jueves, 18 de octubre de 2012

Dama de treboles cap 43




Miley apoyó los brazos sobre la mesa y recostó la cabeza ahogando un sollozo.
Todo iba de mal en peor.
Tras un par de minutos, se enderezó con un suspiro.
Ya estaba bien, el llanto no solucionaba nada.

Tomó el dinero, se trataba de una buena suma.
De momento lo guardaría, ya vería en qué emplearlo.
En cualquier cosa menos en un billete de tren.

   Una hora después, encontró a Aaron limpiando el corral de las gallinas.

—Deja eso, Aaron, puedo hacerlo yo — protestó.

—Ya está hecho — zanjó apoyando ambos brazos en la pala — Y he regado el huerto en cuanto hemos llegado.

—¿No entras a tomar café? — Agradecida, puso la mano en su antebrazo — Grace acaba de hacerlo.

—Gracias, ahora no  —se excusó mirando hacia el frente — Voy a ver qué pasa.

Miley volvió la cabeza hacia el grupo formado junto al porche, donde Nick y los peones comentaban a viva voz las tareas.
Miley subió los escalones, pendiente de la conversación.

   —Bart ha tenido que ir al pueblo a devolver un caballo a la herrería — explicaba Nick.

   —¿Un caballo? — preguntó Fred, uno de los peones.

   La mirada torva de Nick le obligo a cerrar la boca.

   —Cuando vuelva, que se vaya directo a los pastos del este. Aaron, ve allí con Benjamin y Fred. Gideon, tú te vienes conmigo —continuó—. Connor, tú te vas con Ramón a repasar la cerca del sur.

   —Señor Jonas, nosotros dos solos con todo el ganado, no sé si es una buena idea.

   —No discutas, no llegan ni a cincuenta cabezas. Podemos con ellas de sobra.

   —¿Qué tal si nos acompaña Benjamin? — sugirió Aaron —. Bart no creo que tarde.

   —No. La verdad es que nos haría falta un hombre más —pensó en voz alta—. Puede que me acerque al rancho Sutton. De todos modos, solo vamos hasta el cruce de Lone Tree, allí nos espera el capataz del rancho Schweiger para recoger el ganado. Son cinco millas atravesando el valle.

   —Iré yo —concluyó una voz desde lo alto del porche.

Los seis hombres giraron la cabeza a un tiempo.
Miley sostuvo la mirada de Nick con los brazos en jarras.
Aunque se había lavado y afeitado, no tenía muy buen aspecto.

 —Una mujer no conduce ganado — sentenció él dándole la espalda.

   —¡Oh, algunas sí! — intervino Aaron — En mis tiempos, vi mujeres venir desde Texas…

Nick se giró hacia él con una mirada atravesada, así que decidió dejar la historia para otro momento.

   —He dicho que voy yo — repitió Miley con calma — Hace falta un vaquero más, ¿no es así? Pues ya lo tienes.

Si su esposo creía que iba a poder con su tozudez, estaba muy equivocado, porque a obstinada no la ganaba nadie.
Y pensaba de mostrarle que ella era el tipo de mujer capaz de llevar un rancho.
Se iba a arrepentir de haber pensado en mandarla lejos.

   —La señora Jonas viene con nosotros — cedió — Cada uno a su trabajo.

   Cuando los peones se marcharon, Miley entró en la casa a preparar algo de comida para llevar.

   —Un momento — la detuvo Nick — ¿Qué pretendes demostrar?

   Miley volvió sobre sus pasos sin dejarse intimidar por aquel tono grave.

   —No tengo nada que demostrar — mintió.

Tenía intención de demostrarle que valía mucho más que esa estúpida muñeca de porcelana, pero no pensaba decírselo.


Nick enderezó la espalda y al hacerlo emitió un quejido.
Tomó aire y cuando el dolor paso volvió a mirarla.

   —Como quieras. Pero eres un peón más y aquí mando yo. No se discuten mis órdenes, no lo olvides.



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