martes, 5 de febrero de 2013

Dama de treboles cap 82


Cuando llegaron a casa, Nick la tomó por la cintura y, antes de dejarla en el suelo, la pegó a su cuerpo.

Miley rodeo su cuello mientras la besaba.
Esa vez su boca encerraba una promesa cargada de lujuria.

    —Entra en casa y ve quitándote ese vestido — dijo deslizándola despacio.

    Cuando estaba ya en el porche, la llamó.

    —Miley  no te des demasiada prisa.

 El appaloosa debió de pensar que esa noche se acababa el mundo, de lo rápido que lo desensilló y acomodó en el establo.

Nick entró en casa unos minutos después.
Ya en el porche se había quitado las botas.
Las lanzó a un rincón y cerró la puerta. La camisa y los calcetines siguieron el mismo camino.

En la puerta de la habitación paró un momento y, mientras se quitaba el cinturón, contempló cómo Miley se deshacía del corsé.
 Nick se tumbó en la cama con una pierna sobre otra y los brazos bajo la cabeza.

Miley lo observó de reojo mientras apoyaba el pie sobre el colchón para quitarse las medias. Después, se bajó el calzón de espaldas a él, sin dejar de mirarlo a los ojos a través del espejo.

   —Lo primero que pienso hacer cuando venda el ganado es comprar un espejo de cuerpo entero — murmuró mirando su trasero y sus piernas con deleite — Quiero disfrutar viéndote de espaldas y de frente al mismo tiempo.

Miley  lanzó la camisa a un lado y, ya completamente desnuda, empezó a quitarse las horquillas. Nick se incorporó y la cogió por la cintura para sentarla sobre sus piernas.

Una a una las fue sacando.
Cada horquilla que quitaba era un beso en la nuca, un mordisco en el cuello…
Con la última le recorrió la espina dorsal con la lengua.

Apartó su melena y empezó a respirar más rápido.
Se acercó con mucho cuidado. Miley cerró los ojos al notar su aliento.

Nick lamió despacio antes de morderle la nuca, la tentación más codiciada.
Miley gimió echando la cabeza atrás.

Él le besó los hombros con media sonrisa orgullosa.
Su mujer tenía la piel erizada y él también.

Cuando ella se inclinó a dejar las horquillas sobre la mesilla, evitó que apagase el quinqué.

   —¿Te sientes incómoda? — susurró sentándola a horcajadas.

   Miley negó con la cabeza.

   —Me gusta verte — dijo ella poniendo ambas manos sobre su pecho — Pero no sé qué debo hacer.

Nick comenzó un recorrido de besos por su escote, su cuello y sus mejillas.
Con las manos moldeaba cada curva de su cuerpo y Miley se dejó llevar por la creciente sensación que le pedía más de él.

   —Lo que a ti te da placer — murmuró él mordisqueándole los labios — me lo da a mí.

La inclinó hacia atrás y se inclinó sobre sus senos.
Una nueva y desconocida sensación recorrió el cuerpo de Miley como una centella, desde el pecho hasta las ingles.

Él decidió demorar el placer y se dedicó a recorrerla con suavidad, negándole lo que ella pedía y dándoselo cuando no lo esperaba.

Mordisqueo un pezón mientras con la mano acariciaba el otro, lo introdujo en su boca succionándolo y lamiéndolo con avidez.

Ella intentó retenerlo cuando apartó su boca, pero antes de darse cuenta estaba regalándole el mismo placer al otro pezón. Miley le tomó la cabeza con las manos y le alzó el rostro.

   —Eres preciosa. Miley … — musitó.

   Casi entró en trance cuando la oyó susurrar en lengua lakota, una letanía en voz baja dedicada solo a él.

   —¿Ista Hehin?

   Ella selló su boca con un dedo y lo miró a los ojos.

   —Ojos castaños.

Nick sintió un aleteo en el corazón. Se tumbó de espaldas y de un tirón la hizo caer de bruces entre sus brazos. La besó con una urgencia posesiva estrechándola con fuerza contra su pecho.
   Le cogió las dos manos y lentamente las deslizó hasta su bragueta. Ella no se hizo de rogar. Uno a uno fue desabrochando los botones. Descendió al suelo y, sin dejar de mirarlo a los ojos, le quitó los pantalones y los calzoncillos. Nick volvió a sentarla sobre él, quería demorar el momento todo lo posible.

   Miley enterró los dedos en su pelo y lo besó cerca de la oreja, como él acababa de hacer. Nick inclinó la cabeza hacia un lado invitándola a seguir.

   —¿Nazute? —Nick apenas reconocía su propia voz.

   —Cuello —susurró.

   —¿Wayaspa?

   —Morder.

   Nick recostó la mejilla sobre su hombro y exhaló un gemido profundo cuando le clavó los dientes en la nuca. Aún no se había repuesto y de nuevo le mordió el cuello. Y la garganta. Sus dientes su ponían un dolor delicioso, exquisito.

   Miley le tomó la cabeza entre las manos y le alzó el rostro. Parecía quedar hipnotizado con el movimiento de sus labios mientras le susurraban aquella lengua desconocida. Apenas retenía palabras sueltas, sólo las más dulces a sus oídos.

   —¿Ci? —preguntó recorriéndole las nalgas.

   —Deseo —dijo acercándose a sus labios.

   —¿Cezi?

   —Lengua.

  Nick cerró los ojos y entreabrió la boca ofreciéndose a ella. Para entenderla solo tenía que
dejarla hacer.

   Miley se retiró y lo miró a los ojos. Sentía su miembro duro y palpitante atrapado entre los dos. Se acercó a su oído y lo hizo estremecer con su cálido aliento.

   —¿Ce? —gimió él.

Miley guardó silencio.
Con la frente apoyada en la de él, deslizó la mano por su pecho su estómago y, entonces, sus dedos le dieron la respuesta.

Se deleitó con su dureza, lo ciñó en una lenta y placentera caricia.
Sus dedos cosquillearon uno a uno su glande como cinco plumas sutiles.

Nick le atrapó la mano.
Si la dejaba seguir un instante más estaba perdido.

La agarró por la nuca y la besó dejándose caer hacia atrás.
Con cuidado acomodó su cabeza sobre la almohada y se colocó de costado.
No hubo ni una parte de su cuerpo que no recorrieran sus manos.

Nick la besó en el cuello y cuando sintió en los labios que el pulso se le aceleraba, bajó hasta sus pechos para lamerlos con lentitud.


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