jueves, 7 de marzo de 2013

Un rencuentro volatil cap 24


Se odiaba a sí misma por hacerlo, pero no había podido evitar la pulla.

–Hago lo que puedo – dijo él – Tengo que hacerlo porque no hay nadie más.

El mundo de Joe en aquel momento era un mundo hostil en el que su pecado lo perseguía a todas horas.
Se daba cuenta de que no se había portado como debía cuando Demi se quedó embarazada.

Su inmadurez, y su difícil infancia, habían impedido que aceptase la paternidad con entusiasmo… y eso había tenido resultados devastadores.

Había mantenido las distancias por orgullo y una vez había ocurrido lo peor ya era demasiado tarde para dar marcha atrás en el tiempo y cambiarlo todo.

Incluso con la puerta cerrada, Demi podía escuchar el llanto de la niña.
Aunque la niñera debía de haberla llevado al piso de arriba, seguía oyéndolo y le rompía el corazón.

¿O lo estaba imaginando? se preguntó.

¿Sería como la pesadilla que tenía sobre su hijo?

Le gustaría correr y seguir corriendo sin parar, pero algo dentro de ella le impedía dejarse llevar por ese deseo.

Tenía que luchar contra cualquier tentación de mostrardebilidad.

No pensaba irse de Roxburn Manor, pasara lo que pasara.

–Ni siquiera sabía que fueras a venir y menos con la niña – le espetó – De haberlo sabido,no me habría marchado de Londres.

–Lo siento, mi objetivo era ayudarte…

–¿Cómo vas a ayudarme? ¡Tú eres mi problema! – exclamó ella, los rizos saltando alrededor de su cara – ¡No tendría que huir de la prensa y de sus horribles preguntas si nofuera por ti y por tu comportamiento!

Joe irguió los hombros, en silencio.

Le gustaría marcharse de allí, subir al helicóptero y volver a su oficina, donde sus esfuerzos invariablemente daban resultado.

Era genial ganando dinero.
Lo sabía y sabía que muchas mujeres pensaban que ésa era una cualidad extraordinaria.

Por primera vez, deseó que los diamantes fuesen una moneda de cambio interesante para Demi .
Pero cuando se marchó de Francia ella había dejado atrás una caja fuerte llena de ellos y eso le dejó claro lo poco que le importaban.

Demi esperaba de él cosas intangibles cosas importantes pero Joe no estaba seguro de poder dárselas.
Y, desgraciadamente, no tenía palabras para explicarlo.

El silencio fue interrumpido por la entrada del ama de llaves invitándolos a seguirla al comedor, donde estaba servida la cena.

Demi estuvo a punto de decir que ella cenaría en su habitación, pero no quería parecer una caprichosa cuando no sabía si el ama de llaves tenía ayuda en la casa.

–¿Por qué me has traído aquí? – le preguntó cuando se quedaron solos en el comedor – Si crees que he aceptado la situación…

–No, no lo creo. Pero no quería que tuvieras que lidiar con los paparazzi cuando era culpa mía que te hubieras convertido en un objetivo, y pensé que aquí estarías tranquila.

La sopa que sirvió una joven con delantal blanco era de zanahoria y cilantro y estaba riquísima.
Demi se preguntó si podría calentar ese sitio tan frío dentro de ella, pero para eso haría falta un lanza llamas.

–¿Cuándo compraste esta casa?

–No la he comprado – respondió él – Roxburn Manor pertenece a mis padres. Hace diez años, mi madre decidió que quería una casa en el campo en Inglaterra, pero un verano lluvioso se cargó ese sueño. No recuerdo cuándo fue la última vez que estuvieron aquí.

Demi estudió las paredes, pintadas de un azul frío, y los ornamentados muebles, y pensó que debería haber reconocido el elaborado gusto de Eirene Volakis.

Pero no le dijo que conservar un sitio al que nadie iba nunca era tirar el dinero.

No había olvidado cuánto había trabajado Joe para sacar a flote la naviera Volakis mientras sus padres seguían gastando dinero a manos llenas.

Nacidos en el seno de familias adineradas, Petros y Eirene Volakis eran dos de las personas más egoístas que había conocido nunca y, sin embargo, Joe nunca criticaba su extravagante estilo de vida.

Considerando cómo lo habían tratado desde la infancia Demi veía eso como una lealtad filial extraordinaria.
Sí, Joe tenía muchas cualidades, tuvo que reconocer.

Era un hijo estupendo para unos padres que no lo merecían, un gran trabajador y un buen compañero dentro y fuera de la cama…

Pero eso le hizo recordar lo único que no podía perdonarle: la hija de Oleia.
Su vida se había puesto patas arriba y no había nada que pudiese hacer, aparte de dejar a Joe de nuevo.

Asustada por esa posibilidad, Demi dio un respingo cuando empezó a sonar su móvil.

–Déjalo – dijo Joe impaciente.

Por supuesto, ella no le hizo caso.
Salió al pasillo con el teléfono en la mano y, al ver enla pantalla el número de Robert, hizo una mueca.

–¿Dónde estas? – le preguntó él – ¡Llevo veinte minutos esperando!

Demi se mordió los labios.
El primer viernes de cada mes, Robert y ella quedaban para cenar y discutir cosas del negocio.

Se había perdido esa cena el mes anterior porque estaba en Marruecos y en aquella ocasión lo había olvidado por completo.

–Lo siento mucho, Robert. Se me había olvidado.

–He visto la noticia en ese periódico basura – dijo Robert – Imagino que la reconciliación con tu marido está a punto de hundirse con todas esas revelaciones.

–No seas cruel.

–Mira, Demi no sé qué esperas de mí.

–¿No puedes ser mi amigo? – le preguntó ella.

–Me lo estás poniendo muy difícil. Y darle plantón a lady Margaret esta tarde no ha sido muy sensato tampoco. Me ha llamado por teléfono para quejarse. No quiere que una empleada la llame para decir que no tienes tiempo de atenderla.

Demi frunció el ceño.

–Le había asegurado que yo misma llevaría el proyecto, pero la reunión de hoy sólo era una discusión preliminar para hablar de sus preferencias.

–¿Dónde estás?

Mirando de soslayo hacia la puerta del comedor, Demi le explicó la situación.

–Iré a buscarte mañana a mediodía – anunció Robert.

Y cortó la comunicación antes deque ella pudiera protestar.


Demi volvió al comedor, pensativa.

–¿Cuál es tu relación con Miller? – le preguntó Joe sin preámbulos.

Pero justo en ese momento, la joven del delantal apareció para recoger los platos y ella guardó silencio.

– Mi relación con Robert es asunto mío – respondió cuando se quedaron solos.

–¡No me digas eso!

–¡Y tú no me empujes hasta el punto de tener que reconsiderar nuestro matrimonio!

–No soy tonto – Joe tiró la servilleta sobre la mesa – Perdona tengo que hacer un par de llamadas.


2 comentarios:

  1. esta novela si que esta explosiva.....pobre demi esta sufriendo demasiado.....pero creo q con el tiempo se va acostumbrar al bebe....o al menos eso creo.....
    siguela.....saludos y cuidate

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  2. Quiero masss!!!!!!!!!
    Es una novela increible!!!!! *-*
    Sorry por el coment corto pero no tengo tiempo :/
    Siguela pronto, besis, bye ♥

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si te gusto el capitulo o tienes alguna sugerencia no dudes en decirmela seran todas bienvenidas gracias C:
besitos vuelve pronto y mil gracias por visitarme ♥