sábado, 24 de noviembre de 2012

Dama de treboles cap 55



La tomó de la mano para bajar la escalera.
Miley le apretó con fuerza y entrelazó los dedos con los de él.

Sin girarse a mirarla Nick sonrió y a su vez le apretó la mano.

   —Dijiste que no sabías bailar — comentó en un tono que no denotaba emoción alguna.

   —He estado aprendiendo.

   —¿Tú sola? No me creo que ese vestido sepa tanto de baile.

   —Albert me dio unas lecciones.

   —¿Has estado bailando con Albert? — Giró parando en seco en medio de la cocina  Mañana tendrá que darme unas cuantas explicaciones.

   Miley se sintió orgullosa y feliz ante aquella reacción de celos.

   —No hay nada que explicar yo se lo pedí. No quería quedarme otra vez sentada viendo bailar a todo el mundo.

   —¿Y por qué no me pediste a mí que te enseñara?

   —Quería darte una sorpresa.

Se oyeron las risas de Grace y los vaqueros.
Aaron entró en la cocina y se quedó un tanto cohibido girando el sombrero entre las manos convencido de haber llegado en un momento muy poco oportuno.

En los ojos de Nick resplandecía la satisfacción del amor propio complacido.
La atrajo por los hombros y se despidió con un beso rápido.

   —Vamos — dijo a Aaron mientras tomaba el sombrero — Tenemos trabajo por delante.


Por la tarde Miley no cabía en sí de contenta.
Durante la comida había escuchado la conversación entre Nick y Aaron; la deuda del vallado estaba saldada y con la venta del ganado todo serían beneficios.

La llenaba de felicidad ver a su esposo tan orgulloso de sí mismo por haber triunfado ante una situación adversa.
Así quería verlo siempre orgulloso y emprendedor.

Con un suspiro se llevó la mano a los labios recordando sus besos en el desván.
Abrió el costurero dispuesta a continuar con la entretenida labor de añadir rosetas caladas de encaje a aquella blusa demasiado recatada.

Cuando Nick volvió del barracón de los arreos se quedó con templándola desde la puerta.
No había momento en el día en que parase de trabajar y desde hacía días no dejaba la aguja ni a la hora de dormir.

   —Te vas a lastimar los ojos si sigues con esas labores — comentó.

   —Tú también dedicas mucho tiempo a tus vacas — respondió sin mirarlo.

   —Mis vacas… No sientes todo esto como algo tuyo —le reprochó con un amargo deje de decepción.

   —Si no creyese que éste es mi hogar, me habría ido.

   Levantó la vista y lo miró de frente.

   —Y tienes razón — continuó con un tono suave pero firme — A partir de ahora me referiré a todo esto como lo que es, nuestra casa, nuestras tierras… pero las reses son tuyas. — Él la miraba sin entender — Porque si fuesen mías les cogería tanto cariño que no te dejaría vender ni una y pastarían en los prados hasta que murieran de viejas.

Su tono bromista lo desarmó.
Aquello era lo último que Nick esperaba oír.

   —Así no funciona este negocio — aclaró con media sonrisa.

   —Por eso te lo dejo a ti — sonrió a su vez bajando la vista a la labor de crochet — Tú eres el ganadero y nadie mejor que tú para sacar el negocio adelante.

Nick tomó el sombrero y la miró con curiosidad encantado con el cambio de actitud.
No sólo parecía contenta también demostraba confianza ciega en su capacidad para llevar el rancho.

Eso aún le gustó más.
Cuando se disponía a marcharse la voz de Miley lo detuvo.

   —Nick.  — Él se giró hacia ella — Es la primera vez que te veo sonreír. Me encantaría que lo hicieras más a menudo.

   —Es la primera vez en muchas semanas que me llamas por mi nombre — señaló él con una mirada profunda — y me gusta mucho cómo suena en tu boca.

Miley exhibió una sonrisa tímida y bajó de nuevo la vista.
Su presencia imponente a contra luz le provocaba un cosquilleo en el estómago.

   —Otra cosa — añadió girando talones —  También me gusta verte sonreír pero aún me gusta más cuando sonríes para mí.

Tras decir aquello salió de la casa.
Miley lo oyó montar y alejarse al galope.
Repitió para sí una a una sus últimas palabras y no pudo evitar que un suspiro escapara de sus labios.

Poco después lo oyó galopar de regreso.
Cuando alzó la vista lo encontró recostado en el quicio de la puerta.

   —¿Qué te parece si dejas eso y vienes conmigo a ver «mis vacas»? — recalcó las dos últimas palabras con ironía.

   —¿Me das un minuto? — preguntó ilusionada mientras corría hacia el dormitorio.


 

3 comentarios:

  1. Amigaa mo tus noves me facinan

    Y ame la primera foto kajajaka y la uultimaa

    Te extraño taanntooo tenemos mucho que platicar jajaja

    Por cierto ya subi Niley!!!!

    ResponderEliminar
  2. me encantooooo porfiiis siguelaaaaaa
    se esta poniendo mejorr.....

    ResponderEliminar

si te gusto el capitulo o tienes alguna sugerencia no dudes en decirmela seran todas bienvenidas gracias C:
besitos vuelve pronto y mil gracias por visitarme ♥