viernes, 19 de abril de 2013
An obsession with the past cap10
Demi se encogió en el asiento y cerró los ojos.
¿Por qué no pensó en eso?
Por supuesto que él no le permitiría alejarse simplemente.
Joseph Savage era un hombre determinativo, de un carácter rudo y siempre quería tener el control.
Odiaba los cabos sueltos.
Tenía que saber lo que estaba haciendo su esposa y en dónde lo estaba haciendo.
Además, querría un divorcio rápido, ¿o no?
Necesitaba vigilarla, saber exactamente en dónde estaba.
— Muy acogedora — su tono sarcástico, cuando frenó el auto, la hizo abrir los ojos.
Estaban en el patio adoquinado frente a la vieja granja de piedra, las macetas de geranios le daban un toque de color a las paredes.
— ¿Sí, verdad? — replicó con el mismo tono. Tal vez la había vencido, pero no permitiría que él lo viera — Me fascina y ya me siento como si fuera mi hogar.
Hogar.
La sola palabra la atravesó como la hoja de un cuchillo.
Su hogar era donde él estaba y ella jamás volvería a vivir allí.
Nunca escuchó otra palabra másinadecuada; parpadeó resuelta para ahuyentar las lágrimas y le dirigió una mirada centelleante, ignorando el gesto de cólera en los labios de Joe .
— Entra si tienes algo que decirme. No creo que hayas venido hasta aquí sólo para cambiar de escenario.
Bajó del auto y cruzó el patio delante de él, obligándose a conservar la calma.
Hasta ahora, había evitado la agonía de oírlo decir que quería el divorcio, para quedar en libertad de casarse con Zanna y llevarla a vivir a su lado, junto con su hijo.
Había huido, pero no lo bastante lejos ni con la rapidez suficiente y él la había alcanzado, como Némesis.
Ahora tendría que escucharlos sin revelarle nada.
Si el supiera desde hacía cuanto tiempo lo amaba tan apasionadamente, sentiría lástima de ella y no podría soportar eso.
La humillación sería la última gota.
Era mejor para ambos que él siguiera creyendo que el suyo fue un matrimonio sin amor, por ambas partes, y que ella había decidido que ya no le bastaba con ese tipo de relación estéril.
En el vestíbulo reinaba el silencio y él se quedó atrás, de pie en el vano de la puerta, bloqueando la luz del sol y luego comentó con tono helado:
— ¿Así que ahí viven los dos, tu y el famoso autor? Qué escenario tan idílico.
— Así es — habló con voz débil, dura.
Tenía que ser así, porque negar lo que era obvio que él pensaba, sería revelar la pequeña grieta en su armadura.
No era necesario informarle que ella dormía en el anexo, igual que su predecesora, que tenía su propia salita y un pequeño baño privado y que sólo iba a la casa grande a trabajar y a la horade las comidas.
No era necesario hacerlo saber que, puesto que lo amaba, para ella no existía ningún otro hombre.
— Vamos a la sala — lo invitó con tono sereno que desmentía los apresurados latidos de su corazón — Wilmer aún está en la cama, pero estoy segura de que no le importará.
Se disponía a alejarse hacia la puerta que estaba a un lado del estudio, pero élla sujetó con fuerza de una muñeca y con la boca apretada en una amarga línea, preguntó, atrayéndola hacia su cuerpo duro y delgado:
— ¿Así que pasó una mala noche?
— ¡Los dos lo hicimos!
Estar tan cerca de él, sintiendo el calor vital de su cuerpo, los músculos duros debajo del pantalón casual y la sudadera era un tormento agridulce y su reto fue una respuesta directa, un mecanismo de defensa; lo miró desafiante para disimular su angustia y vio el involuntario estremecimiento de un músculo en la mandíbula de él, eso la hizo experimentar un leve sentimiento de triunfo, porque después de todo, Joe sentía celos.
Pero el triunfo fue de corta vida.
Todavía era su esposa y, como tal, su propiedad.
Se había casado con ella, compartieron la misma cama y durante tres breves meses llevó en su seno un hijo de él.
Después de eso, Joe jamás volvió ahacerle el amor, porque no tenía objeto, sabiendo que las probabilidades de que ella volviera a concebir eran muy remotas.
No obstante, aun así la consideraba como su posesión; su vanidad masculina se sentiría herida si pensaba que ella se acostaba con otro hombre.
Con la garganta reseca, trató de apartarse, pero él sólo la sujetó con más fuerza y declaró con voz apagada:
— Demi , debemos hablar. ¿No lo comprendes? — por un absurdo momento ella casi creyó que se interesaba en ella, que todavía quedaba algo de su matrimonio, que algo podría salvarse de las ruinas.
Despacio, lo miró; sintió que el cuerpo de él se sacudía con un temblor revelador y entonces oyó a Wilmer desde lo alto de la escalera.
— ¿Todo está bien, Demi ? — su voz sonó agresiva, porque no todos los días se encontraba con un perfecto desconocido maltratando a su secretaria.
Pasó un momento y pensó que debió imaginar los celos de Joe , porque cuando respondió por ella, su tono era casi aburrido, totalmente cortés y controlado.
— Muy bien, Valderrama. Pasaba por aquí y decidí venir a visitar a mi esposa.
— Oh, entiendo — respondió cauteloso mientras bajaba la escalera y Demi suspiró.
Cuando llegó allí, le informó a su jefe que estaba separada de su esposo.
Un matrimonio roto no era nada insólito en estos tiempos.
El aceptó eso e incluso si llegó ala conclusión de que la separación databa de tiempo atrás y fue amistosa, ella no lo desengañó.
Se sentía demasiado herida para entrar en detalles.
Ahora talvez él pensaría que cada mañana bajaría para encontrarse con su airado esposo frente a su puerta.
¡No necesitaba esa clase de complicaciones y si quería conservar su trabajo,tendría que convencerlo de que no sería así!
— Demi , ¿quieres pedirle a Mariette que lleve café al estudio? ¿Quierea compañarnos, Savage?
Wilmer se enfrentó al hombre mucho más joven y más alto,con una expresión ligeramente belicosa.
Era obvio que acababa de ducharse y ahora vestía un ligero pantalón color café claro y una almidonada camisa blanca; su aspectoera alerta después de haber dormido y se veía más joven y vigoroso.
— Gracias.
Joe inclinó la cabeza, pero su tono era casi desdeñoso y teníala boca apretada con un gesto hosco, así que Demi se alejó con las palmas de las manos húmedas.
Los dos hombres actuaban como adversarios, dispuestos a luchar a muerte por sus derechos territoriales.
No podría comprenderlo.
Aún estaba casada con Joe , pero eso no duraría, porque él quería deshacerse de ella.
Y aunque Wilmer tal vez estaba molesto porque un visitante indeseado había alterado su rutina de trabajo, debía saber que eso no volvería a suceder.
Tendría que aclararle eso tan pronto como Joe se fuera.
Necesitaba ese trabajo y estaba decidida a conservarlo, pues una vez que demostrara que era capaz y digna de confianza, tenía intenciones de pedirle que la empleara permanentemente.
Mariette no estaba en la cocina, así que Demi preparó el café, alegrándose detener ese momento de respiro.
Fue una sorpresa volver a ver tan pronto a Joe ; necesitaba tiempo para armarse de valor y actuar como si en realidad no le importaraque él le pidiera el divorcio.
Pero no podía tardarse toda la mañana en esa sencilla tarea y cuando llevó la bandeja al estudio no estaba más cerca de recuperar el controlde sus emociones que cuando Joe apareció de la nada, obligándola a subir a su auto.
El ambiente en la pequeña habitación atestada de libros no la ayudó a recobrar el equilibrio.
Wilmer estaba sentado frente a su escritorio, con la mirada centelleante y Joe recorría la habitación de un lado a otro, como un tigre enjaulado.
— ¿Cuánto tiempo piensa quedarse en la región? — preguntó Wilmer bruscamente.
Joe, con los párpados entornados, observaba cada movimiento de Demi mientras servía el café y respondió con voz suave:
— Todo el tiempo que sea necesario — los ojos grises se endurecieron cuando Demi le entregó su taza — ¿Tratas de hacerte indispensable con otro hombre?
Una oleada de calor invadió el rostro de Demi , pero sentía el cuerpo helado.
Era una referencia directa al hecho de que durante seis meses, antes que él le hiciera su sorprendente proposición de matrimonio, ella trabajó como ama de llaves y anfitriona en South Park.
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omg joe celosos de willy
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