jueves, 28 de marzo de 2013

Corazon Indomable cap 3


Miley se duchó mientras pensaba en el consejo de su amiga Marilee.

« Nick me ha dicho que no le gustas porque no tienes ni idea de las cosas del rancho, que vas siempre demasiado bien vestida, demasiado chic y sofisticada. Además, no sabes cocinar».

Estaba claro: si quería que Nick se fijara en ella tenía que aprender a llevar el rancho y a cocinar.

Marilee y ella eran amigas y vecinas de toda la vida, así que confiaba en sus consejos.
Su mejor amiga lo hacía todo por su bien.

¡Estaba dispuesta a no volver a la universidad aquel año con tal de demostrarle a Nick Jonas que era capaz de convertirse en el tipo de mujer que a él le gustaba.!
¡Se lo había tomado muy en serio y lo iba a conseguir!


No le iba muy bien montando a caballo, pero, al fin y al cabo, su padre eran ranchero así que seguro que mejoraba con la práctica.

Él se acercó a ella y, de repente, le puso las manos en los hombros.
Miley las sintió, grandes y fuertes.
No podía respirar ni dejar de mirarse en sus ojos negros.
La estaba mirando como si no la hubiera visto nunca.

—Venga, ¿qué te pasa? Si te puedo ayudar...

Miley  no sabía qué decir.

—Me he hecho daño al caerme del ternero — mintió.

—¿Ah, sí?

Nick apenas la oía porque estaba absorto en aquella maravillosa boca de labios rosados y dientes blancos.
Se preguntó si la habrían besado alguna vez.

Aunque no la había visto nunca salir con un chico, Marilee le había dicho que salía con muchos, que era mucho más experimentada de lo que parecía.

Miley se estaba derritiendo.
Las rodillas le temblaban.
Nick la sentía estremecerse.

¿Por qué se comportaba así si era tan experimentada como Marilee decía?
Una mujer con experiencia ya le habría puesto los brazos alrededor del cuello y se estaría frotando contra su cuerpo...

—Ven aquí — le dijo abrazándola.

Al hacerlo, sintió sus pechos a la altura del diafragma porque era mucho más alto que ella.
Miley puso las manos sobre su, camisa, pero con vergüenza.

Nick suspiró.
La imaginación se le había disparado, pero no podía ser, Miley solo tenía veintiún años y era la hija de un amigo.

Entonces, ¿por qué no podía parar de mirarle la boca y por qué se había excitado al sentir sus pechos?

—Pon las manos en mi pecho —l e dijo.

Miley obedeció lentamente.
Tenía las manos frías y temblorosas.
Se quedó muy quieta, sin respirar, rezando para que aquel momento no se rompiera, para que Nick no recobrara la cordura que había perdido por unos segundos.

—¿No sabes hacerlo?

—¿Hacer... qué? — dijo ella mojándose los labios con la lengua.

Nick le acarició la mejilla y le pasó el pulgar por el labio inferior en un rapto de deseo.

—Esto —murmuró bajando la cabeza.

Miley sintió sus labios sobre la boca, acariciándola y besándola suavemente.
Aquello no saciaba su apetito ni de lejos.

Le clavó las uñas y Nick se tensó.
Miley sentía sus músculos bajo la camisa y el latir acelerado de su corazón.

—Tranquila — le dijo Nick.

Miley sintió sus manos deslizarse desde su cintura a sus caderas mientras no paraba de besarla.

¿Se habría dado cuenta de que le costaba respirar, de que se moría de deseo?
Estaba experimentando sensaciones que nunca había imaginado.

Miley abría cada vez más la boca.
Nick la apretó contra su cuerpo.
Al sentir que su anatomía había cambiado, Miley se echó atrás.

—Muchos novios, ¿eh? — dijo Nick como para sí mismo.

—¿Novios? — repitió ella en un hilo de voz.

Nick la agarró de la cintura y con la otra mano le acarició la cara.

—Déjalo — susurró besándola de nuevo.

Miley le clavó las uñas y gimió.
Nick la apretó contra sí y la miró con los ojos encendidos.
Le quitó la goma del pelo y se lo esparció.

—Puede que sí tengas la edad... — dijo antes de besarla con pasión.

Miley se regodeó en su deseo.
Arqueó el cuerpo contra él y lo agarró de la nuca para que nunca dejara de besarla.
Aquello era su sueño hecho realidad.
Era genial.

Desechó cualquier rastro de prudencia y abrió la boca para invitarlo a entrar.
Sintió su lengua explorando la oscuridad y tembló mientras la devoraba.

Al oír una puerta que se cerraba, salieron de la niebla en la que estaban.
Nick la miró como si no la conociera.
Tenía los ojos como esmeraldas mojadas.

La había levantado del suelo y su cuerpo se moría por ella.
Sabía que Miley se había dado cuenta de que estaba excitado.
Solo lo sabían ellos y así debía ser.

¡Debía parar aquello en ese mismo instante!

La soltó despacio y tomó aire.
Se echó en cara haber perdido el control con una mujer a la que no debería de haber tocado jamás.
No entendía qué le había pasado.

Normalmente solía mantener la cabeza fría con las mujeres.
Y más con Miley
Le desconcertaba su mirada.

Iba a tener que darle muchas explicaciones y no sabía por dónde empezar.
Miley era mucho más joven que él, pero su cuerpo no parecía darse cuenta.

—Esto no tendría que haber ocurrido — dijo apretando los dientes.

—Es como un helado... apetece — contestó ella, que no quería oír un no por respuesta.

—Eres demasiado joven para tener apetencias — le contestó Nick — Y yo, lo suficientemente mayor como para no hacer estas estupideces. ¿Me oyes? Esto no tendría que haber ocurrido. Lo siento.

Horrorizada, Miley se dio cuenta de que se estaba arrepintiendo.
Se apartó sonrojada, con los ojos llenos de sueños que él no debía ver.

—Yo... también lo siento —dijo.

—Maldita sea — dijo Nick metiéndose las manos en los bolsillos — Ha sido culpa mía. He empezado yo.

—No pasa nada —contestó Miley encogiéndose de hombros—. Así practico.

Nick enarcó las cejas sorprendido.
¿Había oído bien?

—No soy la reina del baile de graduación. Por aquí no hay muchos hombres y los que hay son solterones que mascan tabaco y no se bañan.

—Menudos prejuicios — bromeó él.

—¿Acaso tú sales con mujeres que huelen a caballo?

—No sé. La última vez que te vi, si no recuerdo mal, olías a barro y a mi...

—¡No sigas! — lo interrumpió sonrojándose.

Nick la miró intensamente.

—Es una pena que no te llames Jeanie —murmuró—. Stephen Foster tiene una canción muy bonita sobre el pelo de una mujer que se llama Jeanie.

Miley sonrió.
Le gustaba su pelo.
Era algo.
Nick pensó que se ponía muy guapa cuando sonreía.

—¿Estoy invitado a cenar, entonces? — Preguntó perdido en su mirada —.Si me dices que sí, tal vez te dé unas cuantas clases más. Solo nivel principiante, claro — añadió sonriendo.

Miley se dijo que era imposible que Nick hubiera dicho aquello, pero lo importante era que seguía sonriendo.
Ella también sonreía.

Se sentía guapa.
Sin maquillaje, descalza, sin peinar... y Nick la había besado.
No se lo podía creer.

Entonces, recordó el amor que los Jonas tenían por los bizcochos.
Harían lo que fuera por ellos.
¿También por panecillos?

—Estoy pensando que un hombre que es capaz de secuestrar a un cocinero para que le haga bizcochos, es capaz de hacer cualquier locura por unos panecillos — le dijo.

Nick suspiró.

—Hettie hace unos panecillos de muerte.

—¡Vaya! —bromeó Miley riendo—. Está bien, te puedes quedar a cenar.

—Eres un encanto.

Encanto.
Bueno, al menos, le caía bien.
Ya era algo.
No se le ocurrió que un hombre que realmente se interesara por ella no le diría que era un encanto.



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