martes, 5 de febrero de 2013

Dama de treboles cap 84


—Yo también lo deseaba. Hace días. ¿Por qué has tardado tanto? — preguntó en voz baja besándole un diminuto pezón.

   —Al principio me sedujo la idea de poseer tu cuerpo; pero dejó de ser una prioridad cuando me di cuenta de que el desafío era conseguir a la mujer que va dentro.

   —¿Y si esa mujer viene dentro de un cuerpo como el mío? — añadió cada vez más osada.

   —Mejor para mí — rio por lo bajo lamiéndole el lóbulo de la oreja.

   Miley hundió la cara en el vello de su pecho embebiéndose de él.

   —A mi me paso lo contrario — le reveló — Primero me interesó tener al hombre y luego descubrí que lo quería todo, también deseaba tu cuerpo.

   —¿Ah, sí? — dijo sin dejar de besarle el cuello — Mi cuerpo lo descubriste el día que nos conocimos y desde entonces no has dejado de verlo noche tras noche.

   —No me fijaba — replicó ella mirando hacia otro lado.

   —Sabes que mientes — susurró él en su oído.

    Con ello arrancó una risa nerviosa de Miley

   — Espero no haberte defraudado.

   —Tengo un hombre extraordinario que además tiene el cuerpo más atrayente que jamás pude imaginar — Ella era toda sinceridad.

   —Lo dices porque es el único que has visto.

   —Ahora me dirás que no te has dado cuenta de cómo te comen las mujeres con la mirada.

   —No presto atención a eso — dijo con la honestidad de quien ha vivido su atractivo como algo natural — Pero tú no dejarás que me coman, ¿verdad?

   —Como alguna se atreva a fijarse más de la cuenta, no necesitaré sacar el cuchillo. Le bastará con mirarme a la cara y huirá si quiere seguir de una pieza — aseguró mordisqueándole el hombro.

   —En ti también se fijan los hombres — se quejó recorriéndole la nuca con la boca — Te miran mucho, demasiado.

   —¿Y tú, dejarás que me coman? —preguntó con fingida inocencia.

   Miley acababa de descubrir que la coquetería resultaba un juego muy estimulante.

   —Aquí solo como yo — atajó él con voz autoritaria a la vez que le arañaba la garganta con los dientes.

   Aquella caricia provocó en Miley un escalofrío que le erizó todo el vello del cuerpo.

   —¿Te molesta que me miren? — insistió maliciosa porque la respuesta era obvia.

Nick la alzó en vilo y la sostuvo por la cintura.
Los pechos de Miley quedaron incitantes a la altura de su boca.

   —No juegues conmigo Miley — respondió en tono grave deleitándose con su sabor — Eres mía… mía…solo mia ...

Con los ojos entrecerrados, ella acarició la tensa musculatura de sus brazos y sus hombros.
La boca de Nick era puro fuego, su lengua un delicioso tormento.

Con exquisita lentitud la deslizó sobre él hasta que puso los pies en el suelo.
 Miley le dedicó una sonrisa cargada de deseo.

   —¿Sabes que me fascinan los hoyuelos que se te forman en las mejillas cuando sonríes? —Los ojos de Nick despedían un brillo especial.

   —No me lo habías dicho nunca — susurró.

   —Pues te lo digo ahora. Me entran ganas de morder cuando me los muestras — añadió con sensualidad — Todo tu cuerpo es tan… apetitoso.

Nick continuó intensificando el juego de caricias, mordisqueándola primero en las mejillas, luego en el cuello y los hombros.

La pegó a su torso para notar la presión de sus pechos, estrechándola más para saborear cada pulgada que recorría con la punta de la lengua.

Miley dio la bienvenida satisfecha a ese latente cosquilleo íntimo que ahora reconocía sin dudar y, con total ausencia de pudor, lo asió por las caderas, deseosa de sentir su dureza.

   —¿Hay alguna parte que te guste en especial? — lo incitó.

   —No me hagas elegir no podría. Y a ti, ¿qué parte de mí te gusta más? — preguntó él con orgullo masculino.

   Miley le acarició los glúteos muy despacio con las manos abiertas.

   —Esto —susurró clavándole las uñas.

Nick decidió que ya bastaba de juegos.
La alzó agarrándola por las nalgas y la obligó a enroscar las piernas alrededor de su cintura.

Estuvo tentado de penetrarla de pie, tal como la tenía, pero optó por el goce de hacerla enloquecer primero.

Estaba decidido a mostrarle en qué consistía la verdadera pasión, esta vez sin contenerse.
Atrapó su boca con codicia y saqueándola con la lengua la llevó a la cama.

   —Llegaremos tarde al sermón — jadeó ella en sus labios sin mucha convicción.

   —Que empiecen sin nosotros.

Se dejó caer en el lecho de espaldas con ella en brazos.

Miley buscó la boca de Nick y su melena rubia los envolvió en un íntimo escondite.
Fue ella la que buscó su boca.

Él la atrajo por la nuca sin dejar de acariciarle la espalda y, con un gemido, profundizó el beso hasta límites todavía inexplorados.

Ella jadeaba mientras le mordisqueaba los labios y acercó su parte más sensible a la erección de Nick, haciéndolo temblar con aquel leve roce al que imprimía un ritmo lento con el vaivén de sus caderas.

La alzó sintiéndose a punto de estallar y le lamió los pechos con deleite, provocando que ella arquea se la espalda echando la cabeza atrás.


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