viernes, 7 de diciembre de 2012

La prometida del desierto cap29




Se estiró peligrosamente sobre la superficie perdió el equilibrio y una rodilla cayó al agua seguida de la otra.

En una tempestad de furia se levantó empapada hasta los huesos alcanzó el anillo y salió.
Caminó salpicando hasta el palacio dejandoun rastro de gotas.

«Es hombre muerto» se dijo Miley .
«Puede que siga caminando por ahí pero está muerto. Si quiere guerra tendrá guerra».
«Él no sabía que no querías casarte con él» razonó una vocecita en su interior que intentó apagar sin conseguirlo.
«Le has estropeado el día de su boda le has avergonzado delante de su hermana y su cuñado no has dejado de insultarle».

Arrugó la nariz al sentir otra oleada de lágrimas.
Derepente se sintió más impotente que en toda su vida.

¿Porqué no había subido al helicóptero entonces? se preguntó con desesperación.

Y la respuesta le llegó tan clara y simple que devastó su orgullo.
La amenaza de no volver a ver nunca a Nick era lo que había destruido su disciplina.

El mismo tipo de atracción incontrolable que había destrozado la vida de su madre y había amenazado con hacer lo mismo con la de su tía había encontrado una nueva víctima.
Quizá fuera genético.

Y todo era culpa suya concedió abatida.
Para protegerse a sí misma no había permitido a ningún hombre entrar en su vida y aquel aislamiento voluntario no le había preparado para tratar con Nick .
Sin embargo su mayor enemigo no era él sino ella misma.

El era el último hombre prohibido el epítome de sus peores miedos:
fenomenalmente atractivo increíblemente encantador educado con gestos extravagantes y con mucho éxito con las mujeres todo igual que su padre.
La peor combinación posible de atributos masculinos.

¿Cómo podíaella desear a un hombre así?

Se quedó de pie temblorosa en una habitación mientras Zulema preparaba un baño en una adyacente. Se dejó quitar el caftan mojado y entró en la bañera como una sonámbulo

—¿Quiere algo de comer ahora, mi señora?

Miley salió de su ensimismamiento para encontrarse ataviada con un diáfano camisón blanco de seda.
Al mirar hacia abajo y notar como su pálida piel brillaba a través dela fina tela se sonrojó.

—No gracias...

—No debería tener miedo mi señora —susurró calmante Zulema.

—¿Miedo de qué?

—Del príncipe Nick .

—¡Nunca he tenido miedo de un hombre en toda mi vida!

Pero incluso mientras soltaba una carcajada amarga supo que estaba mintiendo.
Nick ejercía una poderosa fuerza sobre sus emociones y sabía el poco control que le quedaba.

Ella misma había estado dispuesta a ofrecerle una aventura...
pero eso no había sido suficiente para él.

Nick quería una rendición total y absoluta.
«¡Nunca!», se juró así misma con fiereza.

—Cuando un hombre va a por su mujer por primera vez es normal que ella se sienta un poco nerviosa —dijo Zulema con una sonrisa tímida — Pero esta noche muchas mujeres suspirarán de envidia y soñarán con estar en tu sitio en la cama del príncipe.


Miley se quedó sin respiración y le dirigió a Zulema una mirada de incredulidad pero la pequeña doncella yaestaba saliendo de la habitación.

¡Por supuesto que Nick no iba a estar con ella!
Aquella no iba a ser la típica noche de bodas.

Alcanzó uno de los libros que había traído a Datar con ella un catálogo del siglo diecinueve de la vida del desierto.
Contenía algunos errores extravagantes y hasta graciosos prueba del desconocimiento de las costumbres árabes y sus supersticiones por parte del escritor.

¿Pero no había hecho ella lo mismo con Nick ?

Se había comportado de forma irracional por desearle y a la vez odiarse por su propia debilidad...




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