viernes, 28 de diciembre de 2012

Dama de treboles cap 69

La soltó con lentitud y con la cabeza señaló la casa.

Miley le regaló media sonrisa seductora y tras ascender a toda prisa los escalones del porche desapareció tras la puerta.

Él se quedó donde estaba.
Le llegó un resplandor a través de la ventana que se hizo más tenue conforme Miley se adentraba por el corredor.

En cuanto acabó en los establos, ya en el porche empezó a sacar se el cinturón y la camisa.
Sin sentarse siquiera se quitó las botas a trompicones por la cocina.
Descalzo y medio desnudo se quedó parado en la puerta del dormitorio.

Miley dormía acurrucada como un ovillo.
Con aquel camisón que mostraba sus brazos desnudos y el pelo suelto sobre la almohada tenía un aspecto angelical.
De puro agotamiento no había resistido despierta.

Nick terminó de desnudarse y se tumbó junto a ella.
Con cuidado de no despertaría la abrazó por la espalda.
Tal como la tenía dormida en sus brazos y completamente pegada a él se sintió más dichoso que nunca.

 La besó en el pelo y con un profundo suspiro se resignó a pasar otra casta noche en la misma cama que su esposa.
Pero en esta ocasión e embargaba una tranquilidad especial porque tuvo la certeza de que iba a ser la última.

Era la típica mañana de agosto con un cielo azul muy claro en el que apenas se distinguía ni una nube.
Hacía bastante calor pero se agradecía.

Los habitantes de Colorado soportaban contentos las altas temperaturas pues para frío ya tenían suficientes meses de crudo invierno.

Así que aquel viernes tan caluroso había doble motivo para estar contento pues al buen tiempo había que sumarle el hecho de que tras un año de espera por fin había llegado la fiesta dela

Fundación el gran evento que se celebraba en honor de los primeros colonos que decidieron establecerse antes de adentrarse en la inmensidad de las Rocosas.

Miley se había esmerado en elaborar una tarta de manzana.
Entre otras actividades se iba a celebrar un concurso de postres para que un jurado decidiera cuál merecía ser considerado el ganador.

Después se subastaban entre la concurrencia aunque lo habitual era que cada familia pujase por el suyo.
Esta vez había puesto un empeño especial.
No es que pensara en el premio pero le encantaba la idea de recibir elogios por su buena mano.

Nick y ella cabalgaron hasta el pueblo en la misma montura por empeño de éste.
Al no tener que ocuparse de las riendas Miley pudo sujetar con firmeza la cesta.

En escasas ocasiones montaba de lado sobre las piernas de su marido y el estrecho contacto de sus cuerpos suponía un enorme placer.

Ataron el caballo en un abrevadero próximo a la herrería.
Allí dispondría de agua y sombra, y no necesitarían preocuparse de él durante varias horas.

   —Ve tu sola. Enseguida te alcanzo —le indicó Nick a la vez que saludaba al sheriff con un movimiento de cabeza.

Mientras él se reunía con éste y dos de sus ayudantes Miley rodeó la iglesia.
Ante la arboleda se celebrarla el concurso de tartas y los juegos posteriores.

Por la tarde como de costumbre habría música y baile.
Observó las largas mesas dispuestas a un lado de la explanada.
Habían sacado los bancos de la iglesia y algunas mujeres ya tenían reservado sitio colocando sus cestas de comida.

A la sombra de los álamos se hicieron algunos corrillos la mayoría de hombres.
Las mujeres se reunían en el centro de la explanada.

Al contrario que en las ciudades en el campo eran escasas las oportunidades para presumir y todas jóvenes y adultas consideraban que aquella era una de esas fiestas a las que se iba para ver y dejarse ver.

Esta vez Miley estaba especialmente contenta.
El vestido malva a cuadros que se arregló siendo objetiva le sentaba muy bien.
La forma en que Nick la miraba desde que salieron de casa, le daba la razón.

En el lado opuesto a las mesas, pudo comprobar que ya se había dispuesto un largo tablero desmontable cedido por gentileza de los dueños del hotel que ya empezaba a verse lleno de postres de apariencia deliciosa.

Un montón de mujeres iban dejando sus pasteles mientras otras tantas se dedicaban a espantar a los niños que sentían una atracción inevitable por aquella mesa.
Cuando iba a acercarse a dejar la suya, Miley fue asaltada por Patty.

   —¡Tía Miley ! Ven y verás donde nos hemos colocado. Comeréis con nosotros, ¿verdad?

   —Claro que sí, ¿dónde iba a comer yo mejor que con la niña más bonita de Indian Creek?

Se inclinó un poco dejando la cesta en el suelo la niña se colgó de su cuello y estampó un sonoro beso en su mejilla.

No hubo levantado la cabeza cuando vio acercarse a Hanna con Tommy en brazos y enseguida adivinó sus intenciones.

   —Miley  no sabes cuánto me alegro de verte. ¡Qué vestido tan bonito! Mamá dice que has hecho una de tus tartas, pero eso puede esperar. ¿Te puedes quedar con Tommy? —dijo encadenando un tema tras otro.

   —Me sienta bien, ¿verdad? Dame, anda, pero no tardes, que tengo que inscribirme en el concurso. ¡Huy, pero si te han cortado el pelo! —exclamó dirigiéndose al pequeño a la vez que le besaba la cabecita.

Por alguna extraña razón sus hermanos mayores no reconocían el mismo encanto en su hermanito que apreciaba Miley  porque en cuanto la veían venir corrían raudos a cargarla con el pequeño.

Como de costumbre Hanna, una vez se vio libre del niño salió a toda prisa a reunirse con sus amigas para cuchichear y reír a discreción.

Miley estaba contenta porque su sobrina había reparado en el vestido y además le había gustado.
Un detalle importante, porque una alabanza sincera de una chica hacia el atuendo de otra era cosa rarísima de ver.

   —Patty ¿te importa coger mi cesta? Pero con mucho cuidado.

La niña asintió con la cabeza.
Poniendo todo su empeño tomó el bulto encantada con su nueva responsabilidad y siguió a Miley hasta el sitio que había elegido su madre para comer.

   —¡Miley  querida! Y ya veo que Hanna no ha tardado en deshacerse de su hermano —comprobó con resignación—. ¿Dónde has dejado a Nick?

   —Se ha quedado ahí detrás hablando con el sheriff enseguida vendrá. ¿Y Matt?

   —Creo que ha ido al hotel por si necesitaban ayuda para traer las tazas.

   —Gracias Patty —dijo Emma a su hija ayudándola a colocar la cesta de Miley sobre la mesa — Ve a jugar cariño.


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