martes, 7 de agosto de 2012

Seduccion Peligrosa cap 18




Una vez en el aeropuerto, ella salió de la limusina con piernas temblorosas, tratando de no llorar.

Cuando Nick se atrevió a tomarla de la mano, ella la apartó y deseó golpearlo.
Nunca antes en su vida había experimentado semejante rabia.
Así que nadie era perfecto, ¿verdad?

En el mismo instante en que el reactor privado de los Jonas hubo despegado, Miley se soltó el cinturón de seguridad y se dirigió a la cabina trasera.
Nick la siguió, muy serio.

-Tenemos que hablar...

-Liam me dijo eso mismo y yo debería haberle escuchado, ¿no te parece? Tal vez él tuviera sus sospechas entonces, tal vez pudiéramos haberlo arreglado todo si no hubiera habido por medio un agente provocador.

-Ahora ya es un poco tarde... Estamos casados.

-Y eso, ciertamente, no era parte del plan de juego originario, ¿verdad? Lo que pretendías era pillarme con las defensas bajas y acostarte conmigo. Pero, incluso eso lo hice yo por ti. ¡Fui yo la que te arrastré a la cama el primer día!

-Miley, no... No fue así.

-Yo sé muy bien cómo fue. ¡Estaba allí! Estabas más que dispuesto a destruir mi futuro con el hombre al que yo amaba sólo para conseguir otro sórdido ligue. ¡Y yo fui tan estúpida que estuve de acuerdo! ¡Otra presa de Nick Jonas!

-Te pedí que te casaras conmigo -dijo Nick con las facciones endurecidas más todavía.

-¡Vaya! ¡Soy una chica con suerte! Me he encontrado un héroe de verdad. Eres un mentiroso, y la única razón por la que me propusiste matrimonio fue porque por fin te llegaste a convencer que esa sería la única forma de tenerme.

-Por si no te acuerdas, cuando te lo propuse yo ya había tenido ese placer.

Miley se quedó muy pálida y se apartó de él.
Necesitaba devolverle aquello con urgencia.

-Bueno, pues no has hecho un buen trato... ¡Una esposa que sigue desesperanzadamente enamorada de otro hombre! Tal vez eso nos iguale a los dos.

Pero el ruido de la puerta de la cabina cerrándose cuando él salió fue su única respuesta.
A Miley se le escapó entonces un sollozo incontenible, se arrojó sobre la cama y enterró el rostro en la almohada.
una vez allí dejó que las lágrimas fluyeran sin freno por primera vez desde hacía años.
Bueno, en cualquier caso, por lo menos ahora no estaba allí selena para reírse de sus penas.

¿Cómo podía haberle hecho eso Nick? 
¿Cómo podía haber admitido fríamente semejante comportamiento vil y execrable?
 ¿Es que no se daba cuenta de que, con eso, había destruido los frágiles cimientos de su relación? 

Ya no quedaba nada, nada salvo odio y resentimiento, además de un amargo remordimiento en las entrañas de ella en esos momentos.

...

Cuando Miley se despertó en una habitación desconocida, fue saludada en italiano por una mujer desconocida, de umforme.

 Entonces recordó que se hallaban en el palacio veneciano de la familia, al que habían llegado la noche anterior.
 Desayunó en la cama y, diez minutos más tarde, se levantó y se acercó a la ventana.
Desde allí se veían los tejados de casi toda la ciudad y, justo abajo, el Gran Canal estaba tan abarrotado de circulación como cualquier calle principal de una ciudad normal.
Miley se quedó encantada por la vivacidad de la escena.

Luego se dio un baño largo y cálido, pero con incluso semejante esplendor sibarita le fue imposible relajarse.
Se había precipitado al matrimonio a toda velocidad.

¿Quién podría decir que no se había buscado lo que tenía ahora?
 ¿Que no se merecía el lío en que se encontraba?
 No es que pidiera un héroe perfecto, pero sí tal vez un hombre con uno o dos escrúpulos. 
¿Era eso mucho pedir?

Nick no tenía remordimientos.

¿Por qué le iba a importar ahora el que ella se viera forzada a verse a sí misma como un objeto puramente sexual... una cosa femenina, deseada por su cuerpo?. 
¿Cuándo se iba a desprender de todas sus imaginaciones e iba a ver a Nick como lo que realmente era?

 Él había utilizado todas las claves adecuadas, tales como hogar y familia, para cegarla y llevársela a la cama.

Con ella enamorada de otro hombre y a tres semanas de la boda, cualquier hombre normal la habría considerado fuera de su alcance.
Pero Nick vivía en una sociedad distinta, la de los muy ricos, donde todo se podía conseguir con dinero... o con las tácticas adecuadas.

Y Nick era famoso por ser tortuosamente sibilino en sus negocios y, tan discreto de forma innata que, incluso sus mismos ejecutivos se llevaban sorpresas y se quedaban boquiabiertos cuando, de repente, resultaba que había llevado un trato enteramente por sí solo.





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