Se sentía tan mareada cuando despertó, que temía mover un músculo.
—Ya vuelve en sí — manifestó una voz desconocida —. Tal como dije que sucedería. Si alimentara mejor a su esposa y la dejara acostarse a una hora más razonable, estaría en mejores condiciones. Las mujeres embarazadas necesitan mucho descanso y una dieta sana.
—Embarazada —repitió Nick, inseguro, con un tono de disgusto como si se tratara de una enfermedad contagiosa.
—Si esa es su actitud, no me extraña que ella esté matándose de hambre... ¿qué ha comido hoy?
—Un trozo de pastel de bodas. Nada más.
Miley abrió los ojos, sorprendida por la respuesta exacta. ¿Cómo lo sabía? Debió estarla observando. Él había llamado al médico, un anciano de apariencia amable, próximo a la jubilación.
— ¿Y usted no le dijo que comiera más? —exigió a Nick.
—Estoy bien... lamento que lo hayan molestado —replicó Miley, tratando de enderezarse.
—Permanezca donde está —el médico la contuvo con una mano sobre su hombro —. Quiero verla en mi consultorio el próximo jueves. No se moleste en llevar a su esposo. Estaremos mejor sin él —con esa declaración el doctor se dispuso a marcharse —. No se moleste, señor Jonas, encontraré la salida solo.
El silencio se prolongó mucho después de que la puerta se cerrara al salir el doctor. Nick estaba rígido de pie junto a la ventana.
—No sé qué hago aquí —declaró entre dientes.
La joven se dio cuenta de que, bajo la bata, vestía un camisón de su madre que no llevaba cuando bajó, y se ruborizó.
—Me pusiste esto...
—El menor de mis pecados —murmuró Nick.
—No necesitaba al médico...
— ¿Qué se suponía que debía hacer cuando te desmayaste? ¿Pasar por encima de ti y marcharme?
—Sí — afirmó ella, molesta al recordar todo lo sucedido —. Iría más con tu actitud.
—Estaba demasiado asombrado y confuso cuando llegué esta noche. No pensé bien lo que decía —declaró Nick con voz controlada, pero airada—. Debí esperar hasta haberme calmado. Es evidente que estás embarazada. ¿Por qué ibas a mentir?
—No importa...
—Lo que hubo entre nosotros ha acabado...
Miley cerró los ojos con un dolor intenso, reconociendo que no era tan insensible como imaginaba. No podría salir adelante sin Nick y no podía estar cerca de él. No sabía qué sería peor.
—Tiene que ser así — continuó —. Nunca olvidaría que te acostaste con joe miller después de estar conmigo en Italia.
Atontada, la chica negaba con la cabeza sobre la almohada.
—Jamás podría aceptar al hijo de otro hombre en estas circunstancias. ¿Cómo permitiste que te tocara después de estar conmigo? —le espetó él, amargo
—No quiero hablar de eso —Miley volvió la cabeza hacia otro lado.
— ¿Al fin te avergüenzas, a pesar de que es demasiado tarde? —preguntó Nick, burlón, entre dientes.
—Nunca confiarías en mí... en todos estos años jamás has confiado en mí, nunca me has dado el beneficio de la duda —lo condenó ella con desolación, hablando para sí y sin escucharlo—. No puedo soportar eso. Nunca pude soportarlo.
—Y no tendrás que soportarlo a partir da ahora. Te deseé tanto y durante tanto tiempo, que era como un veneno en mi sangre. Estaba decidido a tenerte a cualquier precio. Creí que podría exorcizarte con el sexo, pero lo único que obtuve fue una obsesión mayor. No me agrada lo que me haces — confesó Nick—. No me agrada la forma en que me comporto contigo. Me gusta controlar la situación... un resabio de mi infancia... y contigo no puedo hacerlo.
Lo mismo ocurría con ella y en ocasiones... como en ese momento, eso la aterrorizaba. Lo odiaba por haberla lastimado, porque no la amaba, por insultarla, pero al imaginarlo saliendo por la puerta, quería hacerlo volver para que el dolor y los insultos continuaran. La destrucción era más tolerable que el vacío.
— ¡Vete! —le exigió de pronto.
—Pareces tan frágil y a la vez tienes la fuerza suficiente para desafiarme — declaró Nick con un suspiro de frustración —. Desde niña, siempre me has desafiado.
—Necesitaba a alguien que me abrazara y me diera seguridad —Miley había vuelto la cara contra la almohada.
—No podía exponerme a esa cercanía —aseguró él con disgusto por sí mismo.
—Quisiera que te fueras.
—No es cierto... en ocasiones adivino lo que quieres antes de que lo pienses. ¿Quién es el padre? —insistió él sin advertencia previa, pero su voz estaba rígidamente controlada—. ¿Es joe?
— ¿Acaso importa?
—En realidad prefiero no saberlo — reconoció con dureza.
— ¡Maldito seas, Nick Jonas!
—Necesitas comer algo —comentó él en tono prosaico—. ¿Qué quieres?
—Estás loco.
—A más no poder. Estás enferma, estás embarazada y tus muñecas tienen las marcas de mis dedos —enumeró, cortante—. ¿Cómo esperas que me sienta?
Él salió de la habitación. Temblorosa, Miley levantó las manos para examinar sus muñecas. Las marcas de los dedos de Nick adquirían tonos violáceos. Cuando la asió, no le dolió. Su piel se marcaba con facilidad y eso debía de ser terrible para él, si bien no le duraría mucho el disgusto. Se iría para regresar al lado de Selena. Fue un acierto mentirle, se dijo con desolación. El tortuoso ciclo de destrucción interior terminaría y ella podría sanar. Nick la dejaría en paz.
Tardó mucho, pero al fin Nick regresó con un tazón de sopa.
Miley reconoció que se encontraban en un estado temporal de suspensión de hostilidades. Amanecía, Recordó otro amanecer y sus mejillas se encendieron y escondió la cara dentro del tazón. La sopa estaba tan caliente como sus mejillas. Tomó el alimento bajo la mirada vigilante de Nick. A la luz del amanecer, él parecía tan triste como ella.
Recordó lo que Nick había dicho. Enfermedad... obsesión... exorcismo. Y sexo. Malo, destructivo, peligroso. Nada halagador. ¿Y qué fue lo que dijo de su niñez? Que le gustaba controlar. ¡En Nick, eso no era una sorpresa!
— ¿Por qué tienes que controlar? —le preguntó ella.
—Crecí con una mujer como tú —la expresión de él se veló—. Un espíritu libre. Cualquier hombre, en cualquier lugar, en cualquier momento...
Como tú... Miley se tragó su frustración.
— ¿Qué mujer?
—Mi madre. Y no se avergonzaba de serlo. Mi padre la adoraba, pero no soportaba sus aventuras. Por eso él se divorció, pero a ella le fue asignada mi custodia. Aborrecía la vida que llevaba a su lado. Era muy posesiva y muy volátil...
—Tú eres igual.
—Sólo contigo — Nick esbozó una media sonrisa gélida —. Y eso puedo dominarlo. No quiero llevar una vida libertina con ninguna mujer. Quiero una esposa dócil y conservadora, así cuando me aburriera de ella me marcharía y me buscaría una amante.
— ¡Espero que tu esposa organice orgías desenfrenadas mientras tú estés en la oficina! —exclamó la chica con una oleada de dolor y asco.
—Tú lo harías, ella no. Aceptará las cosas como son. Muchas mujeres lo hacen. Aceptan su posición social y el dinero, los hijos y un marido cuyas infidelidades son discretas.
—La sopa está quemada — declaró ella, volviéndose para darle la espalda y hundió las uñas en la almohada. No soportaba su sinceridad. Nick no trataba de lastimarla. Sólo manifestaba lo que él consideraba lo haría feliz... o tan feliz como creía que podría ser sin perder el control absoluto de la situación.
—Debes acudir a esa cita con el doctor —le indicó Nick—. Si necesitas algo... Procura no avisarme, a menos que sea una emergencia —agregó después de una pausa.
Miley escuchó atenta hasta que el sonido del motor de su coche desapareció. Entonces, empezó a reír como una loca hasta que el llanto reemplazó la risa. El Ángel de la Oscuridad era un cobarde. Un hombre que no merecía sus lágrimas, ni era digno de ser el padre de su hijo.
—He pasado la semana muerta de risa siguiendo la vida de la pobre de Silvia diestro con su adorado e incomprendido gaston —comentó demi entre risas—. ¡Llegó hasta el extremo de llevar a una de sus mujeres a comer a su casa e hizo pasar a su esposa por su hermana!
—Silvia Philips es una tonta. Se merece lo que le pasa — agregó alguien más —. Yo lo habría dejado hace mucho y no permitiría que un hombre me tratara de esa manera.
—Tiene dos hijos pequeños y gaston nunca le dio mucho dinero — declaró Miley, muy quedo —. Acababa de cumplir dieciocho años cuando se casó con él. Nunca tuvo que trabajar. Comprendo cómo debe sentirse...
— ¿Cómo puedes sentir lástima por ella después de lo que gaston diestro te hizo? —indagó Demi, asombrada.
—Yo también le he hecho mucho daño —señaló Miley.
—Ella fue la primera en reconocer que lo dejaste en el momento en que te enteraste que era casado...
—Y eso limpió tu nombre después de toda la basura que se publicó de ti — aportó joe —. En cambio, las otras... Las calles están atestadas de mujeres ruborizadas esta semana.
Sus compañeros de mesa siguieron comentando la historia que Silvia Philips decidió vender a una revista cuando gaston la abandonó, llevándose a sus hijos y a la atractiva niñera a Nueva York.
— ¿Te sientes bien? —le preguntó demi, preocupada al verla ponerse de pie, muy pálida.
—Tengo que ir al baño de nuevo —informó Miley con una sonrisa tensa
.
Se sentía mal y tenía un dolor en el vientre. No era la primera vez que eso sucedía. A veces el dolor era pasajero, pero en otras era bastante molesto.
Iba a ir al médico, pero estaba casi segura de qué era lo que padecía. El manual del embarazo que había comprado hablaba de un dolor producido por la distensión natural de los ligamentos del útero y decía que no era nada de qué preocuparse. Iría al médico, se prometió. Sólo para estar segura.
Al mirar su imagen ante el espejo del baño, hizo una mueca. El vestido holgado ocultaba su vientre abultado, pero aun así se sentía tan gorda como una ballena. Sus siete meses de embarazo eran toda una carga, se dijo, maliciosa.
Se había mantenido tan ocupada, que el tiempo había pasado volando, pero en ocasiones como esa, en compañía de amigos, algo más que el cansancio la abrumaba. Era una combinación de soledad, autocompasión y vacío y se despreciaba por su debilidad. Después de todo, era muy afortunada, no estaba sola, excepto por la falta de un hombre en su vida que le diera apoyo.
Joseph y lisa la llamaban por teléfono casi todos los días, o se presentaban en su casa,haciendo fallar la profecía de Nick de que pasarían la mayor parte del tiempo viajando.
Trace la visitaba con regularidad llevando cada vez un muñeco de peluche más para una colección ya numerosa
Y lo mejor de todo, joe y demi regresaron a Londres para establecer su propia agencia de modelos y se casarían al día siguiente. Por eso Miley estaba decidida a no aguarles la fiesta.
Sus amigos fueron maravillosos con ella. Cuando tuvo que dejar de hacer pases de modelos por las dimensiones de su vientre, Joe y demi le ofrecieron empleo. Demi tenía tal demanda en la profesión, que tenía poco tiempo para ayudar a Joe en la administración de la agencia. Y él también salía con frecuencia, de modo que Miley les venía como anillo al dedo para encargarse de las labores de oficina.
No era rica, pero tampoco tenía deudas. Logró trabajar el tiempo suficiente para liquidar sus compromisos y redujo su tren de vida. Se tocó el vientre en un gesto protector instintivo.
Los años venideros serían difíciles.
Demi discutía molesta con Joe cuando Miley regresó a la mesa y se produjo un silencio pesado.
— ¿Queréis que me vaya y regrese después? —inquirió Miley en broma.
—Pareces cansada —le indicó joe, cortante—. ¿Quieres irte a casa?
—Mi querido joe tu tacto es asombroso —comentó demi —. ¿Por qué debe irse Miley a casa? ¿Sólo porque él está aquí?
—Sólo pensé...
— ¡Mira, allí está! — demi tomó el brazo de su amiga de pronto.
Miley no quería mirar. Un frío súbito la invadió. Nick se encontraba allí. Sólo él era capaz de despertar tal furia instantánea en Monique. En ocasiones lamentaba haber dicho a sus amigos la verdad, pero sabía que serían discretos y no le pareció conveniente seguir con una cadena de mentiras que se alargaría la vida entera.
— ¡Cerdo maldito! —Siseó demi —. Esa que lo acompaña es danielle deleasa
Mentalmente, Miley la añadió a una lista interminable. En cinco meses, Nick había salido con casi todas las mujeres de la mejor sociedad londinense, pero ninguna había permanecido mucho tiempo a su lado. Los columnistas de sociedad estaban encantados con sus devaneos. Pero ignoraban algo que Miley sabía: él buscaba en la sociedad una esposa apropiada que no tuviera escándalos en su pasado.
—Se pondrá gorda dentro de unos años — vaticinó demi, venenosa.
Miley se volvió, a pesar de haberse propuesto lo contrario. No había visto a Nick desde aquella noche en su casa. Su acompañante era una castaña preciosa, vestida con elegancia. ¿Y Nick? Un nudo se formó en su garganta y un estremecimiento la recorrió. Como siempre, estaba magnífico. No podía apartar la vista de él.
— ¿Quieres bailar? —le preguntó joe
—Sí, bailen vallan!— demi le dio un empujón —. Lúcete ante él.
Miley se encontró en la pista de baile sin saber en realidad cómo había llegado allí. Al hacerla girar sus amigos con más entusiasmo que habilidad, vio a Nick en varias ocasiones. ¿Era su imaginación, o había perdido peso? Tal vez la escasa luz era lo que hacía que sus facciones parecieran más afiladas y avejentadas.
De pronto se despreció a sí misma. No era una adolescente enamoradiza que seguía añorando a un hombre que la había tratado mal. ¿En dónde estaba su orgullo? Mientras ella luchaba por sobrevivir, Nick se divertía con una larga sucesión de mujeres. Y un sexto sentido le decía que pronto anunciaría sus planes matrimoniales. Al pensar que pronto se casaría, la frente se le perló de sudor.
La imagen también la hizo sentirse mareada. ¿Guardaría silencio joseph jonas cuando Nick le llevara a su prometida? Sabía que a joseph cada día que pasaba le resultaba más difícil callarse. Tal vez cinco meses atrás tenía la esperanza de que su hijo y ella se reconciliaran. Pero después de tanto tiempo, el yo no abrigaba esa esperanza.
— ¿Podríamos regresar a la mesa? —preguntó a joe, sin aliento.
— ¿Bailo demasiado deprisa? Lo siento —se disculpó él —. Sigo olvidando...
«Yo no», reflexionó Miley. Corbin le puso una mano en la espalda para apoyarla y para su mala fortuna eligió el camino que los acercaría a la mesa de Nick. Se encontraron cara a cara en el pasillo.
—Miley... — Nick se quedó inmóvil.
Me encanta!!!!!!
ResponderEliminaresta genial
BEsitos Mayi!!♥