Una par de horas después Miley sentada frente al tocador del cuarto de Emma sonreía encantada con la imagen que le devolvía el espejo.
Mereció la pena soportar el engorro de las tenacillas calientes ya que Minnie y Hanna se habían empeñado en llenarle la cabeza de bucles.
Tenía que reconocer que le favorecía el pelo recogido en un mono del que caían un sinfín de rizos hasta más abajo de la nuca.
Durante la laboriosa sesión de peinado la habitación se convirtió en un trasiego de gente entrando y saliendo.
Patty la observaba ensimismada y le confesó que de mayor quería ser tan guapa como ella.
Miley perpleja ante tal muestra de adoración le aseguró que cuando creciese se convertiría en la mujercita más hermosa de Colorado.
Matt no paraba de refunfuñar ya que la invasión femenina del que también era su dormitorio lo obligó a vestirse en el cuarto de los chicos.
Entre tanto el pequeño Tommy no paraba de gritar gateando por la cocina al ver que todo el mundo pasaba junto a él sin prestarle atención.
Albert no dejó de molestar a su madre hasta que consiguió que le planchase la camisa antes que a los demás.
Y Joseph insistió e insistió hasta que Miley le reservó su primer baile.
—Este chico parece tonto — aseguró Minnie con ojos entornados.
Hanna no pudo aguantar la risa y Minnie la fulminó con la mirada.
—No tengo demasiada experiencia — dijo Miley — pero creo que los hombres muestran más interés cuanto menos caso se les hace.
—Qué gran verdad. Al sentirse ignorados se despierta en ellos un instinto de cazador
corroboró Emma humedeciéndose el dedo para probar el calor de la plancha
— Minnie se está haciendo tarde es hora de que vuelvas a tu casa para vestirte. Y tú Hanna vístete y encárgate de tu hermana — dijo alargándole su vestido recién planchado.
Antes de irse Minnie regresó al cuarto con Tommy que no paraba de gimotear.
—Toma — bromeó entregándoselo a Miley — un hombrecito que se siente ignorado.
Emma rio la ocurrencia y la apremió para que no se demorase más.
—No hay nada peor que planchar en verano — protestó colocando el vestido de Miley sobre la tabla.
—Déjalo por favor puedo encargarme yo.
—Tú ya haces bastante encargándote de Tommy.
Miley acarició la cabeza del pequeño pensando en la pelea de hacía un rato.
Nick no era vengativo pero cuando se fue de casa estaba tan enojado que quizá ni asistiese al baile y sin él presente no tenía intención de bailar con otros hombres.
Puede que esa noche fuera la más elegante del banco de las que no bailan nunca.
Cuando toda la familia estuvo dispuesta para salir Albert enganchó los caballos.
En el pescante junto a Matt se acomodaron Miley y Emma con Tommy en el regazo de su madre.
En la trasera subieron los cuatro hermanos mayores.
Los chicos protestaron por tener que ir detrás pero Emma y Miley no estaban dispuestas a arrugar sus vestidos así que tuvieron que conformarse.
Emma esperaba ansiosa la reacción de los presentes ante la nueva imagen de Miley en especial quería ver la cara de su hermano y de paso también la de Harriet.
Se amonestó a sí misma mentalmente por tener una idea tan mezquina pero la verdad es que se moría de ganas.
Miró a su cuñada y se sintió muy satisfecha del resultado.
Lo cierto es que no había sido tarea difícil porque Miley tenía una belleza natural y una figura envidiable ocultas hasta entonces por su falta de coquetería.
Ella solo había tenido que darle un par de consejos y enseñarle algunos trucos femeninos.
Había sido tan sencillo como destapar un paquete.
A la puerta del salón comunitario bajó toda la familia y Matt llevó el carro un poco más adelante para atar los caballos.
—¿Quién de vosotros se encarga del bebé? — preguntó Emma a sus cuatro hijos mayores.
El pobre Tommy se quedó con los brazos extendidos y la boquita abierta porque los cuatro huyeron como comadrejas.
Emma contempló la desbandada con los labios apretados.
—Habían prometido turnarse para que Matt y yo podamos bailar al menos un rato — protestó.
—A mí no me importa hacerlo — sugirió Miley
Estaba inquieta quizá todas sus ilusiones quedasen rotas en un momento.
—No estés nerviosa — la regañó su cuñada — vas a ser la más admirada te lo aseguro. Habrá cola para bailar contigo. Mira ya viene Matt por ahí. Muérdete los labios y humedécelos con la lengua — le dijo mientras le pellizcaba las mejillas y miraba el resultado — Ahora estás perfecta.
—Señoras — se colocó entre las dos rodeándolas por la cintura — déjenme disfrutar de este momento porque voy a ser el hombre más envidiado de Indian Creek.
Cuando Matt entró en el baile rio satisfecho ante los silbidos de admiración de algunos hombres que no dudaron en acercarse y bromear con él sobre lo bien escoltado que iba.
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