose la cara —.Estaba enfadada y me he puesto a acelerar. No debería haberlo hecho y no lo volveré a hacer.

—Eso espero. Luego vienen los accidentes y eso sí que es serio — comentó el hombre como recordando algo.

—Gracias por su amabilidad.

Grier se encogió de hombros.

—Todo el mundo mete la pata de vez en cuando.

—Eso es exactamente lo que me acaba de suceder a mí...

—No me refería a usted —la interrumpió—. Y no soy amable. Jamás.

—Ah —dijo Miley intimidada.

—No corra —dijo el agente tocándole la punta de la nariz con el dedo.

—De verdad que no —contestó ella con la mano en el corazón.

Grier asintió, se metió en su coche y se fue.
Miley esperó un par de minutos y, más calmada, volvió a casa.

No le explicó a su padre por qué no le había comprado los guantes, pero el buen hombre dijo que ya iría él al día siguiente.
Miley subió a su habitación y no hizo más que llorar hasta quedarse dormida.


A la mañana siguiente fue por allí Harley Fowler, el capataz del rancho Cy Parks.
Miley y él se llevaban de maravilla y le pidió que fuera al baile con él.

—Si no tienes ya con quien ir o si no vas a ir con tu padre, claro.

—¡Nadie me lo ha pedido y papá estará fuera de la ciudad por motivos de negocios, así que iré contigo encantada!

—¿De verdad? —dijo Harley sonriente.

Sabía que a Miley le gustaba Nick Jonas, pero también sabía que él la evitaba.
A él no le gustaba Miley pero la apreciaba de verdad.

—De verdad —contestó ella —.¿A qué hora quedamos?

—El baile empieza a las siete, pero vendré a buscarte a las seis y media para llegar bien.

—Estupendo. ¡Gracias, Harley!

—¡Gracias a ti! Nos vemos el sábado.

Cuando se fue, Miley suspiró con alivio.
No había nada que deseara más en el mundo que ir al baile y demostrar a Nick Jonas que no tenía ningún interés en él.

Harley era joven y guapo.
Le caía bien.
Iría al baile con él y se lo pasaría bien.

Nick vería que ya no estaba interesada en él, podía estar tranquilo, no pensaba volver a acercarse a él en su vida. Sonrió con frialdad.
La venganza era dulce.

Después del dolor que Nick le había infligido, tenía derecho a vengarse un poquito.
Nick no iba a olvidar aquel baile mientras viviera.


Corazon Indomable cap 6



Horrorizado, Joe intentó decir algo, pero Nick había tomado carrerilla y no estaba dispuesto a callar.

—Además, últimamente parece una mazorca de maíz. Lo único que la salvaba era su apariencia física y ahora se pasa el día cubierta de barro, polvo y harina. Se pasa horas en el rancho demostrando que es tan buena como cualquier hombre y fardando de que me tiene comiendo en la palma de su mano. Le ha contado a todo el mundo que estoy a un paso de regalarle un anillo de compromiso y que va a ir al baile conmigo. ¡Pero si ni siquiera se lo he pedido! Se ha equivocado de hombre. ¡Lo último que quiero es una niñata con cuerpo de chico y un gran ego! No tendría nada con ella aunque tuviera un rebaño entero de toros Salers como dote y eso es mucho decir. ¡Me pone enfermo!

Joe se había puesto pálido y le estaba haciendo gestos.
Nick se volvió con curiosidad... y se encontró con Miley Brewster mirándolo como si le acabaran de clavar un puñal en el corazón.

—Miley  —dijo lentamente.

Ella tomó aire y apartó la mirada.

—Hola, Joe —saludó intentando sonreír—. Solo quería ver si habías recibido lo que te encargó papá la semana pasada —mintió.

No era el momento de ponerse a buscar guantes.
¡Lo que quería era irse!

—Todavía no, Miley —contestó Joe con amabilidad —.Lo siento mucho.

—No pasa nada. Gracias, Joe. Hola, señor Jonas — dijo sin mirarlo a los ojos — Hace bueno, ¿eh? Parece que va a llover un poco, que nos hace falta. Hasta luego.

Salió del establecimiento con la cabeza bien alta y Nick se sintió enfermo de verdad.

—¿Por qué no me has dicho que estaba detrás? —le preguntó a Joe furioso.

—Porque no sabía cómo.

—¿Cuánto tiempo llevaba ahí?

—Todo el tiempo, Nick. Lo ha oído todo.

En ese momento, oyeron chirriar las ruedas del deportivo de Miley .
Nick se apresuró a sacar el móvil y llamar a la policía.

—¿Grier? Mira, Miley Brewster acaba de salir de la ciudad como alma que lleva el diablo. Estaba enfadada por mi culpa y me da miedo que tenga un accidente. ¿Tienes a alguien en la carretera Victoria que la pueda parar? Sí, gracias, Grier. Te debo una.

Colgó y maldijo.

—Si se entera de que, para colmo he mandado a la policía tras ella, se va a poner como una furia, pero no quiero que le pase nada.

—Es un secreto a voces que lleva un año bebiendo los vientos por ti.

—Después de lo que me acaba de oír decir, supongo que se le pasará — dijo Nick compungido — Llámame cuando tengas el pedido, ¿de acuerdo?

—Muy bien.

Una vez en su furgoneta, Nick echó la cabeza hacia atrás y suspiró.

Pensó en Miley y en cómo debía de sentirse.
Había dicho una crueldad tras otra.

Se había dejado llevar y la había pagado con ella.
Marilee le había puesto la cabeza como un bombo y, al final, había estallado.

Miley nunca había hecho nada para herirlo.
Su único delito era pensar que el mundo giraba alrededor de Nick Jonas y dar demasiadas cosas por sentadas solo por un beso.

Se rió sin ganas.
Después de aquello, le debía de haber quedado claro que no había nada.

Le extrañaba que Miley hubiera ido por ahí alardeando de su relación cuando sabía perfectamente que no le gustaban los cotilleos.
De hecho, una vez en su presencia, había atajado las habladurías sobre otra chica diciendo que no le gustaba hacer leña del árbol caído.

Se quitó el sombrero y lo dejó en el asiento del copiloto.
Se odiaba por lo que acababa de pasar.

No quería que Miley se hiciera ilusiones con él, pero había otras maneras más amables de dejárselo claro.
Al recordar su cara, supo que jamás la iba a olvidar.

Aquel dolor lo iba a perseguir toda la vida.


Miley estaba batiendo récords de velocidad. Ya se había pasado la salida de su rancho, pero no le importaba nada. Se sentía herida, humillada, triste y confundida.

¿Cómo podía Nick pensar esas cosas de ella?

La única que sabía lo que sentía por él era Marilee y ella no se lo había dicho a nadie, eso era seguro, porque odiaba los cotilleos, como ella.

Nick la conocía hacía años, pero no sabía nada de ella, estaba claro.
Lo que más le dolía era que Nick creyera todas esas mentiras.

Se preguntó quién le habría dicho todo aquello. Pensó en su amiga, pero rápidamente se recriminó por pasársele siquiera por la cabeza.

Marilee era su mejor amiga.
Tenía que haber sido una enemiga. ..Pero no tenía ninguna, por lo menos, que supiera.


Corazon Indomable cap 5



Miley siguió haciendo bizcochos hasta que un día le salieron comestibles.
Hettie estaba alucinada.

También había hecho progresos considerables montando a caballo.
Solo faltaban cuatro días para el baile y tenía un precioso vestidito blanco de tirantes muy finos.

Le llegaba por los tobillos y dejaba los brazos y el escote al descubierto.
Tenía una raja de lo más provocativa que dejaba ver una de sus preciosas piernas.

Se había comprado unas sandalias de tacón alto, también blancas, y todo lo iba a combinar con un abrigo negro de terciopelo.

Solo le faltaba una cita.

Esperaba que, después de aquellos besos, Nick se lo pidiera, pero no había vuelto a aparecer por la casa.
Por el rancho, sí, porque tenía que hablar con su padre y había ido varias veces, pero no se había acercado a la casa.

Miley asumía que se arrepentía de lo que había pasado entre ellos y que temía que ella se lo hubiera tomado en serio.
Por eso la estaba evitando.
Estaba más claro que el agua.

Aquello quería decir que no la iba a invitar al baile.
Llamó a Marilee desesperada.

—Te vi hace un par de semanas con Nick en el supermercado. No quise saludaros porque supuse que le estabas hablando del baile, pero no ha querido invitarme, ¿verdad?

Le pareció oír a su amiga tragar saliva.

—No, lo siento.

—No te preocupes. No es culpa tuya. Tú eres mi mejor amiga y lo has intentado.

—Miley ..

—Me había comprado un vestido precioso para la ocasión —suspiró—. Bueno, qué se le va a hacer. ¿Tú vas a ir?

—Sí — contestó Marilee tras un silencio.

—¡Qué bien! ¿Con alguien que conozco?

—N...No.

—Espero que te lo pases bien.

—Tú no vas a ir, ¿verdad?

Marilee estaba un poco rara.

—No, no tengo con quién —se lamentó Miley —. Habrá otros bailes. Puede que Nick me invite a alguno alguna vez... —«cuando deje de tenerme miedo», añadió mentalmente — Si lo ves, dile que ya sé atrapar a los terneros con el lazo y tirarlos al suelo. ¡Y ya sé hacer bizcochos!
Miley se reía, pero Marilee, no.

—Te tengo que dejar porque tengo que ir a la peluquería, Miley —le dijo—. Lo siento mucho... lo del baile.

—No es culpa tuya —insistió Miley —. Pasároslo bien, ¿de acuerdo?

—De acuerdo. Hasta luego.

Al colgar, Miley arrugó el ceño.
A Marilee le debía de pasar algo.

Le tendría que haber preguntado qué le ocurría.
Decidió ir a su casa después del baile para que su amiga le contara todos los cotilleos y, así, averiguar qué le pasaba.

Sumida en sus pensamientos, salió al porche.
En ese momento llegaba su padre a caballo con dos de sus hombres.

—Acabo de romper los últimos guantes que me quedaban sanos. ¿Te importaría ir a la ferretería y traerme otros? —le dijo Fred con cariño.

—Claro que no —contestó Miley .

Nick solía ir mucho por la ferretería.
Con un poco de suerte...

—¡No corras!

Al llegar a la ferretería, se le puso el corazón a mil por hora.
Allí estaba la furgoneta del rancho Hart.

¡ Nick! Sí, seguro que era él.


Se miró al espejo y se peinó un poco.
Llevaba el pelo suelto porque a él parecía gustarle.
Entró en la tienda con una gran sonrisa.

No había nadie en el mostrador, lo que era bastante normal porque los empleados solían estar atendiendo por la tienda, así que se fue directa al estante de los guantes.

—También necesito un rollo de alambre —dijo una maravillosa voz.

¡Era él! Estaba al otro lado de la estantería.

—Muy bien —contestó Joe Howland—. ¿Vas a ir al baile de los ganaderos?

—Pues sí —contestó Nick—. No iba a ir, pero una amiga necesitaba que alguien la llevara y me ha tocado a mí.

Miley sintió que se le partía el corazón.
¿Nick iba a ir con otra?
¿Con quién?

Salió del pasillo y se colocó detrás de Nick.
Él no la veía, pero Joe, sí.

—¿Esa amiga no será Miley Brewster? —sonrió el hombre.

—Escucha, porque agarrara el ramo de novia en la boda de Micah Steele no quiere decir que esté conmigo — contestó Nick enfadado — ¡Tiene una familia encantadora y ella es muy mona, pero aunque aprendiera a cocinar, que sería un milagro, nunca, jamás, me atraería como mujer! Y, para colmo, no se le ocurre otra cosa que ir contando por ahí mentiras sobre mí. ¡Qué pesada!

Miley sintió como una descarga eléctrica que le atravesara el cuerpo.
No se podía mover del dolor.