jueves, 23 de agosto de 2012

Seduccion Peligrosa cap 26



No había nadie en el cuarto de baño y ella dejó la maleta en la habitación sin mirar adentro.

-Te haré un café -dijo y se marchó de nuevo.

Volvió poco después a la habitación con el café y los sándwiches que había preparado anteriormente.

-No deberías haber ido al coche a por la maleta, pero te lo agradezco.

Miley se dio la vuelta.
Nick estaba en la puerta vestido con un jersey y unos pantalones muy bien cortados.
Tenía un aspecto de lo más impresionante.

-Era lo mínimo que podía hacer. Y, además, tengo una linterna.

-Este lugar es un asco. Aunque sabía muy bien donde me estaba metiendo. Desobedecí mis instintos.

-¿Café? Me temo que lo único que te puedo ofrecer para comer son estos sándwiches.

Nick no se movió.
-¿Te importaría contarme a qué viene todo esto?

Miley se ruborizó.
Ahora que ya no estaba enfadado le parecía de lo más razonable.

-Siento que te haya costado tanto venir aquí.

-Vamos al grano.

-No tenía ni idea de que fueras a venir esta misma noche.

-Estuve a punto de no hacerlo. La inteligencia me decía que dejara que te pudrieras aquí.

-Pero no lo has hecho...

-No, la rabia me hizo venir. También estaba la preocupación natural de que hubiera pasado algo que no supiera. Algo misterioso que pudiera justificar tu comportamiento. Si no me lo vas a contar, dimelo, que llamaré a un coche para que me lleve de vuelta a Londres.

-¿Ves? Ya lo estás volviendo a hacer. Me estás amenazando. Lo haces siempre...

-No te amenazo...

-Tal vez no te des cuenta de que lo estás haciendo, pero lo haces. Si te molesto por algo, inmediatamente empiezas a decirme que este matrimonio tiene los días contados si continúo haciéndolo.

-Eso es una tontería.

-No, no lo es.

-¡Me mandas un fax a París diciéndome que me dejas! ¡Me haces venir aquí como un beep! Y luego, ¿te crees que puedes decirme que me merezco esto?

-Quería que sintieras en tus carnes lo que es ser chantajeado emocionalmente. Tú lo haces conmigo y eso me hace enfadar. A mí tampoco me gusta tener que estar todo el tiempo tensa. No me gusta que me hagas tener miedo de hablar de cosas de las que tengo que hablar. No me gusta que me juzguen y me nieguen el derecho a defenderme.

De repente la mirada de él la atravesó como una flecha.

-¡Madre de Dío! ¿Has montado todo esto porque me he negado a permitirte que te quedaras embarazada?

-¡Creo que tendría que estar loca para querer un hijo tuyo, Nick! Si lo tuviera, estoy segura de que tendría que criarlo sola, así que, créeme, con veintitrés años y toda la vida por delante, no tengo la menor intención de arruinármela de esa manera. Ninguna mujer inteligente pensaría tener un hijo en medio de una relación tan inestable como esta, sobre todo cuando el socio masculino ha dejado su negativa tan clara.

-Nosotros no tenemos una relación inestable y yo no soy tu socio. Soy tu marido.

-Y tampoco soporto el que pienses que no se puede confiar en mí y que no me quede embarazada accidentalmente. ¿Cómo te atreves a compararme con Selena? Yo no atraparía de esa forma a mi hombre...

-Pero tú querías un hijo de él...

-Eso era diferente...

-Eso es evidente.

-Era una clase diferente de relación. Liam y yo... éramos más amigos que amantes. Compartíamos muchas cosas. A él le gustaba sentirse seguro, lo mismo que a mí.

-¡Qué conmovedor!

-Lo que estoy tratando de explicarte es que querer tener hijos era sólo parte de aquello. Teníamos organizado todo nuestro futuro y nos sentíamos muy seguros.

-Lo amabas.

Miley bajó la cabeza y se lo preguntó a sí misma.
¿Había amado de verdad alguna vez a Liam?
Creía que sí le había tenido mucho cariño, pero Liam nunca la había afectado tanto como lo hacía Nick.

-No tanto como creía. En eso tú tenías razón. Hace tres años, Liam quiso a Selena, pero a ella no le interesó entonces... La verdad era que ella tenía sólo veintiún años y estaba empezando su carreta como modelo. Era la estrella de la familia y sus padres esperaban que se hiciera famosa y se casara con alguien... alguien como tú. No creo que se la pueda culpar por haber rechazado a Liam en ese momento.

-Eres muy generosa.

-No. Confieso que me alegré cuando empezó a fallarle el trabajo como modelo. Se le da muy bien escalar posiciones pisoteando a la gente. Cuando anduvo mal de dinero el año pasado, tuvo que vender su piso y sus padres dieron por hecho con toda naturalidad que yo compartiría mi casa con ella. Cuando lo pienso, Selena lo pasó mal y, aun así, Liam no dejaba de meterse con ella porque antes ella le había hecho daño a su ego. Debería haberme dado cuenta de lo que había allí de verdad.

-Una atracción fatal -dijo Nick tranquilamente.

-Liam pensó que no la podía tener, así que se conformó conmigo. Yo ya no lo amo, Nick.

-No tienes que decirme eso, Miley.

-¿Ves? Ya lo estás volviendo a hacer. Te estás negando a aceptar lo que te estoy diciendo. ¡Tal vez es que hay una parte de ti que se siente feliz de pensar que sigo enamorada de Liam!

-Eso es ridículo.

-¿Lo es? Yo no estoy tan segura. Fuera de la cama te gusta mantener una distancia emocional segura, ¿no? Sigues tratándome como si fuera tu empleada cuando hablas conmigo por teléfono desde la oficina. La impresión que saco de eso es... es que el matrimonio es un paso demasiado largo para ti.


Nick se puso tenso.

-Nunca pensé que fueras capaz de forzar una discusión como esta.

-No me has dejado muchas opciones. Yo no soy como tú. No puedo olvidarme de las cosas y hacer como si nunca hubieran sucedido, como haces tú. No me puedo comportar normalmente cuando me pones frenética. Me enfado y me siento dolida. Nunca en mi vida he conocido a nadie que pueda ser a la vez tan cálido... y tan frío. Nick, cuando estabas en París y hablamos por teléfono, me di cuenta de que estabas contento de estar lejos de mí.

-No era eso -respondió él metiéndose las manos en los bolsillos de los pantalones.

Pero Miley se dio cuenta de que ni aun así, Nick le iba a contar lo que era de verdad.

-Lo que estoy tratando de preguntarte es si pretendes que este matrimonio sea de verdad... ¡O sólo un juego que se te ha escapado de las manos! Sabías perfectamente lo que me tenías que decir para convencerme de que me casara contigo, pero ¿cuánto de ello era de verdad? Si ya te estás arrepintiendo, sería más amable por tu parte que fueras sincero.



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