miércoles, 8 de agosto de 2012

seduccion peligrosa cap 20



Nick salió del vestidor, de nuevo inmaculado, entonces ella se preguntó cuándo había empezado a mirarlo como si fuera el premio gordo de la lotería o como si fuera una adolescente obsesionada por el sexo y dominada por sus hormonas.

Cuando vio la forma en que ella lo estaba examinando, Nick se rió.

-¿Quieres saber por qué me he casado contigo? - le preguntó él - Pensé que eras diferente, pero debería haber hecho caso de ese viejo dicho de que no hay nada nuevo bajo el sol.

-Yo también pensé que tú eras diferente.

Pero no le iba a contar el hecho de que realmente había creído que él se había transformado milagrosamente de un arrogante y duro devorador de mujeres en un hombre de familia.

-A ti no te importó. Tu futuro estaba hecho pedazos y tú quisiste recuperarlo, te costara lo que te costase. Y yo tenía los medios para dártelo.

-No sé a donde quieres llegar.

-Te vi con mis propios ojos enamorarte de lo que yo te podía comprar y no debería quejarme. Elegí Ladymead de entre otra media docena de propiedades por que me pareció la más adecuada a mis propósitos. Aposté a un caballo ganador. Pero lo que no se me ocurrió es que, a veces, ganar puede parecerse mucho más a perder.

Miley se había quedado helada por lo que le había dicho acerca de que la había llevado deliberadamente a Ladymead.
El que realmente él la pudiera culpar por los resultados de sus propias manipulaciones la desconcertaba más todavía.

-No estás siendo justo.

-No tengo ganas de serlo - dijo él entre dientes - Por primera vez siento una cierta comprensión por Hemsworth. No me sorprende que se dejara tentar por una mujer normal de carne y hueso, que sólo lo quería a él y no una imagen de libro con un castillo de hadas y un héroe perfecto.

-Yo no esperaba que tú fueras perfecto. Pero sí esperaba... sinceridad.

-Pero no te gusta cuando la tienes. Si te hubiera mentido ayer, podrías haber mantenido intacto tu rígido principio y, generosamente, habrías compartido conmigo tu cuerpo anoche. Pero eso no era lo que yo elegí, así que te dije la verdad sin dudarlo.

-Es una cuestión de confianza... ¿es qué no lo entiendes? ¡Yo confié en ti!

-No creo que la confianza jugara un gran papel en tu decisión de casarte conmigo.

-¡Por supuesto que sí!

-No, Miley. Tu objetivo era casarte bien y salvar la cara. Yo creo que soy el equivalente masculino de una esposa premio, desde que te diste cuenta de mi existencia. Así que no me acuses de haberte usado, cara. Tal como yo lo veo, yo soy el que ha permitido que lo usen.

-No...

-No te tomaste el más mínimo interés en los preparativos de nuestra boda. Y eso que era el primer capítulo de nuestra vida juntos. La verdad es que, si no llego a intervenir, ¡te habrías casado con el mismo vestido destinado a tu boda con otro hombre!

-No - murmuró Miley dándose cuenta de lo mucho que había dado ella por hecho.

-Yo te llamé todos los días, y de lo único que tú me podías hablar era de cristales medievales, paneles de madera o renovaciones. Pero el insulto mayor tuvo que ser en presencia de tu ex novio en nuestra boda. Tuviste el tiempo y la oportunidad para prevenir el que las cosas se desarrollaran así, pero no lo hiciste. No podemos hacer que haya amor entre nosotros, pero me encontré el espectáculo de ti colgada de él delante de toda mi familia y amigos altamente ofensivo.

A ella se le estaba revolviendo el estómago.
Visto como lo veía Nick, su comportamiento antes y durante la ceremonia había sido de lo más insensible, tanto como nunca se hubiera imaginado capaz.
Bajó la cabeza y respiró profundamente.

-Y, si vuelves a decirme que lo amas, te echaré a la calle. No tengo el menor deseo por tu amor, pero no voy a tolerar la utilización de esa especie de autoindulgencia como arma...
Sobre todo cuando se refiere a un tramposo y débil que no puede mantener puestos los pantalones ni siquiera dentro de su círculo familiar.

Nick salió entonces dando un portazo.
Todo lo que le había dicho había dado fuertemente en el blanco y ella se sentía de lo más culpable. Era culpable de todo, de no hacer caso de los arreglos de la boda, de no parar de hablar acerca de Ladymead, de no haber tenido el valor de decirle a sus padres que no quería que Liam fuera a la boda.
Después de todo, había sido Nick, no su familia, el que había corrido con todos los gastos.
Y la presencia de Liam había arruinado el día.
Lo cierto era que no podía tener la menor lástima por Liam, un hombre que la había engañado y que, ahora, estaba casado con su prima.

Ahora comprendía lo que él siempre había querido: a las dos. A ella como esposa y ama de casa y a Selena para la pasión.
Y ella no le había dado esa pasión así que,
 ¿cómo podía culparlo por haberse ido a buscarla a otra parte?

Miley sonrió débilmente mientras empezaba a vestirse.

Era de Nick de quien se tenía que preocupar ahora.
Así que ella había cometido errores... pero también lo había hecho él.
Había sido demasiado impaciente. Había presionado demasiado para que se casaran.
Todo había sido demasiado rápido, no le había dejado el tiempo que necesitaba para acostumbrarse a su relación.
 Bueno. Le gustara a Nick o no, su espacio necesario para respirar había llegado antes de la boda y él no había ayudado nada viéndola sólo dos veces antes de la ceremonia.
De alguna manera, cuando hablaban por teléfono, Nick le había vuelto a parecer su jefe de nuevo. Se rió ante esa idea.

Cuando salió y cerca de las grandes escaleras, una doncella le ofreció un sobre blanco sobre una bandeja de plata.
En donde debía estar el remite sólo había una palabra.
Miley sonrió, era su propio nombre con la letra de Nick.
Cuando estuvo sola de nuevo, abrió el sobre con los ojos brillantes por la curiosidad.

Era un talón nominal por dos millones de libras.

Con el color de las mejillas subido, Miley atravesó el enorme salón.

-Creía que íbamos a cenar fuera esta noche - dijo Nick - ¿Quieres tomar algo antes de marcharnos?

Miley agitó la cabeza y esperó a que él dijera algo acerca del talón, que ella había devuelto inmediatamente de la misma forma que lo había recibido.

¿Nos vamos entonces?

-Ese talón...

-En vez del talón, he abierto una cuenta a tu nombre. Dijiste que era un cambio honesto - dijo él mirándola fríamente -. Ahora que nos comprendemos, no veo ninguna necesidad para que volvamos a hablar de la parte comercial...
-Nick... ¿quieres el divorcio?

Nick se paró en seco y la miró.

-Si es eso a lo que viene todo esto, ¿por qué no lo dices? - continuó Miley -. Ya he recibido el mensaje de que soy una completa desilusión para ti y que nada de lo que he hecho durante este mes ha merecido tu aprobación.

-Yo no quiero el divorcio.

-Bueno, en estos momentos, yo lo que quiero es volver al aeropuerto y a mi casa. Me doy cuenta de que la ceremonia de ayer fue un error. Siento mucho haberme enamorado tanto de la casa que elegiste para mí... pero no estuve de acuerdo en casarme contigo porque fueras rico. Y, hasta que no vi ese talón, ni se me ocurrió que tú pudieras pensar que yo iba realmente a por el dinero. ¡Pero, si es eso lo que tu llamas casarse bien, me temo que ya sabes lo que puedes hacer con este matrimonio!

La voz le falló entonces y empezó a dirigirse hacia la puerta a toda prisa.

Pero Nick fue más rápido y la rodeó con sus brazos desde detrás.

-Te debo una disculpa - dijo - Fue mi orgullo. Ninguna mujer me había tratado antes con semejante indiferencia.

-No era indiferencia. Fue como un sueño. No sentía que nada fuera real, excepto la casa. Y tú me parecías tan distante cuando hablábamos por teléfono... me sentía mal. No sabía lo que esperabas de mí.

-Demasiado.

-Yo quería que estuvieras conmigo. Fue una mala suerte que tú no quisieras oír eso.

-Dío... eso es exactamente lo que quiero oír.

-¿Lo es? -le preguntó ella, tragando saliva.

-Incluso a los adictos al trabajo les gusta que les echen de menos de vez en cuando. Si lo hubiera sabido habría hecho que te vinieras conmigo. No nos habríamos visto mucho de día, pero por lo menos habríamos tenido las noches.

-Yo no te estaba usando - susurró Miley tratando de poner en orden sus pensamientos-. Tú estabas allí y yo... te necesitaba.

-Y yo te necesito ahora a ti, cara - dijo él abrazándola y haciéndola sentir su masculinidad - Un mes es mucho tiempo para mí.

Y lo de la cena estaba ya olvidado, pensó ella ruborizándose fieramente.
Nick se rió entonces y le dijo:

-Te sigues ruborizando como una virgen.

Luego se dirigieron de nuevo al dormitorio y él le bajó la cremallera del vestido.
Aquello estaba bien, se dijo Miley a sí misma, al fin y al cabo, estaban casados, así que era normal desearlo tanto.
El vestido cayó a sus pies y ella resistió el impulso de taparse.
No podían apartar sus miradas de la del otro y Nick sonrió.

-Nick, yo... - Pero él la hizo callar con un beso apasionado.
La besó hasta que a ella se le olvidó todo menos su calor y su boca.

Entonces él le soltó el sujetador y ella dejó de respirar cuando Nick le acarició un seno desnudo y le rozó un pezón con el pulgar y se le escapó un gemido.
Luego Nick la hizo retroceder hasta la cama y se desnudó él.

-Siempre me has deseado - dijo.

-No...

Pero eso no era cierto, lo que le había pasado siempre y sólo ahora podía ver era que se había obligado a sí misma a no desearlo, y lo había hecho tan a menudo que se había transformado en un hábito.

-Tienes una disciplina de hierro... y eres una cabezota. Sabías la atracción que había entre nosotros, pero no querías admitirla. Eso me volvía loco. Tenía miedo de hacer algo y que tú te marcharas. Mantenías un muro entre nosotros... Nunca te acercabas a mí, nunca me tocabas, aunque fuera accidentalmente.

Eso era cierto también.
Le dolía aceptar que su cuerpo sí había sabido la atracción que había entre ellos, pero su mente se había resistido.

-No lo sabía...

-Pero ahora ya lo sabes.

Nick se tumbó entonces en la cama a su lado y la tomó en sus brazos.
Entonces ella dejó de pensar como si hubiera apagado un interruptor.
Nick bajó la cabeza y le rozó uno de los pezones con la punta de la lengua, acariciándole el cuerpo a la vez con las manos.

-Nick...

-Sentir esto es algo especial, bella mía - murmuró él -. ¡Eres tan hermosa!

Entonces Nick le acarició la parte interna de los muslos, haciendo crecer en ella la pasión de tal manera que se agarró a él con fuerza.
Luego metió una mano por dentro de sus bragas y ella se retorció y gimió en una dulce agonía de desesperada necesidad.
Por fin la frustrante barrera desapareció y él se dedicó a explorar expertamente la dulce humedad que había debajo, haciéndola perder el control del todo.

-Ahora... -gimió Nick cuando ella estaba a punto de no poder soportarlo más.

Se miraron y él la levantó para que lo recibiera y condujera a su interior mientras ella gritaba con el cálido y tortuoso placer de la penetración.

Al terminar, Miley se agarró a él, reviviendo la maravillosamente íntima sensación de él estremeciéndose con la misma satisfacción entre sus brazos.
Una gloriosa sensación de bienestar la invadió.
Estaba en paz, perfectamente en paz, hasta que se dio cuenta de la intensa felicidad que también sentía. Era esa sensación la que más la extrañó.

Nick rodó, llevándosela con él y ella lo abrazó porque... porque no quería que se apartara.

-¿Tienes frío? - le preguntó él mientras la arropaba - Mucho mejor sin el brandy.

-No estaba borracha.

-Pero tampoco demasiado sobria. Te prometí esa noche que podrías confiar en mí. Y no te mentí. Pero sí sobreestimé los límites de mi autocontrol. Realmente no me importaba por qué me querías. Era suficiente con que lo hicieras.

Miley pensó entonces que sólo una noche loca, y le había cambiado la vida.

-¿A qué vinieron todas las flores?

-A un sentimiento de culpa.

-¿Culpa?

-No me había imaginado que fuera tu primera vez, cara. Para una mujer, eso es un evento significativo y tú ya no eras una niña. Tienes veintitrés años, lo que sugiere que esa abstención se debe a una política deliberada. Me pareció que, por la mañana, no te sentirías tan bien como la noche anterior.

-Tuviste razón.

Nick la miró y sonrió. Luego le dijo:

-Tengo hambre, cara. Todavía tenemos tiempo de sobra para cenar.

.....


-¿Tu primer amor?

Miley arrugó la nariz - Te vas a reír.

-No.

-De acuerdo. Yo tenía quince años. Fue algo de lo más repentino y romántico. Lo estuve viendo todos los días durante semanas cuando iba andando de casa al colegio y a la vuelta. Era parte de una cuadrilla de la construcción que trabajaba en la calle. Me has dicho que no te reirías. Estaba muy bien cuando se quitaba la camisa.

Nick sonrió entonces.
-Bella mía, me sorprendes.

-¿De verdad?

Nick extendió una mano y la hizo acercarse a él, rozándole los labios con los suyos provocativamente y a ella se le alteró el pulso y la invadió la ya habitual oleada de deseo que la dejaba casi mareada.

No importaba cómo de a menudo Nick le hiciera el amor.
Durante las últimas dos semanas ella había descubierto que Nick podía despertar ese deseo a su voluntad.

-Se está haciendo tarde - dijo él sonriendo - Tenemos que salir.

Minutos más tarde, ella estaba bajo la ducha tratando de despertarse de nuevo y envidiando la electrificante energía de Nick.



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