lunes, 19 de noviembre de 2012

Dama de treboles cap 51




—Primero el trabajo le absorbía de tal manera que no pensó en buscar una mujer. Más tarde  —respiró hondo — puso sus ojos en Harriet, pero sabía que sólo lo aceptaría si reunía el dinero suficiente para que ella no tuviese que mover un dedo.

   Miley se tensó de una manera que no pasó desapercibida a su cuñada.

   —Luego, no sé si te lo ha contado. — Miley  negó — Hubo sequías que hicieron que el negocio no fuese todo lo próspero que debía. Nick esperó durante años a ser lo bastante solvente para poder pedir la mano de Harriet. Durante ese tiempo, las pocas mujeres solteras de los alrededores se fueron casando. Y hace seis meses le pidió a Harriet matrimonio, pero ella se rio de él. Le dijo que jamás viviría entre vacas pudiendo conseguir cualquier hombre mejor situado que la mantuviese como a una dama.

Hizo una pausa.
No sabía si seguir hablando al ver que Miley se había puesto pálida como la cera.

   — Miley — preguntó preocupada — ¿estás bien?

   —No me pasa nada. Sigue por favor —pidió muy seria.

Acababa de entender la actitud hostil de Nick hacia ella.
Era el rechazo.
Ella lo había rechazado otra vez.

   —Miley , no quiero que pienses que soy una entrometida, pero tenía que contarte todo esto. No sé si mi hermano será capaz de sincerarse contigo algún día. Cuando ella lo rechazó, parecía no tener ilusión por nada; descuidó el rancho y se descuidó a sí mismo. Cuando llegó contigo, para nosotros supuso una inmensa alegría. Tú lo harás un hombre feliz, lo sé —dijo tomándole la mano.

Toda la tensión acumulada explotó de golpe en el pecho de Miley .
Su cuñada, alarmada, la tomó entre sus brazos intentando calmarla.
Al recibir tal muestra de cariño, Miley aún lloró más afligida, sacudiendo los hombros con cada sollozo.

   —Vamos, vamos, llora todo lo que haga falta — susurró Emma comprensiva.

   Poco a poco pareció calmarse.

   —Me parte el corazón saber que lo han despreciado de ese modo. No soporto que nadie le haga daño.

   —Nunca te había visto así. Por un momento he creído que estabas embarazada. En mis embarazos siempre me he puesto a llorar sin ton ni son — intentó bromear.

   Miley se echo a llorar de nuevo.

   —Pero ¿qué pasa? ¿Estás embarazada? Tienes miedo, ¿verdad?

Ella negaba con la cabeza sin dejar de llorar.
Emma estaba cada vez más asustada no sabía qué profunda aflicción podía provocarle aquel llanto.
Por fin, Miley consiguió articular palabra.

   —No, no lo estoy. Eso es imposible.

   —¿Por qué es imposible? Es cierto que lleváis poco tiempo casados, pero no hay nada imposible.

   —Sí lo es.

   —No digas eso. —Emma cerró los ojos y los volvió a abrir como platos—. No me estarás diciendo que tú…, que vosotros no…

Miley asintió sin levantar la vista.
Emma fue hasta la cocina a por un poco de agua.
Acababa de quedarse sin habla.
De pronto empezó a removerse nerviosa, como si tuviese mucho trabajo atrasado.

Aquello explicaba el carácter cada vez más agrio de su hermano, la tristeza en los ojos de Miley y la relación tormentosa que había entre ellos.
Y maldijo a Harriet, que para colmo de males se había interpuesto entre el matrimonio en el peor momento
maldijo de paso a su hermano por caer en la trampa y maldijo a Miley por no saber defender su matrimonio.

Miley la miraba de reojo sin comprender.
Emma se sentó junto a ella.
Lamentaba no haberse dado cuenta antes de lo sola que se sentía aquella muchacha sin tener a alguien en quien confiar.

   —Dime una cosa —dijo tomándole la mano—, ¿serías capaz de confiar en mí?

   —Acabo de hacerlo, nadie sabe esto más que tú. —«Y mi marido» pensó.

   —Sé que perdiste a tus padres, y luego a tu madre adoptiva. Los echas de menos, ¿verdad? —Miley  asintió mirando hacia otro lado— No puedo sustituirlos, pero trata de verme como a una hermana mayor.

   —De alguna forma ya lo eres —dijo sonriendo con tristeza.

   —Se que no debo meterme en los asuntos de un matrimonio, y que Dios me perdone, pero voy a hacerlo. ¿Es mi hermano quien no quiere…? —Miley  negó con la cabeza—. Eres tú, entonces. ¿Es por algo…?

   —Me pasó una cosa terrible al morir mi madre adoptiva.

   —¿Eres capaz de contármelo? —Temía remover antiguas heridas.

   —Su hermano intentó forzarme varias veces. — Emma se llevó la mano a la boca horrorizada — Pero no lo consiguió, yo me resistí. Desde entonces, tengo terror a… «eso».

   —¿Mi hermano ha sido desagradable contigo?

   —La primera vez fue brusco y yo me asusté. Me recordó lo que ese hombre había intentado. Desde entonces, me odia.

—Miley , eso no es odio. —Emma sonrió sorprendida por la candidez de su cuñada—. Es que se siente herido en su amor propio.

—Acabo de comprender que mi rechazo le ha dolido más que cualquier cosa — admitió apenada — pero ya no tiene solución.

   —Te voy a hacer una pregunta muy personal — le advirtió Emma — ¿Vosotros dormís en la misma cama? — Miley  asintió — Todas las noches en la misma cama. ¿Y no…?

Emma abrió mucho los ojos.
Aquello era sin duda una tortura para un hombre y un sufrimiento para Miley .
Tomó aire e irguiendo la espalda, se dispuso a acabar con sus problemas de alcoba.
No había vuelta atrás.

—Miley , yo he tenido cinco hijos y sé de qué hablo. Te aseguro que no tienes nada que temer — Antes de seguir, respiró hondo — Lo que te voy a decir no volverá a salir de mi boca, así que escúchalo bien: Miley  ¡tú no sabes lo que te estás perdiendo!





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