sábado, 5 de enero de 2013

A merced del griego cap 25



Al parecer la conversación había terminado y Miley permaneció en su asiento esforzándose por contener las lágrimas.

Finalmente se levantó y se encaminó hacia el dormitorio.

-Has reconsiderado mi oferta? - preguntó Nick en tono desenfadado.

Miley se volvió hacia él hecha una furia.

-No no la he reconsiderado! ¡No se me ocurriría volver a meterme en tu cama sabiendo que en cualquier momento podrías echarme para poder seguir adelante con tu vida!

-Entonces ¿por qué te acostaste conmigo la primera vez?

-Tu madre asumió...

-Mi madre asumió que manteníamos una relación pero eso no responde a mi pregunta... Ah... ya comprendo...

Nick permaneció un momento en silencio mientras asentía lentamente

-Viste una oportunidad y te aferraste a ella con ambas manos ...- añadió en un tono que dejó helada a Miley

- Antes me he preguntado cómo podían haber cambiado tan drásticamente las cosas entre nosotros. Llevas meses ocupándote de la casa ayudándome en mi trabajo cuando lo he necesitado y todo sin quejarte. Sin embargo, aquí estás ahora exigiéndome promesas de un futuro...

-Yo no te he exigido nada... yo...

-Cállate! -espetó Nick - ¿Cuándo empezaste a pensar en el buen partido que podía ser? ¿Cuando supuestamente te dejaste tentar para meterte en mi cama? Supongo que pensaste que si jugabas bien tus cartas conmigo tendrías una oportunidad, ¿no?
Miley se puso intensamente pálida.

-Qué... qué...? -balbuceó.

-Pensaste que conseguirías algo camelando a mi madre? A fin de cuentas sabías que ninguna otra mujer había estado nunca en situación de conocer a algún miembro de mi familia. Tal vez pensaste que las circunstancias habían puesto esa oportunidad en tus manos... Una vez me dijiste que creías en el destino...

-No! ¡Nada de lo que estás diciendo es cierto!

Cada vez más lanzado Nick ignoró la interrupción de Miley .

-¡Acostarte conmigo sabiendo que te deseaba debió ser la guinda que colmó el pastel!

Pensó en las numerosas ocasiones en que había deseado que llegara la noche para volver a casa y estrecharla entre sus brazos para sentir las voluptuosas curvas de su cuerpo bajo sus manos y se odió por su debilidad

-¿Cuándo empezaste a pensar que podría ser una buena presa? ¿Cuando viniste aquí y viste mi casa por primera vez?

Nick recordó la expresión maravillada de Miley  sus ojos abiertos de par en par mientras miraba a su alrededor... y podría haberse abofeteado por no haber pensado en ningún momento que iba tras su dinero.

-No se cómo puedes seguir ahí diciendo esas cosas Nick - murmuró Miley  desolada.

-Porque soy un hombre muy práctico. Y también soy muy rico. Y los hombres ricos y prácticos tenemos mentes suspicaces. Deberías haberlo tenido en cuenta.

-Esto es como un mal sueño - susurró Miley  - Las personas se despiertan de los malos sueños.

-Pero esto no es un sueño. Esto es la realidad.

-Sí. Sí lo es - dijo Miley .

Una realidad que se había buscado ella misma.
Como un autómata giró sobres sus talones y fue al dormitorio donde empezó a sacar frenéticamente sus posesiones de armarios y cajones para arrojarlos a la cama.

Cuando salió para acudir a su antigua habitación por el resto no vio rastro de Nick .
Probablemente estaría en su estudio.

Después de todo el tiempo que habían convivido en aquella casa al parecer pensaba dejar que se fuera sin ni siquiera tomarse la molestia de despedirse de ella.

Tras terminar de hacer su equipaje fue hasta la puerta principal donde permaneció un momento indecisa sin saber si tratar de buscarlo.
Finalmente decidió no hacerlo.

Nick ya había dicho lo que tenía que decir y estaba claro que la consideraba una oportunista.

Escribió una rápida nota en la que le agradecía el trabajo que le había dado que le había permitido financiarse sus estudios y a continuación dejó la nota sobre la mesa del recibidor con la llave del piso encima.

Nick escuchó el clic de la puerta al cerrarse desde el santuario de su estudio y frunció el ceño.
Seguro que Miley había estado dudando si interrumpirlo para despedirse.
Lo sabía porque la conocía bien algo que no era de extrañar dado el tiempo que habían vivido bajo el mismo techo.

Se levantó y fue a la cocina.
Por supuesto aquélla era la única conclusión lógica del asunto.

No tendría por qué haber sido así si Miley hubiera aceptado continuar con la situación tal como estaba pero como todas las mujeres se había empeñado en buscar un significado inexistente a lo que compartían.

Sintió una oleada de frustración.
No entendía por qué no había aceptado seguir como estaban pero no lo había hecho de manera que no le había quedado más remedio que irse.

Él no quería ni necesitaba el revuelo que supondría una mujer en su vida... de una mujer alimentando pensamientos de permanencia...

Pero no necesitaría más de un par de semanas para que se le despejara la mente y para superar la marcha de Miley .

Hasta entonces se refugiaría en su trabajo... y se ayudaría con algunas citas.
Las cosas no tardarían en volver a la normalidad.
Como debía ser.

ALGUNA vez tenía que salir.
Beth había dado aquel consejo a Miley en un tono que no admitía réplica.

Ya habían pasado tres semanas tiempo más que suficiente para que hubiera dejado de suspirar por un hombre que lo único que había hecho había sido utilizarla.

-Ya salgo - replicó Miley que optó por interpretar literalmente las palabras de su amiga - Estoy llevando mi carpeta de trabajos a todas las editoriales y agencias de publicidad de la ciudad. De hecho, apenas paro en casa. El lunes tengo una segunda entrevista en la agencia MacBride. ¿Por qué no me ayudas a comprar algo adecuado que ponerme? -añadió con la esperanza de distraer a Beth.

Pero la respuesta de su amiga fue comunicarle que le había organizado una cita.

-Se trata de mi homólogo en Berlín - dijo haciendo caso omiso de la expresión consternada de Miley - He estado con él en un par de ocasiones y es perfecto para ti. Alto rubio viajero...

Como siempre le sucedía con su amiga tras las protestas iniciales Miley acabó aceptando su plan y el sábado por la tarde estaba de pie ante el espejo de cuerpo entero que Beth tenía en su dormitorio siendo inspeccionada por ésta como si fuera un microbio bajo una lupa.

Beth asintió satisfecha dio un paso atrás y soltó un prolongado silbido de apreciación.

Miley podía pensar que la estaba arrastrando a la fuerza a aquella cita pero lo cierto era que necesitaba salir.


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