viernes, 10 de octubre de 2014

Dama de treboles cap 105 Epilogo


Rancho Jonas, Indian Creek, Colorado
Agosto de 1894

   Para Nick, el domingo era el mejor día de la semana. Miley acababa de preparar el desayuno y avisó a su numerosa familia para que acudiera a la mesa. Había que darse prisa para no llegar tarde al sermón.

   Además, era un día muy especial: Joseph volvía a casa. Por fin, tras dos años ejerciendo en el hospital de Denver, regresaba a hacer se cargo de la consulta del doctor Holbein, que retirado de la profesión, acababa de mudarse con su hija.

   Minnie y él llevaban tres años casados y volvían con su hijito. Echaban de menos la vida sencilla de Indian Creek y habían decidido establecerse definitivamente allí. Un nieto más para los Sutton, el cuarto.

   Emma y Matt se quejaban porque desde hacía treinta años no se habían visto ni un momento sin un niño a su alrededor pero eran felices con aquella nueva generación. Porque Albert se casó con una belleza pelirroja de Denver con espíritu de ranchera que había traído al mundo a dos Sutton de pelo rojizo que eran el terror del rancho.

   Y Hanna se había casado con David. Empezó yendo al hotel con la excusa de llevar tartas y al final se quedo allí para siempre. Con su pequeño en brazos y otro en camino, dirigía con entusiasmo el establecimiento junto a su esposo, aunque contaban con la ayuda de sus suegros.

   En cuanto a Patty, se había convertido en la belleza más perseguida del Estado y su madre, para evitar el acoso de tanto enamorado, la obligaba a acudir al pueblo acompañada de Tommy, cosa que ambos aceptaban de muy mala gana.

   Miley entró en la habitación y movió la cabeza, como venía haciendo todos los domingos desde hacía años. En cuanto ella dejaba la cama, empezaban a aparecer los niños que hábilmente se hacían un hueco en el lecho de sus padres. Allí estaba Nick con los brazos en cruz y a ambos lados, acurrucados y revueltos, sus hijos pequeños.

   —Por aquí que no vengan mucho, ¿eh? —le recordó Miley

   Eso había dicho años atrás, pero los niños sabían que el domingo había vía libre para retozar un rato con papá. Nick simuló un gesto de impotencia con las manos y Miley sonrió al verlo tan orgulloso. «El león y sus cachorros» pensó. Habían construido un hogar lleno de amor y de niños, como ella quería.

   No se conformaron con cinco. Miley siempre reía diciendo que no estaba nada mal: seis en diez años. El primero, Robert. La Segunda, Arabella. La tercera, Eliza, no vino sola; su mellizo Frank fue una sorpresa para todos y, como su hermano, el vivo retrato de su padre. Dos años después nació Jack y el último había sido Brendan. Excepto Arabella y Jack, que eran rubios como Miley los otros cuatro eran auténticos Jonas.

   Sobre todo Robert, que era el más irlandés. Un virtuoso del fiddle a sus nueve años, para orgullo de Aaron, que aseguraba que su discípulo lo superaba con creces. Al fin, tras dos generaciones en silencio, aquel violín que viajó desde la vieja patria volvía a sonar a manos de un Jonas.

   Arabella y Eliza eran la admiración de todos y el principal motivo de preocupación de su padre, asustado al imaginar su belleza cuando creciesen.

   El rancho Jonas había cambiado un poco durante esos diez años. Hicieron construir un ala nueva que se convirtió en un salón, donde pasaban cómodamente las veladas frente al fuego.

   También ampliaron el número de dormitorios conforme aumentó la familia, aunque, desde hacía tres años, el desván se había convertido en territorio de las niñas.
Sobre todo en aquellas fechas. Durante el mes de agosto, los Collins enviaban a Indian Creek a sus tres hijas a pasar una semana de vacaciones al rancho. Ellas estaban encantadas de poder disfrutar de aquellos días en el campo y tanto Arabella como Eliza esperaban su llegada con impaciencia.

   A cambio, el matrimonio Collins invitaba a los niños Jonas todos los meses de septiembre para que asistieran al Festival dela Montanayla Llanura. Aquellos cuatro días suponían para ellos el acontecimiento más esperado del año.
Nick y
Miley los acompañaban cada año al Festival.

   Pero ellos dos se alojaban en casa de los Watts porque sus tíos les hicieron prometer que todos los años los visitarían, y durante esos días disfrutaban de su compañía.

Clifford Watts bendecía cada mes de septiembre al ver su casa invadida por nueve niños a la hora de comer. Y Rachel ayudaba dichosa a la señora Mimm en la cocina, que entre dientes maldecía por tener que cocinar a su edad para dieciséis personas.

  El negocio de Nick era más que próspero. Se habían convertido en proveedores de carne para los mataderos del Este. Ahora en el rancho trabajaban veinte peones y Gideon McRae era el capataz, aunque Nick, que se resistía a convertirse en un hombre de despacho, acudía regularmente al trabajo en el campo. Contaban con un matrimonio que les ayudaba en las tareas de la casa y los animales. 

Tenían también quien se encargaba de las abundantes coladas, y aún seguían acudiendo a diario Grace y Aaron, que habían adoptado el papel de abuelos de los bulliciosos niños Jonas. Nick les había regalado un coche con capota, que Aaron se veía obligado a utilizar entre juramentos porque aseguraba que su trasero nunca debió conocer otro asiento que una silla de montar.

   Después de dejar a los más pequeños a cargo de Truddie y tras luchar con el peinado de cinco niñas, Nick y Miley consiguieron acabar de vestirse. Nick la miraba como un halcón a través del espejo mientras se arreglaba el escote. Miley le guiñó un ojo.

   Un estruendo de carreras sobre su cabeza les hizo alzar la vista hacia el techo. Las cinco niñas corrían por el desván como potrillas.

   —¿Las llevaremos nosotros de vuelta a Denver? —preguntó Nick preocupado por la resistencia del suelo del desván.

   —Elisabeth y John vendrán a por ellas el sábado que viene. Quieren pasar un par de días con nosotros. Ya sabes cuanto les gusta esto.

   Sí, ya imaginaba que les gustaba mucho. Nick sonrió para sus adentros. Si las suposiciones de Miley eran correctas, la más pequeña de los Collins había sido engendrada en la cascada de arriba.

   Miró de reojo el cajón abierto de la cómoda y observó a Miley rebuscar en su cajita de cintas. Continuaba guardándolas en una vieja caja de cartón que en su día contuvo clavos; y junto a ésta, descansaba la vieja caja de madera tallada.

   —Algún día averiguaré lo que escondes con tanto secreto en esa caja.

   —No me digas después de todos estos años que nunca has intentado abrirla. ¿No te ha podido la curiosidad?

   —Sabes que no. Siempre he esperado a que me lo enseñes tú, el día que lo consideres oportuno.

   En silencio lo miró a través del espejo mientras se anudaba la corbata y le tendió la llave. Ella tomó con una sonrisa, acababa de entregarle el único rincón de su corazón que todavía no conocía.

   Tomó la caja, se sentó en la cama y, tras accionar la pequeña llavecita, levantó con cuidado la tapa.

   —No suena la música —dijo levantando la cabeza.

   —No le has dado cuerda.

   —Más tarde.

   Recordaba aquella cajita que su madre no le dejaba tocar. Con treinta y nueve años se sintió como el niño que fue, al abrir la tapa de aquel objeto soñado.

   Lo primero que sacó, con mucho cuidado, fue la bolsa en forma de tortuga que perteneció al padre de Miley .La funda que contuvo tantos años el reloj. Ambos eran los únicos objetos que la mantenían unida a sus dos pasados, el que conoció y el que no. Tras ésta, sacó un par de fotografías: una de Cordelia y su marido, otra de la viuda con Miley .El recuerdo de su pasado gris. 
Nick pensó en el enorme corazón de su esposa; aunque rememoraba aquellos años con tristeza había un lugar en su recuerdo para la viuda Dempsey. Sacó también la fotografía de sus padres que le dieron sus tíos, en la que ella aparecía en brazos de su madre. Paso el dedo índice con cuidado por el rostro y el cuerpecito de aquella niña, tan parecida a su hija Arabella con la misma edad.

   Debajo de las fotografías encontró un trozo de papel doblado varias veces. La miró sin entender y ella le indicó que lo abriera con un gesto de la mano. Al desdoblarlo, no sin dificultad, leyó perplejo: «Pasaré el día en los pastos. No me esperes a comer. N. J.» Levantó la vista, conmovido al ver que habla guardado esa nota como un tesoro durante tantos años.

   —Mi única carta de amor —le explicó bastante turbada—, por lo menos para mí lo fue.

   Volvió al contenido de la caja. Entre un par de hojas secas y unas piedrecitas a las que no encontró significado, encontró un naipe boca abajo. Cerró los ojos antes de darle la vuelta.

   Nunca lo habría imaginado: la dama de tréboles.

   —La has guardado todos estos años.

   Tirando de su brazo, la sentó en sus rodillas y la besó con todo el amor que sentía por ella.

   —Dime que te he hecho feliz, que no te arrepientes de haberme dicho que sí aquel día, que no deseas otra cosa que estar a mi lado —rogó mirándola con ternura.

   —«No me pidas que me aleje de ti porque donde tú vayas, yo iré; donde tú estés, allí estaré».

   Nick nunca creyó que se alegrarla tanto de oír una cita bíblica.

   —Te quiero, Miley más que a nada —murmuró tomando su boca.

   —Solo hay una cosa que me falta.

   Nick se apartó de ella con una mirada inquisitiva. No esperaba un comentario semejante.

   —Es una fantasía que tengo desde hace años, pero no creo que me la concedas nunca, irlandés testarudo.

 —Pide lo que quieras.

   —Me gustaría acariciar tu cuerpo…

   —Eso lo haces a diario —atajó divertido.

   —Pero hay una parte de ti que no me muestras nunca y que me hace arder de deseo.

   —No te queda ni una pulgada de mí por explorar.

   —Sueño con tu cuerpo desnudo sobre mí…

   Lo miraba con tanta intensidad que a él se le aceleró el pulso.

   —Miley  no me hagas esto ahora, que hay nueve niños ahí fuera esperando —murmuró.

   —… y verte puesta una única cosa: los lentes.

   Nick sonrió, se inclinó sobre su boca y susurró su respuesta con voz calmada y profunda.


   —Ni lo sueñes.




Gracias a ese anonimo♥ que siempre esta ahi xoxoxox
la verdad que nose cuando podre volver a subir asi como lo hacia antes por que la u. y demas me copan todo el tiempo 
Pero siempre que pueda y tu me lo pidas anonima tratare de subir ♥

3 comentarios:

  1. Omg mary estuvo hermoso
    Gracias por terminarla me comía la curiosidad por saber como terminaría y ahora que esta ahí llore de la alegría me encanto
    Continua corazón indomable por fis pase esperando tiempoooo para esa también escribes lindo espero que sigas con alguna otra y te entiendo yo estoy en la uní y me es difícil pero ahorita ando el pies quebrado y me es tengo tiempo libre así que esto fue fantástico por cierto yo soy ese anónimo lindas palabras hacia mi gracias :) sigue

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  2. Oye un favor sigue esta novela Stay here with me

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  3. Muchas gracias por subir toda la novela, emprecé a leerla hace 2 días y no pude parar hasta terminarla!!

    Un saludo,seguiré leyendo otras novelas que vayas subiendo

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si te gusto el capitulo o tienes alguna sugerencia no dudes en decirmela seran todas bienvenidas gracias C:
besitos vuelve pronto y mil gracias por visitarme ♥