Celos que Matan cap 18

Alzó la vista y vio que Joseph los observaba desde una mesa lejana. Su rostro era una máscara fría de ojos sombríos. Sintió un vuelco al cruzarse con su mirada durante un segundo. Después, volvió a prestar atención a Jake.

—Entonces soñábamos demasiado —le dijo con tristeza-. La vida no tiene el mismo sabor cuando deja uno de soñar, ¿verdad?

El se inclinó ansioso hacia ella.

—¿Así es como la encontraste?

Mentalmente se echó para atrás, afectada por la mirada de sus ojos, pero como Joseph los observaba, dejó que Jake le agarrara la mano y le sonrió.

—Así es como la encontré —aceptó y era cierto y se preguntó si tanto ella como Jake, encontraron que la realidad era menos excitante que los sueños.

Al levantar la vista unos momentos más tarde, encontró que podía ver a Joseph en un espejo que colgaba en la pared. Bebía, reclinado en la silla y no apartaba los ojos de su mesa. Estaba solo, frente a él no había alimentos, por lo que ella supuso que esperaba la llegada de alguien y se preguntó si vería a Linda Blare en cualquier momento.

Dejó que sus ojos se dirigieran a él deliberadamente y vio que le temblaba la mano. La copa golpeó la mesa cuando la bajó y derramó el vino. Trató de secarlo con la servilleta nerviosamente.

Le regocijaba producir ese efecto sobre él. Durante muchos meses fue un compañero frío y distante. Ahora era consciente que tenía el poder de perturbarlo y disfrutaba. Podía adivinar por qué le afectaba su presencia. Joseph tenía un elevado sentido de la moralidad, de lo que se debía y lo que no se debía hacer y sin lugar a dudas se arrepintió de la violencia con que la forzó el día anterior. Ella era un recordatorio permanente de su pérdida de control. Lo avergonzaba.

La alegraba que fuera así. Quería herirlo... él lo había hecho una y otra vez durante meses y la noche anterior fue la peor de todas.

Alguien se detuvo junto a su mesa y Jake apartó los ojos de mala gana de Demi para mirar a su alrededor.

—Hola, Simone —dijo sonriente.

Demi también levantó la vista y la reconoció inmediatamente. Se sobresaltó al ver ese rostro famoso a su lado.

—¿Cómo estás, Jake? -Simone Corona era muy alta, rubia, iba elegantemente vestida y tenía una cara inteligente y cínica que sin embargo era bella; sus rasgos tenían, quizá, algo de masculino, pero en conjunto era muy atractivo y lograba atraer todas las miradas.

Recorrió a Demi con los ojos azules, primero valorándola y luego con cierto cinismo, pero aceptando sin embargo su presencia con Jake.

—Sim, te presento a Demi .

—¿Demi ? —Simone repitió el nombre mirándola y luego a Jake.

—Demi — afirmó Jake.

La mujer se volvió y le dio la mano.

 — ¡Hola. Demi ! -dijo examinándola más detenidamente-. He oído hablar de ti. Pero no esperaba conocerte.

Demi estaba sorprendida, divertida.

—Y yo tampoco esperaba conocerla, señorita Corona. Soy admi­radora suya, como Jake debe haberle dicho.

—Jake me dijo que en un tiempo la llevaba a ver mis películas.

— Seis o siete veces cada una, si mal no recuerdo —intervino Jake—. Demi te comía con los ojos y luego te recordaba durante semanas. Yo me burlaba de ella cuando en la escuela la veía tratar de actuar como tú.

Demi se sonrojó y se rió.

—Después traté de disimularlo un poco.

Simone parecía divertida y halagada.

—Todos aprendemos unos de otros —echó una mirada por el restaurante—. Tengo una cita con un contrincante muy duro, así que debo irme... ya se me hizo tarde y nadie hace esperar al gran hombre. Jake, el sábado doy una fiesta. Lleva a Demi y así hablaré con ella sin interrupciones —miró a Demi amistosamente—. Jake me ha hablado tanto de usted que siento que ya la conozco, por favor, no deje de ir.

—Allí estaremos —prometió Jake, y Demi sonrió agradecida.

Cuando Simone se fue la observó y luego, el corazón le dio un vuelco cuando vio ante la mesa de quién se detenía. Jake hablaba alegremente.

—Es tal como aparece en la pantalla... — no registró sus palabras en la mente porque no podía apartar los ojos del rostro de Joseph.

Saludaba a Simone con una inclinación de cabeza. Cuando Simone se sentó, Joseph echó un vistazo hacia su mesa y Demi desvió la mirada. ¿Por qué comía Simone Corona con él?

Una hora después, Jake la llevó de regreso al apartamento de Maggie y la dejó después de darle un beso en la mejilla.

Maggie estaba acurrucada en un sillón, cosiendo un cojín.

— ¡Esto tendrá el color del lodo para cuando lo termine! Ya lo deshice seis veces, pero sigue mal —lo echó a un lado—. Ahora cuéntame. ¿Qué tal estuvo?

Demi se lo contó y Maggie sonrió. ¡—Me imagino que Jake usó todas sus influencias.

— Eso no es ético —dijo Demi con sequedad.

— Pero muy común en nuestro mundo. Después de todo siempre ayuda tener una recomendación.

Demi se la quedó mirando fríamente.

—Todos esos hombres pensaron que era la «amiguita» de Jake.

—¿Y qué?

—No me gusta. No lo soy y no quiero que la gente piense otra cosa.

—No seas tan pesada. ¿No juramos que nos proporcionaríamos trabajo? ¿No harías lo mismo por Jake si pudieras?

Demi la miró indecisa.

—Sí —admitió porque sabía que lo haría.

—Entonces... no te preocupes tanto. Jake sabe lo que hace. A mí también me ha conseguido papeles en el pasado.

—¿De veras? -Demi  se animó.

— ¡ Por supuesto! Yo también le conseguí uno.

— ¡No me digas!

— Las patas traseras de un caballo - sonrió Maggie y Demi rió.

— ¡Eso fue cuando estábamos en la escuela! ¡Lo recuerdo como si fuera ayer, Maggie! —Los tres habían ido a trabajar en una pantomima en un pueblo al lado del mar. Demi hacía el pepel de hada y ya entonces Jake le dijo que con el vestido de tul parecía tener doce años, pero que estaba muy atractiva y la besó antes de que ella le golpeara con un trapo mojado.

Maggie la estudiaba.

—Entonces no necesitaste ayuda para conseguir el papel. Le gustaste al director. Demi se ruborizó.

— ¡El tipo tenía más de cincuenta años y era calvo y gordo! —De todas maneras le gustaste, querida. Jake quería romperle la nariz, pero temía que lo despidieran... todos necesitábamos el dinero.

— ¡Lo poco que había! -dijo Demi suspirando.