martes, 8 de enero de 2013

Dama de treboles cap 73



Nick anudó las riendas a una rama baja de modo que el animal llegara al agua con holgura.
Cuando él se acomodaba en el suelo ella se puso en pie.

   —¿Adónde vas? — preguntó alzando un poco la cabeza — ¿Ya tienes hambre?

   —No es eso necesito hacer una cosa — le explicó empezando a desabotonarse el vestido.

   —Miley  no es necesario — quiso frenarla.

   No quería que pensase que la había llevado allí para hacerle el amor.

   —Necesito quitarme el corsé con él estoy incómoda en el suelo.

Nick se sintió como un ***** por haber sacado una conclusión equivocada y se tumbó con el sombrero sobre la cara.
Una vez notó que se acomodaba a su lado levantó el sombrero.
El vestido descansaba a un lado con el corsé encima.

   —Mucho mejor así ¿verdad? — aseguró Nick.

Desde luego él así lo creía solo cubierta por la enagua y la liviana camisa estaba muchísimo mejor.
Levantó el corsé con una mano estudiando aquel extraño mecanismo.

Miley se lo arrebató de un zarpazo y lo escondió debajo del vestido.

   —Cuando tengas hambre me lo dices —comentó divertido.

A Nick aún le costaba entender su curioso concepto del decoro.
No le incomodaba la desnudez en cambio se mostraba pudorosa si él observaba su corsé.

   —Antes necesito hacer otra cosa más — añadió Miley

Él la observaba apoyado sobre un codo.
No sin dificultad consiguió quitarse los zapatos al no disponer del abotonador.
Se deshizo en un momento de las ligas y las medias.
Cuando estuvo descalza se dirigió al agua con las enaguas arremangadas.

   —¿Es muy profundo?

   —Te cubrirá más o menos lo mismo que te cubre la camisa — calculó — ¿Piensas bañarte?

   —Solo mojarme los pies.

Siguió contemplándola mientras se adentraba con cuidado en el agua y le encantó ver que cerraba los ojos con una sonrisa de felicidad.

Al poco volvió estudiando con cuidado dónde pisaba para no lastimarse los pies y se sentó de nuevo a su lado.

Él se arrimó despacio y jugó con un mechón rebelde que caía parejo a su mejilla.
Se inclinó y la besó con dulzura.

   Pero Miley respondió con frialdad.

   —¿Qué pasa?

   —¿Con ella también era así?

El disgusto era demasiado reciente y despertó antiguos fantasmas.
Nick cerró los ojos tratando de mantener la calma.

   —No con ella todo fue superficial. ¡Todo! Y aquel día no fui yo quién la buscó fue ella la que me buscó a mí.

   —Entonces ¿por qué te dio una bofetada? — replicó si él estaba dolido ella también lo estaba.

   —Porque en aquel momento dije tu nombre.

   Miley creyó morir de felicidad.
Se aferró a él y hundió la frente en su hombro.

   —Será mejor que volvamos — dijo Nick con sequedad.

Se puso en pie y ella lo secundó.
Aceptó que la ternura y la intimidad se habían acabado pero antes tendría que escucharla.

   —Siempre sospeché algo así pero necesitaba oírlo de tu boca eso es todo. Ella me retó asegurando que podía conseguirte en cualquier momento y yo te odié al creerte un juguete en sus manos.

   —Ahora soy yo el que exige explicaciones. Si sospechabas que todo lo había urdido ella ¿por qué te lanzaste contra mí como una fiera? — se revolvió con tono bajo.

   —¡¿No has oído hablar de los celos?! — le gritó.

Aquello hizo cambiar de pronto el humor de Nick que volvió a sentarse en la hierba y tiró de ella para que lo hiciese a su lado.

   —Si hay celos significa que hay algún tipo de sentimiento — dijo mirándola a los ojos.

Nick la tumbó.
Al principio se mostró agitada pero su mirada bastó para apaciguarla y él se recreó en ello consciente de su poder.

   —No puedo compartirte Nick — confesó en voz baja — Tus besos los quiero todos para mí.

Su confesión lo llenó de orgullo se acercó a su boca y la tomó con pasión.
Esta vez Miley le respondió con idéntica entrega.
La besó durante largo rato y ella disfrutó de él acariciando su cuerpo con osadía.

Nick le abrió la camisa y tomó por primera vez su pecho desnudo.
Bajó la cabeza para besarla en el cuello lo saboreó con pequeños mordiscos que la hicieron temblar. Le acarició el pecho con la mano abierta jugando a excitarla.

Sin dejar de besarla tomó el otro pecho rozando su endurecido pezón con la palma.
Volvió a su boca y ella le hundió los dedos en su pelo; no quería que acabase y lo retuvo para gozar con la delicia que le ofrecía.

   Nick se separó poco a poco y en contra de su deseo se obligó a acabar con el juego.

   —Tenemos que parar — jadeó.

Se tumbó boca arriba y quedaron uno junto a otro en la misma postura.
Durante un rato permanecieron en silencio.

Miley se sentía frustrada.

Durante las últimas noches se limitaba a besarla y abrazarla con delicadeza.
Si continuaba tratándola con tanta caballerosidad iba a acabar gritando como una poseída.

Se giró boca abajo y se irguió apoyándose en los antebrazos.
 Él ladeó la cabeza para mirarla y le guiñó un ojo con lo que arrancó una sonrisa de Miley

   —Es la primera vez que haces eso.

   —Es la primera vez de muchas cosas pero habrá más —aseguró— Ahora no tenemos tiempo.

Nick quería disponer de todo el tiempo del mundo para iniciarla en cada nueva forma de placer y hacerla gozar hasta el éxtasis.
Y ése no era el mejor momento.

Miley recordó el asco y la rabia de verse sometida bajo el cuerpo de McNabb así como el repugnante contacto de su aliento aguardentoso.

   —Esto es algo más que lujuria… Supongo que los hombres no creéis en ese tipo de emociones y solo lo consideráis una satisfacción física — comentó bajando la vista.

   —No me juzgues por lo que te hizo aquel miserable. Si sólo se tratase de ese tipo de satisfacción no tendría tanta paciencia. Me bastaría con acercarme a Kiowa. Tú has vivido allí y debes de saber que hay sitios para eso — replicó mordaz.

Ella se quedó mirándolo fijamente pero su mirada se fue transformando en ira tal como se le fueron entornando los ojos.
La idea de imaginarlo con otras mujeres la hacía bullir de celos.

Nick adivinó su pensamiento asombrado ante la capacidad para comunicarse sin palabras que estaban adquiriendo día a día.

   —La respuesta a lo que estás pensando es «sí» — Ella giró la cabeza — ¿Qué esperabas? Tengo veintinueve años y no he sido un monje. Te aseguro que lo mejor es que uno de los dos tenga cierta experiencia y como comprenderás prefiero ser yo el que la tenga.

   —Si mi comportamiento fuera el de una dama como Cordelia se esforzó en enseñarme te abofetearía por ese comentario tan arrogante — murmuró atravesándolo con la mirada.

   —Si fueses una de esas damiselas altivas y remilgadas el día que te conocí habría salido corriendo.

Aquel comentario divirtió a Miley .
Disipada la tensión Nick la atrajo dispuesto a no remover más el asunto.

   —Desde hace un mes y dieciocho días, solo tengo ojos para una mujer.

   —¿Crees en la fidelidad? — le preguntó con los ojos fijos en los de él.

   —Creo que nadie va a buscar oro a California si tiene un tesoro en su casa.

Su mirada fue tan sincera que a Miley se le formó un nudo en la garganta pero quería aprovechar el momento en que él había decidido abrirle su corazón.


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