Pasaron tres semanas antes de que Miley fuera dada de alta del hospital. Cuarenta y ocho horas después, se casó con Nick en una iglesia pequeña, ante la presencia sólo de la familia, también invito a Joe y demi , y por mucho que le desagradara Nick acabo invitando a Selena, la cual la saludo con simpatía, Miley penso que si no la odiara, le encantaria que fueran amigas, parecia muy simpatica y agradable , pero estaba casi segura que solo lo aparentaba al fin y al cabo Nick fue su amante, y no estaba segura que hubiera dejado de serlo, y
¿Quién se alegra de que tu amante te deje por casarse con otra?
La situación le parecía irreal. Una vez que aceptó casarse con él, Nick la visitaba a diario. Hizo todo lo que se esperaba de él. Le llevó regalos, llenó la habitación de flores y la alentaba cuando se deprimía. No obstante, se distanciaba de ella. No hubo intimidades, besos ni miradas ardientes entre ellos. Muy sensible a sus rechazos, Miley no lograba cerrar la brecha que se abría entre ambos.
El día de la boda descubrió que ya no podía verse los pies, pero eso no importaba. Era evidente que a Nick no le agradaban las mujeres embarazadas. Podía aceptarlo. Pero la atracción sexual, lo único que había entre ellos, también desapareció, y su abultado vientre la hacía sentirse más insegura que nunca.
Quiso ocultarse detrás de Nick cuando, al salir de la iglesia, los esperaba un ejército de fotógrafos. Los medios se enteraron de la boda y hay más atractivo para un periódico sensacionalista que una novia embarazada de ocho meses, en especial cuando el novio era conocido por sus devaneos con otras mujeres mientras que el vientre de la novia crecía.
La chica temblaba cuando al fin se alejaron. Por vez primera en su vida se sintió amenazada por las lentes de la cámara. Nick le apretó las manos en el coche para darle seguridad.
—Un alboroto de cinco días. Después lo olvidarán.
Pero ella era demasiado orgullosa para olvidar lo que su matrimonio sería ante los ojos de los demás. La molestaba haberse dejado convencer de casarse antes de que naciera el niño. El instinto le decía que las cámaras no habrían sido tan amenazadoras si ya hubiera recobrado la figura en lugar de parecer un globo.
—¿Eso crees? —le preguntó hiriente—. Te has casado con una mujer inferior a ti. A la prensa le encantan las historias de cenicientas.
—Considero que el afortunado he sido yo —la contradijo él.
Miley apretó los labios. ¿Qué hacer con un hombre que se negaba a presentar batalla a pesar de la provocación?
—Espero que te guste Hedley Court.
Nick era el dueño de una mansión isabelina que Miley no conocía. Lo único que la impresionaba de su nuevo hogar era que se encontraba a cincuenta kilómetros de Londres, donde él tenía que pasar la mayor parte de su tiempo. Tenía un apartamento en la ciudad. Muy conveniente para él. Esposa, hogar e hijo a distancia prudente. Bueno, si pensaba convertirla en esposa de fin de semana, le esperaba una sorpresa.
Se comportaba como una niña, le dijo una voz interior. La inseguridad la ponía nerviosa y agresiva.
Hedley Court estaba preciosa a la luz de la tarde del sol de invierno que no había logrado derretir la escarcha en los árboles y bien cuidados jardines. Nick la ayudó a bajar del coche y Miley se estremeció al recibir el aire helado en la cara. Como todo un caballero, él le cubrió los hombros con su abrigo.
—No seas ridículo. Un poco de aire fresco no va a perjudicarme.
—Quisiera que hubiéramos podido ir a un lugar más cálido durante unas semanas —abrazándola,
Nick la guió por el sendero de grava hacia la entrada.
Su embarazo avanzado les impedía viajar al extranjero. No había podido usar el traje de novia tradicional por razones obvias; y por su estado de salud, tampoco pudo celebrarse la recepción de rigor. Sospechaba que Nick se alegraba de no haber tenido que comparecer en sociedad con una novia tan gorda.
Sin advertencia previa, él la tomó en brazos.
—¡Bájame! —gritó mortificada, consciente de su peso y en espera de un gruñido por su parte por la carga excesiva.
—Ésta es una tradición que sí podemos cumplir —declaró, llevándola por el vestíbulo a un enorme salón de recepciones.
—Es preciosa —jadeó ante tanta belleza —. ¿Cuándo la adquiriste?
—Mi tatarabuela se casó con un integrante de la familia Hedley. Recuerdo haber venido aquí de niño —la dejó de pie al llegar a la cima de la escalera de piedra —. De alguna manera, la mansión llegó a manos de mi madre. Un tío abuelo vivió aquí hasta su muerte hace un par de años —la guió hasta el dormitorio principal—. Debes descansar un poco antes de la cena. Entonces te presentaré al personal. Parecen haberse ido por prudencia ante nuestra llegada.
Luego desapareció. Era una habitación muy femenina, elegantemente decorada, que tenía su propio baño de lujo. Estaba examinando el guardarropa vacío cuando llegaron sus maletas, y con ellas, el ama de llaves, la señora Moss, quien evidentemente, no tenía intenciones de esperar hasta la cena para conocer a la nueva esposa de Nick.
Cuando Miley al fin se acostó, eran casi las seis. Estaba agotada, pero le extrañaba la ausencia total de la ropa de Nick. Era obvio que no tenía intenciones de compartir el dormitorio con ella.
Él se comportó como un caballero llenándola de amabilidades durante la cena, hasta que casi la hizo gritar. Era como si una pared de cristal la separara de él. Necesitaba derribarla.
—¿Por cuál te ibas a decidir? —indagó en voz baja.
—¿Por cuál? —repitió él sin comprender.
—¿Por sol, Sabrina, Lola o Selena? —aclaró la chica—. ¿Cuál ha obtenido la mejor calificación?
—Me parece una pregunta malintencionada —le indicó, molesto.
—Pero muy lógica —refutó con tono dulce—. Pasaste los últimos seis meses buscando una novia adecuada y yo no pertenecía a tu lista original. Es natural que tenga curiosidad.
Nick se reclinó en su silla con expresión velada. El silencio se volvía abrumador, pero Miley no se dejó intimidar.
—Sabrina tenía el mejor pedigree...
—Sólo los animales lo tienen.
—Es evidente que buscabas pedigree, Nick —sonrió la joven con sorna—. Todas son de la alta sociedad y muy ricas. Ninguna ha estado casada antes.
—Miley... —la interrumpió él, con tono amenazador.
—Selena es la única que ejerce una profesión. Tal vez resultó demasiado inteligente e independiente para desempeñar bien el papel. Por otra parte, es la más atractiva —continuó, haciendo caso omiso a la advertencia—. ¿Hiciste el amor con todas? Lo siento por ti. Has podido casarte con lo mejor de la sociedad y ahora tienes que conformare con una esposa de segunda categoría.
—Sin tu ayuda esta noche, jamás habría sabido lo insegura que eres —comentó Nick. La chica se quedó helada, como si la hubiera golpeado—. ¿Te sientes mejor si te digo que tus insinuaciones me resultan muy dolorosas?
—¡De hecho, sí! —le espetó ella. No había respondido a ninguna de sus preguntas.
—Creo que debes ir a acostarte —le sugirió, tranquilo, al ponerse de pie—. Esta charla ha terminado.
—¡No me has contestado! —la joven tenía las mejillas encendidas.
—Y no lo haré... mientras te encuentres en ese estado de ánimo —él salió del comedor y Miley fue detrás de él.
—¡Apenas llevamos casados ocho horas y ya estoy harta! —le gritó.
—Me desagradaría ser el único que sufre — le indicó al volverse con una sonrisa dura.
Eso le dolió más de lo que la chica imaginaba. Lloró hasta que el sueño la venció. ¿Qué quería? ¿Qué esperaba? Seguridad, ternura, afecto, pero sólo un hombre que la amara le daría eso. Nick no la amaba. Era su noche de bodas, pero dado que no podían tener relaciones sexuales, él no se molestó en acudir a su lado. Ocho horas y ya se preguntaba si no habría cometido el mayor error de su vida.
Nick se disculpó durante el desayuno. Lo hizo de muy buen talante y hasta le sonrió varias veces. Manifestó que estaría de regreso para la cena y que podría ser localizado en cualquier momento por el teléfono inalámbrico antes de subir al helicóptero que fue a recogerlo.
Fue menos formal durante la cena esa noche. Estaba de un humor excelente. Sugirió varios nombres ridículos para el bebé y prometió que la acompañaría a todas sus visitas al médico. Luego, le mostró la que sería la habitación del niño. Cuando fue a acostarse, Miley oró por que ese buen humor durara en él.
Y así fue. Durante las tres semanas siguientes, Nick participó en todas las actividades relacionadas con los preparativos para recibir al bebé. Examinó muestras de papel para las paredes, escogió el mobiliario y mostró su sorpresa al ver la ropa diminuta para un recién nacido.
Cuatro días después, la chica se puso de parto. Al principio no dio importancia al creciente dolor de espalda. Cuando lo hizo, era demasiado tarde para llamar a Nick a Glasgow, donde participaba en una conferencia internacional.
me encantoooooooooooooooooooo
ResponderEliminarplease sigueee+
Aiii Dios como me facinaa esta nove!! Porfon se casaron y nacio el bb ya qiero ver qe,sucede despues de esto continua prontitoo mil besos amiga!! TqM
ResponderEliminarsube prontoooo aver si no se enoga nick xq no le aviso cuidate.
ResponderEliminar