viernes, 28 de diciembre de 2012

Dama de treboles cap 71



Nick bajó la vista hacia la esquina de la mesa.

Un par de perros devoraba con fruición los restos de la tarta de Miley dejando tan solo los trozos del plato hecho añicos.

   —Harriet eres la persona más odiosa y detestable de este mundo — le espetó Minnie furiosa.

   —Y tú Minerva la más entrometida. Vete con tu sucia sangre de ramera a ver en qué hombre de Indian Creek encuentras algún parecido. Cualquiera podría ser tu padre — ordenó con desprecio.

Nick hizo un verdadero ejercicio de contención.
De haberse tratado de un hombre lo hubiese lanzado por los aires a golpes.

El pequeño Tommy observaba a unos y otros sin entender nada.
La señora Owen tenía los ojos llenos de lágrimas y Minnie miraba a Harriet con los puños apretados temblando de rabia.

   —No te atrevas a insultar a la mujer que le dio la vida a Minerva; Harriet Keller — amenazó la señora Owen con ira contenida — En el cementerio tengo tres hijos enterrados que no llegaron a cumplir el mes. No me importa lo que hiciera con su vida esa pobre chica porque gracias a ella tengo a mi hija.

   —Eres mala Harriet ¡arderás en el infierno! — exclamó Minnie con la voz temblorosa de ira.

En una fracción de segundo Nick decidió que lo mejor era alejar a Minnie antes de que saltase sobre Harriet.
La tarta en ese momento era un mal menor.

La tomó del brazo y se la llevó de allí.
Su madre la siguió en un acto de cordura antes de liarse a zarpazos con aquella deslenguada.

Una vez se encontraron fuera de la visión de ésta Nick acarició a la señora Owen en la mejilla que le tomó la mano cerrando los ojos en un gesto de agradecimiento.

Tras consolar a la madre tomó a Minnie por la barbilla obligándola a mirarlo.

   —Déjalo Minnie ya no tiene solución. Lo mejor que puedes hacer es alejarte de ella.

   —Eso pienso yo — añadió su madre — aunque… ¡ha sido tan cruel!

   —Alguien tenía que ponerla en su sitio — añadió Minnie sin mencionar la vejación que acababa de sufrir.

   —Pero eso no le va a devolver la tarta a Miley ¿verdad? —preguntó con cariño.

Minnie le dedicó una sonrisa triste y tomó a su madre del brazo.
Necesitaba alejarse de allí lo antes posible.

Todos en el pueblo conocían la historia de Minnie.
Dieciséis años atrás una de las chicas del saloon quedó embarazada y casi al mes de dar a luz enfermó de unas fiebres.
Tardó en morir una semana.
Nadie quería saber nada del bebé de una prostituta y un saloon no era el sitio adecuado para ver crecer a una criatura.
El dueño pensó que lo mejor sería llevar a la niña a un hospicio pero el matrimonio Owen lo impidió.

Algunos no entendieron que el dueño de una pequeña destilería persona respetable y de situación holgada asumiera la educación de una hija del pecado.

Pero el matrimonio acogió a aquella niña como una bendición y desde ese día fue una hija para ellos.
Nadie en Indian Creek mencionaba el origen de Minnie por respeto a la familia.
Pero por primera vez alguien se había atrevido a violar ese silencio.

Por parte de Nick el asunto no estaba zanjado.
Llamó con la mano a su sobrino Albert que tonteaba cerca de allí con un par de chicas y cuando éste se acercó le entregó a su hermano sin decir ni una palabra.

El chico un tanto extrañado regresó con sus amigas y entonces supo lo que era ser invisible porque toda la atención de las chicas la acaparó el pequeño Tommy.

Nick continuó su camino con la lentitud de un cazador.
Cuando estuvo frente a Harriet se apoyó con ambas manos en la mesa y se dirigió a ella con mucha calma.

   —Óyeme bien nunca vuelvas a tratar a Minerva Owen como lo has hecho porque como yo me
entere y estate segura que me enteraré será lo último que hagas.

   —A mi nadie me da órdenes — replicó en tono burlón.

   —No vuelvas a hacerlo. Jamás —dijo recreándose en la pronunciación—. No puedes soportarlo ¿verdad? Tu querido padre el perfecto señor Keller…

   —Cierra la boca irlandés del demonio —murmuró mirando a un lado y a otro.

   —Qué suplicio para ti y para tu madre tener que verla todos los días. — Sonrió con cinismo al ver su palidez— ¿Crees que la gente no se da cuenta del parecido? Ella no tiene ninguna culpa pero ese pelo rubio tan alemán os delata. Una pena.

   —Siempre has tenido debilidad por las rubias. Un poco joven para ti ¿no? —ironizó intentando sobreponerse.

   —Haznos un favor a todos desaparece de aquí. Vete lejos muy lejos y déjanos en paz.

   —Algún día pero mientras viva en este poblado de campesinos haré lo que me venga en gana —añadió con falsa ingenuidad — Mira todo lo que hay por aquí porque cuando te canses de degustar día a día el mismo postre te arrastrarás por probar las tartas de otras casas. A todos nos pasa.

   —Eres un escorpión —concluyó con su tono más agresivo.


Sin darle tiempo a replicar le dio la espalda.
Antes de que se alejase la inoportuna señora Barttlet lo agarró del brazo.

   —Señor Jonas ¿ha visto usted qué maravilla de tartas? Seguro que está interesado en alguna.

   —No lo creo — respondió tocándose el sombrero con cortesía — la única que me interesaba acaba de echarse a perder.

Y se alejó de allí dejando a la mujer con la palabra en la boca.
Aquel incidente le acababa de estropear el día.

Miró hacia las mesas y allí se encontraba Miley tan sola como antes.
Daba la impresión de no haber movido ni un músculo.

Se acercó a ella se sentó a su lado y durante unos minutos permanecieron en silencio.

   —Lo que más te apetece en este momento es marcharte de aquí ¿me equivoco? —Ella no contestó — No te muevas.

Nick se dirigió a la mesa elegida por su hermana y se alegró de ver a Joseph junto a sus padres.

   —¿Y el niño? —preguntó Emma.

   —Lo tiene Albert.

   —Supongo que pujarás por la tarta de Miley no he traído nada dulce precisamente por eso.

   —Pues ve pensando en otra cosa, porque te acabas de quedar sin postre. Joseph Ve a buscar a Minnie y habla un rato con ella. Lo que más necesita ahora mismo es un amigo.

   —¿Qué ha pasado? — preguntó Emma preocupada.

   —Ahora no — zanjó — Prepara algo de comida para llevar si no te importa.

   —¿Para uno o para dos? —preguntó Emma suspicaz.

   —Para dos — casi ladró Nick.


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