viernes, 28 de diciembre de 2012

Dama de treboles cap 72


Odiaba las intromisiones de su hermana que todavía se preocupaba por él como si fuera uno de sus hijos.

Mientras llenaba la cesta de Miley la vio intercambiar una sonrisa con su esposo y aquello provocó que Nick fusilase a su cuñado con una mirada de advertencia.

   —No he abierto la boca — se escudó Matt.

Con semblante satisfecho Emma acabó de colocar las provisiones.
Sonriendo entregó la cesta a su hermano.

Él correspondió con un «gracias» que servía tanto para la comida como para su esforzada prudencia.

Se encaminó con paso decidido al banco donde Miley permanecía sentada y una vez allí se plantó frente a ella enseñándole la cesta.
Ella levantó la cabeza y lo miró de frente.

Nick vio una expresión de derrota tan profunda que le obligó a apretar los dientes.

   —Vamos —dijo tomándola del brazo.

   Miley se agarró a él con dignidad.

Nick estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviese en su mano para acabar con aquella mirada triste.

Había tomado una decisión inamovible: Si su esposa no era querida en un sitio él tampoco lo era por tanto estaba de más permanecer allí ni un minuto.

   Emma y Matt los observaron, contentos en el fondo de verlos marchar.

   —Cada vez más, me parece estar viendo al viejo Robert —comentó Matt.

   —¿Tú crees? —preguntó Emma sin dejar de mirar a su hermano.

   —Yo creo —respondió, tan cadencioso como si acabase de llegar de Texas.

Nick guiaba el caballo al paso con Miley a horcajadas recostada en su pecho.
Cuando llegaron a tierras de los Jonas trató de incorporarse y él se lo impidió con suavidad.

   —No hemos llegado.

   —¿Adónde vamos?

   —A un sitio que conoce muy poca gente.

Creyó que racionándole la información despertaría su curiosidad y así saldría del mutismo que arrastraba desde hacía más de media hora.

Miley se limitó a reclinarse de nuevo sosteniendo la cesta con ambos brazos.
Al adentrarse en el pequeño bosque que se veía desde el rancho Miley pensó que la llevaba allí, pero aquella zona la conocía bastante gente.

   —Debimos parar en casa a coger mis botas —comentó.

   —No te harán falta, iremos con cuidado. Y si no puedes andar te cargaré al hombro.

   Aquello por fin la hizo sonreír.

   —Peso mucho.

   —Pesas menos que una ardilla —murmuró él besándola en el cuello.

Nick se relajó al ver que se encontraba a gusto.
Desde el incidente de la fiesta no había hecho más que preocuparse por ella.

Cruzaron el bosquecillo casi hasta la mitad y en un punto donde el camino se bifurcaba tomaron una dirección desconocida para Miley .

   —¿Es un sitio secreto?

   —Secreto no porque pertenece al rancho y lo conocemos todos los que hemos vivido aquí. Pero no sube casi nadie. Es un sitio especial.

Conforme iban dejando atrás la espesura, se adentraron en un claro tapizado de hierba y él mandó parar al caballo.

Miley estaba fascinada por las distintas tonalidades de verde que tenía a su alrededor.
Había una humedad mucho mayor que abajo en los prados y creyó oír el murmullo del agua.
Pese a montar delante bajó todo lo rápido que pudo y le dirigió una mirada interrogante a Nick.

   —Es aquí.

   —¿Por qué no me habías traído nunca? Es precioso —le reprochó sin creer lo que veía.

   —Porque nunca he traído a nadie excepto a Matt. También venía con mi padre pero era él quien me traía a mí. Y cuando era pequeño a veces en verano subíamos toda la familia.

Miley se sintió muy honrada de que la hubiese llevado a un lugar que sólo había compartido con personas tan especiales para él.

   —Se oye agua —comentó ella.

   —Ahora verás —dijo mientras desmontaba.


Ató al caballo a una rama a la sombra y le tendió la mano.
Miley tomó la cesta, se aferró a él y lo siguió en silencio.
Se habían alejado apenas un trecho cuando, al girar una curva, apareció ante sus ojos lo más hermoso que recordaba desde que llegó a Indian Creek.

A su izquierda lo que parecía un torrente se arremolinaba formando espuma y discurría prosiguiendo la pendiente hasta llegar a un par de escalones de piedra a modo de pequeñas cascadas que caían en un remanso.

Allí el agua parecía perder su fuerza y se aquietaba para continuar corriente abajo.
Con el día tan claro el arroyo reflejaba los rayos del sol como un espejo y en los márgenes salpicados de lirios de agua, donde las ramas de los pinos proyectaban su sombra, la transparencia era tal que permitía ver el fondo de arena y guijarros.

Miley se abrazó a Nick y hundió la cara en su pecho.
No lloró pero sacudía los hombros por la emoción.

Aquel contacto con la naturaleza era lo más parecido a su vida como lakota que tenía en los últimos ocho años.

   —Le llamamos la cascada —le explicó acariciándole la cabeza— En realidad no es más que un escalón. Llamarle cascada a esto es una tontería, pero siempre lo hemos conocido por ese nombre.

Miley entre sus brazos, se recreó en la vista y los sonidos que la envolvían.

Comprendió que debió de ser allí donde fue a mitigar su dolor el día que murió su padre y se sintió dichosa al ver que requería su compañía en aquel lugar.

   —¿Te gusta? —Ella asintió—. Espérame aquí he pensado que es mejor que traiga al caballo para que beba.

Miley  se sentó bajo los árboles donde la hierba era más mullida.
Merecía la pena el disgusto por la tarta si el premio consistía en disfrutar de aquello.




Mitchieeee♥ amiga perdon por la demora como sabes con todo eso de mi cumple estado ocupadita pero como te prometi (negocie / chantajie ) ajajaj aqui estan los 10 caps
ojala qe te hayan gustado amiga
te amodoro♥
y garcias marina♥ , mari♥, male♥ por comentar las quiero ♥


Dama de treboles cap 71



Nick bajó la vista hacia la esquina de la mesa.

Un par de perros devoraba con fruición los restos de la tarta de Miley dejando tan solo los trozos del plato hecho añicos.

   —Harriet eres la persona más odiosa y detestable de este mundo — le espetó Minnie furiosa.

   —Y tú Minerva la más entrometida. Vete con tu sucia sangre de ramera a ver en qué hombre de Indian Creek encuentras algún parecido. Cualquiera podría ser tu padre — ordenó con desprecio.

Nick hizo un verdadero ejercicio de contención.
De haberse tratado de un hombre lo hubiese lanzado por los aires a golpes.

El pequeño Tommy observaba a unos y otros sin entender nada.
La señora Owen tenía los ojos llenos de lágrimas y Minnie miraba a Harriet con los puños apretados temblando de rabia.

   —No te atrevas a insultar a la mujer que le dio la vida a Minerva; Harriet Keller — amenazó la señora Owen con ira contenida — En el cementerio tengo tres hijos enterrados que no llegaron a cumplir el mes. No me importa lo que hiciera con su vida esa pobre chica porque gracias a ella tengo a mi hija.

   —Eres mala Harriet ¡arderás en el infierno! — exclamó Minnie con la voz temblorosa de ira.

En una fracción de segundo Nick decidió que lo mejor era alejar a Minnie antes de que saltase sobre Harriet.
La tarta en ese momento era un mal menor.

La tomó del brazo y se la llevó de allí.
Su madre la siguió en un acto de cordura antes de liarse a zarpazos con aquella deslenguada.

Una vez se encontraron fuera de la visión de ésta Nick acarició a la señora Owen en la mejilla que le tomó la mano cerrando los ojos en un gesto de agradecimiento.

Tras consolar a la madre tomó a Minnie por la barbilla obligándola a mirarlo.

   —Déjalo Minnie ya no tiene solución. Lo mejor que puedes hacer es alejarte de ella.

   —Eso pienso yo — añadió su madre — aunque… ¡ha sido tan cruel!

   —Alguien tenía que ponerla en su sitio — añadió Minnie sin mencionar la vejación que acababa de sufrir.

   —Pero eso no le va a devolver la tarta a Miley ¿verdad? —preguntó con cariño.

Minnie le dedicó una sonrisa triste y tomó a su madre del brazo.
Necesitaba alejarse de allí lo antes posible.

Todos en el pueblo conocían la historia de Minnie.
Dieciséis años atrás una de las chicas del saloon quedó embarazada y casi al mes de dar a luz enfermó de unas fiebres.
Tardó en morir una semana.
Nadie quería saber nada del bebé de una prostituta y un saloon no era el sitio adecuado para ver crecer a una criatura.
El dueño pensó que lo mejor sería llevar a la niña a un hospicio pero el matrimonio Owen lo impidió.

Algunos no entendieron que el dueño de una pequeña destilería persona respetable y de situación holgada asumiera la educación de una hija del pecado.

Pero el matrimonio acogió a aquella niña como una bendición y desde ese día fue una hija para ellos.
Nadie en Indian Creek mencionaba el origen de Minnie por respeto a la familia.
Pero por primera vez alguien se había atrevido a violar ese silencio.

Por parte de Nick el asunto no estaba zanjado.
Llamó con la mano a su sobrino Albert que tonteaba cerca de allí con un par de chicas y cuando éste se acercó le entregó a su hermano sin decir ni una palabra.

El chico un tanto extrañado regresó con sus amigas y entonces supo lo que era ser invisible porque toda la atención de las chicas la acaparó el pequeño Tommy.

Nick continuó su camino con la lentitud de un cazador.
Cuando estuvo frente a Harriet se apoyó con ambas manos en la mesa y se dirigió a ella con mucha calma.

   —Óyeme bien nunca vuelvas a tratar a Minerva Owen como lo has hecho porque como yo me
entere y estate segura que me enteraré será lo último que hagas.

   —A mi nadie me da órdenes — replicó en tono burlón.

   —No vuelvas a hacerlo. Jamás —dijo recreándose en la pronunciación—. No puedes soportarlo ¿verdad? Tu querido padre el perfecto señor Keller…

   —Cierra la boca irlandés del demonio —murmuró mirando a un lado y a otro.

   —Qué suplicio para ti y para tu madre tener que verla todos los días. — Sonrió con cinismo al ver su palidez— ¿Crees que la gente no se da cuenta del parecido? Ella no tiene ninguna culpa pero ese pelo rubio tan alemán os delata. Una pena.

   —Siempre has tenido debilidad por las rubias. Un poco joven para ti ¿no? —ironizó intentando sobreponerse.

   —Haznos un favor a todos desaparece de aquí. Vete lejos muy lejos y déjanos en paz.

   —Algún día pero mientras viva en este poblado de campesinos haré lo que me venga en gana —añadió con falsa ingenuidad — Mira todo lo que hay por aquí porque cuando te canses de degustar día a día el mismo postre te arrastrarás por probar las tartas de otras casas. A todos nos pasa.

   —Eres un escorpión —concluyó con su tono más agresivo.


Sin darle tiempo a replicar le dio la espalda.
Antes de que se alejase la inoportuna señora Barttlet lo agarró del brazo.

   —Señor Jonas ¿ha visto usted qué maravilla de tartas? Seguro que está interesado en alguna.

   —No lo creo — respondió tocándose el sombrero con cortesía — la única que me interesaba acaba de echarse a perder.

Y se alejó de allí dejando a la mujer con la palabra en la boca.
Aquel incidente le acababa de estropear el día.

Miró hacia las mesas y allí se encontraba Miley tan sola como antes.
Daba la impresión de no haber movido ni un músculo.

Se acercó a ella se sentó a su lado y durante unos minutos permanecieron en silencio.

   —Lo que más te apetece en este momento es marcharte de aquí ¿me equivoco? —Ella no contestó — No te muevas.

Nick se dirigió a la mesa elegida por su hermana y se alegró de ver a Joseph junto a sus padres.

   —¿Y el niño? —preguntó Emma.

   —Lo tiene Albert.

   —Supongo que pujarás por la tarta de Miley no he traído nada dulce precisamente por eso.

   —Pues ve pensando en otra cosa, porque te acabas de quedar sin postre. Joseph Ve a buscar a Minnie y habla un rato con ella. Lo que más necesita ahora mismo es un amigo.

   —¿Qué ha pasado? — preguntó Emma preocupada.

   —Ahora no — zanjó — Prepara algo de comida para llevar si no te importa.

   —¿Para uno o para dos? —preguntó Emma suspicaz.

   —Para dos — casi ladró Nick.


Dama de treboles cap 70



Habitualmente era el marido de Alice por disponer de más cantidad el que cedía todo lo necesario para las fiestas de Indian Creek ya fueran platos mesas sillas o recipientes para la bebida.

Su generosidad era agradecida por todos pues evitaba que cada familia hubiese de trasladar menaje desde sus casas.

Al momento vieron a Matt seguido de otros hombres todos ellos cargados con cajas llenas de vasos y jarras de metal que fueron dejando a un lado.

En cuanto hubo descargado se acercó a su mujer y a su cuñada.

   —¿Qué tal encanto? —saludó a Miley pellizcándole la mejilla.

   —Vaya, creía que «encanto» era yo — bromeó Emma.

   Matt cabeceó por la ocurrencia de su esposa y Miley no pudo contener la risa.

   —¿Emma te importa coger a Tommy? Tengo que ir a inscribir la tarta.

   —De ningún modo ya terminará Matt de sacar las cosas. ¡Ven aquí amor! — exclamó tomando al niño — Estoy segura de que quedarás entre las mejores.

Miley  sacó su tarta de la cesta y se dirigió a la mesa.
Emma la siguió con la mirada haciéndose visera con una mano y el niño en el otro brazo.

  —Creía que «amor» era yo —contraatacó Matt.

   Emma se limitó a sonreír sin dejar de observar a su cuñada.

Conforme se fue acercando Miley empezó a notar un malestar en el estómago.
Sabía que el Comité de Mujeres organizaba el concurso con cuyos fondos se cubrirían los gastos de material de la escuela para el nuevo curso.

Pero no pudo evitar aquella desazón en cuanto vio a Harriet Keller al frente de la mesa.
Tratando de aparentar naturalidad esperó su turno.

Minnie y su madre la saludaron con la mano desde lejos y ella les devolvió el saludo contenta de verlas.

   —Señora Jonas me alegro mucho de verla por aquí.

La alegría de la señora Barttlet era sincera.

   —Yo también me alegro. ¿Le entrego a usted la tarta que he traído?

   —Desde luego enseguida la anotamos. Amanda querida apunta en la lista a la señora Jonas. ¿Que número?

   —Treinta y cinco. ¿Qué tal todo, señora Jonas? —respondió la viuda Keller sin levantar la vista del papel.

Miley no lo tomó a mal pues en la tienda acostumbraba a departir con todo el mundo sin alzar la vista de sus cuentas.

De reojo miró a Harriet que no pareció reparar en su presencia entretenida en charlar con un par de mujeres.
La mesa estaba abarrotada de postres podría decirse que no cabía ni uno más pero la señora Barttlet hizo un hueco a la tarta de Miley en una esquina de la mesa.

   Una vez comprobó que ya estaba bien colocada se dispuso a reunirse con su familia.

   —Treinta y cinco no lo olvidaré —se despidió con una sonrisa de cortesía.

La sobresaltó un estrépito a su espalda.
Cuando se giró no pudo reaccionar: su tarta acababa de estrellarse contra el suelo.

   —¡Oh Señor! ¡Qué lástima!

Se apresuró a intentar arreglar el desastre la señora Barttlet.

   —Si es que no cabe nada más. ¡Qué pena de tarta! Se habría obtenido una buena suma con ella —lamentó Harriet con fingida consternación.

Miley con el rostro demudado, contemplaba la tarta destrozada sin moverse del sitio.
Minnie se acercó corriendo seguida de su madre.

   —Harriet, no finjas porque te he visto —le reprochó indignada.

   —No sé de qué hablas Minerva Owen —respondió con un aleteo de pestañas.

   —Lo he visto todo. Tú has colocado ese plato —dijo señalando uno de los postres — y al hacerlo has empujado la tarta de Milry con el otro plato.

Su madre intentó frenarla del brazo para que no entrara en discusiones pero Minnie no estaba dispuesta a dejarlo pasar.

Miley  no se quedo a escuchar la discusión ni las disculpas y lamentaciones de las mujeres que estaban por allí.
Se dirigió hacia las mesas de la comida y se sentó en un banco vacío.
En ese momento lo único que necesitaba era estar sola.

Nick saludó a Matt con una palmada cariñosa en el hombro y tomó a su sobrino pequeño de los brazos de su hermana.

   —¿Pero qué te han hecho? —preguntó horrorizado.

El bebé lo miraba divertido.
Le dio un beso en la frente y le acarició los pocos rizos que le quedaban contemplando el aspecto que tenía.
Intercambió una mirada con su cuñado.
El silencio de Matt fue más que elocuente.

   —Pasó lo de siempre que sus hermanos me sacaron de quicio y se me fue la mano con las tijeras — explicó Emma — Luego intenté arreglarlo y aún fue peor. Yo lo veo igual de guapo, y ya le crecerá.

Con el niño en los brazos dio un vistazo a su alrededor y su semblante cambió.
Se hizo cargo de que algo había pasado.
 A lo lejos vio a Minnie y su madre la chica mantenía una acalorada discusión con Harriet.
 
Tuvo una corazonada y buscó a Miley con la vista.
La localizó tres mesas hacia su derecha, de espaldas a todo el mundo dolorosamente sola.
Antes de ir a hablar con ella se acercó con el niño en brazos a la mesa de las tartas.

Cuando llegó la señora Owen intentaba poner paz reteniendo a su hija por el brazo pero ella continuaba la discusión con terquedad ante la mirada atónita de la señora Barttlet y la viuda Keller que intervenían de vez en cuando.

   —¿Qué pasa aquí? — preguntó Nick con aquel tono tan calma do que hacía temblar a los peones.

   —¡Ha sido ella! —respondió Minnie fuera de sí— yo la he visto: ha hecho caer al suelo la tarta de Miley .¡No ha sido un accidente!

Nick tensó la mandíbula y miró a Harriet con ojos acerados.
Cualquier otra persona hubiese sentido escalofríos ante aquella mirada pero ella ni se inmutó.

   —Ya te hemos dicho que ha sido un resbalón fortuito. ¿No ves lo llena que está la mesa? —respondió la esposa del predicador.

   —No se preocupe señora Barttlet, seguro que tiene usted razón. No tiene importancia regrese a sus tareas —añadió Nick sin apartar la vista de Harriet.

Su intención era que las mujeres volvieran a lo suyo y dejaran de entrometerse.
De ese modo podría hablar con Minnie y tratar de averiguar qué había ocurrido.

   —Vamos Minnie déjalo ya. Tampoco estás segura de lo que dices —le reprochó su madre intentando zanjar la discusión.

   —Por lo menos se ha aprovechado y alguien ha dado buena cuenta de ella —añadió Harriet sosteniendo la mirada de Nick.




Dama de treboles cap 69

La soltó con lentitud y con la cabeza señaló la casa.

Miley le regaló media sonrisa seductora y tras ascender a toda prisa los escalones del porche desapareció tras la puerta.

Él se quedó donde estaba.
Le llegó un resplandor a través de la ventana que se hizo más tenue conforme Miley se adentraba por el corredor.

En cuanto acabó en los establos, ya en el porche empezó a sacar se el cinturón y la camisa.
Sin sentarse siquiera se quitó las botas a trompicones por la cocina.
Descalzo y medio desnudo se quedó parado en la puerta del dormitorio.

Miley dormía acurrucada como un ovillo.
Con aquel camisón que mostraba sus brazos desnudos y el pelo suelto sobre la almohada tenía un aspecto angelical.
De puro agotamiento no había resistido despierta.

Nick terminó de desnudarse y se tumbó junto a ella.
Con cuidado de no despertaría la abrazó por la espalda.
Tal como la tenía dormida en sus brazos y completamente pegada a él se sintió más dichoso que nunca.

 La besó en el pelo y con un profundo suspiro se resignó a pasar otra casta noche en la misma cama que su esposa.
Pero en esta ocasión e embargaba una tranquilidad especial porque tuvo la certeza de que iba a ser la última.

Era la típica mañana de agosto con un cielo azul muy claro en el que apenas se distinguía ni una nube.
Hacía bastante calor pero se agradecía.

Los habitantes de Colorado soportaban contentos las altas temperaturas pues para frío ya tenían suficientes meses de crudo invierno.

Así que aquel viernes tan caluroso había doble motivo para estar contento pues al buen tiempo había que sumarle el hecho de que tras un año de espera por fin había llegado la fiesta dela

Fundación el gran evento que se celebraba en honor de los primeros colonos que decidieron establecerse antes de adentrarse en la inmensidad de las Rocosas.

Miley se había esmerado en elaborar una tarta de manzana.
Entre otras actividades se iba a celebrar un concurso de postres para que un jurado decidiera cuál merecía ser considerado el ganador.

Después se subastaban entre la concurrencia aunque lo habitual era que cada familia pujase por el suyo.
Esta vez había puesto un empeño especial.
No es que pensara en el premio pero le encantaba la idea de recibir elogios por su buena mano.

Nick y ella cabalgaron hasta el pueblo en la misma montura por empeño de éste.
Al no tener que ocuparse de las riendas Miley pudo sujetar con firmeza la cesta.

En escasas ocasiones montaba de lado sobre las piernas de su marido y el estrecho contacto de sus cuerpos suponía un enorme placer.

Ataron el caballo en un abrevadero próximo a la herrería.
Allí dispondría de agua y sombra, y no necesitarían preocuparse de él durante varias horas.

   —Ve tu sola. Enseguida te alcanzo —le indicó Nick a la vez que saludaba al sheriff con un movimiento de cabeza.

Mientras él se reunía con éste y dos de sus ayudantes Miley rodeó la iglesia.
Ante la arboleda se celebrarla el concurso de tartas y los juegos posteriores.

Por la tarde como de costumbre habría música y baile.
Observó las largas mesas dispuestas a un lado de la explanada.
Habían sacado los bancos de la iglesia y algunas mujeres ya tenían reservado sitio colocando sus cestas de comida.

A la sombra de los álamos se hicieron algunos corrillos la mayoría de hombres.
Las mujeres se reunían en el centro de la explanada.

Al contrario que en las ciudades en el campo eran escasas las oportunidades para presumir y todas jóvenes y adultas consideraban que aquella era una de esas fiestas a las que se iba para ver y dejarse ver.

Esta vez Miley estaba especialmente contenta.
El vestido malva a cuadros que se arregló siendo objetiva le sentaba muy bien.
La forma en que Nick la miraba desde que salieron de casa, le daba la razón.

En el lado opuesto a las mesas, pudo comprobar que ya se había dispuesto un largo tablero desmontable cedido por gentileza de los dueños del hotel que ya empezaba a verse lleno de postres de apariencia deliciosa.

Un montón de mujeres iban dejando sus pasteles mientras otras tantas se dedicaban a espantar a los niños que sentían una atracción inevitable por aquella mesa.
Cuando iba a acercarse a dejar la suya, Miley fue asaltada por Patty.

   —¡Tía Miley ! Ven y verás donde nos hemos colocado. Comeréis con nosotros, ¿verdad?

   —Claro que sí, ¿dónde iba a comer yo mejor que con la niña más bonita de Indian Creek?

Se inclinó un poco dejando la cesta en el suelo la niña se colgó de su cuello y estampó un sonoro beso en su mejilla.

No hubo levantado la cabeza cuando vio acercarse a Hanna con Tommy en brazos y enseguida adivinó sus intenciones.

   —Miley  no sabes cuánto me alegro de verte. ¡Qué vestido tan bonito! Mamá dice que has hecho una de tus tartas, pero eso puede esperar. ¿Te puedes quedar con Tommy? —dijo encadenando un tema tras otro.

   —Me sienta bien, ¿verdad? Dame, anda, pero no tardes, que tengo que inscribirme en el concurso. ¡Huy, pero si te han cortado el pelo! —exclamó dirigiéndose al pequeño a la vez que le besaba la cabecita.

Por alguna extraña razón sus hermanos mayores no reconocían el mismo encanto en su hermanito que apreciaba Miley  porque en cuanto la veían venir corrían raudos a cargarla con el pequeño.

Como de costumbre Hanna, una vez se vio libre del niño salió a toda prisa a reunirse con sus amigas para cuchichear y reír a discreción.

Miley estaba contenta porque su sobrina había reparado en el vestido y además le había gustado.
Un detalle importante, porque una alabanza sincera de una chica hacia el atuendo de otra era cosa rarísima de ver.

   —Patty ¿te importa coger mi cesta? Pero con mucho cuidado.

La niña asintió con la cabeza.
Poniendo todo su empeño tomó el bulto encantada con su nueva responsabilidad y siguió a Miley hasta el sitio que había elegido su madre para comer.

   —¡Miley  querida! Y ya veo que Hanna no ha tardado en deshacerse de su hermano —comprobó con resignación—. ¿Dónde has dejado a Nick?

   —Se ha quedado ahí detrás hablando con el sheriff enseguida vendrá. ¿Y Matt?

   —Creo que ha ido al hotel por si necesitaban ayuda para traer las tazas.

   —Gracias Patty —dijo Emma a su hija ayudándola a colocar la cesta de Miley sobre la mesa — Ve a jugar cariño.


martes, 25 de diciembre de 2012

Dama de treboles cap 68



El pescozón de su tío le llegó al mismo tiempo que la reprimenda de su madre.

   —Sigue por ese camino aprendiz de matasanos y tu padre te tendrá limpiando establos tanto tiempo que acabarás adorando el olor a boñiga — advirtió Emma con media sonrisa amenazante.

   —Voy a llevar al doctor — dijo entre dientes frotándose la nuca.

   —El chico ha sido de gran ayuda dando ánimos a Doreen —aseguró Miley 

   —Sería un medico excelente — comentó Matt orgulloso.

   —Una mujer de parto no es una enferma no se necesita un médico para eso — atajó su esposa zanjando el asunto de la medicina.

   —Nosotros nos vamos a casa — dijo Nick — ya hemos tenido bastantes emociones por esta noche.

   —Emma, yo me acercaré mañana por la mañana para ver cómo se encuentra Doreen —comentó Miley 

   —No te preocupes ahora mismo voy a entrar a ver si necesitan algo y antes de irme pondré la ropa en remojo.

Nick tomó a Miley del brazo.
En cuanto se despidieron de Emma y de Matt salió con ella de la casa y se dirigieron a la puerta del establo donde permanecía atado el caballo. 

Nick montó de un salto y ayudó a Miley a subir.

   —Ahora monta de lado y descansa un poco — dijo sentándola sobre sus piernas.

Ella se lo agradeció porque fue entonces cuando empezó a acusar el cansancio. 
Se acomodó abrazando su cintura y apoyó la cabeza en su hombro.

   —¡Qué ganas tengo de llegar a casa para poder descansar! — suspiró cerrando los ojos.

   —¿Crees que llegarás despierta? — preguntó girando grupa.

Miley no contestó, se encontraba tan cómoda que habría podido dormir durante horas en esa postura; pese a todo se obligo a permanecer despierta durante el breve trayecto.

Nick no podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido durante el día. 
Estaba orgulloso de ella.
Acababa de demostrar un coraje digno de la clase de persona que era: valiente y decidida.  
Justo el tipo de mujer que admiraba y que siempre quiso tener a su lado. 



Y ya no se contentaba con hacerla suya quería que ella no pudiese vivir sin él que dependiese de él en cuerpo y alma.
Esa noche habían dado el paso más importante en su relación.

Los niños que ambos deseaban eran la promesa de un futuro juntos.

   Cuando llegaron al rancho la movió con delicadeza.

   —¿Te has quedado dormida?

   —No pensaba en todas las cosas que han sucedido hoy.

   —Yo también venía pensando en lo mismo — añadió ayudándola a bajar.

   Desmontó y tomó las riendas.

Miley lo miraba sin decidirse a entrar en la casa; él giró la cabeza y al ver que no se movía dejó el caballo y se acercó a ella.

   —¿No entras? — preguntó Nick jugando con un mechón de su pelo.

   —Pensaba esperarte — dijo sin dejar de mirarlo.

   —Lo de tener un niño lo he dicho muy en serio — le recordó en roscando el mechón en su dedo.

   —Yo también.

   Nick la tomó por la cintura consciente de lo que aquello significaba.


   —Mañana es el baile — dijo atrayéndola un poco más — ¿Qué vestido te vas a poner?

   —Uno nuevo.

   —Quiero verlo ahora. Quiero que en cuanto entremos te lo pongas para mí — sugirió sensual — y luego te lo quites también para mí.

   —No puedo está en casa de Emma —dijo con un brillo especial en la mirada.

   —Si no puedes darme ese gusto tendrás que pensar en algo para compensarme — le susurró al oído.



Dama de treboles cap 67


A Miley empezó a latirle el corazón más deprisa que nunca y sintió que se sumergía en la profundidad de aquella mirada color castaño.

Contempló un momento al bebé y de nuevo levantó la vista hacia Nick.

   — Como éste no. — Sonrió con aquellos hoyuelos que lo fascinaban — Lo quiero con el pelo castaño y los ojos como los tuyos.

Nick creyó que en el pecho le estallaban fuegos artificiales se acercó a su boca y la besó con ternura. Poco a poco se separó de ella y Miley se levantó todavía aturdida con el pulso acelerado en la garganta.

Sin mirar atrás se alejó con paso decidido dispuesta a entregar al pequeño a sus felices padres.

Joseph había salido de la casa más por no presenciar el arrebato amoroso de sus tíos que para tomar aire.
A lo lejos vio que se aproximaba un carro.

Tal como se fue acercando pudo distinguir a dos hombres: reconoció a su padre que llevaba las riendas junto al doctor Holbein que le acompañaba en el pescante.
En cuanto frenó de la parte trasera vio saltar a su madre y correr hacia la casa alzándose las faldas.

   —¿Cómo se encuentra Doreen? ¿Está Miley con ella?

   —Llegáis tarde — afirmó satisfecho — Tía Miley y yo hemos hecho todo el trabajo. El niño ya ha nacido y ha sido extraordinario no lo olvidaré en la vida.

   —¿Tú has presenciado el parto? ¿Quién ha tenido semejante ocurrencia? —preguntó escandalizada dejando paso al doctor que apresurado se adentró en la casa.

   —No lo vas a creer — afirmó entusiasmado — Cuando el bebé ha nacido Miley me lo ha entregado para que lo sostuviera mientras cortaba el cordón. ¡Ha sido increíble!

   —¡Un muchacho haciendo de comadrona! Si me lo cuentan no me lo creo — rezongó.

   Cuando entró en la cocina, Miley le explicó antes de que preguntase.

   —Cuando llegamos aquí la cabeza ya casi asomaba. No nos ha dado tiempo ni a pensar. ¿Cómo está Tommy?

   —Bien al final ha resultado que no era nada le están despuntando los colmillos. Lo he dejado en casa al cuidado de Albert y las chicas. Sólo hemos parado un minuto antes de venir corriendo a echar una mano. Pero ya veo que tú solita te has encargado de todo.

   —Ya había asistido a algunos partos pero ésta ha sido su primera vez a solas. Ha demostrado una entereza increíble — añadió Nick rodeándola por los hombros.

   —Ya puedes estar orgulloso de ella.

   —Lo estoy — aseguró con sus ojos fijos en los de Miley .

Sus palabras y su mirada fueron para ella el mejor de los cumplidos.
Detuvo la vista en sus labios.

Si en ese momento hubiesen estado a solas se habría lanzado a su cuello y lo habría besado hasta robarle el aliento.


   La voz del doctor Holbein la devolvió a la realidad.

   —Yo ya no puedo hacer nada aquí — anunció tomando su maletín — El niño ha nacido sano y la madre se encuentra en perfecto estado. Miley has hecho un excelente trabajo. En fin os dejo. Voy a ver si Joseph me acerca a casa.

   —Doctor gracias por todo. Ha sido un detalle que haya venido hasta aquí a estas horas — le agradeció Nick.

   —Al saber que la señora Bates aún tenía que vestirse he decidido acercarme yo. Y no hay por qué dar las gracias. Pero si insistes — rectificó guiñando un ojo a Miley — tu esposa sabe cómo agradecérmelo.

   Nick no entendió a qué clase de agradecimiento se refería.

 —Le gustan los dulces —le dijo Miley al oído.


   —Así que tienes un admirador. Muy astuto el doctor Holbein — comentó sonriendo mientras el hombre subía al carro.

   —Voy a ver si Doreen necesita algo y a conocer a ese bebé — anunció Emma.

   —¡Es tan pequeño! — comentó Nick.

   —¿Qué esperabas? ¿Que saliera andando de la habitación? — preguntó Joseph con suficiencia.



Dama de treboles cap 66



   Nick todavía asombrado decidió averiguar si todo iba bien con el tono más suave que encontró.

   — Miley  ¿hay algún problema?

   — No creo va muy rápido, eso es todo. Y Gideon me pone nerviosa porque parece que esté presenciando una agonía. En cuanto entremos Joseph y yo le diré que salga aquí contigo. Tú vigila el agua y de paso vigílalo a él.

   —Pero Joseph solo tiene diecisiete años — alegó — y a Doreen no creo que le apetezca verlo ahí dentro. ¿No será mejor que te ayude yo?

   —De ningún modo —se negó ante semejante idea — A ojos de Doreen tú eres un hombre y Joseph, solo un chiquillo.

   —Entiendo — cedió — Pero si el parto se complica, no dudes en llamarme. Me trae sin cuidado el pudor que pueda sentir Doreen, lo importante es sacar adelante a ese niño.

   —Tranquilo de momento sigue su curso y el chico no va a ver nada. Se limitará a sentarse a su lado darle la mano y secarle el sudor. Lo que tendría que estar haciendo su marido. Pero a él no lo quiero en la habitación. No tengo ganas de tener que atenderlo si se desmaya — lo tranquilizó mientras se secaba las manos — Necesito un cuchillo que corte muy bien lo desinfectas con lo que encuentres. Ah y consígueme también un carrete de hilo.

   —Doreen tiene mucha suerte de que estés aquí — dijo besándola en la mejilla — Venga no la hagáis esperar más.

Miley respiró hondo y entró en el dormitorio seguida de Joseph que en su vida había estado más cohibido.
Al entrar cerró la puerta tras ellos.
Al momento salió Gideon con cara de funeral y se puso a pasear arriba y abajo.

Nick se acercó a él le dio un par de palmadas en la espalda y fue a controlar el agua.
Una vez comprobó que hervía la apartó del fuego.
En el silencio solo se oía un tintineo de espuelas.

Buscó un cuchillo en la cocina y lo desinfectó con algo de whisky.
Gideon le entregó un carrete de hilo que sacó de un costurero.

Y sin poder hacer otra cosa se sentó a esperar en un sillón junto a la chimenea.

   —¿Y este sillón? — preguntó tratando de distraer a Gideon.

   —Era del padre de Doreen — contestó lacónico.

   De pronto Joseph salió pidiendo el cuchillo y el hilo haciendo que Nick saltase del asiento.

   —¡Pero vuelve rápido! — gritó Miley desde la habitación haciendo que el chico se estremeciese encogiendo los hombros.

Como un rayo tomó ambas cosas y regresó a toda prisa.
Dentro se oyó un grito más fuerte que los anteriores junto a las voces de Miley y Joseph.
De pronto hubo unos segundos de tenso silencio y un llanto inconfundible.

Nick cerró los ojos.
Aquellos lloros sonaban a música celestial.
Se incorporó y fue a estrechar la mano al feliz padre que tenía el aspecto de ir a desplomarse en cualquier momento.

Instantes después salió Joseph con una sonrisa de oreja a oreja buscando el agua para asear al bebé y a la madre.

Mientras templaba el agua hervida con un poco de agua fría se le veía tan orgulloso como si el mérito fuese todo suyo.

Minutos después salió Miley con un pequeño bulto en los brazos envuelto en una mantita de franela.
Se dirigió hacia Gideon y destapó la carita del bebé.

   —Es un niño.

   Gideon le acarició la mejilla sin atreverse a rozarlo apenas.

   —Gideon McRae Jr. — murmuró enternecido.

La tensión de Miley se evaporó al ver tanta ternura en sus ojos.
Se plantó frente a Nick y con decisión le colocó al niño en los brazos.

   —Vamos — rogó — Tu esposa te espera.

Gideon asintió con cara de susto y se apresuró hacia el dormitorio.
Miley entró tras él lo vio abrazarse a ella y perpleja comprobó que era Doreen la que lo consolaba a él con dulces palabras.

Nick se había quedado paralizado en medio de la cocina con aquel diminuto ser en brazos.
Había cogido a todos sus sobrinos en numerosas ocasiones pero era la primera vez en su vida que sostenía a un recién nacido.

Con lentitud como si temiera que se le fuese a caer al suelo se dirigió hacia el sillón y se sentó muy despacio.
Destapó un poco la manta el niño estaba arrugado tenía la cabeza cubierta por una rala pelusa cobriza y abría la boquita como si quisiera bostezar.

Joseph iba de un lado a otro de la cocina sin parar de hablar de lo emocionante que había sido ver nacer a un ser humano.
Pero Nick no lo escuchaba.

Estaba aturdido por una emoción nueva para él; sin saber por qué tenía un regusto salado en el paladar y un nudo le constreñía la garganta.

Instantes después salió Miley con un fardo de ropa blanca que colocó en un rincón dentro del balde que había utilizado.

Se quito el delantal se secó el sudor de la frente con el antebrazo y apoyando ambas manos en el fregadero respiró aliviada.

Nick no podía apartar la vista de ella.
Deseó abrazarla y felicitarla por la valentía que había demostrado pero no le salían las palabras.

Ella llenó un vaso con una jarra de agua y se lo bebió de un trago.
Ya repuesta se acercó a Nick y sonriente le tomó al niño.

Cuando se daba la vuelta para llevar al pequeño junto a su madre Nick tiró de su cintura con ambas manos y la sentó en su regazo.

Miley  se quedó mirándolo con el niño en brazos.
Los ojos de Nick brillaban con una intensidad como nunca había visto.
La reclinó sobre su hombro y acercó su rostro al de ella.

   —Quiero hacerte un bebé como éste — susurró.


Dama de treboles cap 65



Nick maldijo en voz baja y apartándose sin ganas se dispuso a abrir la puerta resuelto a estrangular con una sola mano a aquel visitante tan oportuno.

   —Se puede saber… —dijo abriendo la puerta de golpe—. ¡Joseph! ¿Ha pasado algo?

   Su expresión cambió al ver a su sobrino estrujando el sombrero con cara de espanto.

   —No, en casa nada. Quiero decir, si ha pasado, pero no… Mis padres se han marchado con Tommy al pueblo pero no es eso.

Miley  corrió a la puerta y lo hizo pasar.

Nick crispado por la preocupación trató de serenarse para no poner al chico más nervioso.

   —Con calma, explícanos qué ha pasado — le pidió Miley en tono pausado.

   —Durante la cena, Tommy no paraba de llorar. Tenía un poco de fiebre y mi padre ha decidido que en lugar de ir a buscar al doctor Holbein acabaría antes llevándolo a su casa. Mamá insistía en que no era nada, pero mi padre se preocupa enseguida.

   —¿Y por eso has venido? ¿Crees que es algo grave? — preguntó Nick cada vez más preocupado.

   —No creo algo propio de niños será.

   —Entonces…, ¿qué ha pasado para que vengas con esa cara? — inquirió con impaciencia.

Miley tomó del brazo a su esposo y con una mirada le rogó tranquilidad.
De lo contrario no iban a conseguir que Joseph terminase de contarles qué lo había llevado hasta allí a una hora tan intempestiva.

   —Estábamos las chicas, Albert y yo cuando ha llegado Gideon completamente blanco. Doreen se ha puesto de parto y están en su casa ellos dos solos. Quería que buscase al doctor o a la señora Bates, la mujer que asiste estos casos pero está demasiado lejos. Por lo que me ha contado las cosas van muy deprisa. Miley  — dijo mirándola a los ojos — tú eres la persona que está más cerca.

   —¿Y Albert? —preguntó Nick.

   —Ha salido al galope en busca del doctor, y he decidido venir yo porque no quería que Hanna cabalgara sola de noche. Ella se ha quedado en casa con Patty.

   — Has hecho bien — resolvió Miley — Nos vamos. Nick no hay tiempo para ensillar el caballo me voy con él.

   —Tengo que encargarme del que tiene una pata lacerada. En cuanto acabe me reuniré con vosotros en casa de Gideon. No hay de qué preocuparse, en ocasiones las mujeres tardan mucho más de lo que parece. Miley — preguntó tomándola del brazo — ¿sabes lo que haces?

   —Ayudé a Cordelia a traer muchos niños al mundo. Esta vez tendré que hacerlo sola. Me temo que no tenemos muchas opciones.

   —No perdamos más tiempo — dijo Joseph sacándola de la casa.


Cuando Nick entró en casa de los McRae solo se oían los gritos de Doreen.

Al ir a entrar en el dormitorio se paró en seco al comprender que lo último que ésta desearía sería ver al patrón de su marido presenciando el parto de su primogénito.

Descubrió a Joseph ocupado en calentar agua en una cazuela grande.

Al instante salió Miley de la habitación.
Llevaba un delantal blanco de Doreen y tenía la frente perlada de sudor.

   —Joseph en ese armario hay jabón. Lávate las manos a conciencia y luego me lo das a mí. Vas a tener que entrar conmigo porque Gideon está tan asustado que creo que va a desmayarse en cuanto vea algo de sangre. Ahí dentro ya tengo toallas y un par de sábanas.

   —¡Pero yo no puedo! ¡Oh, por favor, no me hagas esto! ¡Yo no he visto nunca a una mujer en… estas circunstancias! Si entro, no podré mirarla nunca más a la cara — se quejó horrorizado.



Miley  se acercó a él y lo agarró por la pechera de la camisa dejándolo pasmado con su arranque de carácter.

   —Escúchame — masculló entre dientes a una pulgada de su cara — ¿no quieres ser médico? Pues ésta va a ser tu primera práctica. No me vas a dejar sola ahí dentro. Estamos juntos en esto, ¿entendido?

  El chico tan solo acertó a murmurar un ininteligible «sí señora».
Con cara de susto tomó el jabón y se frotó las manos con energía.




Dama de treboles cap 64


  —Nick nunca me has dicho qué día naciste — preguntó Miley ya en la cocina.

   —El 21 de junio.

Los dos se miraron en silencio.
La fecha elegida por Nick para escribir una nueva página en el libro de su vida y que cambió para siempre la de Miley .

   —Debiste habérmelo dicho no te hice un regalo.

   —Créeme sí me lo hiciste — aseguró en voz baja.

   —Quiero que lo tengas tú — dijo sacando el reloj de la bolsa — Tendrás que darle cuerda todos los días.

Nick conmovido destapó la esfera.
 «E. T. W.».
Las iniciales grabadas en el interior de la tapa podrían significar miles de nombres.

   —Nunca dejará de latir, puedes estar segura.

Miley se coloco el delantal y enjuagó las tazas del café.

   —¿Qué significa tu nombre en lakota? — preguntó observándola de brazos cruzados.

   —Estrella. — Al ver su interés decidió contárselo — Conforme fui creciendo me iba dando cuenta de que yo no era como ellos. Mi padre me explicó que yo era diferente porque tenía la suerte de tener esta estrella en la mano, ¿ves?

Al separar los dedos la quemadura que se extendía por ellos hasta la mitad se abrió adoptando la apariencia de una estrella mal dibujada.
Nick le tomó la mano y recorrió su contorno con el dedo índice.

   —Por eso nunca me he avergonzado de esta mano — continuó — Él decía que yo era una estrella que había llegado del Cielo para dar luz a sus vidas y por eso mi pelo irradiaba luz como las estrellas. Ellos nunca pudieron tener hijos.

   —Y cuando llegaste aquí hubo alguien que te mostró la cara amarga de tener esta cicatriz. —Recordó la crueldad de Harriet —  Piensa que solo ha habido una persona en el mundo capaz de hacerte sentir mal por ello.

   —No me sentí mal. Me dolió que dijese que a ti te repugnaba.

   —Eso no es cierto, ya te lo dije una vez. A nadie le repugna. ¡Qué tontería! — Le besó la palma de la mano — Tu padre debió de quererte mucho para explicarte de esa manera el hecho de ser distinta.

Miley se desató el delantal.
A Nick le inquietó verla tan callada.

La visita de Will Sanders unida al recuerdo de sus padres la habían sumido en una melancolía que ya creía superada.

Y le inquietó pensar que tal vez jamás encontraría una vida plena a su lado.

   —¿Echas de menos aquella vida? Ya sabes que no nos sobra el dinero pero quiero que seas feliz aquí.

   —¿Qué tiene que ver el dinero? — espetó dedicándole una mirada furibunda — No quiero que hables así.

Nick reconoció que en ocasiones más le valía mantener la boca cerrada.
Se acercó y la abrazó por detrás pero ella se mantuvo rígida.

   —Y tú me asustas cuando te pones tan seria.

Con la nariz le acarició la suave piel de detrás de la oreja y Miley se relajó de inmediato recostándose en su pecho.

Él la ciñó más fuerte agradeciendo el cambio de actitud.

   —Pues yo no muerdo — bromeó Miley .

  —Qué lástima — susurró él en un tono cargado de sensualidad.

   La sensación de su aliento en el lóbulo de la oreja y la poderosa solidez de su cuerpo ceñido al suyo le imprimieron el valor necesario para confesarle su más oculto deseo.

   —Hay algo que echo de menos de mi vida en las praderas. Es algo que me encantaba de niña no sé si debo decirlo. Olvídalo, no es apropiado.

   —De eso nada — rio entre dientes junto a su pelo — ahora no me vas a dejar con la intriga. ¿No es apropiado decirlo o hacerlo?

   —Creo que no es apropiado hablar de ello. Cordelia diría que es propio de salvajes — sentenció con un tono que denotaba años de censura.

   La giró de modo que quedaron cara a cara.

   —Olvida a Cordelia.

Miley trató de retirarse en un intento de concluir la conversación pero Nick la ceñía por la cintura sin intención de dejarla marchar.

   —¿Qué es eso que se puede hacer, pero que es inapropiado decir?

   —No tiene importancia — alegó con visible incomodidad.

   —¿Es algo que harías delante de la gente?

   —¡No!

   —Entonces lo harías sola…

   —Me gustaría hacerlo contigo — insinuó.

   —¿Conmigo sería apropiado?

   La proximidad de sus cuerpos y el juego de acertijos se habían convertido en un delicioso estímulo.

   —No lo sé. Pero no me importaría hacerlo aunque luego pienses…

   —Lo que piense deja que lo decida yo. Veamos es algo que siendo niña hacías en las praderas pero que aquí no te permites nunca y te gustaría compartir conmigo. Basta ya de timidez. Quiero saberlo.

   —Me gustaría bañarme desnuda — confesó en voz baja mirándole a los ojos — en el río.

Miley advirtió que él se tensaba.
Luchando consigo mismo por no cargarla en brazos y llevarla al río en plena noche se inclinó sobre su boca.

De pronto los sobresaltaron unos golpes.


Dama de treboles cap 63


Ya no se conformaba con una entrega sumisa quería que lo desease más que a nada y no se conformaría hasta verla lanzarse sobre él como una loba hambrienta.

Y pensaba conseguirlo con una lenta seducción.
Le acarició los labios y Miley permaneció muy quieta rogando que no parara.

   —Esa Cordelia sabía lo que hacía — dijo dibujando los labios con el pulgar — De haber permitido que te mostraras como eres cientos de hombres habrían hecho cola a la puerta de tu casa. Eres muy hermosa Miley — murmuró — el sueño de cualquier hombre.

   —No quiero a cualquier hombre.

   —Eso está muy bien — dijo con media sonrisa vanidosa —  Vamos a ir despacio confía en mí.

Miley asintió y echo hacia atrás la cabeza.
Nick se inclinó para besarla con ternura.
Con el sabor en los labios a jalea de fresa aquel beso tan dulce prometía delicias aún por descubrir.
Si era un buen principio.Capitulo

A la mañana siguiente, Miley fue la primera en despertar.
Sin moverse se recreó en prolongar los últimos minutos antes de levantarse.
Poco a poco fue abriendo los ojos y se encontró por primera vez abrazada a él.

Trató de quedarse todo lo quieta que pudo en parte por la sorpresa y también con el deseo de alargar la agradable sensación que le producía el calor de su cuerpo desnudo.
Se percató de que tenía una pierna entrelazada con las de Nick.

Él dormía boca arriba y a su vez la retenía por la cintura con un brazo.
Pensó que no había en el mundo mejor almohada y se deleitó frotando su mejilla contra el vello de su pecho.

Le acarició la suave piel desde el costado hasta encontrar el vello más duro en su muslo disfrutando de una variada gama de tactos.
Posó la mano entre sus piernas lo tanteó movida por la curiosidad y comprobó que crecía con sus caricias.
Giró la cara para besarle el torso y aspiró su aroma.

Lo volvió a besar esta vez casi sin rozarlo y trazó una senda sinuosa de besos hasta la base del cuello.

   —Ese es un juego muy peligroso — murmuró Nick somnoliento.

Miley intentó incorporarse pero él se lo impidió reteniéndola con el brazo que la tenía agarrada.
Con la otra mano le alzó la barbilla para poder ver su rostro.
Se había ruborizado y lo miraba con los ojos muy abiertos
.
Por un momento dudó pero los vaqueros estaban al caer y para su primera vez necesitaba tiempo para disfrutar de ella sin límite así que ejercitó una voluntad férrea para posponer la ocasión.
Acercó su cara a la de Miley y la dejó desconcertada con un beso en la punta de la nariz.

   —Me gustaría tomar café antes de irme — le dijo con una sonrisa.

Miley bajó la vista azorada de un salto se levantó y salió dándole la espalda en dirección a la cocina. Él se demoró un par de minutos estirándose en la cama no quería empezar el día exhibiendo una erección.

Desperezándose se incorporó para vestirse mientras la oía desenvolverse por la cocina.
Cuando salió con la toalla al hombro vio que Miley lo miraba de reojo mientras apartaba la cafetera del fuego.

Miley  oyó accionar la bomba de fuera y aprovechó para servir el café cortó un poco de bizcocho y batió un par de huevos.

Cuando él entró de nuevo la encontró todavía de espaldas revolviendo los huevos en la sartén.
Todavía estaba sirviéndolos en un plato cuando regresó a la cocina remetiéndose una camisa limpia por dentro del pantalón.

   —¿No te sientas conmigo?

   —Todavía no me he lavado ni la cara — contestó sin mirarlo.

Mientras Nick atacaba el plato de los huevos ella aprovechó para salir y asearse.
Volvió a la cocina y se quedó un momento mirándolo desayunar.
Él no le quitaba los ojos de encima.

   —No hay como una visión exquisita a primera hora de la mañana — comentó observándola como un ave de presa.

Ella vio que el camisón se le transparentaba al trasluz dejando a la vista su cuerpo desnudo y corrió a vestirse.
Cuando volvió anudándose la trenza Nick apuraba su café con cara de diversión.

Miley le retiró el plato y al llegar hasta el fregadero se sintió como una tonta porque apenas había dicho un par de palabras.

Nick se acercó a ella y la rodeó por detrás.
Ese gesto hizo que se relajara.
Él lo notó y la giró para tenerla de frente.

   —La mujer seductora y decidida que conozco de repente se vuelve tímida como un ratón.

   —Trato de comportarme como una esposa juiciosa.

   —Ah, pero ¿sabes hablar? — bromeó.

   Aquello arrancó una risita de Miley que lo miró con adoración.

   —Prefiero a mi guerrera a lomos de un mustang con su cuchillo en la bota. La primera vez que te vi, no te imaginé tan valiente.

   —Me casé contigo. ¿Te parece poca demostración de valentía?

   Entonces fue Nick el que rio le acarició la espalda y empezó a jugar con su trenza.

   — Juiciosa no significa tímida y menos conmigo. ¿Por qué te muestras tan vergonzosa esta mañana?

Miley  respiró hondo un par de veces.
Hablar de ello le resultaba muy embarazoso.

   —Nick, carezco de experiencia. Yo no sé lo que es correcto o no. — Temerosa calló por un momento — Mi cuerpo me pide cosas que mi cabeza… Dudo si mi comportamiento es el adecuado.

   —No tengas miedo de mostrarte como eres — dijo él con tono de complicidad tomándola por la barbilla — Entre nosotros los límites los ponemos tú y yo.

Él la ayudaría a adquirir la seguridad que le faltaba.
Todavía dudaba entre lo que le dictaba su corazón y las absurdas ideas sobre la moral que durante años embutió en su cabeza aquella arpía.

   —Lo intento. Esta mañana por fin me he atrevido a disfrutar de ti — murmuró.

   —Aún no me he comido a nadie. ¿Todavía me tienes miedo?

   —Ya no.

   —Entonces, ¿serás capaz de despedirme como me merezco? — la invitó con voz seductora.

Ella se aferró con ambos brazos a su cuello y apenas con un roce lo besó en los labios.
Poco a poco lo atrajo con más fuerza para profundizar el beso e introdujo la lengua en sus labios entreabiertos arrancando un gemido de la garganta de Nick.
Lo besó durante largo rato con una seducción lenta y ociosa recreándose en su disfrute.
Era la primera vez que tomaba la iniciativa de besarlo de un modo tan íntimo pero gozó tanto con ello que supo que no sería la última.

Cuando se separó de él Nick la tenía agarrada por las mejillas con ambas manos.
Ella apoyó las manos en sus hombros lo miró a los ojos y por la expresión que vio en ellos fue consciente del poder de su feminidad.

   —¿Vendrás a comer? — le preguntó sin dejar de mirarlo.

Él asintió con la cabeza.
La soltó con lentitud le dio la espalda y tomando el sombrero salió por la puerta sin mirar atrás.
Solo se oyó el ruido de sus espuelas.

Miley salió tras él para contemplar su partida.
Por el camino se aproximaban tres de los cinco peones.

Nick se unió al grupo pero antes de imprimir más ritmo al caballo le envió desde lejos una mirada que la hizo estremecer.

 Entonces tuvo la certeza de que necesitaba más que nada en el mundo ser de él y que Nick fuese suyo.


domingo, 23 de diciembre de 2012

La prometida del desierto cap34


Al borde del dolor fue otra vez devorada por la ardiente excitación sexual.
La sensación de él dentro de ella llenándola era tan intolerable e íntima que gimió desde lo más profundo de la garganta.

En reacción él se paralizó de nuevo antes de penetrarla hasta lo más profundo con un gemido de pasión.

Entonces cuando empezó a moverse dentro de ella poseyéndola con potentes sacudidas Miley quedó atrapada en su tormentoso ritmo y se le cortó larespiración.

La primera oleada de placer primitivo la asaltó mientras Nick la conducía a un frenético clímax de pasión salvaje.

El cuerpo se le arqueó como el de una marioneta y la explosión ardiente que empezó en lo más profundo de ella se expandió por todas sus células devastadora y ciegamente.

Miley apretó los brazos alrededor del cuerpo de él deforma instintiva entre los temblores que la sacudían y la verdad más sorprendente le llegó cuando sus defensas estaban más bajas....

«lo amas siempre lo has amado».

Era como caer en un gran agujero negro sin ninguna advertencia.
La realidad la sacudió con dureza.
Nada la había conmovido con tal profundidad como aquello.

El amor había penetrado en ella y ridiculizado sus esfuerzos por protegerse a sí misma.
Pero ¿cómo iba ella a haber sabido que él utilizaría su deseo sexual como un arma contra ella?

Debería haberlo sabido se dijo con dolor mientras recordaba la controlada y ciega furia que le había sacudido cuando ella había tirado su anillo de boda.

Nick había decidido ponerla en su sitio y eso no era una sorpresa... su sitio tendida en su cama.
Y ahora entendía que de ninguna manera huera permitido Nick que durmiera sola después de cómo se había comportado y cuando eso era lo que él había deseado de ella desde el principio.

Los ojos le escocieron.
Por primera vez en su vida adulta se sentía débil e inadecuada.

Nunca había necesitado a nadie desde la infancia y nunca se lo había permitido a sí misma pero Nick había hecho que le necesitara.
Se le había metido bajo la piel y había derrumbado todas sus defensas.

—Perdóname por hacerte daño — suspiró Nick

Miley apretó los dientes al recordar la satisfacción primitiva de él en el instante de la posesión sexual.
Intentó escabullirse de su abrazo pero él apretó más los brazos.

—Lo disfrutaste — le condenó.

Nick se puso rígido y le dirigió una mirada repentina de furia que le produjo un vuelco en el estómago.

—No he disfrutado de hacerte daño — explotó confiereza — pero he sentido un placer natural y orgullo por tu pureza. Nunca me he acostado con una virgen y no esperaba encontrarte inocente. Que me hayas tal regalo en nuestra noche de bodas ha significado mucho para mi. No me disculpare por eso.

—¡Me gustaría haberme acostado con cien hombres! — exploto Miley con las mejillas sonrosadas.

—Pero no lo has hecho —dijo Nick con satisfacción— Esperaste por mi.

—¡No he esperado por ti!

—La cuestión no tiene importancia ahora. ¿Por qué después de lo que hemos disfrutado intentas pelear conmigo? —preguntó con buen humor.

Estaba tan guapo.
El pelo negro la piel dorada los asombrosos ojos y una boca tan sensual...

De repente le hizo dañó mirarlo y sentir la instantánea oleada de placer posesivo hacia él.
Amor a primera vista.
Ella nunca había creído en ello y sin embargo le había ocurrido.

Se había enamorado hasta el alma desde el momento en que le había visto y debería haberlo reconocido mucho tiempo atrás.
Había sentido agonía por él en aquella cena entre colegas en que Nick no estaba muy seguro de qué cubiertos usar y ella había hecho una demostración en su beneficio de cómo se usaban.

Debería llorar ahora por su ciega estupidez.
Si hubiera reconocido sus propios sentimientos estaba amargamente convencida de que hubiera tenido la fuerza de haber salido en aquel helicóptero.

—Miley ...

Ella se estremeció al notar el duro empuje de su masculinidad contra su muslo' Eso la excitó.
Ella conocía todos los mecanismo del sexo pero nunca había creído que él pudiera excitarla con tanta facilidad.

—Y ahora te quedas silenciosa.

Una mano suave le acarició la barbilla.
Nick le sonrió con aquella sonrisa radiante que le encogía el corazón.

 —Y pareces tan preocupada pero a la vez tan sexy...

Deslizó un dedo por su labio inferior inflamado por sus apasionados besos y ella sintió el pulso acelerado.

Con el pulgar le entre abrió los labios e invadió su tierno interior y con vergonzosa incredulidad Miley sintió un nuevo ardor entre los muslos.

—Olvida el mundo fuera de estas paredes — susurró Nick con voz ronca — Este es nuestro mundo y nada puede amenazarte aquí.


La prometida del desierto cap33



Cuando salió como una nadadora novata que se hubiera sumergido a demasiada profundidad sus senos estaban desnudos inflamados y sus pezones vergonzosamente erizados.

Nick cerró una mano sobre la de ella cuando intentó cubrirse.

—No te avergüences... disfruta de tu belleza como hago yo — la apremió con voz ronca— Tu pelo tiene la gloria del amanecer y tu piel el brillo de las carmelias blancas.

Allí echada Miley sintió todo su cuerpo arqueándose hacia él y se quedó sin aliento.

—Pura... sin mancha.

Miley curvó los dedos reverentes sobre un montículo tembloroso y a ella se le contrajo el estómago y cerró los ojos ante la intolerable sensación que su dedo estaba produciendo en el sensible pezón.

Nick abarcó sus senos, los contoneó y exploró conmanos expertas y después bajó la cabeza morena para devorar un botón rosa en el ardor de su boca dejándola sentir sus dientes y el frote sensual de su lengua.

El corazónse le desbocó a Miley y perdió todo el control mientras arqueaba la espalda y se le escapaba un gemido febril.
Derepente estaba ardiendo viva en una oleada de atormentado placer.

No podía permanecer quieta.
Sus uñas se clavaron en la suave sábana y después volaron instintivamente hacia él arañándole los hombros enterrándose en su pelo hasta que con un gemido ahogado Nick tomó su boca de nuevo con una apasionada urgencia que la consumió.

Entonces deslizó uno de sus fuertes muslos entre los de ella mientras sus dedos jugueteaban sobre su tembloroso vientre.
Se agachó para besar sus senos de nuevo cubriendo lac arne ya febril con ardientes y ansiosos besos.

Se movió hacia la barrera de seda que cubría sus finas caderas deslizando una mano acariciante a lo largo del sedoso muslo de ella y dibujando todo el contorno de la extremidad temblorosa hasta el remolino de fieros rizos que ocultaba el verdadero corazón de ella.

Un sonido estrangulado escapó de los labios de Miley cuando él encontró la fuente del más insoportable placer.

Nick se inclinó sobre ella y le asió por el pelo mientras su cabeza se agitaba sobre la almohada con frenesí.
Miley tenía los ojos muy abiertos y nublados de pasión.

Nick la miró como un ansioso conquistador sus brillantesojos dorados cerrándose en los de ella mientras apretaba los nudillos en el punto más sensible de su cuerpo palpitante y murmuraba roncamente:

—Ahora dime que no te imaginaste esto la primera vez que posaste los ojos en mí. Dime que no te viste yaciendo bajo mi cuerpo con el tuyo ardiendo por mi posesión...

—Yo... yo... —jadeó.

—Sólo con verme me deseaste.

—¡No!

Al instante de forma desesperada e inolvidable.
Sentiste lo que no habías sentido nunca antes.
Un reconocimiento sexual tan poderoso y consumidor que los dos los vimos a la vez.

—No.

Nick movió su experta mano como un torturador y Miley soltó un grito incapaz de reprimir los gemidos de intolerable placer ni el arqueo de su cuerpo.

—Admítelo — en tonó él con una sonrisa y la tenacidad que tanto la asustaba a ella.

—¡Eres un bastardo! — gimió ella en una explosión de frustración emocional —De acuerdo... de acuerdo... sí ... sí... sí.

Nick esbozó una sonrisa de triunfo y como premio a su rendición bajó su largo cuerpo contra el de ella.
Apretó su boca con ardor contra el hueco palpitante de su cuello.

—Tú eres mi mujer..

—No — jadeó ella con desesperación.

—Y si te hubiera besado hasta dejarte si respiración en vez de haber intentado comunicarme contigo con mi pobre inglés de entonces hubieras caído a mis pies.

—¡No! — gimió ella con angustia y furiosa contra él.

Estaba tan furiosa que estaba a punto de explotar pero no podía controlar la atormentada reacción de su cuerpo ni la necesidad que él mantenía en el punto de ebullición.

—Sí.

Con una ronca carcajada Nick deslizó la punta de la lengua entre sus senos y cambió de dirección para lamer los pezones inflamados que ya había acariciado hasta poner erectos.

La hizo jadear y retorcerse mientras sus dedos se deslizaban por la suave parte interior de uno de sus muslos hasta descubrir el centro de su placer.
Miley arqueó las caderas salvajemente bajo el asalto de su mano exploradora.

Sentía como si cada átomo de su ser estuviera centrado allí y cada caricia la volvía más loca hasta apretarse a él con frenesí buscando ella misma su boca provocativa desesperada por todo el contacto que pudiera conseguir por aliviar la agonía que la estaba consumiendo.

—Intentaré no hacerte daño — murmuró Nick con voz ronca — Pero estás muy tensa y yo llevo tanto tiempo sin hacerlo...

La había conducido hasta tal cima de excitación que Miley estaba totalmente fuera de control.
Nada importaba salvo aquella intolerable vaciedad que necesitaba ser llenada.

Nick se deslizó entre sus muslos abiertos la alzó consus fuertes manos y la ardiente y dura prominencia de su masculinidad se frotó contra su suavidad.

Miley jadeó y se puso rígida mientras abría los ojos.

—No te pongas tensa — susurró él mientras buscaba la entrada de su húmeda bienvenida que él había preparado con tanta devoción.

—Por favor..

Iba a decir no pero sus labios no pudieron pronunciar la palabra.

Estaba tan excitada que la primera sacudida de su lenta invasión la despojó de toda capacidad de pensar o hablar.

Nick se arqueó ligeramente sobre ella el vello de su torso rozando sus pezones y atrapó su boca antes de zambullirse en el auténtico centro de ella.

Un dolor agudo paralizó a Miley .
Cuando gritó él apartó sus labios y la miró con sus facciones doradas tensas por el control que estaba imponiendo a su fiero deseo.

Pero sus ojos eran como dos llamas vibrantes cuando la abarcó con posesivo orgullo.

—Ahora eres verdaderamente mía aziz ♥ — susurró con salvaje satisfacción.


La prometida del desierto cap32



Antes siquiera de poder abrir los labios Nick la rodeó con sus fuertes brazos apartó el edredón y la tendió en la cama con sorprendente delicadeza.
Al instante ella cruzó los brazos sobre sus senos avergonzada de la transparencia de su camisón.

Cuando Nick la miró entre sus espesas pestañas se quedó sin aliento.
Absolutamente desbordada por su mirada de aprecio dorada permaneció echada extrañamente inmóvil y cautiva por la sensación más poderosa que había experimentado en toda su vida.

Nick frunció un poco el ceño y deslizó un dedo con burla por una de sus manos.

—¿Por qué te ocultas de mí?

Miley entrecerró los párpados.
Le costó un esfuerzo enorme cerrarlos pero le ayudó para recuperar la razón.
Apretó los dientes y se puso aún más rígida.

—No quiero hacer esto...

—¿Te he asustado?

—Por supuesto que no... Estoy intentando ser razonable.

—Cierra la boca de nuevo — sugirió Nick con suavidad — Pero abre los ojos. Eso podría ser fatal.

Le aterrorizó el que él también lo supiera... que cuando le mirara tuviera la insistencia de una buscona hambrienta de sexo y que el hecho de que estuviera echado a su lado sin una gota de ropa fuera suficiente como para reducir su compostura normal al estado de gelatina.

—No lleves esto más lejos — le advirtió temblorosa.

—¿Qué te hizo ese hombre? —preguntó con repentina ferocidad Nick .

Sus pestañas se alzaron con asombro y se encontró con sus ardientes ojos dorados.

—Estás aterrorizada... Si ese hombre te ha hecho daño lo buscaré y lo mataré con mis propias manos — explotó Nick con violencia.

Nick se inclinó sobre ella como un tigre a punto desaltar.

—¿Qué te hizo ese hombre? — preguntó de nuevo.

—¡Nada idiota! Era homosexual.

—¿Homosexual? —susurró asombrado Nick .

—Exacto... Ahora que nos hemos quitado esa complicación de camino ¿es posible que pienses en las aplicaciones de consumar este ridículo matrimonio?

—Homosexual —repitió Nick de nuevo — Un hombre al que no le atraen las mujeres.

Con un aire de relajación repentino Nick se tendió con fluidez de medio lado apoyó la barbilla en una mano y examinó su cara sonrojada por la furia y sus brazos apretados.

Entonces esbozó una sonrisa radiante.

—De verdad que soy un idiota...

—¿De qué te estás riendo? — susurró Miley mientras se incorporaba.

Una fuerte mano le apretó en el hombro para que se echara de nuevo.

—¿Quieres que apague las luces? ¿Te sentirías menos tímida?

Miley apretó los dientes.

 —¡No soy tímida! Sólo estoy intentando evitar que cometamos los dos un error terrible... si siquiera me escucharas.

—Te escucho.

Nick sonrió de nuevo.
Aquella sonrisa le produjo una oleada de pánico y el corazón se le desbocó.

—Los dos estábamos de acuerdo en que estematrimonio era un error ¿o no?

—Te equivocas. - nego el

—Y bajo un acuerdo mutuo... ¿Qué quieres decir con que me equivoco?

Los enormes ojos verdes se sintieron cautivos de los dorados.
Miley dejó de respirar y sin previa advertencia su tenso cuerpo se sintió sacudido por una oleada de anticipación sensual tan intensa que la cabeza le dio vueltas.

Nick murmuró algo en árabe y lentamente bajó su morena cabeza frotando sus labios contra la trémula curva de los de ella.

Miley tembló violentamente cuando la punta de su lengua profanó sus labios y sintió la poderosa fuerza de su deseo ahogar todo pensamiento racional.

Levantó una mano para apretarle el hombro y sintió el calorde su piel satinada al mismo tiempo que él se acercaba más y enterraba sus dedos en la cascada de sus rizos vibrantes.

El corazón le dio otro terrible vuelco cuando él la rodeó y la presión de su firme boca se hizo más insistente.


Nick utilizó su lengua en un ondulante avance por su tierno interior y una oleada de placer le hizo soltar un gemido atormentado.

Las manos de Miley se enterraron en el espesor moreno de su pelo atrayéndolo hacia ella mientras el pulso de deseo atenazaba todos sus músculos.

«¿Qué estás haciendo?» le dijo la voz de la conciencia.

Pero se sentía impotente mientras la barrera de su resistencia se resquebrajaba y se desbordaba todo el deseo que había reprimido tanto tiempo.
Un gemido incoherente se escapó de su garganta mientras él elevaba el ardor del beso con erótica maestría para emular una posesión mucho más íntima.

La temperatura se le disparó por las nubes y una rdiente placer la sofocó.

—Nick ... —murmuró cuando él se separó de su boca inflamada.

Con una radiante sonrisa él le apartó las manos de su pelo y le besó cada una de las palmas.

La mirada turbia de ella se clavó en la de él cuando empezó a deslizar los finos tirantes de seda por sus hombros y sintió un escalofrío de pánico que casi rompió el hechizo.

Pero Nick apretó de nuevo la boca contra la de ella y lac egadora oleada de pasión la asaltó de nuevo.



sábado, 22 de diciembre de 2012

wife by accident cap 30


Salió a hacer la compra y más tarde cuando ya había terminado de comer Paul pasó a visitarla.

Pasaba por allí y quiso aprovechar la circunstancia para decirle que la comida del día siguiente en su casa sehabía suspendido.

Timothy tenía la varicela y Paul temía que sus hermanos se hubieran contagiado.

—Y no queremos que tú te pongas mala —dijo palmeandocariñosamente la mano de Demi — Sobre todo teniendo en cuenta que ellunes recibimos el pedido de invierno y tienes que estar allí para supervisarlo — añadió sonriendo traviesamente.

—Oh ya veo —Demi rió — Ya veo cuánto te preocupa mi salud.

—Sólo estaba bromeando.

—¡Ya lo sé! — continuaron charlando un rato sobre el trabajo.

Paul estaba levantándose para irse cuando sonó el timbre de la puerta.
Demi seguía sonriendo cuando la abrió.

Al ver a Joe la sonrisa desapareció de su rostro y la familiar aprensión que sentía cada vez que estaba cerca de él volvió a apoderarse de ella.
Cada vez que lo veía le resultaba más amenazador.

Permaneció dónde estaba viendo que Joe miraba hacia el interior por encima de su hombro.

—Veo que he venido en mal momento — dijo cínicamente.

Paul se acercó a Demi y antes de que ésta pudiera presentar a los dos hombres Joe dijo con evidente agresividad:

—¿Y usted es…?

—Paul Waterman. Demi trabaja para mí

Paul alargó una mano hacia Joe  pero éste la ignoró y luego miró a los ojos al sorprendido Paul.

—¿En serio? ¿Y venir a visitarla es parte de su política de buenas relaciones laborales?

Demi se ruborizó intensamente y enlazó automáticamente su brazo con el de Paul un inconsciente gesto protector que a Joe no le pasó desapercibido.

Sus ojos se entrecerraron cuando añadió:

—Si estaba a punto de irse no querría entretenerlo…

—Yo decido cuándo se van las visitas de mi casa —interrumpió Demi en voz más alta y cortante de lo normal.

—Lo cierto es que estaba a punto de irme —dijo Paul en tono paciente — Pero me temo que usted aún no se ha presentado.

—Jonas. Joeseph Jonas — contestar fue una mínima concesión ala educación por parte de Joe porque su mirada permaneció igualmente dura e impenetrable.

Paul se volvió hacia Demi y dijo amistosamente

—Siento lo de mañana, Demi .

—Ya me contarás que tal van los niños —contestó ella con sincero afecto — Y si puedo hacer cualquier cosa por ti…

Paul sonrió asintió y se fue pasando junto a Joe como si encontrara su presencia tan inquietante como la propia Demi .

—Qué relación más estrecha —dijo Joe en cuanto Paul se hubo alejado—. ¿Hasta donde se extienden tus servicios?

Pasó al interior y Demi cerró la puerta de mala gana antes de seguirlo al cuarto de estar.
Cualquiera podría haber pensado que la reacción de Joe ante Paul había sido provocada por los celos pero ella sabía la verdad y la verdad afirmaba la pequeña bola de ansiedad que sentía en la boca del estómago.

A  Joe no le importaba quién fuera Paul Waterman.
Sus cáusticas palabras no eran las de un amante celoso sino las de alguien que pensaba que ella podía hacer cualquier cosa por dinero.

—¿Y bien? — espetó Joe volviéndose a mirarla — Aún no has respondido a mi pregunta ¿Acostumbra ese hombre a visitarte cuando estás sola?

—Ese hombre — recalcó Demi  decidida a no acobardarse ante su formidable presencia — es mi jefe y tenemos una maravillosa relación personal y laboral. Ha pasado por aquí para decirme que la invitación para comer mañana con su familia queda suspendida porque sus hijos tienen la varicela. No había ninguna necesidad de que te mostraras tan grosero con él.

Esperaba que Joe le contestara con algún comentario cortante pero en lugar de ello se sonrojó y se volvió para sentarse en el sofá.

—¿Puedes culparme por ello?

 Preguntó Joe evidentemente incómodo cosa que Demi encontró sorprendente pues Joe era un hombre que nunca perdía el control

— Dices que no te quedaste embarazada apropósito pero es una extraña coincidencia que hiciéramos el amor una sola vez y sucediera. Me confundes con ese inocente retrato de ti misma ruborizándote y tartamudeando tímidamente y resulta que vengo a verte de forma inesperada y hay un hombre en tu casa un hombre de cuya compañía disfrutas claramente porque estabas sonriendo cuando has abierto la puerta.

Demi suspiró.

—¿De qué iba a servir que me defendiera? No ibas a creerme de todas formas. Ya has decidido qué clase de persona soy así que ¿por qué no me dices de una vez para qué has venido?

Antes de contestar Joe miró a Demi como retándola a que lo contradijera.

—He venido a disculparme. - declaro joe

—He ido a ver a Caroline — continuó Joe — y he conseguido que me contara la verdad. Me dijo que las cosas no habían sucedido exactamente como me las había contado. Evidentemente me he pasado acusándote de haberme manipulado.

Estaba inclinado hacia delante con los codos apoyados en las rodillas y los dedos de las manos entrelazados.

—Ya veo — dijo Demi con frialdad.

—¿Ésa es toda tu reacción? —preguntó él tenso y ella apartó el rostro.

—¿Cómo te gustaría que reaccionara? ¿Preferirías que te mostrara mi alivio al saber que ya no me veías como una caza fortunas? ¿Es eso lo que te gustaría? — Demi  se volvió y miró a Joe a los ojos — Pues siento decírtelo pero eso no cambia en nada el insulto que han supuesto para mí tus acusaciones.

—Comprendo — replicó él — Pero tú debes comprender que me encuentro en primera línea de fuego para cualquier mujer empeñada en mejorar su estilo de vida. Soy muy bueno captando señales de peligro a millas de distancia. Naturalmente cuando Caroline me vino con el cuento temí que hubieras logrado sortear todas mis defensas.

—Ya —Demi se encogió de hombros y esperó a que Joe continuara.

No veía por qué iba a tener que facilitarle las cosas.
No podía seguir viéndolo a través de los ojos de una jovencita enamorada.
Ya no era sólo ella la que contaba.
Ahora también había quetener en consideración al bebé.

—¿Te importaría ofrecerme una taza de café? — preguntó Joe.

Demi lo miró con suspicacia como temiendo que hubiera alguna intención oculta tras su petición.
No pensaba caer en la trampa de confiar en él.

Había visto la intensidad de su rabia tras la delgada capa de civilización que lo cubría y eso debía servir para recordarle siempre que el hombre que había bajo esa capa de sofisticación era tan peligroso e implacable como una animal de la selva.

—Lo habría hecho antes —dijo— pero no sabía que tuvieras intención de quedarte el tiempo suficiente como para beberlo.

Joe la siguió a la cocina.

—Tenemos que hablar.

—Eso supongo —contestó Demi de espaldas a él.