lunes, 6 de mayo de 2013

Corazon Indomable cap 5



Miley siguió haciendo bizcochos hasta que un día le salieron comestibles.
Hettie estaba alucinada.

También había hecho progresos considerables montando a caballo.
Solo faltaban cuatro días para el baile y tenía un precioso vestidito blanco de tirantes muy finos.

Le llegaba por los tobillos y dejaba los brazos y el escote al descubierto.
Tenía una raja de lo más provocativa que dejaba ver una de sus preciosas piernas.

Se había comprado unas sandalias de tacón alto, también blancas, y todo lo iba a combinar con un abrigo negro de terciopelo.

Solo le faltaba una cita.

Esperaba que, después de aquellos besos, Nick se lo pidiera, pero no había vuelto a aparecer por la casa.
Por el rancho, sí, porque tenía que hablar con su padre y había ido varias veces, pero no se había acercado a la casa.

Miley asumía que se arrepentía de lo que había pasado entre ellos y que temía que ella se lo hubiera tomado en serio.
Por eso la estaba evitando.
Estaba más claro que el agua.

Aquello quería decir que no la iba a invitar al baile.
Llamó a Marilee desesperada.

—Te vi hace un par de semanas con Nick en el supermercado. No quise saludaros porque supuse que le estabas hablando del baile, pero no ha querido invitarme, ¿verdad?

Le pareció oír a su amiga tragar saliva.

—No, lo siento.

—No te preocupes. No es culpa tuya. Tú eres mi mejor amiga y lo has intentado.

—Miley ..

—Me había comprado un vestido precioso para la ocasión —suspiró—. Bueno, qué se le va a hacer. ¿Tú vas a ir?

—Sí — contestó Marilee tras un silencio.

—¡Qué bien! ¿Con alguien que conozco?

—N...No.

—Espero que te lo pases bien.

—Tú no vas a ir, ¿verdad?

Marilee estaba un poco rara.

—No, no tengo con quién —se lamentó Miley —. Habrá otros bailes. Puede que Nick me invite a alguno alguna vez... —«cuando deje de tenerme miedo», añadió mentalmente — Si lo ves, dile que ya sé atrapar a los terneros con el lazo y tirarlos al suelo. ¡Y ya sé hacer bizcochos!
Miley se reía, pero Marilee, no.

—Te tengo que dejar porque tengo que ir a la peluquería, Miley —le dijo—. Lo siento mucho... lo del baile.

—No es culpa tuya —insistió Miley —. Pasároslo bien, ¿de acuerdo?

—De acuerdo. Hasta luego.

Al colgar, Miley arrugó el ceño.
A Marilee le debía de pasar algo.

Le tendría que haber preguntado qué le ocurría.
Decidió ir a su casa después del baile para que su amiga le contara todos los cotilleos y, así, averiguar qué le pasaba.

Sumida en sus pensamientos, salió al porche.
En ese momento llegaba su padre a caballo con dos de sus hombres.

—Acabo de romper los últimos guantes que me quedaban sanos. ¿Te importaría ir a la ferretería y traerme otros? —le dijo Fred con cariño.

—Claro que no —contestó Miley .

Nick solía ir mucho por la ferretería.
Con un poco de suerte...

—¡No corras!

Al llegar a la ferretería, se le puso el corazón a mil por hora.
Allí estaba la furgoneta del rancho Hart.

¡ Nick! Sí, seguro que era él.


Se miró al espejo y se peinó un poco.
Llevaba el pelo suelto porque a él parecía gustarle.
Entró en la tienda con una gran sonrisa.

No había nadie en el mostrador, lo que era bastante normal porque los empleados solían estar atendiendo por la tienda, así que se fue directa al estante de los guantes.

—También necesito un rollo de alambre —dijo una maravillosa voz.

¡Era él! Estaba al otro lado de la estantería.

—Muy bien —contestó Joe Howland—. ¿Vas a ir al baile de los ganaderos?

—Pues sí —contestó Nick—. No iba a ir, pero una amiga necesitaba que alguien la llevara y me ha tocado a mí.

Miley sintió que se le partía el corazón.
¿Nick iba a ir con otra?
¿Con quién?

Salió del pasillo y se colocó detrás de Nick.
Él no la veía, pero Joe, sí.

—¿Esa amiga no será Miley Brewster? —sonrió el hombre.

—Escucha, porque agarrara el ramo de novia en la boda de Micah Steele no quiere decir que esté conmigo — contestó Nick enfadado — ¡Tiene una familia encantadora y ella es muy mona, pero aunque aprendiera a cocinar, que sería un milagro, nunca, jamás, me atraería como mujer! Y, para colmo, no se le ocurre otra cosa que ir contando por ahí mentiras sobre mí. ¡Qué pesada!

Miley sintió como una descarga eléctrica que le atravesara el cuerpo.
No se podía mover del dolor.



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