viernes, 9 de noviembre de 2012
La prometida del desierto cap24
Nada como escoger las palabras mágicas para acelerar la partida...
«Serás mi esposa antes de terminar la tarde».
¡Ja!, pensó Miley .
Nick estaba definitivamente loco.
Sabía que se metería en aquel helicóptero con tal rapidez que dejaría un remolino a sus espaldas.
Liberación..escape... libertad.
Nick había decidido forzar el asunto, pero había cometido un gran error de cálculo, pensó con maliciosa satisfacción.
Su pequeña aventura en el Medio Oriente había llegado a su fin y lo agradecía.
Su atención se fijó en la maleta que no había vuelto aver desde el aeropuerto.
Parpadeó al interpretar el mensaje.
Nick la había llevado con él.
Así que, en otras palabras, había llegado preparado para aquella decisión.
Pero antes le había permitido ponerse en ridículo.
Con los dientes apretados, Miley se puso en frenética actividad.
Sacó las llaves y abrió la maleta.
No pensaba aparecer en el aeropuerto con babuchas y aquel chador.
¿Cómo no se había fijado antes en la maleta?
Se tomó su tiempo en vestirse con un par de pantalones frescos de algodón y una voluminosa camiseta.
Después se peinó y echó un vistazo a su reloj.
Habían pasado quince minutos.
Salió de la tienda, apartó las ornamentadas cortinas y miró afuera.
Los deslumbrantes rayos del sol se reflejaban en la carcasa plateada del helicóptero aparcadoen el centro del campamento.
Sintió una, oleada de transpiración y levantó la maleta.
«Nunca volverás a verlo».
Eso podía soportarlo... por supuesto que podía.
¿No había pasado veintisiete años sin depender de ningún hombre?
Apretó los dientes y se pasó una mano con furia por el pelo.
Maldito fuera... Ella era más fuerte que eso.
Iba a hacer lo más sensato por muy duro que fuera.
Toda su vida había sido prudente, práctica y realista.
No se había permitido ninguna tonta fantasía romántica... bueno,sólo una.
Él.
Y desde que había desaparecido dos años atrás, siempre aquella sensación de pérdida, soledad y separación...
Lo había odiado por tener aquel poder sobre ella y ahora lo odiaba diez veces más mientras luchaba contra un deseo tan atemorizante e irracional como el desconocido sentido de completa impotencia que le paralizó el paso.
Nunca es demasiado tiempo...
¿Qué diferencia había entre una aventura y un matrimonio temporal?,
le susurraba una insidiosa vocecita.
Asustada por aquella idea, Miley se llevó las manos a la cara ardiente.
Todo su ser se revolvía contra que la obligaran a una postura que ella no hubiera elegido libremente.
¿Pero que libre elección había en no volver a verlo nunca?
Nick mantendría su promesa.
Desbordada por la tormenta emocional dentro de ella, se sentó en la maleta.
La palabra «nunca» se erigía como un muro gigantesco entre ella y la libertad que anhelaba.
Las palas del rotor arrancaron con un ruidoso giro y las paredes de las tiendas se ondularon.
Miley que se enorgullecía de no llorar nunca, se sorprendió a sí misma al romper en un torrente de lágrimas lujuriosas.
Se despreció a sí misma y lo odió a él.
En menos de cuarenta y ocho horas la había desgarrado.
La había acorralado y le había puesto una trampa que ella no había reconocido hasta ser demasiado tarde.
Nunca se lo perdonaría.
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omg
ResponderEliminarpobre miley que decidiraaa ella
porfiiis siguelaaaa