Cuando la puerta se cerró, se sintió muy sola. Se reclinó en la almohada y el bebé decidió en ese momento darle un puntapié. La joven se pasó una mano posesiva sobre el vientre. ¡Era una estupidez amar a Nick! Si estuviera en su poder, arrancaría ese amor de raíz. Llevaba meses intentándolo y creía estar en el camino para la recuperación... pero había sido un esfuerzo inútil.
Él estaba decidido a no cejar en su intento de casarse con ella, pero Miley no podía hacerlo. No podía hacer que comprendiera que ninguna mujer estaría dispuesta a casarse sólo porque iba a tener un hijo. Las cosas habían cambiado desde la época de su madre.
Una mujer ya no tenía que casarse para salva su reputación.
Seguramente había sido Joseph quien convenció a su hijo de que debía casarse con ella. Era degradante. No entendía cómo Nick se había dejado convencer, pero a la vez rechazaba la idea de que él pudiera casarse con otra.
Su mente volvía una y otra vez a algo que había dicho su madre: Que una mujer debía casarse con el hombre al que no podía quitarle las manos de encima si era libre.
Había un tono de amargura en su voz y Miley comprendió que su madre debió enamorarse de otro hombre cuando estaba casada. Rápidamente desechó esos pensamientos; no quería pensar mal de su madre. Lucy adoraba a su marido, se recordó con firmeza.
Nick llegó a la mañana siguiente con revistas, libros y dos cajas con ropa de cama para ella.
—No tienes ningún derecho a comprarme eso — protestó Miley.
—Relájate. El departamento de maternidad de Harrods no me inspiró malos pensamientos.
¿De maternidad?
—Lamento decírtelo, pero nada que no provenga de ese departamento te quedaría bien.
Miley abrió una de las cajas e hizo una mueca cuando vio la talla de la prenda. Le habría sentado bien a un elefante. Se le formó un nudo en la garganta.
Contempló su abultado vientre y las lágrimas fluyeron libres.
—¡Vete y déjame sola! —sollozó.
—¿Ahora qué he hecho? —él trató de abrazarla, pero ella lo rechazó.
—¡Nada!
Nick fue en busca de una enfermera, quién no resistió la tentación de ver el contenido de las cajas. Al levantar el camisón y la bata a juego, no puedo reprimir la risa.
—¿Esto es para usted?
—Sí, aunque parece que es para un elefante —se quejó la chica.
—¡Para dos! —se rió la enfermera y llamó a otras colegas.
Miley pronto estuvo rodeada de mujeres que reían a carcajadas de la ignorancia de Nick. Lo imaginaba en el departamento de maternidad, incapaz de pedir ayuda, reconociendo su desconocimiento.
Su madre se ofreció a ir a cambiar la ropa. La joven esperaba que él la visitara esa tarde, pero no fue así. Tampoco la llamó por teléfono. Dado que se había tomado la molestia de ponerse uno de los camisones que lucy había cambiado por la talla correcta, estaba irritada con él.
Quería compartir la broma con Nick, eso era todo, se dijo decepcionada.
A la mañana siguiente tampoco hizo acto de presencia. Cuando lucy y joseph llegaron estuvo tentada a preguntarles por él, pero se contuvo. No quería despertar la sospecha de que le importaba si iba a visitarla o no. No le interesaba, sólo la afectaba tener que pasar tanto tiempo acostada, aburriéndose, y, a pesar de todos sus defectos, Nick no era aburrido.
Se quedó dormida alrededor de las diez hasta que un ruido ligero la despertó.
Descubrió a Nick vestido de etiqueta al pie de su cama.
—¿En dónde diablos has estado? —le exigió con fiereza.
—¿Me has extrañado? —preguntó él con una sonrisa provocativa.
—¡No!
—Es evidente que sí.
—Me tienen aquí mientras tú te diviertes —protestó la chica.
—Mi visita de ayer te alteró tanto, que decidí darte tiempo.
—¿En dónde has estado esta noche?
—En una cena de beneficencia con sus acostumbrados discursos aburridos y todo lo demás.
Miley rió de pronto. Le habló de su error con la ropa que le había comprado. Estaba segura de que era la primera vez que lo veía avergonzado.
—Vuelves a hacer que me sienta ridículo —le indicó él, molesto —. No me gusta que lo hagas.
—Esperaba que volvieras a provocarme — no era la intención de la joven ser tan sincera, pero no pudo reprimir las palabras.
—Me ha costado mucho, pero créeme, he cambiado —había palidecido y caminaba inquieto por la habitación—. Lamentablemente para ti, las ideas preconcebidas que tenía sobre tu temperamento estaban basadas en lo ocurrido aquella noche hace seis años...
—No quiero hablar de eso —le indicó ella, desalentada.
—Ha sido necesario que te viera a punto de morir para verme obligado a reconocer la verdad —señaló Nick con dureza —. Temía encontrarme ante una relación que no pudiera controlar. Sé cuánto sufrió mi padre por eso. No quería que ninguna mujer me hiciera lo que mi madre le hizo a él. Fue más fácil alejarme de ti que seguir a tu lado.
La chica apartó la vista de las facciones duras de Nick. Sabía lo mucho que esa confesión le costaba.

—Nick...
—Tenía veintiséis años y tú dieciocho. Hacía casi un año que no te veía, pues me mantenía alejado a propósito. Regresaba a casa con tantas esperanzas...
—¿Esperanzas de qué? —Miley recordaba cómo la miró él antes de la horrible fiesta, su afecto desacostumbrado... el cumplido que le hizo.
—Creía que al fin tendría una oportunidad contigo. Hasta entonces había tenido que reprimir mis sentimientos por ti. Si no hubieras sido tan inocente, habrías adivinado por qué te evitaba. Habrías cuestionado el porqué de mi interés excesivo en tu educación.
—No tenía idea.
—Soy muy posesivo y muy celoso — reconoció Nick, reacio —. Cada vez que cruzabas la puerta, me metía en un infierno. Sabía que tenías derecho a las experiencias de cualquier adolescente, pero quería evitártelas. Por eso me fui durante un año, pero al encontrarte con ese chico esa noche, me volví loco. Ahora tengo que vivir con el conocimiento de que estuviste a punto de ser violada. No sólo contribuí a tu desolación con mis acusaciones, sino que también di rienda suelta a mis instintos de una manera que ahora lamento.
Los celos fueron la fuente de su incomprensión aquella noche, descubrió Miley. Al instante, la humillación y vergüenza desaparecieron.
—Fui a tu dormitorio para tratar de explicarte la verdad, pero de alguna forma...
—Abrí los ojos y te encontré allí. Creí que ibas a buscarme. No recordé lo que había ocurrido hasta después y pensé que habías ido para atormentarme, sabiendo cuáles eran mis sentimientos —suspiró él—, pero nunca debí tocarte. No tenía derecho.
—Eso me destrozó.
—¿Crees que todavía trato de provocarte?
No. Pero Miley jamás lo reconocería Nick había cambiado porque había cambiado la opinión que tenía de ella. Le entregaba una hoja en blanco. Con una excesiva vena celosa. Descubrió que lo perdonaba por lo ocurrido seis años antes y eso la asustaba.
Cierto, él la había deseado, pero no había tenido intenciones de abusar de ella. Cuanto más le recordaba Nick esta obsesión, más segura se sentía. En cierto sentido, él le pertenecía.
Durante seis largos años Nick había luchado contra esa obsesión, pero persistía.
—No volveré a juzgarte mal, al menos eso puedo prometértelo — aseguró, decidido —. Dices que no te casarás conmigo. Pero, ¿has pensado en el futuro? Te guste o no, tendremos un hijo que compartir dentro de algunas semanas...
—¿Compartir? —repitió ella, insegura.
—Naturalmente. Quiero estar cerca de nuestro hijo. Hasta la ley me concedería derechos de visita, pero dudo que alguno de los dos quiera intervención legal en esto. La existencia de ese niño significa que seré parte de tu vida durante muchos años.
Miley examinaba sus manos apretadas. No había pensado en el futuro. Nick no renunciaba a su responsabilidad y manifestaba que estaría presente en sus vidas, pero ella no soportaba la idea de tenerlo cerca con su serie de amantes. Miles de mujeres tenían que soportar situaciones semejantes por la seguridad de sus hijos. Pero ella no quería hacerlo.
—¿No podrías intentar estar casada conmigo? —le preguntó—. ¿No podríamos intentar dar una oportunidad al matrimonio?
—¡No quiero casarme sólo porque nuestros padres creen que debemos hacerlo! —protestó Miley
.
—¿Qué diablos tienen ellos que ver con esto? —los ojos de Nick lanzaron chispas al instante.
—Quieren...
—Estoy hablando de lo que yo quiero — subrayó él con firmeza —. Hace mucho que dejó de importarme lo que mi padre quisiera. Hace seis años quiso casarme contigo y me negué.
—Esa noche... —la joven al fin comprendía.
—Sí. Todo hubiera sido olvidado al momento si hubiera estado dispuesto a hacer «lo que era decente». Pero nadie me obliga a hacer algo que no quiero.
—No funcionaría —declaró ella, tensa.
—¿Cómo puedes saberlo sin darle la oportunidad?
—No puedo.
—Sí, podemos intentarlo. ¿Qué te cuesta?
Mas sufrimiento y dolor. Sin embargo, sería peor verlo con otras mujeres, con la obligación de compartir su hijo con él cuando le diera la gana. ¿No sería que estaba asustada? Abrumada por la tensión y la inseguridad, le sorprendió percibir en él la misma tensión. La deseaba y quería a su hijo. Muchos matrimonios sobrevivían con menos que eso.
—No voy a rogarte —le espetó Nick de pronto.
—Me casaré contigo — en el instante en que cedió, las dudas la invadieron y en su frente aparecieron marcas de ansiedad—. Después de que nazca el niño...
—¡No! — él la miraba con ira —. No estoy dispuesto a esperar. Podrías cambiar de opinión.
Miley apretó los dientes, pero estaba muy cansada.
—De acuerdo —aceptó al fin.
wow miley no o penso dos vecess
ResponderEliminarme encantoooo