jueves, 23 de octubre de 2014

Corazon Indomable cap 26

. Era increíble. Estaba allí, desnuda, tumbada en su cama, dejando que explorara su cuerpo... y le estaba encantando. Era la gloria. Arqueó la espalda y jadeó al sentir que se elevaba por encima de la cama del placer.
Sintió las piernas de él encima, sintió su potente erección.
—Tócame. No lo voy a hacer yo todo, me tienes que ayudar.
Miley no entendía a qué se refería, así que le acarició el torso.
—No, muñeca —Susurró él agarrándole una mano y poniéndosela en los calzoncillos—. No tengas miedo.
Al tocar aquello, Miley no pudo reprimir un grito de sorpresa. Nick la miró a los ojos sin permitir que quitara la mano. La obligó a abrirla y apretar. Miley lo vio cerrar los ojos de placer.
Aquello la fascinó.
—¿Te... duele? —preguntó con inocencia.
—Claro que no —consiguió decir Nick—. Mira —le indicó—. No tengas miedo —susurró quitándose los calzoncillos.
Era la primera vez que Miley veía a un hombre excitado.
—No tienes por qué sentir vergüenza. Eres la primera mujer que me ve así.
—¿Ah, sí? —contestó ella mientras él le volvía a agarrar la mano y se la ponía de nuevo en su entrepierna.
—Sí, nunca me ha gustado mostrarme vulnerable.
—Ah.
A Miley no se le había ocurrido que a él le costaba tanto como a ella controlarse.
Nick volvió a tocarla. Se sonrieron mientras se tocaban mutuamente.
Miley no se podía creer lo que estaban haciendo. Lo miró fascinada, con los ojos colmados de deseo. Era suya y Nick era suyo. Aquello era increíble.
—¿Lo vas a hacer? —murmuró Miley
Nick la besó con ternura.
—¿Qué?
—Tomarme —susurró.
 Nick rió.
—Qué palabra tan antigua. Esto es algo entre dos, ¿sabes? ¿Acaso tú no me vas a tomar a mí?
Miley lo miró con los ojos muy abiertos.
—Supongo que sí —contestó—. ¡Oh!
 Nick la miró con deseo e invadió su cuerpo.
—¿Me vas a dejar que te satisfaga?
—No... te entiendo.
—Ya lo sé. Por eso, es tan delicioso —contestó doblándose sobre su cuerpo y lamiéndole un pezón —.Este es el encuentro más maravilloso que jamás he tenido con una mujer. Solo quiero darte placer.
Su lengua se deslizó sobre el pezón erecto en una danza maravillosa. Miley sintió la succión acompañada de un enorme placer. La mano de Nick no dejaba de tocarla, cada vez más íntimamente. Abrió las piernas para dejarlo moverse con libertad y comenzó a jadear al ritmo de sus dedos.
—Sí —murmuró Nick—. Déjame hacer, preciosa —añadió mirándola a los ojos.
Nick nunca había imaginado que se pudiera sentir tanto placer. Le parecía que le estallaba el cuerpo.
Miley tócame —le ordenó Nick con la voz entrecortada.
Le tomó la mano, se la puso alrededor de su erección y le enseñó el movimiento y el ritmo que debía seguir.
—Oh, preciosa —dijo besándola—. ¡Madre mía!

Se colocó entre sus piernas temblando de excitación. Miley  también se estremecía de deseo. Se imaginó cómo sería lo que iba a llegar a continuación. No quería imaginárselo, quería sentirlo. Ya no podía más. Estaba perdida. La iba a tomar de un momento a otro. Lo amaba y estaba dispuesta a entregarse a él. ¡No había nadie ni nada en el mundo que pudiera parar aquello!
—¡Señor Jonas ¡Señor Jonas! ¿Está usted ahí?
Nick se incorporó, la miró a los ojos y maldijo furioso.
—¡Señor Jonas! —insistió el hombre.
Nick se tumbó en la cama boca abajo temblando de deseo y clavó los dedos en la almohada. De repente, recordó que no había cerrado la puerta con llave.
—¡Como entres, date por despedido!
Miley intentó taparse.
—Perdone, señor, pero hay un toro que se encuentra mal. Lo hemos metido en el camión y lo hemos traído, pero quería que lo viera usted.
—¡Llama al veterinario! —ordenó Nick —. ¡Ahora mismo voy al corral!
—¡Sí, señor!
Se oyeron pisadas que se alejaban a toda velocidad. Nick levantó la cara y miró a Miley que estaba tan frustrada como él.
De hecho, tenía lágrimas en los ojos.
Nick la abrazó.
—No pasa nada —susurró besándola—. No llores, cariño. No ha pasado nada.
—¿Nada? —repitió ella nerviosa.
—Bueno, casi.
Miley estaba horrorizada consigo misma.
—Si no llega a venir ese hombre... —dijo histérica.
—Lo sé, pero ha venido —contestó él con ternura poniéndose en pie. Vio que Miley intentaba no mirar, pero no podía contenerse—.Ahora, cuando quieras comparar, ya tendrás con qué —bromeó viendo sus ojos como platos.
Miley  se puso como un tomate y apartó la mirada. Al hacerlo, se dio cuenta de que ella también estaba desnuda. Se tapó a toda velocidad con la sábana, pero, mirándolo, era difícil arrepentirse de lo ocurrido.
Nick sonrió y la miró con ternura.
—Novata, sabes mucho más de los hombres ahora que esta mañana, ¿eh?
Miley tragó saliva y no pudo evitar mirar su erección. Aquello le produjo una gran satisfacción.
—Creo que sería mejor que te llevara a casa —anunció Nick con un chasquido—. Porque, sino, ya sabes... Podría acostarme contigo tres veces seguidas y seguiría estando así. No es fácil satisfacerme.
Miley se estremeció.
—Tú también quieres, ¿verdad? Yo me muero por hacerlo, pero esta noche no va a poder ser. Ya has tenido suficientes emociones por un día.

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