domingo, 3 de marzo de 2013

La prometida del desierto cap51


Con una sonrisa tímida, Mustafá inclinó la cabeza y le pidió a Miley que le siguiera.
La escoltó en silencio a lo más profundo de las dependencias palaciegas.

Se detuvo en un patio, ladeó la cabeza como para inspeccionar si había alguien y murmuró:

—Por favor espere aquí, mi señora. Creo que el príncipe Nick está con su padre.

El patio tenía un impresionante vivero.

Incapaz de estar quieta, Miley sepaseó maravillada al ver la enorme colección de bonsáis y exóticas plantas orientales.

Estiró la mano hacia un arce en miniatura cuando se quedó paralizada.

—¡No lo toques! — ordenó una áspera voz a sus espaldas.

Miley casi dio un salto.
Se dio la vuelta para darse cuenta de que había unhombre mayor sentado en una silla en la esquina más alejada.

Ataviado con un viejo mandil, la miró visiblemente enfurecido.

—Lo siento. Debería haberlo sabido, pero era tan bonito... Verá, yo tengo algunos en casa, son mi afición. Los fieros los oscuros se entrecerraron.

—¿Bonsáis, quieres decir?

—Sí. Siento haberle interrumpido. Por favor, discúlpeme.

Miley estaba empezando a sentir una sospecha.
Aquellos ojos oscuros,aquéllas cejas planas.

—No la disculpo.

La sospecha quedó confirmada.
Miley se puso rígida y el color desapareció de sus mejillas.

—Tú eres la mujer de mi hijo. ¿A qué has venido aquí?

A Miley se le secó la garganta.

—Yo... quería ver a Nick .

—¿Para qué? — preguntó con aspereza el rey Azmir.

A Miley le ardieron los ojos.

—¿Para qué? — repitió el anciano con énfasis.

—¡Porque lo quiero! — explotó ella por fin alzando la barbilla.

El anciano frunció el ceño claramente sorprendido de su declaración.

—Y creo que podría hacerle feliz... si él me quiere, por supuesto.

—Entonces ¿por qué le estás haciendo infeliz?

—Eso preferirá discutirlo con él.

El rey sacudió la cabeza con exasperación.

—No me gusta que mi hijo sufra.

—Sí me perdona por decírselo, su hijo es muy capaz de cuidar de sí mismo.

—No cuando se casa con una mujer a la que no puede convencer de que siga asu lado.

—Yo me quedaré.

—Entonces, ¿por qué está aquí y no contigo?

—Yo creí que no podría quedarme. Pensé que usted... no me aceptaba como su esposa.

—¿No crees que es muy peculiar creer eso cuando consentí en su matrimonio?

—Pero eso era lo que yo creía.

—¿Es que el inglés de mi hijo es tan deficiente?

—En ciertos momentos, no es una luz de claridad precisamente.

El anciano la observó durante interminables segundos, echó la cabeza haciaatrás y se rió con aprecio.

—Cuéntame algo de tus árboles.

Asombrada, Miley se encontró haciéndolo hasta que él agitó una mano para acallarla.

Miley siguió a dirección de su mirada y se puso rígida al ver a Nick de pie en el umbral de una puerta con las oscuras facciones tensas de incredulidad.

—Llévate a tu mujer a casa, hijo mío, y compra un diccionario — dijo su padre con una mirada divertida.

Una sombra más oscura tiñó los pómulos de Nick .
Abrió los labios, pero pareció pensarlo mejor.

Inclinó la cabeza y salió del vivero.
Miley apenas pudo seguir sus largos y rápidos pasos.

A los cinco minutos estaban fuera de palacio y ella tenía la respiración jadeante.

—Un coche te llevará a casa.

—¿Vienes tú también?

—No.

Nick deseaba saber con desesperación lo que había pasado entre ella y su padre, pero ella supo que nunca le pediría una explicación.

Le miró el perfil y creyó notar que había perdido peso.
Entonces apareció un Mercedes.

—Siento haber insultado a tu padre.

—No tenemos más, que decimos el uno al otro.

—Estoy embarazada — revelo con dulzura mientras subía al coche y cerraba la puerta.

Miley miró a sus espaldas.
Nick estaba de pie donde le había dejado con una expresión de alucinación.

Bueno, de todas formas, tenía que habérselo contado pensó abatida.
¡Qué estúpida había sido!

Ahora no sabía como solucionar la situaciónen la que estaban.
Se sentía un poco mareada cuando llegó a palacio, así que se fue a su habitación.

Apenas acababa de tenderse en la cama cuando se abrió la puerta.
Zulema echó un vistazo a la cara furiosa de Nick y se escabulló como una sombra.

Miley prefirió cerrarlos ojos ante aquella furia.

—Dime que lo que me has contado no es verdad.

—Me temo que sí y es culpa mía. Supongo que querrás estrangularme ahora mismo y no creas que no me gustaría a mí hacerlo yo misma — susurró Miley con dolorosa sinceridad — Te mentí cuando te dije que estaba tomando la píldora. Me propuse quedarme embarazada y me sentí mal por engañarle, pero no lo bastante mal hasta que fue demasiado tarde.

—¿Porqué me mentiste?

—Porque quería un bebé.

—¿Sin un padre? — dijo él con tono de disgusto — He leído algo acerca de ese tipo de mujeres.

—¡Bueno, yo no soy como ellas! Yo también te quería a ti — confió Miley con miseria — Y si no podía tenerte a ti, el bebé era lo siguiente mejor. No sé lo que me pasó. Era una locura porque tú no querías que me quedara embarazada.

—Yo suponía que tú no querías quedarte — Nick sonaba desesperadamente contenido — Ni me quería arriesgar a que sucediera después de la experiencia de mi infancia.

Miley sabía cómo se sentía.

A ella misma le estaba dando vueltas la cabeza porque ahora no veía ninguna salida fácil para ninguno de los dos.

Si fuera niña suponía que la dejaría irse.


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