domingo, 26 de octubre de 2014

Celos que Matan cap 25

Su silencio puso tenso a Joseph y se la quedó mirando. Ella levantó la vista y dijo en voz baja:
¿Tendrías problemas si ahora me divorciara de ti, verdad? Un divorcio pondría un purto negro en e! futuro de tu brillante carrera.
Es posible, pero imagino que lo solucionaría,
Sin embargo, sería mejor esperar - dijo tratando de leer su mente pero ¿lo había logrado alguna vez?
Jamás adivinó que estaba celoso de Jake y sin embargo, ahora estaba segura de que lo estuvo durante todo el tiempo de su matrimonio y que se lo ocultó.
Él la observaba inquisitivamente.
Linda te dijo algo —siempre había sido demasiado rápido para ella; le leía los pensamientos antes de que ella misma los supiera.
Debió ocurrírseme a mí.
¡ Linda no tenía derecho!
Tenía todo el derecho. Trabaja contigo sabe el efecto que puede causar un divorcio.
—Hoy en día no es un crimen.
—Sin embargo, no se aplaude -ella le miró y sonrió-. No cuando se trata de jueces.
Sorprendentemente, Joseph también sonrió.
—No cuando se trata de jueces — aceptó.
— Y tú quieres ser juez.
—Me lo propongo al menos.
Demi se estremeció al sentir una ráfaga de viento helado y él le puso una mano sobre su hombro.
—Aquí hace frío. Debías volver a entrar.
—No, no podría.
—¿Pasa algo? ¿Te peleaste con Redway?
—No. Sólo... sólo que no estoy de humor para estar con una mul­titud.
 Él hizo una pausa y luego preguntó:
—¿Te gustaría dar un paseo? Allí tengo el coche.
Desvió la mirada pero de pronto le miró.
—Llévame a casa, Joseph — dijo con voz profunda. Lo vio entrece­rrar los ojos y sintió que se ponía tenso.
¿Porqué? -preguntó cortante.
—Tenemos que hablar... y no podemos hacerlo aquí.
¿Y Redway?
— ¡Por favor! —le suplicó y él se encogió de hombros.
—Muy bien.
En el coche, se reclinó hacia atrás estremecida de frío y él encendió la calefacción.
—¿Está mejor así?
—Mucho mejor —se acurrucó para estar cómoda.
—Ese vestido es muy bonito pero no es práctico.
— No tenía intención de andar vestida así por la calle - le confesó y él se rió.
— Podrías causar un alboroto.
Después de eso, volvieron a quedarse en silencio y ella se quedo mirando el camino recto, preguntándose cómo encontraría palabras para hablarle.
—¿Estás enamorada de Redway? —le preguntó Joseph de pronto sin mirarla.
Eso era lo que ella esperaba.
No lo sé.
¿Todavía no? Por Dios, Demi ¿qué se necesita para que estés segura de algo?
Nunca he podido conocer con exactitud mi carácter.
—¿Sabes cuan a menudo lo mencionabas antes de casarnos? Me enfermaba oír su nombre.
Nunca dijiste nada.
—No iba a actuar como un idiota. Las escenas de celos son desagradables.
—No tenía ni idea de que estuvieras celoso.
Gracias a Dios. Ya bastante me desprecio así como está la situación.
¿Por lo que sucedió la otra noche?
Por eso y por otras cosas.
Joseph, si no hablamos, jamás llegaremos a un entendimiento.
¿Es eso lo que quieres? ¿A qué te refieres cuando hablas de un entendimiento?
Gimió desesperada.
—Ni siquiera de eso estoy segura.
—Si lo que me pides es que cierre los ojos mientras tienes una aventura con Redway para poderlo desterrar de tu mente, la respuesta es no, Demi. Primero te mataría.
—Una solución drástica.
No te rías de mí, Demi . Nada de esto me parece gracioso.
—A mí tampoco. Jamás nos hemos entendido y no todo ha sido culpa mía. Me dejaste al margen de tu vida hace meses aun antes de lo del niño.
El coche dio un salto y él apretó las manos sobre el volante.
Siento lo del bebé. Desde entonces me he culpado. Me comporté como un cerdo y me arrepiento.
¿Podemos hablar de eso? ¿De por qué no querías tener un hijo?
Te lo dije —contestó él, pero ella vio cómo se ponía tenso.

—Joseph, es necesario decir la verdad si queremos entendernos. ¿Por qué no querías que tuviera un hijo?

Celos que Matan cap 24

Linda la miró con la boca abierta y ni siquiera Demi pudo creer que su asombro era verdadero.
¿Yo? ¿De qué diablos está hablando?
—Joseph y ... usted... —dijo Demi muy lentamente.
¡Está loca! -exclamó Linda con indignación-. O loca o muy astuta... no hay nada entre Joseph y yo. Es cierto que de vez en cuando confía en mí. Como soy mujer, pensó que podía aconsejarlo acerca...  interrumpió y la cara se le suavizó, miró preocupada a Demi —. Señora Fox, soy una mujer casada, tengo dos hijos..., ¿nunca se lo dijo Joseph?
Demi pensó aturdida que tal vez lo hizo, pero nunca lo oyó nunca escuchó. Temblaba, su mente se movía en círculos.
— Sentí mucho lo de su accidente, lo del niño... sé que debe haber sido algo terrible. Ese día, Joseph estaba fuera de sí. Me dio mucha lástima. Fue entonces cuando me habló de usted por primera vez. Estaba muy preocupado y se sentía muy desgraciado.
Demi se dio cuenta que todas las cosas que oyó cuando visitó la oficina de Joseph, podían tener una explicación totalmente diferente. Ella sumó dos y dos y sacó cinco, pero entonces, todo lo que vio fue un engaño.
Linda Blare la miraba y le sonreía.
— Espero que nunca haya sospechado de verdad que Joseph y... - Demi se ruborizó.
—Lo siento, fue una estupidez por mi parte. Lo oí hablando con usted e interpreté mal.
— ¿Es por eso por lo que se quiere divorciar de él? —la alarma apareció en el rostro inteligente de la mujer-. ¡Dios mío!
Demi dijo con amargura:
—¿Es tan sorprendente? Es obvio que usted podía ser mejor esposa para él que lo que yo jamás fui.
—Lo parecido no siempre atrae —confesó con sequedad Linda--Mi esposo es ingeniero... espléndido con las manos, puede hacer que cualquier maquinaria funcione con la suavidad de la seda, pero no se le puede pedir que converse. Es parco. A veces me pregunto lo que vi en él, pero así es como funciona el amor en Ocasiones.
— Después de dos años de matrimonio, Joseph y yo seguimos siendo extraños -confesó Demi y se enojó consigo misma por ser tan franca con una extraña.
Pobre Joseph -dijo Linda-. ¿Todavía piensa divorciarte de él? Por favor, píenselo... éste sería el peor momento para hacerlo.
No quiero perjudicar su carrera -dijo Demi -. No, no me divorciaré de él, se lo prometo.
Demi no podía soportar un segundo más, tenía que apar­tarse de Linda Blare, salir de ese lugar ruidoso lleno de extra­ños. Se alejó murmurando una leve excusa. Apenas si sabía lo que decía, era demasiado consciente de que todas sus suposiciones acerca de Joseph habían sido equivocadas. ¿Siempre iba a ser así entre ellos?
Buscó a Jake y lo vio en el centro de un alegre grupo de personas, todas extrañas para ella, excepto Simone Corona. En ese momento no se podía enfrentar a Jake. Silenciosa se retiró del salón y salió a la calle.
Hacía frío. Se cubrió los hombros con el delgado chal y se apoyó en un poste de luz tratando de poner en orden sus ideas. Su estado emocional era un caos.
Joseph no estaba enamorado de Linda Blare; la convenció sin lugar a dudas la actitud franca y segura con que se lo dijo.
Pensó en aquella mañana cuyos acontecimientos formaban un confusionismo en su mente. Había despertado con una sensación de inquieta energía. Durante meses, su humor había sido muy diferente al despertar, se sentía deprimida, agotada, sin deseos de hacer nada. Esa mañana, debió darse cuenta que algo había cambiado en su interior, pero estaba tan acostumbrada a la neblina de sus desgastadas emociones, que ni siquiera notó cuándo comenzó a desaparecer.
Joseph se había ido a trabajar. De pronto, ella decidió ir a Londres y sólo eso debió decirle que algo había cambiado. Había decidido actuar. Tal vez desde hacía muchos días se había ido produciendo cambios en su subconsciente, y esa mañana salieron a la superficie.
Ella actuó sin tener en cuenta lo que hacía, pero ahora al mirar hacia atrás, supo que lo que quiso hacer fue romper el molde en el que estuvo encerrada durante tantos meses. Quiso volver a la vida de nuevo.
Así que fue a Londres y se encontró con Maggie, y a través de los ojos de la amiga vio en lo que se había convertido... en una mujer perdida, severa y derrotada. Y eso la hizo reaccionar positiva­mente.
Sabía muy bien que culpó a Joseph... en secreto. Antes de casarse con él, estaba llena de vida, de sueños e ilusiones, que él había ido marchitando o por lo menos así lo juzgaba ella. Sin embargo, ella fue a verlo para pedirle que trataran de salvar su matrimonio y al verlo con Linda Blare interpretó mal los hechos y las palabras.
Tal vez, quería creer que ya no la amaba y por eso llegó a la conclusión de que estaba interesado en otra persona.
Sus relaciones estaban deteriorada entonces, destruidas por sus sentimientos negativos; había tal sentimiento de culpa, y tal falta de comunicación, que de alguna forma había querido terminar con aquella amarga mezcla de amor e insatisfacción.
Estremecida se cubría el pecho con el chal. Amor... ¿Ella lo amaba todavía? Ya no estaba segura después de lo que había pasado con Jake.
Un coche se acercó por el camino y las luces delanteras alumbra­ron el pavimento. Oyó un ligero ruido detrás de ella y volvió la cabeza con un movimiento brusco. Sus ojos trataron de acostumbrarse a la oscuridad y dejó escapar un ligero grito cuando vio cerca de la puerta una figura que la contemplaba.
—Todo está bien -la tranquilizó Joseph-. Soy yo.
—¿Por qué te ocultabas? ¡Me asustaste! -exclamó sobresaltada.
—No quería hacerlo -dijo sombrío-. Por eso me mantenía fuera de tu vista.
—¿Qué haces aquí?
—Te observaba.
Los ojos se encontraron a través de las sombras.
—¿Por qué saliste? —le preguntó él, acercándose.
—Quería tomar un poco de aire y pensar,
¿Acerca de qué? - lo tuvo a su lado y se sintió pequeña junto a esa figura delgada. Contuvo la respiración-. No te preocupes -dijo con amargura-, no pienso violarte.
Eso es un alivio —dijo ella en tono agresivo.
Luego, él metió las manos a los bolsillos y enderezó los hombros.
Demi lo siento. Hubiera deseado no haber hecho eso.
Yo también, lo hubiera deseado.
Sí... pero tú me provocaste a hacerlo, ¿te das cuenta? No soy de piedra.
¿No lo eres? Creí que sí.
Levantó la cabeza y los ojos grises la miraban con emoción.
¿Tenías que decirme lo de Redway? ¿Crees que el temor de que regresara no estuvo en mi mente durante años? Era como estar sobre la vía del tren viendo cómo se acercaba el ferrocarril e incapaz de detener lo que sabías que sucedería.

Antes, lo hubiera desmentido, alegando que jamás había conside­rado a Jake como otra cosa que un amigo, pero ahora no, no después de esa noche. Jake le demostró que también había estado equivocada acerca de él. Estaba desorientada sobre todo y todos. Jamás supo lo que realmente sentía y aun ahora estaba confundida por el enredo de sus emociones.

Celos que Matan cap 23

Como si su mirada le llamara, Joseph se les acercaba con Linda Blare a su lado.
Jake montó en cólera y deslizó el brazo alrededor de la cintura de
Demi .
Joseph miró a Simone, ignorándolos.
—Una fiesta encantadora —dijo y el sonido de su voz profunda y fría tocó algo en la mente de Demi poniéndola en tensión.
Simone estaba divertida. Era el tipo de situación que iba de acuerdo con su sentido del humor.
—Conoces a Demi por supuesto —dijo—, y a Jake.
Era como si hubiera reído a carcajadas y Joseph detestaba que se rieran de él; lo enloquecía que ella supiera que su esposa estaba con otro hombre. Miraba a Jake con cara rígida y Simone pudo ver sus músculos en tensión. Le sonrió con insolencia.
—Nos hemos encontrado en otras ocasiones —dijo e insinuó con burla el día en que Joseph le tiró. Luego, Joseph miró a Linda Blare y levantó las famosas cejas sonriendo en forma encantadora—. Sin embargo, nosotros no nos conocíamos —agregó implicando que lo recordaría si hubiera sucedido y Linda sonrió involuntariamente.
—Linda, éste es Jake Redway —dijo Joseph como si detestara Presentarlos.
Linda ofreció su mano y Jake la llevó a los labios y la besó con una inclinación que más parecía una burla.
Joseph dirigió los ojos hacia Demi .
Mi esposa -dijo con brusquedad.
Linda volvió la cabeza y miró a Demi quien devolvió la mirada con desafío en el rostro. Todavía no había visto bien a su rival, pero entonces lo hizo y no le sorprendió que Joseph se hubiera enamorado de ella. Era exactamente su tipo. No era bella, pero tenía un rostro inteligente y astuto y el cabello castaño le brillaba. Era mayor que Demi tendría como treinta y tantos años. Las dos se quedaron mirando con curiosidad.
Se habían acercado otras personas, entre ellas, un productor de películas que saludó ansiosamente a Jake y lo acaparó. Jake tuvo que irse y Simone también, sólo quedaron Demi, Joseph y Linda Blare. Ella tenía que apartarse de ellos con naturalidad, pero Linda le hablaba con toda calma, con amabilidad y Demi se vio forzada a contestar sus preguntas con cortesía.
—Sí, en un tiempo fui actriz.
¿Conoció al señor Redway en la escuela de arte dramático?
— Sí, somos viejos amigos.
Joseph murmuró algo acerca de ir por otra copa y desapareció. Linda Blare dijo con tranquilidad.
—¿Podríamos ir a algún lugar más silencioso? Tengo que hablar con usted, señora Fox.
Demi la miró y dudó, pero aceptó. Se dirigieron a un lugar cerca de las ventanas abiertas que daba a una pequeña terraza. Allí había gente fumando y las puntas de los cigarrillos eran como luces rojas en el cielo oscuro.
Linda Blare observó a Demi con todo cuidado.
—Joseph me dijo que quiere usted el divorcio.
—¿Le dijo? —Demi quería pegarle.  Al mirarla, sintió que la furia se encendía en su interior.
—No puede divorciarse —dijo Linda Blare de pronto.
—¿Qué? —Demi no podía dar crédito a sus oídos.  Miró furiosa a la mujer.
—En esta etapa de su carrera sería un golpe mortal. Está tratando de obtener el puesto más alto, eso lo sabe usted. Cualquier escándalo podría ser fatal y en el mejor de los casos, una desventaja. Usted seguramente sabe que Joseph tiene la ambición de llegar a ser juez algún día, ¿o no? Un divorcio se lo impediría para siempre.
Demi la miró perpleja.

—¿Me está pidiendo que no me divorcie? —esperaba que Linda Blare estaría en favor de la idea; después de todo, quería que Joseph estuviera libre. ¿Por qué se oponía ahora?
—Sí, por supuesto —habló con cierta impaciencia—. Joseph ha trabajado mucho y merece lo mejor. Sena una vergüenza que perdiera ia oportunidad por habladurías acerca de su matrimonio. Uno de los más grandes sueños de cualquier abogado es ser juez y Joseph no parará hasta conseguirlo. Es realmente bueno y llegará a la cima.
¿Sabe él que me está usted hablando del asunto?
— No —dijo Linda con rapidez—. No.
¿No cree que se molestaría si lo supiera? -Demi trató de hablar con tono ligero, sin dejar asomar la furia que sentía.
— ¡Estaría furioso! —Linda pareció desconsolada—. No es asunto mío, lo sé. Pero usted tiene que ver que además del respeto personal y la admiración que le tengo a Joseph, pienso en el futuro de nuestra firma... el tener a alguien con tanto prestigio en nuestra lista puede beneficiarnos mucho.
Demi estaba confundida, asombrada. La mujer le hablaba de Joseph en una forma que no sugería que hubiera una relación emocio­nal entre ellos y Demi sabía que la había. Al mirarla, decidió que debía ser una gran actriz.
Tal vez Joseph consideraría que el sacrificio vale la pena -dijo y supo que los celos eran visibles por el tono de voz tenso.
— Sé que la ama profundamente, ¿pero no cree que es una forma egoísta de ver las cosas? -Linda la miraba con desdén y sus palabras eran tan sorprendentes que Demi estaba demasiado confundida para pensar en ellas.

No soy ninguna tonta -le respondió-. Sé lo de ustedes.

jueves, 23 de octubre de 2014

Corazon Indomable cap 27

Nick la agarró de la mano y la ayudó a levantarse, la acompañó al baño y la volvió a meter en la ducha, pero aquella vez se metió con ella, la enjabonó y la enjuagó.
La secó y le indicó que fuera a buscar su ropa mientras él se vestía. La ropa de Miley  ya estaba limpia y seca porque Nick la había lavado y puesto en la secadora mientras ella se duchaba por primera vez.
Cuando alargó la mano para ponérsela, Nick negó con la cabeza.
—De propina, me dejas que te vista.
Así fue. Después de hacerlo, la llevó al vestidor y le cepilló el pelo con esmero. Tenía una mirada de fascinación que Miley  no le había visto nunca.
—Ahora ya sabes un poco como es el sexo aunque sigas siendo virgen —comentó él—. Cuando llegue el momento, ya no te dará miedo, ¿verdad?
Miley negó con la cabeza
Nick dejó el cepillo y le tomó la cara entre las manos.
—Ahora, me perteneces y yo te pertenezco. No te hagas cruces por lo que hemos hecho esta noche. Es tan natural como respirar. No tienes nada de lo que avergonzarte. Ambos nos hemos mostrado vulnerables al otro. No va a haber bromas ni cotilleos al respecto porque jamás le diré a nadie lo que me has dejado hacerte.

Miley se relajó, pero vio que Nick la miraba de forma diferente.
—¿Te arrepientes? —le preguntó.
—No —contestó él con decisión—. Era inevitable. Hoy, he temido por ti. No he podido con Clark. Harley, tampoco. Hasta que no vi aparecer a Grier, he tenido miedo y lo que ha pasado aquí ha sido un síntoma de ese miedo, así de fácil. Quería abrazarte, hacerte parte de mí —añadió tomando aire—. Quería sentirme dentro de tu cuerpo, Miley pero este no es el lugar ni el momento. Tendremos que esperar.
Miley  se sonrojó y miró hacia otro lado.
—Mientras tanto, no habrá secretos, de ningún tipo, entre nosotros —dijo Nick mirándola a los ojos.
—Nadie me había visto desnuda desde que era pequeña — susurró como si fuera un secreto.
—No te creas que a mí me han visto muchas mujeres así —contestó él con una sonrisa.
Miley  enarcó las cejas.
—¿Te sorprende? —dijo Nick mientras se ponía los calcetines—. No soy un playboy. No voy a decir ahora que no haya tenido experiencias, pero nunca he traspasado determinada línea con mujeres que no conocía lo suficiente. Las personas que saben detalles íntimos de ti tienen un poder sobre ti bastante fuerte.
—Sí —dijo Miley  sentándose junto a él en la cama—.Gracias.
—¿Por qué?
Miley  sonrió.
—Por hacerme sentir bien. Por... me refiero a... haberme tocado como lo has hecho.
Nick le dio un beso de lo más tierno.
—Nunca volveré a tocar a una mujer así. Sería como cometer adulterio — le prometió.
Miley  sintió que el corazón se le disparaba.
—¿De verdad?
—¿Tú estás deseando salir corriendo y hacer con otro lo mismo que acabas de hacer conmigo?
Miley  negó con la cabeza.
—¿Por qué?
Miley  sonrió con timidez.
—Porque sería como cometer adulterio —repitió.
Nick se levantó y la miró.
—Hemos estado a punto. No sé si pegarle un puñetazo a mi hombre o subirle el sueldo por habernos interrumpido. Yo ya estaba descontrolado. No podría haber parado.
—Yo tampoco —contestó Miley  besándolo—. Por cierto, en los libros dicen que un hombre solo puede hacerlo una vez Y que después tiene que descansar —añadió sonrojándose ligeramente.
Nick se rió.
—Ya, pero un puñado de elegidos aguanta toda la noche. Por ejemplo, yo.
—¡Oh!
—Estaba imaginándome todas las cosas que íbamos a hacer, mucho más placenteras, cuando nos han interrumpido.
Aquello era interesante.
—¿Mucho más placenteras?
—La diferencia entre lo que hemos hecho y lo que no hemos llegado a hacer es la misma que hay entre chupar un helado o comerse un banana split —bromeó Nick abrazándola con fuerza—. Lo que acabas de vivir ha sido solo un pequeño ejemplo de lo que podría haber entre nosotros.
 —Guau —dijo Miley  
—Guau —repitió él besándola con pasión—. Estaba tan lanzado que he estado a punto de arriesgarme a dejarte embarazada —añadió mirándola a los ojos—. ¿Qué te parecen los niños Miley ?
—Me encantan. ¿Y a tí?
—A mí también. Me estoy replanteando mi decisión de no tenerlos —contestó tocándole la tripa—. Ya le puedes ir diciendo a tu jefe que dejas el trabajo —dijo de repente—. No pienso volver a correr el riesgo de perderte. Si Clark sale de la cárcel, tenemos que tener cuidado para que no te haga nada.
Miley  se tocó el cuello.
—Dijiste que era un hombre vengativo.
—Primero tendrá que pasar por encima de mi cadáver y no creo que lo consiga si tengo una pistola a mano.
Miley  le acarició la cara.
—No quiero que te pase nada.
—Yo tampoco quiero que te pase nada a ti —contestó Nick—. No podría vivir sin ti —añadió abrazándola.
Miley  sintió que el mundo daba vueltas mientras Nick la besaba.
—Ojalá no tuviera que llevarte a casa —dijo él—. ¡Quiero hacerte el amor, tumbarme sobre ti, moverme sobre ti y dentro de ti!
Miley  gimió de placer mientras se besaban con pasión.
Nick estaba temblando. Tuvo que dejar de besarla para no volver a excitarse.
—Es increíble —dijo acariciándole el pelo—. No sé cómo no lo he visto venir.
—¿El qué?
—Nada —contestó él besándola de nuevo—. Venga, te llevo a casa. Tengo que ir a ver qué le pasa a ese toro. Mañana por la mañana, te voy a buscar y vamos a ir a poner las denuncias contra Clark.
—¿Crees que lo van a soltar así como así?
—Si Grier puede impedirlo, te aseguro que no —contestó Nick tomando las llaves del coche—. Vamos a salir por detrás para que nadie sepa que has estado aquí.
—No te preocupes. Nadie se va a enterar —le aseguró Miley