miércoles, 23 de enero de 2013

Un rencuentro volatil cap 12



Al día siguiente Robert se quedó sorprendido cuando Demi le contó lo que había pasado.

–¿Vas a volver con Joseph Volakis? ¿Por qué?

–Cuando nos vimos en la casa de Francia me pidió que le diese otra oportunidad – admitió ella nerviosa – Lo he pensado y he decidido que tiene razón…

–Pero tú eras infeliz con él.

–Las cosas empezaron a ir mal cuando murió nuestro hijo pero antes éramos felices.

–¿Y nosotros? – le preguntó Robert– ¿Qué pasa conmigo Demi ?

–Somos amigos nunca hemos sido nada más.

–¿Y de quién es la culpa? Tú querías esperar a que el divorcio estuviera finalizado…

–Seguimos siendo socios y no quiero que nos enfademos.

–Somos socios y eso no va a cambiar –asintió él con innecesaria vehemencia– Pero ya puedes decirle a Joe Volakis que no voy a permitir que compre mis acciones en Diseños Tallulah.

Después de tan emocional confrontación Demi agotada se preguntó si habría dejado que Robert se hiciera expectativas irreales.
Ella sólo lo quería como amigo y jamás había pensado en él como algo más.

A las siete de la tarde Demi llegó con su equipaje a la casa que Joe había comprado.

Era un edificio grande imponente amueblado de manera tradicional nada que ver con su antiguo apartamento.
De hecho parecía una casa familiar más que la vivienda de un hombre soltero.

Pero el estudio resucitó infortunados recuerdos del pasado cuando él no volvía a casa hasta altas horas de la madrugada o se quedaba trabajando hasta las tantas en su ordenador...

Demi dejó sus cosas en el dormitorio de invitados.
Iban a darse otra oportunidad pero eso no significaba que tuvieran que acostarse juntos de inmediato.

De hecho poner cierta distancia entre los dos mientras se acostumbraba a la idea de volver a ser su mujer le parecía lo mejor.

En cualquier caso se vistió con sumo cuidado para su primera cena en Londres eligiendo un vestido de flores que acariciaba sus muslos y se ajustaba a sus pechos.

Cuando oyó que se abría la puerta de entrada se levantó el corazón palpitando locamente y esperó en la puerta del salón adonde la había acompañado el ama de llaves.

Con un traje de chaqueta oscuro el cabello despeinado por el viento y sombra de barba Joe la miraba fijamente.
En su opinión la única palabra que podía definirlo era «hermoso».

Tenía la belleza de un predador.

–¿Tienes hambre? – le preguntó él a modo de saludo.

Y a ella le dio un vuelco el corazón el deseo sexual atravesándola como una espada.

–No la verdad es que no.

–Podemos comer algo charlar…

–Me he instalado en la habitación de invitados – dijo para dejar eso claro antes de nada.

–Muy bien. Espero que no te quedes allí para siempre pero soy un hombre paciente.

–Antes no lo eras.

Joe clavó en ella sus ojos dorados.

–Quiero que sigamos casados y haré lo que tenga que hacer para conseguirlo yinekamou.

Que fuese tan directo la sorprendió recordándole que se escondía detrás de la mentira de que quería volver con él por decisión propia.

–No será fácil.

–Un masoquista dijo una vez que nada que mereciese la pena era fácil de conseguir – bromeó Joe para romper la tensión.

El elegante vestido era mucho para una chica que una vez había pensado que una gota de perfume era el colmo de la formalidad de modo que Demi había hecho un esfuerzo pensó Joe .
Y podía ver lo nerviosa que estaba.

Aún no había entendido pensó con cierta ternura que el único vestido que admiraba era el que podía quitarle en un segundo.
Pero tendría que hacer un esfuerzo para disimular.

Demi se quedó dormida esa noche en cuanto puso la cabeza sobre la almohada el estrés y el agotamiento dejándola rendida.

Había vuelto con Joe y aunque no dormían juntos que él lo hubiera aceptado sin protestar o sin pedirle explicaciones le hacía saber que de verdad estaba dispuesto a intentarlo de nuevo.
Tal vez tendrían otro hijo se encontró pensando.

Pero enseguida se vio sobrecogida por un abrumador sentimiento de culpa y decidió que era demasiado pronto para pensar en ello.

No había manera de reemplazar al niño que había perdido.
Incluso pensar que podría algún día formar una familia era un paso demasiado grande para ella.

Una mano rozó su hombro suavemente y Demi abrió los ojos sorprendida.
Joe estaba al pie de la cama.

–Hola… ¿qué hora es?

–Temprano no te preocupes – dijo él – Es el día de nuestra reconciliación– le recordó luego – Y nos vamos de vacaciones.

–¿De vacaciones? – repitió Demi – ¿Por qué?

–A veces tengo buenas ideas –respondió Joe – Necesitamos tiempo para acostumbrarnos el uno al otro de nuevo y no creo que fuese fácil teniendo alrededor amigos yf amiliares. Así que nos vamos a mediodía.

–¿Adónde?

Él la miró con una sonrisa enigmática.

–Es una sorpresa. Pero todo está organizado así que no tienes que hacer nada. Nisiquiera la maleta.

–Pero… ¿cómo que no tengo que hacer la maleta? – exclamó Demi .

–Le he pedido a una amiga que envíe una selección de ropa de verano a la villa en la que
nos alojaremos. No quiero que tengas que preocuparte por nada… y no quiero que te enfades
es un regalo – se apresuró a decir Joe .

–¿Cuánto tiempo estaremos fuera? Yo tengo un negocio que llevar. Tengo clientes esperando…

Él le puso un dedo sobre los labios.

–Sólo por una vez piensa en nuestro matrimonio antes de nada. Eso es lo que yo voy a hacer. Los clientes van y vienen los matrimonios son mucho más frágiles – le dijo – Tenemos una oportunidad y vamos a aprovecharla moli mou.


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