miércoles, 5 de noviembre de 2014

Corazon Indomable cap 30

Nick la miró a los ojos y la colocó encima de su potente erección. 
Miley se apretó contra ella.
—Quiero... Quiero... dejarte embarazada —le dijo.
Miley se quedó con la boca abierta, sin saber qué decir.
Nick la miró preocupado.
—Es la primera vez que me pasa —dijo él—. Nunca me había pasado con otra mujer.
—Mi padre te mataría —contestó Miley .
—Mis hermanos, también.
Miley no entendía.
Nick la besó con ternura y se rió.
—Esto me pasa por liarme con una virgen que cocina bien.
—No estamos liados —protestó ella.
Nick empujó las caderas de Miley contra su erección y enarcó una ceja.
—Bueno, no estamos demasiado liados —corrigió Miley mordiéndose el labio superior.
—Te miro y me excito tanto que me cuesta andar. Te toco y me vuelvo loco. Sueño contigo todas las noches y me despierto sudando —le dijo mirándola a los ojos muy serio—. Ya no puedo más, Miley o nos entregamos o paramos esto ahora mismo.
Miley le acarició la cara con amor.
—Adelante. Hagamos todo lo que nos apetezca —contestó sinceramente.
—¿Todo?
Miley asintió colmada de amor.
Nick cerró los ojos y la abrazó con fuerza mientras se besaban con pasión. De repente, Nick se incorporó, la volvió a sentar en su asiento y le puso el cinturón de seguridad.
No la miró mientras se abrochaba el suyo. Miley lo miró sorprendida al verlo poner el coche en marcha y salir á la autopista. Creía que iban a ir a su casa, a compartir la cama de la noche anterior. Al recordar lo que habían hecho, se volvió a excitar. Estaba fuera de control. Su padre la iba a matar. Miró a Nick y se dijo que daba igual, que merecería la pena.
Nick aparcó el coche frente a la droguería. Miley pensó que iba a comprar preservativos... pero había dicho que quería un hijo. Nick le abrió la puerta del coche. La ayudó a bajar con delicadeza y la miró de una forma que Miley no pudo descifrar.
La tomó de la mano para cruzar la calle. 
Miley encaminó sus pasos hacia la tienda.
—Por ahí no —le dijo Nick dirigiéndose a la joyería.
El dependiente los recibió con una sonrisa.
—¿Los puedo ayudar en algo?
—Sí, queríamos ver alianzas — contestó Nick.
Miley sintió que se ponía pálida y rezó para no desmayarse.
—Elige —le dijo a Miley sin soltarle la mano.
Miley sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas y él se inclinó y la besó.
Ella intentó mirar los anillos. La verdad era que no quería nada grande ni ostentoso. Se fijó en una alianza de oro amarillo con unas hojas de parra en platino. El anillo de compromiso era igual, con un pequeño diamante.
—Me gusta este —dijo por fin.
—Yo también me lo tendré que poner, ¿no? —bromeó Nick.
Miley asintió. 
No podía ni hablar. 
El amor la embriagaba.
—Muy bien —dijo Nick dirigiéndose al dependiente—. Los tres, entonces.
—¿No son un poco caros? —preguntó de repente Miley preocupada.
—Teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que van a durar, no —contestó Nick besándola en la punta de la nariz.
Miley no se podía creer lo que estaba sucediendo. Quería decírselo, pero le daba vergüenza con el dependiente delante. El hombre les tomó las medidas de los dedos y Nick sacó una tarjeta para pagar.
—Próxima parada: el ayuntamiento —anunció Nick mientras iban hacia el coche—. Bueno, más bien, la estación de bomberos, que es donde dan las licencias de matrimonio los sábados, cuando el ayuntamiento está cerrado.
Miró a Miley que estaba como en otro mundo.
—La verdad es que podríamos hacerlo todo en un día —añadió sacando el teléfono Y llamando al doctor Coltrain, cuya clínica estaba abierta los sábados por la tarde. Miley lo escuchó pedir cita para ira hacerse el análisis de sangre.
—Primero, la licencia de matrimonio, luego los análisis y, con un poco de suerte, el miércoles nos casamos y pasamos la noche más apasionada de nuestras vidas —le dijo con voz ronca.
—Nick, ¿estás seguro?
É1 la tomó entre sus brazos y la besó con fuerza.
—Lo siento, cariño. No puedo esperar más... ¡O nos casamos o me voy a vivir a la otra punta del país! ¡No te puedes ni imaginar cómo te deseo, Miley ! —exclamó mirándo1a con angustia.
Miley lo entendía perfectamente porque a ella le pasaba lo mismo. Tomó aire. Aquello no era más que deseo por su parte. Tal vez, un poco de cariño, pero lo que le estaba llevando a casarse con ella era que quería acostarse con ella. Nick había repetido hasta la saciedad que nunca se casaría.
Nick comprendió lo que Miley estaba pensando.
—Si aceptas, te haré la mujer más feliz del mundo —le aseguró—.Jamás te engañaré ni te haré sufrir. Te cuidaré toda la vida —le prometió.
Aquello fue suficiente.
—De acuerdo —dijo Miley con ternura, acariciándole los labios—. Me caso contigo.
Nick le besó la palma de la mano con fuerza.
—Vamos a por la licencia, que la gente va a empezar a murmurar. De hecho, Evan y Anna Tremayne ya lo estarán haciendo.
—¿Porqué?
—Porque han pasado al lado cuando nos estábamos besando —sonrió Nick.
—Llevan años casados.
—Espera a que nosotros llevemos años casados —susurró él—. Seguiremos empañando las ventanillas del coche en los aparcamientos.
—¿Tú crees? —sonrió Miley .
—Espera y verás —contestó Nick poniéndose al volante—. Vamos allá.


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