Cuando
ya lo tenía casi encima, oyó el motor y se apartó. Nick paró y abrió la puerta
del copiloto.
—Sube.
Miley lo miró sin saber qué hacer. No sabía
si estaba a salvo tan cerca de él.
—Venga,
no estoy armado ni soy peligroso. Solo quiero hablar.
Miley se acercó a la furgoneta.
—Últimamente
te comportas de una forma muy rara —comentó—. No sé si será porque no tienes
bizcochos.
Nick
la miró con severidad, haciéndola enrojecer.
Por
fin ella entró y se quitó la capucha.
—Vas
a pescar un resfriado —apuntó él poniendo la calefacción.
—No
hace tanto frío. Además, llevo un buen impermeable.
Nick
condujo sin decir nada hasta que llegaron a su rancho.
Apagó el motor, se quitó el sombrero y se quedó mirándola.
Apagó el motor, se quitó el sombrero y se quedó mirándola.
—Tu
padre me ha dicho que no vas a dejar el trabajo.
—Así
es.
—He
estado hablando con Grier —dijo Nick dando golpecitos en el volante.
—¡Ya
está bien! ¡No me pueden detener por no querer dejar el trabajo! —lo
interrumpió Miley
.
—No
de eso —contestó Nick—. Hay un hombre que podría estar involucrado en la muerte
de varios toros y está en la ciudad. Te voy a enseñar una foto suya y quiero
que me digas si lo has visto por Shea 's.
—Al
de la izquierda, no lo he visto nunca, pero el otro suele venir los sábados por
la noche y bebe whisky —contestó Miley mirando la fotografía —.Grita e
insulta y Tiny le tuvo que decir anoche que se fuera.
—Es
vengativo —dijo Nick apretando las mandíbulas.
—No
lo sabes tú bien. Cuando Tiny terminó de trabajar y fue a su coche, se encontró
todas las ruedas pinchadas.
—¿Se
lo ha dicho al sheriff?
—Sí.
Le han dicho que lo van a investigar, pero no creo que puedan demostrar nada.
—Estamos
investigando a un hombre que se llama Jack Clark —le dijo—. Es el de la foto.
Si vuelve por Shea 's, me gustaría que nos dijeras con quién habla. Que no se
dé cuenta. Dile a Tiny que deje estar lo de las ruedas. Ya se las pago yo.
—Eso
es un buen detalle por tu parte.
Nick
se encogió de hombros.
—Te
protege y eso me gusta.
La
estaba mirando fijamente y Miley se puso nerviosa.
Aquello de estar con él en un espacio tan reducido, bajo la lluvia... Era como estar en otro mundo.
Aquello de estar con él en un espacio tan reducido, bajo la lluvia... Era como estar en otro mundo.
—¿Qué
toros creéis que ha matado? —le preguntó.
—Para
empezar, el de tu padre.
—¿Por
qué iba a matarlo? —preguntó sorprendida.
—Porque
era hijo de otro que ya había matado en Victoria. Trabajaba para el dueño de
aquel y lo echó. Por lo visto, sus venganzas se extienden muy lejos.
—¡Está
loco!
Nick
asintió.
—Por
eso, si vuelve, ten cuidado con él. No te enfrentes a él, no lo mires, que no
se dé cuenta de que lo estás observando —le advirtió—. Odio que vayas a estar
tan cerca de un lunático. Tendría que haberme enfrentado a Tiny también y
haberte sacado de ese lugar —suspiró.
—No
soy responsabilidad tuya —apuntó ella con el corazón a mil por hora.
—¿Ah,
no? —protestó Nick mirándola de arriba abajo.
Miley tragó saliva. Estaba más guapo que
nunca.
—Me
tengo que ir —anunció.
De
repente, Nick se echó hacia delante, la tomó entre sus brazos y la sentó entre
sus piernas.
—¡Nick!
—exclamó Miley
avergonzada
ante aquella postura.
Él le
pasó un brazo por la cintura y se quedó mirándola.
—Si
te sigues moviendo, te vas a chocar con eso que diferencia a los hombres de las
mujeres —le advirtió.
Miley se quedó inmóvil al segundo. Sabía a
lo que se refería. Ya se había rozado con aquella diferencia en el baile y
estaba volviendo a ocurrir. Lo miró roja como un tomate.
—Te
lo dije —dijo Nick—. Pero, ¿no sabes que los hombres se suelen excitar cuando
tienen a una mujer encima?
Miley le dio un golpecito en el hombro
intentando no perder la compostura.
—¡Suéltame!
—De
eso, nada —contestó él echándola hacia atrás y mirándola a los ojos —.¿Qué es
lo que te da tanto miedo?
Miley tragó saliva.
Le temblaban las piernas.
Tenerlo tan cerca era como una droga.
Sintió los pechos duros contra su torso.
Le temblaban las piernas.
Tenerlo tan cerca era como una droga.
Sintió los pechos duros contra su torso.
Nick
se echó un poco hacia atrás y observó los pezones erectos.
—¡Deja...
de mirarme eso! —le espetó ella.
Nick
enarcó una ceja y sonrió.
— A
los hombres nos gusta saber cuándo causamos buena impresión — bromeó.
Miley se mordió el labio.
—Te
estás pasando.
Nick
se echó hacia delante y la besó.
—A mi
cuerpo le gustas. Te lo está diciendo muy claramente.
—Tendrías.
..que... hablar con él —contestó Miley en un hilo de voz.
—No
se aviene a razones —murmuró Nick mordiéndole el labio superior y acariciándole
el escote.
Le
quitó el impermeable sin dejar de besarla y, sin darse cuenta, también la
blusa.
Miley tampoco se dio cuenta.
Estaba concentrada en sus eróticos besos y en sus dedos rozándole los pechos por encima del sujetador.
Estaba concentrada en sus eróticos besos y en sus dedos rozándole los pechos por encima del sujetador.
Tenía
una pierna de Nick entre las suyas, acariciándola de forma también muy erótica.
No le importaba nada, solo que no parara.
No le importaba nada, solo que no parara.
Nunca
se había imaginado que se pudiera excitar tanto. Rezó para que le quitara el
sujetador y le tocara bien. Aquello era una dulce tortura. Nick la estaba
mirando y debía de estar viendo lo mucho que lo deseaba.
No
era el momento para pensar en que, en el futuro, aquel recuerdo le daría
vergüenza. Lo único que importaba era que moviera aquella mano un par de
centímetros. Miley
se
retorció e hizo todo lo que pudo.
Cada
vez llovía más, pero Miley oía su propia respiración, cada vez
más agitada, y el ritmo frenético de su corazón.
—¿Te
importaría... tocarme? —gritó.
—¿Dónde?
—¡Lo
sabes... perfectamente!
Nick
la miró a los ojos mientras obedecía. Al sentir su mano sobre el pecho, Miley se estremeció de pies a cabeza.
—Eres
una caja de sorpresas... —comentó él.
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