Miley lo miró mientras Nick encendía el
motor.
—¿Te
ha hecho daño?
—En
el orgullo —contestó él sonriendo—. Es la primera vez que me tiran contra una
mesa tan fácilmente.
—Bueno,
lo has intentado —dijo ella—. Gracias.
—No
debí permitir que siguieras trabajando aquí. Esto ha sido culpa mía.
—Yo
tomé esa decisión.
Nick
le besó los párpados.
—Mi
pobre cosita —le dijo con ternura—. No creo que sea buena idea que te vea tu
padre así — añadió viendo que también tenía sangre en la blusa—. Te voy a
llevar a casa y, desde allí, llamamos a tu padre y le decimos que la noche se
ha complicado y que vas a llegar tarde.
—De
acuerdo —contestó Miley —, pero no es tonto.
—Ya
lo sé. Es una excusa. Es solo porque quiero estar contigo y curarte las
heridas.
—Estoy
bien —sonrió Miley
—,
pero te dejo que me cures.
Nick
sonrió y se alejaron en su coche.
LA
casa estaba vacía y silenciosa. La única luz que estaba encendida era la del
salón. Nick condujo a Miley por el pasillo hasta su habitación,
cerró la puerta y la metió en el cuarto de baño.
Las
toallas eran azules, como todo en aquella estancia, y estaban bien almidonadas
y planchadas. Nick sacó el maletín de primeros auxilios. .
—Menuda
herida tienes aquí —le dijo levantándole el mentón —.y aquí otra, pero más
pequeña —añadió comenzando a desabrocharle la blusa.
Miley le agarró la mano
—No
pasa nada.
Miley le dejó seguir.
Nick
le quitó la blusa y la tiró al suelo. Miró a ver si tenía más heridas. Vio que
le estaba saliendo otro moratón en el hombro. Le desabrochó el sujetador y lo
tiró también al suelo, a pesar de que Miley hizo amago de recuperarlo.
Tenía
otro moratón en el pecho.
—Canalla
—exclamó Nick furioso, tocándoselo.
—Él
también se ha llevado lo suyo —contestó Miley intentando animarlo.
—y
más que le tendríamos que haber dado. Yo, desde luego, lo he hecho fatal. Mira que comerme ese puñetazo como un
chiquillo —dijo Nick despreciándose a sí mismo.
Miley le acarició la cara.
—No
pasa nada, Nick.
El le
miró el pecho con preocupación.
—No
me gusta nada ese moratón.
—El
mes pasado me hice uno peor cuando me caí del caballo y ya se me ha quitado.
—Sí,
pero el sitio es muy malo.
—El
otro, también.
Al
ver que Nick le bajaba la cremallera del pantalón, Miley sintió pánico.
Él no se dio cuenta y siguió adelante quitándole los zapatos y los calcetines.
Él no se dio cuenta y siguió adelante quitándole los zapatos y los calcetines.
—¡Nick!
—gritó Miley
cuando
él puso las manos sobre las braguitas de encaje blanco.
—Sabía
que ibas a protestar, pero no está el horno para bollos —dijo soltándole el
pelo y abriendo la ducha.
—¡Ya
puedo yo! —protestó Miley .
Nada.
Nick le bajó las braguitas, la tomó en brazos y la metió en la ducha.
Nick le bajó las braguitas, la tomó en brazos y la metió en la ducha.
—Dúchate
mientras pongo una lavadora con tus cosas —le indicó recogiendo su ropa del
suelo.
Miley se enjabonó el cuerpo intentando
borrar las sucias huellas de Clark.
Al
salir, se envolvió en una de las enormes toallas.
Se estaba preguntando qué se iba a poner cuando apareció Nick con un vestido de terciopelo negro.
Se estaba preguntando qué se iba a poner cuando apareció Nick con un vestido de terciopelo negro.
—Toma
—le dijo quitándole la toalla y dándole el vestido.
Miley se apresuró a ponérselo roja de
vergüenza.
Se dio
cuenta de que Nick también se había duchado porque llevaba un albornoz abierto
y solo unos calzoncillos de seda negros.
—Ahora
vamos a ponerte pomada antibiótica en esas heridas y a secarte el pelo —sonrió
—.Me encanta tu pelo.
—Tarda
mucho en secarse.
—Bueno,
no tenemos prisa, ¿no? He llamado a tu padre y he intentado contarle lo menos
que he podido.
—¿Está
preocupado?
—Por
tu virginidad, creo que sí —bromeó Nick agarrando la pomada —.Debe de creer que
te he traído a mi casa para acostarme contigo.
—¿y es
así? —preguntó Miley en un hilo de voz.
—Si
tú quieres, sí. Depende de ti.
Aquello
la sorprendió. Miley se quedó muy quieta mientras Nick le
ponía la pomada en las heridas. Al terminar, enchufó el secador y se puso a
secarle el pelo. Eso de estar tan cerca de él mientras le secaba el pelo era de
lo más íntimo. Miley pensó que jamás se hartaría de algo
así. En su vida. Pensó que, siempre que se lavara el pelo, recordaría las
enormes manos de Nick. Sonrió y echó la cabeza hacia atrás con los ojos
cerrados.
—No
te duermas —dijo él.
—No
—contestó Miley .
Sintió
los labios de Nick en el pelo a la vez que las manos en los hombros. Miley no protestó y Nick siguió bajando
hasta posar sus enormes manos sobre sus pechos, como si le pertenecieran por
derecho.
A los
pocos segundos, los dos albornoces estaban en el suelo, y Miley y Nick se abrazaban con fuerza, con
los cuerpos pegados uno al otro. Era la primera vez que Miley besaba a alguien desnuda.
Le
encantó el roce del vello de su torso contra sus pechos. Le clavó las uñas en
los antebrazos e intentó que la cabeza no le diera vueltas.
—Te
gusta, ¿eh? —susurró él—. Pues hay cosas todavía mucho más excitantes.
La
tomó en brazos y comenzó a besarla con pasión.
Miley correspondió a su ardor decidida a no negarle nada.
Miley correspondió a su ardor decidida a no negarle nada.
La
llevó a la cama y la depositó en el centro. Su primer impulso fue quitarse los
calzoncillos y zambullirse en su cuerpo, pero apretó los dientes y logró
controlarse.
Se
tumbó a su lado y la besó con fruición.
—Cómo
me apetecía hacer esto —jadeó deslizando su mano hasta la entrepierna de ella—.
¡Es lo que más deseaba en el mundo!
Miley fue a decir algo, pero, al sentir sus
dedos dentro de su cuerpo, no pudo articular palabra.
—Ya
eres mayorcita —se justificó él —He esperado todo lo que he podido.
Comenzó a tocarla con delicadeza sin dejar de
besarla. Sus dedos expertos exploraron su interior hasta lograr que Miley comenzara
a moverse con él.
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