jueves, 6 de septiembre de 2012

Dama de treboles cap 29




Harriet reparó en la presencia del desconocido.
Tenía el aspecto de un hombre de ciudad.

   —¿Qué se le ofrece? —preguntó solícita.

   —La señorita Keller imagino. Permita que me presente: Rice McNabb —dijo tendiéndole la mano—. Me encuentro de paso. Tal vez haya oído hablar de mi sobrina, Miley Jonas.

   —La conozco, pero no suele venir mucho por el pueblo —Harriet le estrechó la mano estudiando sus ojos diminutos—. Si desea verla, es probable que la encuentre en su rancho.

   —Solo quería saber si se había adaptado a su nueva vida en el campo.

   Harriet se entretuvo en ordenar el mostrador sin hacerle demasiado caso.

   —Tengo entendido que usted estuvo prometida al señor Jonas.

   —Cierto es que me propuso matrimonio —dijo con una mirada altanera —. Aún no entiendo cómo tuvo la descabellada idea de pensar que yo aceptaría.

   —Salta a la vista que usted es una auténtica dama —comentó con tono cómplice.

   —Resulta muy halagador tener a un hombre siempre detrás. Pero, como podrá comprender, le respondí que no entraba en mis planes casarme con un vaquero.

   —Conociéndolo, imagino que su negativa no fue muy bien recibida. Es usted muy hermosa.

   —Y usted un perfecto adulador, señor McNabb —añadió con una lenta y estudiada caída de pestañas—. No, no aceptó bien la negativa. Es un hombre poco acostumbrado a que le lleven la contraria.

   —Me han dicho…

—La gente habla demasiado —advirtió con ojos entornados.

   —Dicen que usted le planteó que se deshiciese de sus tierras.

   —Lo hice —confesó—. Pero se negó a venderlas. Allá él.

   —Por suerte para el señor Jonas, ha encontrado una mujer dispuesta a pasar su vida rodeada de ganado.

Harriet apretó la mandíbula pensativa.
Tan solo hubiese sido necesario esperar un poco más de tiempo.
Solo y despechado, Nick habría acabado claudicando y vendiendo el rancho.
Y ahora aparecía esa estúpida mujer dispuesta a echar al traste todos sus planes.

   —Piense una cosa, señorita Keller. Si mi sobrina lo abandonara, supondría un nuevo golpe para su orgullo. Seguro que acabaría vendiendo las tierras. Puede que entonces decidiera regresar ante usted con los bolsillos llenos de dinero.

   —Olvida que es un hombre casado.

   —Con sus encantos, no creo que le costara nada seducirlo y convencerlo para que anulara el matrimonio.

   Harriet no se ofendió por el comentario; al contrario, lo consideró un elogio.

   —¿Qué le hace suponer que yo estarla dispuesta a seducir a un hombre casado? ¿Y qué hay de su sobrina? Déjese de rodeos, señor McNabb. Hable claro.

   —Si ese matrimonio se deshiciese, usted ganaría un marido rico. Ese rancho es uno de los más grandes del Estado, vale una fortuna. Y mi sobrina se vería obligada a volver a casa.

   —¿Qué gana usted con todo esto?

   —Parece ser que Miley no está tan desamparada. Una vez se haga cargo de sus bienes, sería el momento de reclamar mi papel como tutor legal. Yo la ayudaría a administrar su patrimonio.

   —Ya veo —dijo con intención de acabar la conversación—. Señor McNabb, lo que me propone es un disparate y no tengo ganas de perder el tiempo. Buenos días.

   —Piénselo, señorita —concluyó despidiéndose con una inclinación de cabeza—. Hay mucho dinero en juego. Pregunte por mí en Kiowa Crossing si cambia de parecer.

Harriet, una vez a solas, recapacitó sobre la situación.
Así que la señora Jonas se acababa de convertir en heredera.

¡Al diablo con ella!
Lo importante era conseguir que Nick Jonas vendiese el rancho.
Sería una auténtica delicia lucirse colgada de su brazo.
¡Era tan atractivo!
Con un traje elegante y fortuna en el banco, sería el sueño de cualquier mujer.
Y se la llevaría de allí, tal vez al Este.
Cuanto más lejos, mejor.

Quizá debió ser menos puritana y dejarse vencer en el juego del tira y afloja.
Tampoco habría sido la solución con un hombre como él, mujeres de ese tipo le sobraban.
Pero no ahora.
Era el tipo de hombre tan estúpidamente honesto como para mantenerse fiel a su esposa.

Mejor olvidar el asunto.
No serla tarea fácil conquistar a Nick Jonas y mucho menos después de haberlo humillado.
En cuanto a su querida esposa, si había elegido convertirse en una esclava, no sería Harriet Keller quien le impidiese disfrutar de ello.


2 comentarios:

  1. o.0 me encanto el capitulo hermosa aun que la imagen me dio miedo o.0 jeje hermoso amiga aun asi amgitaa!!!

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  2. wooow me encanto todos los capis de la nove seguilaaa!

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si te gusto el capitulo o tienes alguna sugerencia no dudes en decirmela seran todas bienvenidas gracias C:
besitos vuelve pronto y mil gracias por visitarme ♥