miércoles, 10 de julio de 2013

Celos que Matan cap 12


—EXISTEN cuestiones prácticas que hay que resolver - dijo Maggie más tarde - Tendrás que verlo tarde o temprano.

Demi le dio una breve versión de la visita de Joseph y la amiga escuchó con calma y satisfacción, pero eso la enojó.

—Tanto Jake como tú parecéis estar complacidos por el fracaso de mi matrimonio.
Maggie no lo negó.

—Era demasiado posesivo. Te mantuvo apartada de todos tus amigos. Un marido normal espera compartir un poco a su esposa.

—Mi mundo era demasiado opuesto al suyo - dijo Demi con un suspiro.

—Tal vez, pero eso no disculpa la forma cruel con que te separó de nosotros. Ahora eso va a quedar sobre su propia conciencia.

—Joseph estará mejor sin mí — dijo Demi sin emoción.

—No pienses así. Es posible que todavía cause problemas.

— No. Va a pedir el divorcio.

—No estés tan segura. Yo conozco a los abogados... odian verse mezclados con la ley. Es una enfermedad profesional.

Era cierto, eso lo sabía Demi .
Joseph siempre dijo que los abogados evitaban los procesos legales como si fuera una plaga, debido a que sabían demasiado de sus laberintos y problemas.

—¿Y qué vas a hacer con tu ropa? Tendrás que ir a recogerla.

— Iré a la casa mientras él esté en el juzgado.

— Demi  odio tener que decir esto, pero tienes que verlo. Sería mejor que todo se hiciera en forma amistosa y no lo lograrás si estás en este estado de ánimo.

—Supongo que tienes razón. De todas maneras, puedo arreglar todo a través de su abogado... y conociendo a Joseph, sería mejor hacerlo en la forma más correcta posible.

—¿Cómo pudiste soportar a ese pedante? Yo me hubiera vuelto loca al cabo de una semana.

— Lo amaba  - dijo Demi con sencillez.

—Eres una simplona, Demi .  Siempre lo fuiste... ciega como un murciélago en algunos aspectos. ¿Por qué crees que tu presumido Joseph se enamoró de ti?

—No puedo imaginarlo. Nunca pude... no teníamos nada en común.

Maggie levantó las cejas con incredulidad.

—Alguna vez mírate al espejo, criatura... eres muy hermosa. ¿Irás a decirme que no lo sabías?

—No siempre lo parezco —se ruborizó Demi .

— ¡Dios dame paciencia!  Demi eres demasiado modesta —Maggie se levantó y la empujó frente al espejo— ¡Mírate!

Demi vio a una chica con rizos dorado-rojizos peinados alrede­dor de una cara ovalada, un cutis suave y rasgos proporcionados.
Ojos verdes en forma de almendra y unas pestañas largas y negras.

—Tengo la boca demasiado grande.

— Y muy atractiva. Eso es lo que piensan los hombres, los he oído decirlo.

—¿Los hombres? —Demi  se la quedó mirando con la mirada en el vacío.

— Jake.

— ¡Oh, Jake!

—Sí, Jake.

Demi volvió a prestarle atención al espejo.

—Tengo las caderas muy anchas para mi busto.

—Tu cuerpo es muy atractivo —replicó Maggie irritada—. Y repito lo que oí.

—¿Jake de nuevo?

—Entre otros... en la fiesta llovían los comentarios.

—¿De veras?

—¿Pero qué te pasa? Antes tenías vida. Pregúntate esto: ¿si Joseph no se enamoró de tu mente brillante, entonces de qué?

Demi sabía la respuesta, pero hacía ya tanto tiempo desde que se lo demostró, que sintió que respiraba de prisa al recordarlo.
Se quedó con la mirada perdida a lo lejos y se olvidó de Maggie.

Se llevó las manos a la cara y luego las deslizó a lo largo del cuerpo.
Maggie se la quedó mirando con el ceño fruncido.

—Te despertaré de nuevo aunque sea necesaria una caja de dina­mita.

—Eres muy amable conmigo, Maggie. Estoy muy agradecida.

—¿Y para qué son los amigos? -preguntó Maggie igual que Jake—. ¿Recuerdas lo que nos llamaban en la escuela de drama?

—Los tres mosqueteros —murmuró Demi riendo.

—Tú, yo y Jake... tres. Juramos que nos mantendríamos unidos, que nos conseguiríamos papeles de ser posible, que compartiríamos alojamientos y el dinero disponible... ¿recuerdas los planes que hacíamos?

—Muy bien.

—Pues bien, para que no lo olvides, la habitación de invitados es tuya todo el tiempo que quieras y sin ningún compromiso. Excepto que tienes que hacerte invisible si recibo a un amigo.

Demi la miró divertida.

—¿Alguien en particular?

— Ya lo conocerás. Por el momento está ausente, pero regresará la próxima semana.

—¿Es de nuestra profesión?

—Es escenógrafo. Está trabajando en París desde hace un mes. Si no te gusta, no me lo digas.

—¿Tan serio es el asunto?

—Creo que sí.

—¿Para ambos?

—No estoy segura todavía... acerca de mí, sí, pero no respecto a Rob. Es bastante enigmático. Hasta podría ser casado y con seis hijos. Tengo que sacarle con sacacorchos todo lo que quiero saber.

— Entonces espero que sea soltero.

— Lo mataré si no lo es —dijo Maggie y no bromeaba.


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