martes, 26 de febrero de 2013

La prometida del desierto cap49



Era curioso que Nick ya nunca se refiriera a ella como su mujer o su esposa y esas omisiones la cargaban de inseguridad rechazo y la sensación de que estaba viviendo un tiempo prestado.

Él se inclinó hacia ella con sus ojos brillantes cargados de una satisfacción primitiva y Miley tembló sintiendo una oleada de sensualidad que le hizo sonrojar.

—Alá nos ha bendecido de verdad con la pasión.

Un tinte escarlata le embelleció las mejillas y la conciencia de culpabilidad la asaltó al recordar que quince días atrás se habían pasado tres días en la cama saliendo sólo para comer.

Y Nick había dicho que tenía la bendición de haber encontrado a una mujer absolutamente insaciable y apasionada.

Y era verdad que la hacía sentirse insaciable, pero tenía la horrible sospecha de que si Nick supiera el propósito científico de haberse asegurado de mantenerle en la cama esos tres días concretos, no estaría tan seguro de que era una bendición.

—Estás muy silenciosa — deslizó un dedo por su labio inferior —. ¿En qué estás pensando?

La culpabilidad le produjo una sensación de inseguridad.

¿Habría sido una decisión egoísta intentar quedarse embarazada?

 Si Nick lo descubriera, la despreciaría.

¿Era justo traer un hijo a este mundo sin un padre y sin el conocimiento del padre aunque sólo fuera para darse ánimo a ella misma?

En ese momento, ya no le parecía nada justo privarle al padre del nacimiento y herencia de un hijo.

—¿Qué te pasa, aziz?

Una vez la había llamado «amada mía» y desde que Zulema le había explicado sonriente lo que significaba en su cultura, lo había atesorado e intentando pensar que Nick no lo había utilizado con la superficialidad con que lo utilizaban algunos ingleses.

Alzó los ojos acuosos hacia él y estudió aquella cara morena y angulosa quele era tan terriblemente querida.

Le sacudió la culpabilidad por su traición.
Él había sido totalmente honesto con ella desde el principio.

—Nada.

—No es nada lo que yo veo en tus ojos. ¿Te está entrando añoranza de tu país?

¿De su casa?
Ella no tenía hogar, decidió dolida.

Tenía un gato y tres bonsáis que le estaba cuidando una amable vecina.
Ningún sitio volvería a ser un hogar para ella sin Nick.

—No.

—Creo que no me estás diciendo la verdad.

La tensión era tan densa que casi se podía masticar.

—Todavía piensas en el final del verano, ¿verdad? — preguntó con fiereza.

—¿Qué quieres decir?

El se dio la vuelta con expresión impenetrable en sus facciones de bronce.

—Todavía estás pensando en irte ¿verdad? ¡Lo leo en tus ojos!

—¿Y cómo puedo evitar pensar en eso?

A Miley le sacudió la oleada de pena que había intentado enmascarar lasúltimas semanas y bajó la cabeza para ocultar su angustia.

—Ya no puedo vivir más con esa espada de Damocles sobre mi cabeza. Esto es intolerable. ¡Eres como una maldición sobre mí! — explotó Nick con salvajismo — pero ya no aceptaré esa maldición. Te abandono.

Ella estaba tan sorprendida que apenas podía oírle.

¿Una maldición?

¿Iba a abandonarla?

«Pero todavía no es el momento» hubiera deseado gritar atormentada.

Y ella no estaba preparada para enfrentarse con ello.

—¿Que me vas a abandonar?

—¡Debería haberte metido en ese helicóptero a la fuerza hubiera sido lo más prudente acabarlo entonces.

—Y ahora vuelves a tu casa con papi — murmuró con impotencia Miley .

Una expresión de incrédula rabia surcó las facciones de Nick .

—No eres adecuada para ser mi esposa — murmuró con énfasis.

Y entonces desapareció dejándola mirando al vacío enferma de dolor y amerced de la angustia.

Miley salió enferma de la cama como si estuviera borracha y apenas consiguió llegar al cuarto de baño.

Después de vomitarlo todo, se sentó en el suelo hecha un ovillo.


Nick llevaba fuera una semana, la peor semana de su vida y no sabía que se suponía que debía hacer la siguiente.

No quería volver a casa.
No quería quedarse.

La mayor parte del tiempo sólo deseaba morirse.
De cualquier forma, ¿cómo podría salir del país sin el visado, por triplicado que le había mencionado él?

Apretó los dientes de humillación.

Durante siete miserables días se había debatido entre odiarlo amarlo, pero era extraordinariamente difícil odiar a alguien a quien se echaba de menos a cada minuto.

Y estaba embarazada.

Había conseguido lo que deseaba y ahora recordaba el refrán de: «cuidado con lo que deseas, no sea que lo consigas».

Le dolían los pechos tenía náuseas todas las mañanas y de alguna manera, no había ninguna alegría en el descubrimiento de esperar un niño del hombre que la había rechazado de la formamás cruel.

El había creído que conocía a Nick y en pocos minutos se había visto obligada a reconocer que no lo conocía en absoluto.

Después de haberla llamado «amada mía», la había rechazado y se había ido con aquel odioso y viejo tirano y ahora veía Miley el parecido entre padre e hijo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

si te gusto el capitulo o tienes alguna sugerencia no dudes en decirmela seran todas bienvenidas gracias C:
besitos vuelve pronto y mil gracias por visitarme ♥