domingo, 1 de julio de 2012

"El amor y la pasion dolorosa" cap 16


—Nick desayunó con nosotros y fue a dormir unas horas. Estará aquí más tarde. Dice que quiere casarse...

— ¿De verdad? —el rubor borró la palidez de las mejillas de Miley. »Nick dice...» Lucy finley recurría a la actitud inocente de siempre. «joseph dice...» Daba a los hombres la calidad de oráculos.

—No sabes lo felices que estamos...

—Todavía no me lo ha pedido —comentó la joven entre dientes.

—No le dirás que no, ¿verdad? —la miraba insistente el vientre henchido de su hija con una ternura que ninguna mujer podría interpretar mal.

—Mamá, Nick acaba de comprometerse con danielle deleasa ..

—No seas tonta. danielle está comprometida con kevin Bamford, el asistente personal de Nick —la corrigió lucy , divertida —. De hecho, él acaba de ascenderlo y eso ha ayudado a que kevin sea aceptado por la familia de danielle .
—Pero...

—Todo lo que termina bien está bien —murmuró la mujer, feliz, decidida a ignorar la reacción de su hija por la noticia.

La chica guardó silencio. No importaba si Nick estaba comprometido o no. La enfurecía que él tuviera la poca delicadeza de comunicar a sus padres que iban a casarse sin habérselo pedido antes a ella. Era una forma de chantaje que lo beneficiaba, pero Miley no tenía intenciones de casarse sólo por salvar las apariencias.

La tarde caía cuando Nick hizo acto de presencia. Muy elegante.
— ¿Cómo estás? —preguntó él al fin.

—Bien —la joven se estremeció cuando sus miradas se encontraron.

—Nos casaremos tan pronto como salgas de aquí —manifestó, con despreocupación.

Silencio... pidiendo aplausos, suponía Miley, esperando que ella saltara de la cama para, de rodillas abrazarle las piernas en señal de agradecimiento.

—Mantendremos las apariencias durante unos seis meses después del nacimiento del niño — prosiguió él —. Entonces nos separaremos, aduciendo incompatibilidad. La familia se llevará una decepción, pero habremos satisfecho dos prioridades. El bebé llevará mi nombre y todos estarán felices. ¿De acuerdo?

Humillada, Miley estaba atrapada entre la furia y la incredulidad, pero se aferraba a cada una de sus palabras.

— ¿De verdad quieres saber lo que pienso?

—Supongo que esto es una sorpresa para ti, así que te dejaré sola para que lo pienses — declaró Nick con una sonrisa arrogante.

La chica tomó un florero cerca de ella y se lo arrojó.
— ¡Llévate tus flores, tus malditas prioridades, tu proposición y lárgate! —le gritó—. No quise ser tu amante y quiero menos ser tu esposa. Así me lo pidieras de rodillas durante veinte años, no te aceptaría... ve a pedírselo a una de tus tantas admiradoras, por ejemplo a Selena...

—Regresaré esta noche —anunció él, tranquilo.

— ¡Lárgate de aquí y no te atrevas a regresar!
Sollozando, Miley estaba recogiendo las flores de rodillas cuando la enfermera regresó. Estaba dolida y eso sólo la enfureció más.

— ¡Señora Cyrus! ¿Qué hace fuera de la cama?

— ¡No vuelvan a permitir que ese hombre regrese aquí! —Pidió la chica y aceptó la ayuda para regresar a la cama—. ¡Lo odio!

— ¿Es por algo que ha dicho?

—Sí... no... ¡Oh, no lo sé! —la joven se derrumbó, agotada por su pérdida de control.

—No lo habrá dicho en serio — replicó la enfermera con Timidez—. Mi compañera me comentó que pasó la mitad de la noche rezando en la capilla. Con seguridad rezaba por usted.

¿Nick rezando? Miley no podía creerlo. Recibió una propuesta de matrimonio y una promesa de divorcio al mismo tiempo. Aun cuando no tenía intenciones de casarse con él, la segunda parte del ofrecimiento le dolía.

¿Qué importaba si el bebé llevaba su nombre o no? ¿Por qué tenía que tener en cuenta la felicidad de los demás cuando ella era tan desgraciada? Y la sugerencia de hacer pasar a sus padres por la amargura de la farsa de un matrimonio que se disolvería meses después era ridícula. Ella quería ser abierta y sincera. No más engaños. ¿Cómo se atrevía Nick a pensar que lo aceptaría? ¡Jamás!
Él regresó después como si nada hubiera ocurrido. Miley no podía creerlo. Ahora vestía ropa informal y estaba tan devastador como siempre. La excitación la quemaba hasta la punta de los dedos y le aceleraba el pulso. Contuvo el aliento para controlarse.

—Este mediodía te ofrecí el matrimonio que creí sería el único que tú aceptarías —señaló él con frialdad —. Sé cuáles son tus sentimientos por mí.

— ¿Ah, sí? — la chica pasó una mano temblorosa por su melena rubia.

— ¿Por qué no me dijiste que joe miller blue iba a casarse con tu mejor amiga? — preguntó Nick sin advertencia previa.

— ¿Me habrías creído? —lo desafió ella.

—No creo que ese sea el motivo de que lo callaras — insistió él —. Me parece que te sentiste acorralada y él fue tu excusa cuando yo salté a conclusiones equivocadas.

—No necesitaba excusas. No tenía la importancia suficiente como para tener que dar explicaciones.

— ¿No te importaba lo que yo pensara? —un músculo saltó en la mejilla masculina.

—No era diferente a lo que siempre pensaste de mí.

—Pero a ti no parece importarte que te juzgue mal... ¡De hecho, parece agradarte!
La acusación la hizo ruborizarse bajo la mirada impasible de él.

—Y cuando joe apareció envuelto en una toalla... Bueno, ya sabes cómo me sentí.
Cada uno de los músculos de Miley se tensó y no dejaba de mirarlo.

—Tú programaste la escena, ¿verdad? —seguía, implacable.
La chica decidió que una actitud desafiante sería su mejor defensa.

—Y si lo hice, ¿qué? ¡Quería que salieras de mi vida!

—Ese tipo de juegos es peligroso en una relación, Miles — declaró él, palideciendo y su expresión se veló.

—Yo no dignificaría lo que compartimos con la etiqueta de «relación» —le indicó Miley—. Los hombres como tú no tienen relaciones con sus amantes.

—¡Dio... nunca he tenido una amante! —exclamó, frustrado —. ¿Recuerdas lo que me hiciste pasar esa primera noche? ¿Recuerdas haberme desafiado más tarde en tu apartamento? ¿Recuerdas que me hiciste creer que te interpondrías entre nuestros padres? ¿O todo fue producto de mi imaginación?

—No, pero... —la joven se estremecía bajo el ataque.

—Esa noche me llevaste al borde del precipicio y lo hiciste de manera intencionada —la acusó acalorado.

—Yo no pedí que me llevaras a Italia...

—Donde disfrutaste como nunca, a pesar de tus quejas...

—¡No disfruté siendo arrestada y encerrada!

—Pero no te quejaste de lo que ocurrió después — ronroneó Nick.

Eso era indiscutible. La atacó por el blanco más débil. Miley se ruborizó sin poder controlarlo y su mente se llenó de imágenes eróticas.

—No quiero hablar de eso —dijo, inclinando la cabeza.

—Lo cual es muy desafortunado considerando que tu... condición actual se relaciona con la pasión y la falta de sentido común.

—¿Esa falta de sentido común es culpa tuya o mía?

—Diría que enteramente mía —suspiro Nick sin dejar de mirarla un instante —, considerando que sobrestimé tu experiencia sexual...

Miley casi dejó caer el vaso de agua que sostenía en la mano y levantó la cabeza, desconcertada. Nick fue hasta la ventana.

—En Italia todavía estaba atormentado por seis años de amargura. Tu experiencia casi mortal de ayer puede no haberte afectado a ti, pero créeme, a mí me ha hecho pensar como nunca en la diferencia entre el rumor y la realidad. Y la realidad es que no has tenido muchos amantes...

La chica estaba atónita ante lo que escuchaba. Su máscara de sofisticación y altanería era su única defensa contra Nick y él la hacía trizas. No obstante, su orgullo dependía de ese frente. No soportaba la idea de que su hermanastro llegara a pensar que no tenía la experiencia que suponía que ella tenía con los hombres.

—Y ahora, cuando hay asuntos más importantes que tratar —manifestó con tono seco—, sigues preguntándote cómo sobreponerte a mis suposiciones de que estoy a punto de destrozar tu imagen. En mi opinión, hacía mucho que no tenía un amante y tampoco te protegías de la concepción...

—Los anticonceptivos suelen fallar — declaró Miley con sarcasmo.

—Tal vez seas la mujer más apasionada con quien haya compartido una cama, pero una mujer que hubiera compartido tantas como se dice de ti, tendría habilidades que no demostraste...

—¡Cállate! —la humillación de Miley caía a mayores profundidades.

—Y porque yo soy tan obstinado como tú — continuó él —, persistí en mi empeño de aferrarme a mi opinión inicial de tu carácter, a pesar de la abrumadora evidencia en contra.

—¿Ya has terminado?
Nick maldijo en voz baja.

—Estoy intentando disculparme, pero me lo pones muy difícil.- Viniendo de él, una disculpa era peor que los insultos.

—¿Disculparte? ¿De qué? —preguntó Miley entre dientes.

—Por todo esto —él abrió los brazos—. Todo es culpa mía. Yo lo empecé...

—Lo terminaste.

—No para mí —la expresión de él era inescrutable y su mirada estaba fija en el vientre abultado de Miley bajo las mantas—. Y para ti tampoco ha terminado.

—¡Deja de mirarme de esa forma! —protestó la chica.

—Ahora que sé que el bebé es mío, me gusta mirarte así — expresó —. Hace cinco meses ese bebé me parecía una barrera insalvable entre nosotros. Ahora es un lazo que nada podrá romper. Quisiera que me hubieras dicho la verdad entonces. Así habría estado a tu lado. Nunca había pensado en tener un hijo, pero desde ayer no he podido pensar en otra cosa.

La sinceridad en su confesión era innegable. Miley se ruborizó y encogió las piernas.
 «Un lazo que nada podrá romper.» Algo que ella se negaba a reconocer.

—¿No crees que por el bien del niño deberíamos vivir juntos? — preguntó Nick de pronto con impaciencia.

—¡Por supuesto que no! No podría soportarlo —le espetó, a pesar de la humedad en sus párpados.

—Te ofrecí el divorcio como un paliativo para que aceptaras el trato —reconoció él.

—¡Vaya paliativo!

—No tendrías por qué sentirte atrapada. Te daría el divorcio en el momento en que quisieras.

—Nick, cuando quiera un esposo rico, discretamente infiel, en lugar de mi tranquila independencia y libertad, pondré un anuncio — Miley luchaba por controlar su voz —. La idea de casarme contigo me atrae tanto como una sentencia de veinte años a trabajos forzados.

Él había avanzado al frente. La atmósfera vibraba con tensión. Negándose a dejarse intimidar, ella lo miró desafiante.

—Contigo en mi cama, jamás sería infiel.
Miley le dirigió una mirada triunfante de diversión forzada, aunque el nudo en su garganta se apretaba más.

—Nunca volveré a tu cama.

—¿Quieres apostar? — él se sentó en el borde de la cama —. Me basta mirarte para excitarte. Te toco y ardes en llamas. Llevas a mi hijo en tu vientre. Si te marcara con un hierro, no podrías ser más mía.

—Cerdo arrogante —le espetó la chica.

Nick la atrapó en un movimiento rápido, inclinando el cuerpo para no lastimarla y le dio un beso devorador, que la joven sintió hasta en los dedos de los pies. Reaccionó como una posesa. Con una mano lo golpeó, pero la otra fue a su cabello y lo mantuvo contra ella.

El beso la dejó sin aliento, manteniéndola inmersa en oleadas de excitación. La mano que había empuñado se abrió y se deslizó bajo el suéter de Nick para deleitarse acariciando la piel de su espalda antes de ir al frente, al vientre plano, y enredar los dedos entre el vello que descendía bajo el cinturón.

Nick se arqueó con violencia contra ella, y llevo la mano de Miley entre sus muslos. Gimió, gruñó, maldijo y se tensó como si tratara de controlarse antes de tomarla entre sus brazos y dejar escapar un grito de satisfacción.
Entonces alguien llamó a la puerta.

Él bajó de la cama al instante, se alisó el cabello y dirigió a Miley una mirada de frustración y diversión reacia.
La joven se llenó de pánico al ver que se trataba de joeseph y su madre

—Supongo que debemos felicitaros —sonrió joseph con sorna.

—Yo diría que sí —confirmó Lucy, bromeando.

Por la reacción de sus padres, Miley comprendió que el golpe que oyeron no fue el primero que la pareja había dado en la puerta para interrumpirlos. Recordó las palabras de su padrastro en el sentido de que no estaba dispuesto a dejarlos solos ni una hora. Ruborizada como nunca, también recordó la ocasión anterior en que fueron sorprendidos en una cama.

—Las felicitaciones serían prematuras —declaró Nick.

—¡Miley! —le reprochó su madre.

—Es mi decisión —la chica no se dejaría acorralar por nadie.

—Quiero hablar con Miley, a solas —afirmó Lucy con vigor.

—No creo que sea buena idea —manifestó Nick, sorprendiéndola
.
La visita fue corta y agradable. Lucy, cuyo temperamento era difícil de alterar, se volvió hacia su hija cuando padre e hijo salieron de la habitación.

—En mis tiempos, te casabas con el hombre al que no podías quitarle las manos de encima —siseó en un murmullo—. ¡Al menos si tenías la suerte de ser libre! Vas a arruinar tu vida sólo por salvar tu orgullo. Lamento decírtelo, pero, ¿quién lo hará, sino yo?
—Yo.

Miley y lucy volvieron la vista hacia la puerta, donde descubrieron a Nick sonriendo. La chica se ruborizó y su madre salió apresurada.

—Te veré mañana —se despidió él, al pie de la cama.

—No tiene sentido. No quiero volver a verte.




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