martes, 22 de enero de 2013

La prometida del desierto cap38


Nick se merecía a una mujer como Selena decidió dolida intentando odiarlo para conseguir sólo que el dolor fuera más profundo.

—Cometí un error trayéndote a Datar —murmuró él con pesadez.

Miley se puso rígida y frunció el ceño.

—Creí que podía hacerte feliz... al menos por un tiempo

Nick mostraba aúnmás ferocidad en todos sus músculos tensos

—Ahora sé que fue muy arrogante por mi parte... y estúpido imperdonablemente estúpido. Me dejé arrastrar por la pasión. Nunca había deseado a una mujer como te deseaba a ti. Eras mi sueño... En el nombra de Alá parezco un adolescente.

Con una áspera carcajada de turbación se acercó a la ventana.

—Fui lo bastante ingenuo como para creer que podríamos pasar un tiempo especial juntos sin ningún coste para ti. Me quedaba tan poco tiempo. No tengo libertad de elección. Tengo que casarme y tener hijos. Tengo treinta años y esa no es una edad de permanecer soltero en mi posición.

—Sí — susurró ella temblorosa absolutamente desgarrada por la honestidad que no había esperado.

«Tú eras mi sueño» reflexionó ella con una oleada de dolor casi insoportable Nick tenía un tacto exquisito pero lo que le estaba contando es que ella era su última fantasía sexual.

—Si no fuera por mi familia te mandaría a Londres ahora mismo porque debe ser lo que deseas pero por su bien te pido que te quedes un poco más. La partida demasiado repentina de mi esposa les causaría una seria vergüenza.

Miley no se atrevió a mirarlo.
La idea de que la llevaran a casa inmediatamente le horrorizó.
Sin embargo era una cobardía querer retrasar lo inevitable.

«Aquel tiempo especial juntos»...
¿Por qué no sería ella del tipo demujeres que podían aceptar eso?

Y de repente por fin comprendió por qué no lo había aceptado.
Ella había querido más.

Todo el tiempo había querido más incluso cuando estaba peleando con él y le decía que no creía en el matrimonio.

Ella también había tenido sueños había deseado que la hiciera el amor había querido que él demostrara que el matrimonio entre ellos podría funcionar contra todas las expectativas.

Y eso era mucho más ingenuo que todo lo que él había esperado comprendió con dolor.
La Cenicienta consigue al príncipe el último cuento de hadas...

¿Quién hubiera creído que la prosaica Miley Cyrus podría albergar tal sueño?

—¿Cuál es tu decisión? —preguntó Nick en voz muy baja.

—Me quedaré. Podré hacer mi investigación.

—Por supuesto... tu investigación.

Pero no era eso lo que planeaba hacer decidió Miley con una abrupta oleadade decisión que la sorprendió.

En ese momento Nick debía pensar que el final del verano no era suficiente pronto.
Ya había tenido suficiente y se había sentido decepcionado.
Sentía que se había puesto en ridículo y había abandonado su sueño.

Bueno pues ella no pensaba abandonar con tanta facilidad.
Si iba a pasar el resto de su vida enamorada del marido de otra mujer al menos pensaba tener recuerdos quemerecieran la pena.

Ahora mismo él era su marido y con lo vengativa que se sentía Selena sería siempre la segunda y Nick iba a languidecer por su primera mujer el resto de sus días.

—He estado pensando mucho desde que llevo en esta cama...

—Tú nunca dejas de pensar —dijo Nick sombrío como si fuera la peor ofensaque una mujer pudiera cometer.

—Mi investigación significa mucho para mí pero es una traba que yo no sepa árabe. Verás mi asistente sí sabía árabe —Miley suspiró — Por eso le escogí y supongo que tú estarás demasiado ocupado para que podamos hacer el viaje juntos.

—¿Un viaje?

Se dio la vuelta bruscamente hacia ella.

—Al desierto. Así podría tener la auténtica visión de la vida nómada. Por supuesto quiero experimentar ser una auténtica...

—¿Auténtica? — preguntó él mientras la estudiaba con verdadero esfuerzo porocultar lo asombrado que estaba.

—Auténticamente básica y de vuelta a la naturaleza... sólo tú y yo y los elementos sin una corte de guardianes y sirvientes.

—Pero estarías sola conmigo —señaló con sequedad Nick mirándola con intensidad — No sabía que desearas someterte a tal intimidad.

Miley inspiró con fuerza con las mejillas de color escarlata mientras bajaba la vista.

—¿Cuándo he dicho yo que no lo deseara? No te odio ni nada parecido.

El silencio le atronó en los oídos.

—¿Confiarías en que no te tocara? No estoy seguro de poder resistirme a la tentación de estar solo contigo.

Parecía que admitirlo le estaba costando un esfuerzo físico.

—Esperaba que no...

Miley se humedeció los labios secos y empezó a preguntarse si no se habría vuelto loca.
Tenía la sensación de que él se estaba preguntando lo mismo.
Luz verde... después luz roja.

—¿Estabas esperando que no me resistiera a la tentación?

Ella asintió muda y Nick le dio el susto de su vida.

Gimió algo en árabe y la sacó de la cama con gotero y todo justo cuando la puerta se abría.



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