Unos dedos seguros le recorrieron los senos y la inundó una oleada de excitación atormentadora que la dejó con la cabeza en blanco.
No podía pensar mientras los pezones se le endurecían. Luego él le recorrió el cuello a besos hacia abajo, despertándole todas las terminaciones nerviosas de la piel.
-Mírame -le exigió Nick.
-Nick... -murmuró ella mientras le acariciaba el espeso cabello negro.
Una brillante sonrisa apareció en la sensual boca de él y bajó la lengua rozándole la piel hasta el valle entre sus senos.
-Nick... -repitió ella sin la menor sombra de duda.
Él le quitó el camisón decididamente y luego le tomó un pezón en la boca, lamiéndoselo ansiosamente.
Todo el cuerpo de ella se estremeció ante el calor que le produjo.
Lo que le quedaba de control se desvaneció en ese momento.
Oyó gemir a alguien y no se reconoció a sí misma. Un placer con el que nunca había soñado la recorrió en oleadas y apenas hubo una pausa entre una cresta y otra.
Se retorció bajo él, sin poder quedarse quieta.
Nick dijo algo cariñoso en italiano y ella pensó que ese era definitivamente el idioma del amor.
Entonces él le pasó la mano por los rizos de su vientre y el mundo se transformó en un delirio de luces multicolores cuando él descubrió el húmedo calor de su auténtico centro.
Ella gritó, tragó saliva y se estremeció
Mientras tanto le daba pequeños besos allá donde podía alcanzar mientras apretaba el vientre contra la más íntima de las caricias.
-Espera... - dijo Nick entonces. Una fracción de segundo más tarde volvió a besarla y ella utilizó todo lo que acababa de aprender para mantenerlo en el círculo de sus brazos.
-Si esto es un sueño, no me quiero despertar - dijo él apasionadamente..
-Nick...
Entonces el dolor la atrapó en la cresta de una torturada anticipación.
Tragó saliva y abrió los ojos. En los de él se encontró la misma cara de sorpresa.
-Cristo, cara... - dijo él incrédulamente, mirándola más cariñosamente que nunca.
Y entonces Nick volvió a moverse, penetrándola más poderosa y profundamente.
A cada empujón inflamaba más aún el fuego en su interior, hasta que el corazón pareció como si se le fuera a salir del pecho y le clavó las uñas en la espalda.
La explosión de su propio placer fue electrificante y la dejó temblando después.
Nick le acarició entonces la boca de nuevo con la suya, luego sintió un movimiento, una ráfaga como de frescor antes de que el calor y la masculinidad de Nick conectara de nuevo con ella.
-No te duermas ahora - dijo él mientras la abrazaba posesivamente -. Pasaremos el fin de semana en el yate. Tengo que estar en París el lunes... te encantará París, cara. ¿Qué opinas?
¿Qué opinaba? Miley trató de pensar. Le parecía como si él acabara de cerrar un trato tremendamente difícil y lucrativo, inmensamente satisfecho consigo mismo.
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