viernes, 24 de agosto de 2012

Seduccion Peligrosa cap 30



A la mañana siguiente, ya tarde, Miley se despertó de un sueño agitado.
Estaba tumbada boca abajo en la cama, vestida.
Se fijó en la camisa blanca arrugada que tenía debajo.
La camisa de Nick.
La había usado como una especie de talismán para aliviar su soledad.
Afrontó la realidad.
Todo era culpa suya.

¿Cómo había podido ser tan estúpida?
¿En qué había estado pensando cuando le había dicho la noche anterior que lo amaba?

Desde el mismo principio, Nick le había dejado muy claro que no le interesaba su amor, que no lo quería. Pero también estaba claro que no podía soportar la idea de que Liam lo tuviera tampoco.
En realidad no podía ni oír su nombre sin ponerse agresivo.

Entonces se le ocurrió que lo que le pasaba a él es que se ponía tremendamente celoso.
Mintiendo, ella se había cavado su propia tumba con Nick.
Le había mentido por impulso, porque le parecía la forma más fácil de arreglar una situación.
Así no lo haría preocuparse.
Lo había hecho con la mejor intención del mundo.

Pero, ¿cómo iba a hacer que Nick volviera a confiar en ella después de aquello?
¿Cómo lo iba a convencer de que lo amaba y necesitaba?

Bueno, ciertamente no quedándose sentada y sintiendo lástima por sí misma vestida con la misma ropa del día anterior y con los ojos rojos como tomates.

Lo mejor que podía hacer ella ahora era enfrentarse con él de nuevo y repetirle las mismas cosas que le había dicho la noche anterior.
Así que, ¿a qué estaba esperando?

-No le avises -le dijo Miley a Gina, la recepcionista de la oficina de Nick-. Quiero darle una sorpresa.

-Hola, Miley - le dijo Pete cuando pasó por delante de su despacho -. ¿Te está esperando Nick?

-¿Es que ahora necesito cita previa, Pete?

Dándose cuenta de que se había pasado añadió:

-Lo siento. ¿Está con alguien?

-No. Pero el helicóptero le está esperando para llevarlo al norte.

-No lo entretendré mucho.

Luego entró decididamente en el despacho de Nick.
Él estaba mirando por la ventana y se dio la vuelta inmediatamente cuando la oyó.
La miró de tal manera que a ella se le olvidó momentáneamente lo que tenía preparado para decirle.

-¡Vaya! ¡No me esperaba esto! Pensaba que tenías demasiado orgullo para hacer una escena aquí.

-No voy a hacer ninguna escena...

-Pero no deberías estar aquí. Anoche te dejé muy claros mis deseos. Vete a casa. No me puedes decir nada que no me haya imaginado ya.

-Pero tienes que escucharme...

-¿Por qué deberia? No te quiero cerca de mí.

-Nick, ¿es qué nunca has hecho algo de lo que avergonzarte dejándote llevar por el momento? - dijo ella, desesperada.

-Sí, me casé contigo.

-No nos hagas esto a los dos. Una vez me dijiste que nadie es perfecto y sé que tienes razón al estar enfadado.

-No lo estoy -dijo él, y por un momento se vio un destello de dolor en su mirada - Y me estás avergonzando.

Miley agitó la cabeza, preguntándose si se habría imaginado el dolor que había visto en su mirada.

-¿Nick?

Entonces él miró su reloj.

-No tengo tiempo para esto...

-Si dices una palabra más, te odiaré durante el resto de mi vida.

-Cualquier cosa que pienses que tienes que decir, dísela a tu abogado, no a mí.

-Creía que no querías el divorcio.

-He cambiado de opinión. Te quiero fuera de mi vida.

Luego Nick pasó a su lado y salió del despacho, dejándola allí, como atontada, perdida en sus pensamientos.



-¿Miley?

Ella levantó entonces la cabeza y vio a Franqui.
No lo había oído entrar.

-¿Qué le has hecho a mi hermano?

-¿De dónde sales tú?

-Pasaba por aquí para ver cómo estaba. ¿Qué le has hecho? Anoche vino a mi casa y parecía como si lo hubiera atropellado un camión. Me di cuenta de que estaba dolido por algo, pero no me dijo ni una palabra. ¡El muy cabezota! ¿Qué está pasando?

-Le mentí y él ha dado por hecho lo peor y me ha dejado.

-¿Y te sorprende?

Miley suspiró.

-No me puedes decir nada que me haga sentir peor de lo que me siento ya, ¿de acuerdo?

-No me gusta ver así a mi hermano. Sería mucho más saludable si se emborrachara y se dedicara a darse de cabezazos con las paredes en vez de andar por ahí como si fuera un muerto en vida.

-¿Sabes a dónde se ha ido?

Franqui se acercó a la puerta y gritó:
-¡Pete!

-Al Lake District - dijo Pete a la vez que entraba.

Evidentemente, lo había oído todo.

-¿Qué va a hacer allí?

-Creo que visitar a unos amigos. Va allí unas dos veces al año.

-¿Quienes son?

-Una vez hablé con una mujer, se llama Elisa -les dijo Pete -. No sé su apellido.

Franqui pareció anonadado.

-¿Elisa?¿Estás seguro?

Aquello fue como si el cielo le cayera sobre la cabeza a Miley.

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