martes, 4 de septiembre de 2012

La prometida del desierto cap14




Entre estrangulados sollozos se encontró a Zulema en la galería de arriba.
Los contuvo con toda la disciplina que pudo y alzó la cabeza ocultando la agonía que amenazaba con desgarrarla.

¿Cómo se había atrevido a llevarla allí?
¿Cómo seatrevía a someterla a semejante situación?

Estaba desenterrando los sentimientos del pasado, una rabia y agitación que ella creía desaparecidas para siempre.
Era su orgullo lo que estaba herido, se dijo a sí misma.

Su estúpida e irracional atracción hacia él la hacían estremecerse y que la hubiera obligado a ponerse en contacto con él de nuevo era una mortificación.
Era como volver a la escena del crimen.

Cuando volvió a sus habitaciones palaciegas, se encontró demasiado frenética como para sentarse, sabía que le producía ese desasosiego.
Todavía estaba aturdida por su respuesta física y apenas daba crédito a la mujer en que sehabía convertido en sus brazos.

Todo contacto físico lahabía dejado siempre fría.
Incluso cuando había estado obsesionada con Nick había supuesto que un contacto más cercano con él sería la misma experiencia desagradable que con otros hombres.

Pero lo que acababa de experimentarahora mostraba su vulnerabilidad y estaba disgustada consigo misma.
¿Cómo podía haberle permitido que la tocara de aquella manera?
Quizá todo fuera culpa de ella, pensó sombría.

Era virgen a los veintisiete años... pero eso no le había preocupado nunca hasta que él había aparecido en su vida.

Nunca se había sentido reprimida hasta que él había despertado aquellos sentimientos tan incómodos dos años atrás.
Sólo ahora pensaba que se había negado la parte de su naturaleza física demasiado tiempo para que un hombre casado le hubiera puesto las manos encima y se hubiera comportado como una desaforada sexual.

En dos largos años Nick no se había olvidado de ella...
¿Por qué?

En Inglaterra, Nick  se había portado con ella como si hubiera seguido una rígida estrategia militar.
La había inundado de flores y joyas caras.
Un solo par de meses en el campus de la universidad le había bastado para aprender exactamente lo que las occidentales esperaban de un príncipe árabe.

Ella le había devuelto las joyas, pero cuando había demostrado no estar impresionada por su acoso, él no había cejado en el empeño.

Entonces había cambiado de táctica y había empezado a invitarla a conferencias y a la ópera en vez de a discotecas.

Y ella había seguido excusándose sin decirle hasta el final

—No estoy interesada... No me atraes... No me gustas.

Pero aquella había sido la mentira mayor que había dicho en su vida.

Y lo terrible era que Nick sabía que había estado mintiendo y se había enfadado amargamente con su negativa a reconocer la fiera atracción que existíaentre ellos.
Por eso era por lo que no la había olvidado.

Se tapó la cara con las manos temblorosas sintiendo una confusión aterradora.
La cabeza le estaba dando vueltas ante sus propias incongruencias.

De alguna manera, tenía que convencer a Nick  de que la dejara irse, pero estaba segura de que Nick creía que ella debía sentirse halagada por haber hecho tantos esfuerzos por llevarla hasta Datar, sobre todo cuando sus maniobras iban acompañadas de intenciones honorables.


¿Honorables?

Y ella había dañado severamente su ego al rechazarle en Inglaterra.
Así que él, con su arrogancia y obstinación le había ofrecido un premio que creía que ninguna mujer en su sano juicio rechazaría.



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