jueves, 13 de diciembre de 2012

Un rencuentro volatil cap 1



–¿Cuándo estarás divorciada de Volakis? – le preguntó Robert Miller con tono aparentemente despreocupado.

Sospechando que la pregunta no era todo lo despreocupada que quería aparentar Demi apartó la mirada la luz que entraba por la ventana jugando con sus rizos rubios mientras miraba unas muestras de tela.

–En un par de meses.

–Yo tengo la impresión de que está durando una eternidad – se quejó Robert sin disimular su impaciencia con la situación – Estoy empezando a cansarme de que todo el mundo crea que somos amigos…

–Pero es que somos amigos Robert. Y además eres mi socio – respondió Demi sabiendo que él quería más pero insegura todavía de que ella pudiese ofrecérselo.

Sólo había pasado un año desde que rompió con Joe desde la muerte de su hijo y los escombros de su fracasado matrimonio le habían roto el corazón en unmillón de piezas.
Lo último que quería era el estrés de las expectativas de otro hombre.

Había sido divertido cenar con Robert de vez en cuando o acompañarlo a algunos eventos pero no estaba preparada para otra relación sentimental.

Valoraba su amistad y su apoyo en los negocios pero no deseaba llevar la relacióna un nivel más íntimo.
Joe pensó con tristeza parecía haber matado esos sentimientos.

Sin embargo con un metro ochenta y cinco pelo castaño y ojos azules Robert Miller era un hombre muy atractivo y un conocido diseñador de software con empresa propia.

Nueve meses antes Robert le había hecho su primer encargo importante:
 la decoración de su apartamento en los muelles de Londres.

Gracias a la publicidad que eso había generado Demi había recibido varios encargos logrando así abrir su anhelada empresa de diseño de interiores.

Pero aunque el negocio iba bien Demi no encontraba un banco que en aquellos tiempos de crisis invirtiera en el futuro de Diseños Tallulah.

Eran tiempos difíciles para las nuevas empresas y cuando Robert se ofreció a financiar su local en una de las mejores zonas de Londres y a contratar a una ayudante Je Demi se había sentido muy agradecida.

Durante los últimos seis meses Robert había sido un socio estupendo y un gran apoyo para ella.
Por desgracia la esperaba una desagradable sorpresa esa tarde cuando su ayudante Belle le dijo que tenía una llamada de su abogado.

–Me han dicho que la casa que compartías con Joe Volakis en Francia está a punto de ser vendida –empezó a decir– Y no parece dispuesto a enviarte nada. Si quieres algo de la casa, tendrás que ir a buscarlo.

Sorprendida por la noticia Demi le dio las gracias intentando no pensar en la casa que tenía tantos recuerdos.

Había puesto en ella su personalidad y su estilo y una vez había sido muy feliz allí.
Saber que pronto le pertenecería a otra persona le entristecía.
No había esperado que Joe la vendiese aunque no sabía por qué.

¿Estaba preparada para imaginarlo allí con otra mujer?
No en absoluto.
De hecho sintió un escalofrío al pensarlo.

Pero cuando tantas cosas importantes se habían perdido sería ridículo lamentarse por tener que decir adiós a un montón de ladrillos y cemento.

Aun así divorciarse de Joe estaba siendo difícil tuvo que admitir mientras comprobaba su agenda para ver si podía ir a Francia ese mismo fin de semana y terminar con aquello de una vez.

Su divorcio no podía ser llamado una «ruptura civilizada».

Si Joe hubiese querido habría enviado sus cosas a Londres pero no había hecho un solo gesto amistoso desde la separación.

No se habían visto desde entonces… de hecho en una ocasión se negó a hablar con ella por teléfono como si nunca hubiera sido parte de su vida.

¿Era porque había sido ella quien lo dejó?

Pues ya debería haberse hecho a la idea pensó enfadada.
Demi se sentía satisfecha de haber roto un matrimonio que los hacía infelices a los dos.

Y sabía que estadísticamente las parejas rara vez sobrevivían a la muerte de un hijo…

Mientras volvía a su casa Demi tuvo que contener las lágrimas.
Había superado la rabia la autocompasión y la amargura pero sin previo aviso el dolor seguía encogiéndole el corazón en los momentos más inesperados como una manta que la ahogaba dejándola sin respiración.

Y tardaba horas en poder volver afuncionar con normalidad.
Joe  sin embargo no parecía tener ese problema.
No el dolor no había inmovilizado a Joe Volakis en modo alguno.

Durante los horribles meses en los que su vida se había roto y se había hundido en una profunda depresión Joe había trabajado más que nunca para reorganizar la naviera Volakis consiguiendo lucrativos contratos con empresas asiáticas.

Siendo conservadora Demi estimaba que Joe había conseguido cuadruplicar los beneficios durante ese período de sus vidas.

Y sin embargo decidida a continuar con su carrera y depender sólo de sí misma como su madre no había podido hacer nunca Demi se había negado a aceptar un solo céntimo de su marido una vez que se separaron.

No se sentía con derecho a beneficiarse de los millones de un marido del que estaba separada. Después de todo Joe sólo se había casado con ella cuando se quedó embarazada debido a las amenazas de su padre.

Esa brutal verdad la había perseguido cuando su matrimonio entró en crisis.
En una relación que no tenía bases sólidas Demi había decidido que era poco realista esperar que el tiempo solucionase los problemas.

Y había tenido que preguntarse a sí misma por qué seguía con un hombre que nunca la había querido de verdad.

Y ésa en resumen era la razón por la que su matrimoniose había roto:
Joseph no la amaba.

Además estaba convencida de que había sido un alivio para él recuperar la libertad.

–¿Vas a quedarte con tu parte de la casa? – le preguntó esa noche su madre Crystal por teléfono cuando Demi mencionó sus planes para el fin de semana.

Durante ese año apenas había visto a su madre que estaba prometida con Roger un empresario británico retirado con el que vivía en Mónaco.

–Tú sabes que no necesito el dinero de Joe …

–Creo que estás siendo muy ingenua – la interrumpió Crystal – Yo siempre he necesitado el dinero de tu padre y no sé qué habría hecho sin él – añadió

Refiriéndose al magnate griego Anatole Karydas quien a pesar de no haberse casado con ella les había pasado una pensión hasta que Demi terminó sus estudios.

–Las cosas me van bien mamá.

–Pero debes pensar en el futuro. ¡Llévate un camión y vacía la casa! – le aconsejó Crystal – Sander Volakis es millonario y no creo que vaya a echar de menos unos cuantos muebles.

Sabiendo que Crystal creía de verdad que una mujer debía buscar la seguridad en un hombre rico Demi que era mucho más independiente tuvo el tacto de no replicar.
Su madre y ella tenían muy poco en común pero la quería mucho.

Aunque había sido Binkie la señora Binkiewicz una viuda polaca quien la había criado y a quien echaba de menos cuando las cosas se ponían difíciles.

Binkie había sido su ama de llaves en el sur de Francia pero cuando su matrimonio con Joe se rompió volvió a Reino Unido para trabajar con una familia en Devon.


1 comentario:

  1. Me encanto solo hay algo malo porque pones la foto del innombrable con demi jajajaja jajaj síguela pronto saludes xoxo

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si te gusto el capitulo o tienes alguna sugerencia no dudes en decirmela seran todas bienvenidas gracias C:
besitos vuelve pronto y mil gracias por visitarme ♥