sábado, 24 de noviembre de 2012

A merced del griego cap 17



Aquello bastó para aplacar las protestas de Miley  que, a pesar de la sinceridad que vio en los ojos de Nick no pudo evitar preguntarse si habría dicho aquello porque la conocía lo suficientemente bien como para saber que sus emociones eran su perdición.

-No será por mucho tiempo - dijo Nick con evidente alivio al ver la repentina indecisión que reflejó la mirada de Miley - Un par de semanas no más. Sólo hasta que mi madre esté lo suficientemente fuerte como para volver a Grecia.

-¿Y se lo dirás entonces?

-Sé lo diré con delicadeza, con el tiempo. Cuando todo acabe podrás alquilar un apartamento apropiado y empezar una vida apropiada

Nick no entendía por qué pero la idea de que Miley fuera a irse lo irritaba.
Pero dejó pasar la emoción sin analizarla.
Tenía cosas más importantes en qué pensar.

Qué fácil era para él decir aquello pensó Miley con tristeza.

-Creo que voy a subir a mi dormitorio - dijo mientras se ponía en pie - Bajaré dentro de un rato para preparar algo de comer pero yo no tengo mucha hambre.

-¿Estás siguiendo otra de tus locas dietas? - preguntó Nick y ella respondió con una sonrisa ni amistosa ni hostil.

Se sentía como una muñeca de trapo a la que le hubieran quitado el relleno.
Pero Nick volvió a hablar antes de que le diera tiempo a salir de la cocina y le dijo como si fuera la cosa más normal del mundo que su madre esperaba que compartieran el dormitorio.

Miley giró sobre sus talones con expresión horrorizada.

-¿Compartir el dormitorio? ¿Contigo?

-Es un dormitorio muy grande y tiene un sofá.

-¡Ni hablar!

-¿Por qué? - preguntó Nick divertido - ¿Qué crees que voy a hacer?

-¡No creo nada!

-Entonces, ¿por qué te pones así? A menos que pienses que voy a sentir la tentación de tocarte...

En la mente de Nick surgió de pronto la imagen de Miley tumbada en el sofá del apartamento que solía compartir dormida con un brazo sobre la cabeza mientras sus pechos tentadoramente firmes y grandes, subían y bajaban al ritmo de su relajada respiración.

-Simplemente no me parece bien - murmuró Miley intensamente ruborizada.

-Sé que no es lo ideal pero no será por mucho tiempo - dijo Nick con más dureza de la que pretendía - Tendrás que llevar tus cosas a mi cuarto... o almenos parte de ellas. Lo suficiente como para...

-¿Hacer creíble la farsa? - concluyó Miley por él - ¿Y por qué no le pides a Venetia que venga? Así al menos no estarás mintiendo.

-Venetia no es la clase de mujer que le gustaría a mi madre para mí - replicó Nick -. Además no me gustaría que Venetia sacara la conclusión de que esa estancia en mi casa podría llevar a algo más concreto entre nosotros. Contigo las cosas serían muy distintas. Estás al tanto de los límites de nuestra relación y no serías tan tonta como para saltártelos - se encogió de hombros al añadir -Además a mi madre le has caído muy bien. Piensa que eres una mujer dulce y alegre.

Miley no podría haber pensado en dos adjetivos más insultantes aunque sabía que Nick no pretendía insultarla.
Sólo estaba poniendo de manifiesto un hecho.

-Por supuesto te compensaré financieramente por hacer esto - continuó él - Incluso yo comprendo que es un favor que supera con creces tu deber.

Una hora más tarde Miley aún se sentía aturdida por la progresión de los acontecimientos.
Había trasladado algunas de sus cosas al dormitorio de Nick y había ocultado cuidadosamente el resto en los cajones de su anterior dormitorio.

El mero hecho de estar allí le hacía sentirse ligeramente mareada.
Siempre había encontrado demasiado grande la habitación de Nick que contaba con una zona de estar y un baño en el que habría podido vivir una familia.
Pero ante laidea de compartirlo con él de pronto le pareció muy pequeño.

Pero no iba a pensar en ello.

En cierto modo los insultos inconscientes de Nick su oferta de dinero su asunción de que sabría estar en su lugar porque afin de cuentas no era más que una valiosa asistenta que había resultado estar en el lugar equivocado en el momento equivocado habían servido para fortalecerla en su decisión de marcharse en cuanto aquello acabara.

Pero no ayudó descubrir durante la ligera cena que compartieron aquella noche que la madre de Nick era una mujer encantadora.

-Estaba preocupada por él - dijo Litsa en un conspirativo susurro pero con la evidente intención de que fuera escuchado por su hijo - ¡No es siempre bueno para un hombre tener éxito con las mujeres desde muy joven! Podría acabar convirtiéndose en un playboy.

Ante la oportunidad de desquitarse Miley sonrió y miró a Nick que parecía incómodo y acorralado.

-¿Nick ? Oh, no, Nick nunca vería a las mujeres como meros objetos de juego... ¿verdad?

Tras dedicarle una furibunda mirada,
Nick se levantó con un gruñido y sepuso a recoger la mesa.

-Es importante que un hombre siente la cabeza como es debido - dijo Litsa,mirando a su hijo con aprobación mientras éste daba la errónea impresión de ser alguien que compartía habitualmente las tareas de la cocina- ¡Es necesaria una buena esposa para civilizarlo adecuadamente! -añadió riendo a la vez que dedicaba una afectuosa mirada a Nick .

-Tengo la impresión de que empiezas a estar cansada - dijo Nick trasdedicar a Miley una mirada de advertencia que fue totalmente ignorada- Talvez sería mejor que te retiraras. Mañana te acompañaré al especialista, así que no tienes de qué preocuparte.

Había conseguido cambiar de tema de conversación pero el respiro sólo fue transitorio pues Litsa pasó otros cuarenta y cinco minutos compartiendo sus pasadas preocupaciones respecto a su hijo con alguien que la comprendía, y Miley le siguió gustosa la corriente mientras Nick se esforzaba por no mostrar su irritación.

Pero cuando madre e hijo se alejaron hacia el dormitorio el peso de la realidad cayó de lleno sobre Miley .

La realidad era el rechazo mostrado por Nick hacia ella un rechazo aún más cruel por ser inconsciente.

La realidad era que había caído tan bajo en su autoestima que había estado dispuesta a aceptarlas migajas que pudiera ofrecerle.

Y la realidad era también el dormitorio que la aguardaba.
Aquel pensamiento le hizo entrar en acción.

No sabía cuánto tiempo tardaría Nick en dejar instalada a su madre pero esperaba que fuera el suficiente como para que a ella le diera tiempo de ponerse el pijama meterse en la cama y apagar la luz.

Consiguió hacerlo todo en menos de cinco minutos pero tras una hora detensión contenida el sueño empezó a adueñarse de ella y para cuando Nick regresó al dormitorio la encontró profundamente dormida.


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