lunes, 25 de febrero de 2013

Antes de firmar parte 1 - Niley♥


La primera vez que la vi fue hace seis años. 

El primer día de clases. 


La verdad es que todo iba normal, tal como lo imaginé, pero cuando la vi…  la odié... y me enamore. 



*************

Entramos en la habitación sabia que la situación la había afectado aunque su rostro no mostrara ningún sentimiento.

Las horas en el hospital habían sido mucho para ambos y cuando mi hermana perdió al bebé… dios ver como se destrozaba Zack y Lucy mientras recibían la noticia… un bebé muerto.

La mire tomar su computadora, como si nada en las pasadas horas hubiera ocurrido.


–¿Qué haces?

–Escribiré…– musito sin siquiera mirarme.

–Porque no lo dejas para otro día lo mejor ahora será descansar.

–Sí estas cansado adelante duerme, me iré a la sala.

Se levanto aun vestida y con la computadora en la mano.

–Cielo – murmure tomándola por el codo cuando paso a mi lado–Por favor, no quiero discutir, te necesito ahora…

Una emoción brillo en sus ojos pero tan rápido como llego así se fue.

–Quiero escribir, lo necesito, tengo que hablar con la editorial y pedir más tiempo ya estoy atrasada.

 ¿La editorial?
 ¿Escribir?

–Yo te necesito – repetí.

–Dijiste que no querías pelear entonces suéltame y déjame ir a escribir.

Mi piel ardió de rabia y me sentí mal porque ella me estaba rechazando, Miley ya lo hacía muy seguido.

 Estar con ella era como estar ciego y no saber donde pisar, parecía que una palabra o una expresión quizás hasta un movimiento mío la ponía enferma.

–De acuerdo escribe… te espero despierto.

–No lo hagas –  contesto y se fue.


Uno sabe cuando algo anda mal, lo que pasaba es que yo no quería verlo.

Miley había sido mi novia desde comienzos de universidad,  estudiamos carreras diferentes pero había una clase que teníamos en común.

La amaba mucho como para aceptar que mi matrimonio se estaba yendo a la mierda.

Se supone que los papeles eran así, yo era el divertido y sacaba lo divertido de ella y ella era seria me hacía ver las cosas de forma clara y objetiva cuando era necesario.
Nos complementábamos.

Me bañe esperando estúpidamente que ella entrara como solía hacerlo y me acompañara, Miley siempre era directa siempre decía lo que sentía siempre soltaba las palabras que pensaba y no se tomaba tiempo de analizarlas.

Un matrimonio dura cuando hay confianza por los dos lados – pensé.

Últimamente ella estaba todo el tiempo ocupada, cuando llegaba del trabajo dormía o aun trabajaba y cuando despertaba ella ya no estaba en la cama.

Salí rápidamente y tome la bata azul oscuro que colgaba de la esquina.

–Dios nena – murmure mientras hacia el nudo de mi bata.


Casi podía sentirla en la sala llorando en silencio, como no se me había ocurrido.
Esa era la emoción que había cruzado por su mirada.

Abrí la puerta  y me dirigí a la sala.
Apenas bajaba las escaleras cuando la vi de espaldas, estaba sentaba frente a la computadora y sus dedos permanecían quietos sobre el teclado.

–Miley  – murmure una vez que llegue al primer piso, su espalda se tenso pero fue todo lo que hizo – ¿Está todo bien?

Ella negó con la cabeza, me quede quieto dándole tiempo que secara sus lagrimas entonces ella se giro hacia mí.

–Hable con el médico hace una semana – conto.

Tenía los ojos cristalizados y enrojecidos mientras que su rostro tenía un ligero rubor color carmesí.

–Lucy podrá tener hijos, perdió este pero habrá más y sentí horrible que ella tuviera la oportunidad y yo no.

La noticia me dejo un momento paralizado.

–¿Por qué no me lo habías dicho? – pregunte, me entristeció el que ella tuviera que pasar por todo aquello sola – Quedamos en que lo íbamos a seguir intentando y que no habría más médicos de por medio.

–Por qué no funciona, porque no me embarazaba, tengo cuatro años intentándolo con medicamentos y doctores – gimió. – Pensé que quizás esta sería mi oportunidad estuve un año sin medicamentos y tuve sexo, mucho sexo y nada.

Su rostro perdió toda razón y la desesperación se había apoderado de ella por primera vez desde Paola la volvía a ver tan destrozada.

–Aun conservo los zapatitos de Pao – su voz sonó ausente – A veces siento que la odio por haberme hecho quererla, pero sé que ella no tiene la culpa es solo una bebé, cada cumpleaños le envió regalos y espero que su madre se los de.

–No hables de eso – pedí. –No eres la única que la quiso.

–Tú fuiste feliz siendo papá, si Bárbara no se hubiera arrepentido – sollozo – Ella seguiría aquí.

–Pero ya no está – dije mientras me acercaba.

–No te me acerques, por favor – pidió con mirada suplicante – Quiero estar sola y pensar.

–Pensar en eso solo te hará sentir peor, ven conmigo arriba cielo.

–No – lloró y se limpio las lágrimas –  No quiero, no quiero que me toques, no ahora.

Cada palabra que soltó me hirió.

–Estas culpándome a mí.

–No – dijo rápidamente.

–Siento que lo haces, yo tuve la idea de adoptar. Si nunca se me hubiese ocurrido tu no hubieras sufrido la pérdida de Pao. Tú nunca me culpaste y yo lo merecía.

El silencio cayó sobre nosotros, la respiración rápida y profunda de ella llenaba los ecos vacios. Mientras nuestras miradas luchaban la una contra la otra, sus ojos se convirtieron en la venta por donde yo pude ver su alma.

–Ya me culpas, solo que no lo sabías.

Sus ojos se cristalizaron y sus labios se volvieron rojos.

–Al no dejarme tocarte, al no permitirme formar parte ti, como antes, me estas expulsando de tu vida y yo no lo note.

–Yo no hago eso – dijo pero en su voz la duda hablo.

–De verdad nunca has pensado en hacer algo que me hiciera daño, quizás no con la intención pero que sabes podría lastimarme.

–No. He pensado en cosas que nos podrían ayudar a ambos – agrego mucho después.

–¿Como cuáles? –pregunte.

–No podemos hablarlo ahora – dijo aun estando a más de tres metros de distancia.

–¿Por qué no?

–Porque no podemos.

–Dime ¿Por qué?

La mirada de ella bailo por todo la sala antes de posarse en mí.

–Porque no es algo fácil de contar y además está muy reciente la pérdida del bebé y no quiero que nadie se preocupe por nosotros.

No podía entender lo que quería decirme, su mirada huía de la mía, no sabía lo que pensaba o cuáles eran sus planes.

–Quieres ir a la cama – me dijo de pronto.

Levante la mirada y vi como se acercaba a mí, pose mi mirada en el balanceo de su cadera y como sus pies desnudos tocaban el frio piso.
Era sensual sin siquiera intentarlo.

Sus brillantes ojos cafés oscuros parecían más oscuros por la noche y su cabello negro hacia un contraste hermoso contra su piel pálida.

Una vez frente a mí fui consciente del calor que emanaba de su cuerpo.
El fuego que durante años tuvimos seguía ahí…

Recuerdo que le hice el amor de manera rápida y ansiosa quería tocarla toda pero tenía necesidad de estar dentro de ella de sentir sus brazos rodearme.

Después una vez saciada mi necesidad me dedique a mimarla y acariciarla hicimos el amor por segunda vez esa noche, pero esta vez la sentí.

******

3 meses después.

La primera vez que la vi.
Todo iba normal, mi día de clases apenas empezaba, me dirigía a los salones y saludaba con la mano a los amigos, como siempre iba un poquito tarde.

Apenas entre al salón me coloque en mi lugar de siempre, mis amigos contaban animadamente sus vacaciones y estábamos emocionados.

Ella, Miley entro por la puerta. 
Llevaba un par de zapatillas altas de color rosa pálido.
Se veía tan ridícula ya que parecía no saber usarlas. 

También llevaba una falda de mezclilla entubado y una blusa demasiado llamativa. 
Su cabello estaba planchado y tenía exceso de maquillaje.

Fue inevitable no compararla las demás chicas o algunas de ellas lucían tan cómodas y ella lucia tan plástica. 

La odie, me desagrado desde el primer momento, parecía presumida, egocéntrica y sin un gramo de sentimientos en su cuerpo.

Realice un comentario pesado sobre “las zapatillas” y ella enrojeció y siguió ruborizada durante toda la clase al momento de presentarse se paro y pude vislumbrar una mueca de dolor al levantarse sobre sus tacones.



–Mi nombre es Miley Foster – comenzó y su voz no pintaba en absoluto con su vestimenta – Tengo dieciocho años y vengo de Nueva Jersey, me gusta mucho jugar basquetbol y nadar, soy muy simpática, confiable, me gusta la naturaleza, soy creativa, me gusta leer y escribir, me gusta la comodidad, amo a los perros y a todos los animales, soy tímida… solo al principio – agrego y varios rieron – Nunca he tenido novio y siempre digo lo que pienso – comento con el ceño fruncido.

–Se nota que le gusta la comodidad – le murmure a mi compañero de adelante lo suficientemente alto para que me escuchara.

Ella se giro a verme y vi la decisión pintada en sus ojos.
Ese mismo día en el descanso la vi acercarse, ese día discutimos por primera vez.

–¿Tienes algún problema conmigo? – soltó  mientras yo comía mi emparedado, mastique lentamente tratando de irritarla una vez satisfecho trague y la mire con fastidio.

–¿Yo?

–¿Quien más sino? No quiero que estés atacándome todo el tiempo.

–Disculpa yo no soy el falso.

–Lo que dije es cierto – gruño – Hoy no vengo como suelo hacerlo porque acabo de mudarme y mis cosas no han llegado, esto que tengo es de mi hermana y ella me “arreglo” – puso comillas al decirlo – Yo soy tal como me describí en la clase.

Mordí mi emparedado deseando que desapareciera.

–¿Y?

–¿Y? Pues que en cuanto mi ropa llegue seré yo misma, se lo que piensas de mí, yo luzco como lo que más odio.

–Mira no me importa que odies a tu hermana y esto no tiene sentido porque no te vas – dije con la boca llena de emparedado.

Ella tembló visiblemente.

–Púdrete – dio media vuelta y se alejo con su taconeo.

–Púdrete tú – le grite con el ceño fruncido – ¡Pauj! – escupí en una servilleta el emparedado, ya sabía malo.

Al mes de haberla conocido me di cuenta que la amaba.

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