miércoles, 14 de noviembre de 2012

Dama de treboles cap 46




Se había quedado muy a gusto, pero no tardó en arrepentirse de la escenita de la botella.
En parte, estaba muy preocupada por los dolores musculares de Nick.

Aunque trataba de ocultarlo, su rostro era un reflejo de su padecimiento.
Y, para colmo, cansada como estaba, había tenido que cabalgar en busca de más linimento.
Pensó en acercarse al rancho Sutton, pero no tenía ganas de dar explicaciones, así que fue a casa de Doreen a pedirle prestado.

A fin de cuentas, pronto se enteraría de la discusión por Gideon.

Cuando Nick regresó de los pastos, ella todavía estaba fuera.
Cogió una toalla y jabón y se marchó al río.
Necesitaba un baño caliente, era el mejor alivio para los dolores.
Pero su cuerpo requería agua fría, porque en su cabeza campaba Miley desnuda a lomos de un caballo.
 
Durante toda la tarde, no había pensado en otra cosa que en cabalgar con ella, asiendo las riendas con una mano mientras la otra ceñía su cuerpo desnudo pegado al suyo.
Llegó a sentir el calor de su espalda en el pecho y sus nalgas golpeándole los muslos.

   Mejor fría que caliente, necesitaba agua muy fría.

Durante largo rato se dejó mecer por la corriente.
Se sumergía una y otra vez.
Se enjabonó a conciencia y volvió a zambullirse hasta que el dolor se hizo insoportable.
Porque, tal como imaginó, el agua del río al anochecer no fue el mejor remedio para sus músculos agarrotados.

 Al volver a casa, el plato lo esperaba en la mesa.
Se sentó y cenó sin demasiado apetito.
Aún no había terminado cuando Miley le plantó delante la botella del linimento.
Nick alzó la vista del plato.

   —No te has afeitado — señaló muy seria.

   —¿Estás pensando en besarme? — preguntó sarcástico. Miley lo acuchilló con una mirada — Entonces, ¿qué más te da?

 Nick llevó el plato y la taza al fregadero.
Tomó la botella y se metió en la habitación.

 Miley se debatió durante un rato entre la compasión que le provocaba verlo así y lo resentida que estaba con él.

Al entrar en el dormitorio, Nick se estaba dando friegas en el pecho y los hombros.
Ella se situó a su espalda para desvestirse.
Ya en camisón, se giró a mirarlo.
Se había sentado en la cama y, desnudo, se masajeaba los músculos de las piernas.

   —Túmbate. — Él fingió no oírla — Vamos, el orgullo no va a solucionar tu dolor de espalda.

Tuvo que rendirse a la evidencia.
La miró de reojo mientras llevaba la sábana hacia atrás y se tumbó boca abajo con los brazos en cruz.

Miley se sentó en el borde de la cama, vertió un poco de linimento y se frotó las manos para calentarlas.
Nick emitió un suspiro de alivio cuando comenzó a recorrerle la espalda.

   —¿Dónde te duele? Tienes muy mala cara.

   —Menos los dientes, todo lo demás — aseguró.

Los dos sabían que ese «todo» incluía también el alma.
Aun así, Miley no podía dejar de verlo en la pared de la tienda con Harriet pegada a él.

   —Ahora entiendo por qué no te causa reparo la desnudez.

   —Si te refieres a mi vida entre los indios, te aseguro que no van desnudos. No son tan salvajes como te imaginas.

   —Ya me estás juzgando de nuevo.

   —Con el torso descubierto, he visto a muchos hombres. Completamente desnudo, solo he visto a uno — alegó — No me avergüenza porque, en este momento, te veo como a un enfermo.

Eso no era del todo cierto.

No había disfrutado tanto hasta esa noche; gozó cada vez que sus manos recorrían su dura musculatura.
Por fortuna, estaba cubierto de linimento.
De no haber sido así, a duras penas habría resistido la tentación de besar su espalda, su nuca, sus hombros…

   Sacudió la cabeza para no pensar más en ello.

Miley continuó con el masaje por las piernas.
Luego, volvió a sentarse y le frotó hombros y brazos.


 —No fui muy amable contigo al principio — confesó él en voz baja — Esto mismo debí hacerlo yo cuando tú tenías dolores.

Los dos guardaron silencio, ninguno habría podido resistir ese tipo de contacto.
Para él hubiese supuesto una tortura.
Para ella, un sufrimiento innecesario.

   —Tus manos son auténtica magia —aseguró.

   —¿No te da asco mi mano quemada? —preguntó con inquina.

 Nick se incorporó con tanta violencia que la sobresaltó.
La agarró por la muñeca con furia.

   —¿Tan mezquino me consideras? Si es así, ¡lárgate de una vez! No tenemos nada más que decirnos.

   Miley le agarró la mano para que la soltara, pero él la apretó con más fuerza sin dejar de mirarla.

   —He cometido muchos errores en mi vida, ¿me oyes? — continuó — Pero tengo la conciencia muy tranquila, nunca me he conducido de una manera innoble. No te he dado motivos para que me juzgues con tanta crueldad.

   —Me lo dijo Harriet —aclaró soltándole la mano— Ella me dijo que te repugnaba que te tocase con mi mano quemada.

   —¡Harriet! ¡Siempre la maldita Harriet! Ante semejante muestra de mezquindad, tendrías que ser capaz de sacar tus propias conclusiones antes de declararme culpable.


Miley empezó a pensar que tal vez Nick no tuviese la culpa de lo sucedido.
Aquella mujer la había retado un rato antes.
Y, desde luego, la creía lo bastante retorcida como para tramar aquella escena con tal de demostrarle de lo que era capaz.

   Nick le tomó de nuevo la mano, esta vez con delicadeza.

   —Lo único que lamento de esta cicatriz es el inmenso dolor que debiste de sentir cuando te quemaste la mano siendo una niña.

   —No te preocupes por ello. No guardo ningún recuerdo —lo tranquilizó.

Sabía que su dolor era sincero, Nick era incapaz de fingir.
Dio por finalizado el masaje y lo tapó con la sábana y la colcha.

   —Aunque hace calor, trata de aguantar. Lo que necesitas es mantener los músculos calientes.

   —¿Eso significa que me dejas dormir aquí?

   —Es tu cama, si sobra alguien…

   —Tú no vas a ninguna parte — advirtió agarrándola por la cintura.

   —También es mi cama — claudicó tumbándose a su lado — Ahora descansa.

   En cuanto cerró los ojos, Miley se dejó vencer por el cansancio acumulado.

   —¿Estás dormida?

   Con un murmullo ininteligible le hizo saber que apenas aguantaba despierta.

   —Miley …, gracias.

Y esa noche, Miley se entregó al sueño con una sonrisa triste en los labios.
Por primera vez desde su llegada, la llamaba por su nombre.




2 comentarios:

  1. me encanto el capitlo la nove esta muy buena y ya quiero ver cuando empieza la accion "y ya sabes de que hablo" jajaja lamento no haber comentado antes es que ando ocupada estudiando se me hace dificil entrar a mi blog y publicar ni tiempo de leer tu nove tengo odio la escuela, oka seguilaaa y que bueno que subiste, besitos hermosa!
    te kiero

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si te gusto el capitulo o tienes alguna sugerencia no dudes en decirmela seran todas bienvenidas gracias C:
besitos vuelve pronto y mil gracias por visitarme ♥