lunes, 20 de octubre de 2014

Celos que Matan cap 21

Demi también había disfrutado, tenía que admitirlo. Cuando se sentó en el lujoso automóvil y lo observó de perfil detrás del volante, sintió que el corazón le daba un vuelco. Era atractivo; siempre lo fue. ,
Por qué nunca antes sintió esa atracción? Siempre lo vio como un hermano. Ahora, sabía que esa imagen se desvanecía y Jake intentaba que así fuera. Él volvió la cabeza y le dirigió una mirada acariciadora.
— ¡Estás muy callada! ¿Te preocupa algo?
No estoy segura -dijo francamente, mirándolo a los ojos.
Jake se movió a lo largo del asiento y le ladeó la barbilla con un dedo.
—Deja de pensar en él —lo dijo en tono agudo y la mirada se le os­cureció.
No estaba haciéndolo -dijo sorprendida.
—¿No? —Jake la estudió—. Estás conmigo y me gusta que mis mujeres piensen en mí, no en otra persona.
— Yo no soy una de tus mujeres, Jake —le aclaró.
El le acarició con el dedo la mejilla y la línea de la boca.
—Es cierto —dijo con suavidad—. Nunca lo fuiste. Eres única. Demi única en tu clase. Nunca podría confundirte con alguien más.
¿Confundes a las otras?
—A menudo. Al final, todas parecen ser lo mismo. No importa con quién de ellas esté.
— ¡ Eso es terrible! — se estremeció.
¿Verdad? —le puso la mano a lo largo de la mejilla-. Aún con los ojos cerrados en la oscuridad, creo que conocería tu rostro.
Demi pensó que la conversación estaba dando un giro dema­siado frívolo.
¿No será mejor irnos? Llegaremos tarde a la fiesta.
Jake cerró los ojos. Se inclinó hacia ella con el rostro emocionado, delicadamente movió los dedos sobre su piel, acariciándola. Demi '° miraba helada. Los dedos largos le tocaron los párpados y le Cerraron los ojos. Ella suspiró.
— ¡Demi ! -murmuró él.
Ella se movió sin respirar, le puso las manos en los hombros.
— ¡No, Jake!
—Sí -dijo él apasionado-. Ya he esperado demasiado tiempo.
Su boca se cerró con fuerza sobre la de ella sofocándole. Con la mano empujó hacia atrás su cabeza para facilitar todo. Demi estaba aturdida por encontrarse así en sus brazos... jamás la había tocado con tanta vehemencia. Le apretó los hombros con las manos. Resistió por unos cuantos segundos, luego se relajó. Cuando la sintió sin fuer­zas, Jake la acercó más, inclinándose sobre su cuerpo y la besó apa­sionadamente.
Las manos de Jake se movían sobre ella y se estremeció. Estaba asustada.
Demi , Demi -le susurraba contra la oreja.
No podemos-murmuró ella.
—¿No podemos? Lo estamos haciendo... y no digas que esto es sólo unilateral, querida, porque no soy un muchacho inexperto -con suavidad deslizó los labios a su garganta, tocándola, acariciándola sin prisa.
Jake levantó la cabeza y ella supo que la miraba. Abrió los ojos y se sonrojó, consciente de que sabía que la había afectado.
—¿No podemos? —volvió a preguntar burlón. Le dio un beso breve y duro en la boca, luego, se enderezó y puso en marcha el coche. Al pasar por un farol de la calle, vio sus facciones, brillantes de satisfacción y ella se sintió inquieta.
Él la miró de reojo.
—¿Culpable? —preguntó con sequedad.
— ¡Jake, estoy casada!
—Por el momento, pero eso puede cambiarse -le dirigió una sonrisa alegre—. Te vas a divorciar, ¿no es así Demi ?
Ella no contestó, pero pensó que sí, que tenía que divorciarse de Joseph.
Para ellos no había futuro.
Su matrimonio había terminado.
—Encontrará a otra persona —dijo Jake con ligereza.
— Ya lo hizo —luego se arrepintió de haberlo dicho, pero era demasiado tarde.
—¿Lo hizo? -Jake volvió a mirarla-. Bien, bien... eso no se lo contaste a Maggie.
—Por favor, olvida lo que dije.
Como gustes —Jake se encogió de hombros, pero parecía muy satisfecho de sí mismo.
Estaba encantado de oír que Joseph tenía a otra.
Comenzó a silbar entre dientes.
Cuando aparcaron, la ayudó a salir del coche y ella lo miró con disimulo. Pensó que era un hombre muy apuesto, no podía negarlo, y no podía imaginar cómo permaneció tanto tiempo ciega a su innegable atractivo, viéndolo sólo como al hermano que nunca tuvo. Su vieja relación era camaradería y nada más, pero ahora algo había cam­biado. Lo veía con nuevos ojos y se sentía perturbada.
Él le pasó el brazo alrededor de la cintura, apretándola. Una sonrisa apareció en su boca.
¿Hacemos nuestra entrada?
¿Por qué no?
Demi —murmuró y ella le miró. Los ojos parecían burlo­nes—. Demi —volvió a decir—. Deja de preocuparte... sólo per­mite que suceda.
—¿Qué?
Ya sabes de lo que hablo.
Ella levantó la vista y sus ojos verdes brillaron fríos y duros.
¿Llegó la hora de pagar, Jake? ¿Quieres cobrar después de todo?
No, por supuesto que no. ¡Debía darte una bofetada por esto!
Mientras sepamos dónde estamos —dijo ella con vaguedad y se dio la vuelta. Él le tomó el brazo con decisión.
Ambos sabemos. Pero no tiene nada que ver con ningún pago, Demi y no trates de pretender que crees que sí. Me siento insultado de que lo sugieras.
Lo siento, ¿pero cómo podía estar segura? Tú mismo dijiste que asi era como se hacían las cosas.
No entre nosotros -dijo con rudeza—. Jamás lo vuelvas a sugerir. Significas demasiado para mí para ese tipo de juego.
Volvió a sentir ese extraño estremecimiento de advertencia. Levantó los ojos hacia su cara para estudiar su expresión.
Jake... —lo que estuvo a punto de decir, jamás fue dicho. Sus brazos la rodearon y la apretó contra el hombro, acariciándole el cabello.

¿No lo sabes realmente, Demi ? —su voz temblaba. Colocó u mejilla contra su cabello—.Eres tan pequeña, que siempre quise protegerte y verte dichosa. Cuando sonreías tu rostro se iluminaba y me daban ganas de besarte, pero jamás me diste luz verde —le tomó el rostro entre las manos, inclinándolo hacia atrás para enredar los dedos en el cabello. Un rayo de ternura recorrió sus facciones—. Dame una luz verde ahora, Demi y te demostraré de lo que soy capaz.

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