domingo, 26 de octubre de 2014

Celos que Matan cap 24

Linda la miró con la boca abierta y ni siquiera Demi pudo creer que su asombro era verdadero.
¿Yo? ¿De qué diablos está hablando?
—Joseph y ... usted... —dijo Demi muy lentamente.
¡Está loca! -exclamó Linda con indignación-. O loca o muy astuta... no hay nada entre Joseph y yo. Es cierto que de vez en cuando confía en mí. Como soy mujer, pensó que podía aconsejarlo acerca...  interrumpió y la cara se le suavizó, miró preocupada a Demi —. Señora Fox, soy una mujer casada, tengo dos hijos..., ¿nunca se lo dijo Joseph?
Demi pensó aturdida que tal vez lo hizo, pero nunca lo oyó nunca escuchó. Temblaba, su mente se movía en círculos.
— Sentí mucho lo de su accidente, lo del niño... sé que debe haber sido algo terrible. Ese día, Joseph estaba fuera de sí. Me dio mucha lástima. Fue entonces cuando me habló de usted por primera vez. Estaba muy preocupado y se sentía muy desgraciado.
Demi se dio cuenta que todas las cosas que oyó cuando visitó la oficina de Joseph, podían tener una explicación totalmente diferente. Ella sumó dos y dos y sacó cinco, pero entonces, todo lo que vio fue un engaño.
Linda Blare la miraba y le sonreía.
— Espero que nunca haya sospechado de verdad que Joseph y... - Demi se ruborizó.
—Lo siento, fue una estupidez por mi parte. Lo oí hablando con usted e interpreté mal.
— ¿Es por eso por lo que se quiere divorciar de él? —la alarma apareció en el rostro inteligente de la mujer-. ¡Dios mío!
Demi dijo con amargura:
—¿Es tan sorprendente? Es obvio que usted podía ser mejor esposa para él que lo que yo jamás fui.
—Lo parecido no siempre atrae —confesó con sequedad Linda--Mi esposo es ingeniero... espléndido con las manos, puede hacer que cualquier maquinaria funcione con la suavidad de la seda, pero no se le puede pedir que converse. Es parco. A veces me pregunto lo que vi en él, pero así es como funciona el amor en Ocasiones.
— Después de dos años de matrimonio, Joseph y yo seguimos siendo extraños -confesó Demi y se enojó consigo misma por ser tan franca con una extraña.
Pobre Joseph -dijo Linda-. ¿Todavía piensa divorciarte de él? Por favor, píenselo... éste sería el peor momento para hacerlo.
No quiero perjudicar su carrera -dijo Demi -. No, no me divorciaré de él, se lo prometo.
Demi no podía soportar un segundo más, tenía que apar­tarse de Linda Blare, salir de ese lugar ruidoso lleno de extra­ños. Se alejó murmurando una leve excusa. Apenas si sabía lo que decía, era demasiado consciente de que todas sus suposiciones acerca de Joseph habían sido equivocadas. ¿Siempre iba a ser así entre ellos?
Buscó a Jake y lo vio en el centro de un alegre grupo de personas, todas extrañas para ella, excepto Simone Corona. En ese momento no se podía enfrentar a Jake. Silenciosa se retiró del salón y salió a la calle.
Hacía frío. Se cubrió los hombros con el delgado chal y se apoyó en un poste de luz tratando de poner en orden sus ideas. Su estado emocional era un caos.
Joseph no estaba enamorado de Linda Blare; la convenció sin lugar a dudas la actitud franca y segura con que se lo dijo.
Pensó en aquella mañana cuyos acontecimientos formaban un confusionismo en su mente. Había despertado con una sensación de inquieta energía. Durante meses, su humor había sido muy diferente al despertar, se sentía deprimida, agotada, sin deseos de hacer nada. Esa mañana, debió darse cuenta que algo había cambiado en su interior, pero estaba tan acostumbrada a la neblina de sus desgastadas emociones, que ni siquiera notó cuándo comenzó a desaparecer.
Joseph se había ido a trabajar. De pronto, ella decidió ir a Londres y sólo eso debió decirle que algo había cambiado. Había decidido actuar. Tal vez desde hacía muchos días se había ido produciendo cambios en su subconsciente, y esa mañana salieron a la superficie.
Ella actuó sin tener en cuenta lo que hacía, pero ahora al mirar hacia atrás, supo que lo que quiso hacer fue romper el molde en el que estuvo encerrada durante tantos meses. Quiso volver a la vida de nuevo.
Así que fue a Londres y se encontró con Maggie, y a través de los ojos de la amiga vio en lo que se había convertido... en una mujer perdida, severa y derrotada. Y eso la hizo reaccionar positiva­mente.
Sabía muy bien que culpó a Joseph... en secreto. Antes de casarse con él, estaba llena de vida, de sueños e ilusiones, que él había ido marchitando o por lo menos así lo juzgaba ella. Sin embargo, ella fue a verlo para pedirle que trataran de salvar su matrimonio y al verlo con Linda Blare interpretó mal los hechos y las palabras.
Tal vez, quería creer que ya no la amaba y por eso llegó a la conclusión de que estaba interesado en otra persona.
Sus relaciones estaban deteriorada entonces, destruidas por sus sentimientos negativos; había tal sentimiento de culpa, y tal falta de comunicación, que de alguna forma había querido terminar con aquella amarga mezcla de amor e insatisfacción.
Estremecida se cubría el pecho con el chal. Amor... ¿Ella lo amaba todavía? Ya no estaba segura después de lo que había pasado con Jake.
Un coche se acercó por el camino y las luces delanteras alumbra­ron el pavimento. Oyó un ligero ruido detrás de ella y volvió la cabeza con un movimiento brusco. Sus ojos trataron de acostumbrarse a la oscuridad y dejó escapar un ligero grito cuando vio cerca de la puerta una figura que la contemplaba.
—Todo está bien -la tranquilizó Joseph-. Soy yo.
—¿Por qué te ocultabas? ¡Me asustaste! -exclamó sobresaltada.
—No quería hacerlo -dijo sombrío-. Por eso me mantenía fuera de tu vista.
—¿Qué haces aquí?
—Te observaba.
Los ojos se encontraron a través de las sombras.
—¿Por qué saliste? —le preguntó él, acercándose.
—Quería tomar un poco de aire y pensar,
¿Acerca de qué? - lo tuvo a su lado y se sintió pequeña junto a esa figura delgada. Contuvo la respiración-. No te preocupes -dijo con amargura-, no pienso violarte.
Eso es un alivio —dijo ella en tono agresivo.
Luego, él metió las manos a los bolsillos y enderezó los hombros.
Demi lo siento. Hubiera deseado no haber hecho eso.
Yo también, lo hubiera deseado.
Sí... pero tú me provocaste a hacerlo, ¿te das cuenta? No soy de piedra.
¿No lo eres? Creí que sí.
Levantó la cabeza y los ojos grises la miraban con emoción.
¿Tenías que decirme lo de Redway? ¿Crees que el temor de que regresara no estuvo en mi mente durante años? Era como estar sobre la vía del tren viendo cómo se acercaba el ferrocarril e incapaz de detener lo que sabías que sucedería.

Antes, lo hubiera desmentido, alegando que jamás había conside­rado a Jake como otra cosa que un amigo, pero ahora no, no después de esa noche. Jake le demostró que también había estado equivocada acerca de él. Estaba desorientada sobre todo y todos. Jamás supo lo que realmente sentía y aun ahora estaba confundida por el enredo de sus emociones.

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