lunes, 30 de julio de 2012

Dama de treboles cap 3




«Matrimonio», la palabra reverberó en la cabeza de Nick Jonas.
La suerte le había sido propicia y ahora contaba con dinero suficiente para hacer frente a buena parte de su deuda.
Tenía ante sí la clave para retomar las riendas de su vida y esta vez se iba a dejar de exigencias. No volvería a cometer el error de no conformarse con una mujer mediocre.

Los matrimonios, en aquel territorio, solían concertarse por interés; no tenía ganas de galanterías ni intención de recorrer Colorado a la caza de candidata, y casarse a ciegas podía acarrear un funesto resultado. La ocasión parecía prometedora. Un rancho no era hogar para un hombre sólo.

Dada la escasez de mujeres, una joven bien parecida y dispuesta a trabajar a cambio de nada valía una fortuna. Parecía sana y en poco tiempo se acostumbraría al trabajo; además, resultarla mucho más barata que una empleada. Bien mirado, de momento todo eran ventajas.
En cuanto a inconvenientes, sólo reparó en una posibilidad.

   —Señorita…
   —Cyrus — aclaró.
   —Bien, señorita cyrus, debo saber una cosa antes de seguir. No me andaré con rodeos: ¿oculta usted un embarazo y por ese motivo se presta al matrimonio?
   — Acabo de decirle… — comenzó McNabb.
   — ¡Cállate! — atajó Jonas —. Su palabra no tiene ningún valor. ¿Señorita?
   —No — respondió muy serena —. Y no he dicho que vaya a aceptar.
   Jonas, que esperaba una reacción de escándalo o indignación, sólo obtuvo una respuesta directa de aquella mujer que le sostenía la mirada con dignidad.

Si se sintió ofendida por la impertinencia de la pregunta, no lo dejó traslucir.
En sus ojos no vio otra cosa que nobleza y resignación.
Sospechó que aquél no era el primer insulto que recibía.
 — McNabb, déjenos a solas. Debo hablar en privado con la señorita cyrus.
   Aquél cerró la puerta tras de sí, molesto por verse obligado a obedecer órdenes en la que consideraba su casa.

Durante un par de minutos, sólo se oyeron sus pasos recorriendo al vestíbulo.

Jonas dedicó ese tiempo a observarla con interés; le había gustado su manera de responder.
Ahora reparaba en que era bastante alta, porque siendo él de una estatura considerable, ella le llegaba a la altura de la boca.
Y bajo aquel vestido anodino se adivinaba una figura de formas prometedoras. Aunque lo mejor se concentraba en su rostro de rasgos delicados y serenos; como en el cuadro, pero con una mirada llena de vida.
   —Señorita cyrus — expuso con franqueza —, lo único que me mueve a proponerle matrimonio es la necesidad de conseguir una esposa que me ayude en el trabajo y cumpla con sus obligaciones como tal, en todos los sentidos. Su vida no tendría nada que ver con la que ha llevado hasta ahora, un rancho no es esta casa.
   Diciendo esto se detuvo a contemplar los daguerrotipos familiares que, como mudos espectros del pasado, abarrotaban las paredes enteladas. Su vista se paseó por los muebles elegantes, la vajilla de porcelana y los cortinajes de brocado oscuro; nada ostentoso, aunque denotaba un ambiente acomodado.

 miley le adivinó el pensamiento.
   —No se deje engañar por lo que ve. Aunque no he carecido de comodidades, tampoco he llevado una vida regalada.
   —Me gustaría conocer sus motivos, si es que ha pensado en aceptar mi proposición.
   —Las razones que me mueven a considerar su propuesta — adujo con serenidad — son dos: quiero un hogar y una familia. Si es eso lo que usted me ofrece, quizá acepte.
  —No la engañaré. Le ofrezco un trabajo duro y solitario; a cambio, le proporcionaré lo que usted desea. El matrimonio implica hijos — advirtió.
   —Eso espero — dijo sorprendiéndolo con aquel aplomo —. Veo que estamos de acuerdo. Pero antes tendría que aceptar usted dos condiciones: la primera, que no vuelva a jugar a las cartas
nunca más.
   —No habrá más juego — sonrió con sorna, eso ya estaba decidido —. ¿Y la segunda?
   —La boda debe celebrarse hoy mismo.
   Nick Jonas comenzó a irritarse. Era él quien tenía quebrar una deuda y de pronto se encontraba aceptando condiciones.
Quizá tuviese razón, mejor sería resolver el asunto sin demora, más tarde podría arrepentirse.
   —Por mí no hay inconveniente, cuanto antes mejor — concluyó abriendo la puerta del salón —. McNabb, la señorita cyrus ha aceptado. Celebraremos la boda esta misma mañana — se acercó a la ventana que daba a la calle —. Además, consideraré como parte del pago el coche y el caballo que veo desde aquí.
   El aludido hizo amago de protestar, pero se rindió a la exigencia asintiendo con un gesto.
   A  Miley le entristeció comprobar que para aquel hombre no valía siquiera cien dólares, y sospechó que su vida a partir de entonces no sería fácil. Se consoló con la certeza de que nada podía ser peor que el futuro que le esperaba en Kiowa Crossing. 

Con curiosidad, examinó a su futuro esposo. Era muy alto; delgado, pero musculoso y ancho de hombros. Alzó la vista para observar mejor su rostro de rasgos duros; jamás había visto unos ojos castaños más penetrantes

Con ese atractivo debía causar desmayos entre las mujeres, por ello le inquietó pensar qué le movía a proponer matrimonio a una desconocida.

Suspiró resignada, ya que a pesar de las dudas que le suscitaba, era su única elección.
  —Si le parece bien, la dejo durante un par de horas para que recoja sus cosas.
   —¡No! — suplicó —. Se lo ruego, no me deje sola. Si me espera, bajaré en un minuto, no hay mucho que recoger.
   Aquella reacción sorprendió a Jonas, pero optó por no contrariarla.
  —McNabb, ¿conoce a algún juez? — Al verlo asentir con la cabeza, continuó —: Pues vaya a avisarlo para que esté todo preparado. Esperaremos aquí a que usted regrese.
   Rice McNabb se encerró unos minutos en la estancia contigua, salió con unos documentos bajo el brazo y partió en busca del juez.
Miley giró sobre sí misma y, levantándose las faldas, subió la escalera a toda prisa.

Nick la contempló mientras ascendía el primer tramo.

Acababa de reparar en un detalle desconcertante: iba a casarse con él y no le había preguntado ni su nombre.
   —Una cosa más, señorita Cyrus. — Sus palabras hicieron que la muchacha se volviese en el rellano —. Mi nombre es Nick Jonas.
   Sus intensos ojos azules lo miraron de frente durante un par de segundos, asintió con la cabeza y desapareció de su vista.




estos caps van dedicados a mari♥ que segun ella soy mala (:
algun dia tenia que llegar mi venganza no?
hahahha okno tq mari ahi te dejo 4 para que no te quejes :D


1 comentario:

  1. JAJAAJA ERES MALAA HAHAHA
    ERES HERMOSAAAAA CARAYYYYYYY!
    Y PS SI.LA VENGANZA ES DULCE DE VEZ EN CUANDO
    HAHAHAHA :)

    ResponderEliminar

si te gusto el capitulo o tienes alguna sugerencia no dudes en decirmela seran todas bienvenidas gracias C:
besitos vuelve pronto y mil gracias por visitarme ♥